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El Congo en el tablero geopolítico: Estados Unidos y China se disputan sus minerales

Análisis

Cristina Mba Bacale
Cristina Mba Bacale
Politóloga graduada por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Relaciones Internacionales. Su experiencia profesional abarca la evaluación de riesgos políticos y económicos, así como la gestión de relaciones internacionales en entornos corporativos. Su interés principal es la geopolítica del continente africano.

China afianza su control sobre los minerales congoleños mientras Estados Unidos mueve ficha para reducir su influencia. En paralelo, el grupo armado M23 resurge con fuerza y desata una nueva crisis en el este del país. En este artículo, la alumna del Curso de Analista Internacional de LISA Institute, Cristina Mba Bacale, explica cómo la lucha por los recursos estratégicos se entrelaza con la violencia, la inestabilidad y los intereses globales.

La República Democrática del Congo (RDC) avanza en la negociación de un acuerdo con Estados Unidos que podría redefinir el equilibrio geopolítico en África. A semejanza del acuerdo de suministro de armas a Ucrania a cambio de materias primas, la RDC busca intercambiar minerales críticos por apoyo en seguridad por parte de Washington.

Este movimiento se produce en un momento de inestabilidad, marcado por la reactivación de la insurgencia del grupo M23 en la región oriental del país. Esta situación ha incrementado la preocupación sobre la influencia extranjera en sus recursos naturales.

La importancia estratégica de los minerales del Congo 

La República Democrática del Congo alberga una de las mayores reservas mundiales de minerales esenciales para la tecnología moderna. Entre ellos se encuentran el cobalto, el litio y el coltán. Según datos del Banco Central del Congo, entre el 1 de enero y el 7 de junio de 2024, la producción de cobre alcanzó las 782.870 toneladas. En 2023, la producción total de cobre fue de 2.842.022 toneladas, lo que representa un incremento significativo frente a las 2.359.824 toneladas registradas en 2022.

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Estos materiales son imprescindibles para la fabricación de baterías, vehículos eléctricos y dispositivos electrónicos. Actualmente, China domina gran parte de la explotación y refinado de estos minerales en la RDC, algo que preocupa a Estados Unidos y otros países occidentales. Con este acuerdo, Washington pretende asegurarse un acceso preferente a estos recursos y reducir la dependencia de la cadena de suministro china.

Estados Unidos busca reducir la influencia china en el Congo 

China ha invertido durante décadas en infraestructuras y minería en la RDC, consolidando su presencia a través de acuerdos multimillonarios con el gobierno congoleño. Además, la RDC se ha convertido en un proveedor estratégico de cobre refinado para China. En 2024, los envíos de cobre refinado desde la RDC a China aumentaron un 71% interanual, alcanzando 1,48 millones de toneladas métricas. Este incremento refleja la creciente dependencia de China de las importaciones de cobre congoleño para satisfacer su demanda interna.

No obstante, estos acuerdos han sido criticados por falta de transparencia y beneficios limitados para la población local. La iniciativa estadounidense se presenta como una alternativa estratégica para desafiar el dominio chino en el sector minero de la región. Sin embargo, algunos analistas advierten que el acuerdo podría también generar tensiones con China y con otros actores involucrados en la explotación de recursos congoleños.

El dilema de la seguridad y el conflicto del M23 

La crisis de la RDC comenzó originalmente como resultado de una serie de batallas poscoloniales por el poder tras la independencia de Bélgica en 1960. Estas tensiones culminaron con el asesinato del líder panafricanista Patrice Lumumba y el establecimiento de un gobierno militar encabezado por el dictador Mobutu Sese Seko, que se mantuvo en el poder durante 32 años.

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Décadas de conflicto han sido alimentadas por tensiones étnicas, rivalidades políticas, corrupción y luchas por el control de valiosos recursos naturales. El conflicto actual de la RDC comenzó en la década de 1990, particularmente en la parte oriental del país, que limita con Sudán del Sur, Uganda, Ruanda, Burundi y Tanzania.

Según Amnistía Internacional actualmente hay más de un centenar de grupos armados activos en la RDC. En su gran mayoría son milicias locales que buscan proteger a sus comunidades después de más de tres décadas de guerra. Las lealtades y rivalidades entre grupos están en constante evolución y, por lo general, están guiadas por identidades étnicas, intereses económicos y manipulación política. Los grupos armados más activos en este momento son el M23, CODECO y las ADF. 

Tras su primera ofensiva a finales de 2012, el M23 se apoderó de Goma, la capital de la provincia de Kivu del Norte, así como de varias otras localidades. En 2013, una fuerza especial de la ONU, junto con las Fuerzas Armadas de la República Democrática del Congo (FARDC), logró hacer retroceder a los rebeldes hacia las colinas orientales, en la frontera con Ruanda.

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El M23 resurgió en 2022 con ataques violentos, tomando varias localidades de Kivu del Norte y enfrentándose al FARDC. Desde ese momento, el gobierno de RDC acusa a Ruanda de apoyar al grupo rebelde M23 con armas y logística. Asimismo, un informe de 2023 del Grupo de Expertos de la ONU concluyó que Kigali financia al grupo. Ruanda ha negado siempre las acusaciones.

Sin embargo, a principios de 2025, los combates entre las fuerzas de seguridad congoleñas y los grupos militantes liderados por el M23 se intensificaron rápidamente, culminando con la captura de Goma con el apoyo de Ruanda, patrocinador del grupo armado M23 y que apoyó su ofensiva en el este de la RDC con entre tres y cuatro mil soldados terrestres.

El avance del grupo rebelde M23 en el este de la RDC ha provocado una crisis humanitaria y representa un desafío adicional para el gobierno de Félix Tshisekedi. ACNUR estima que casi 7 millones de personas viven como desplazadas internas en las provincias de Ituri, Kivu del Norte, Kivu del Sur y Tanganyika. Esta situación se debe a la constante inseguridad y al alarmante resurgimiento de la violencia. La inestabilidad en la región dificulta la explotación minera y pone en riesgo las inversiones extranjeras.

En este contexto, el acuerdo con Estados Unidos también busca fortalecer las capacidades de defensa del gobierno congoleño para hacer frente a los rebeldes. La estrategia estadounidense podría incluir asistencia militar, entrenamientos y provisión de equipos, similar a lo que ocurre con Ucrania en su guerra contra Rusia.


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