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Maldivas: playas paradisiacas en el tablero geopolítico del Índico

Análisis

Salvador Iborra
Salvador Iborra
Graduado en Derecho por la Universidad de Cádiz. Interesado en los tableros de juego geopolíticos, así como en la Historia para comprender el presente en marcha y el futuro que aproxima.

Famosa por sus playas de aguas turquesas y sus exclusivos resorts, la República de Maldivas desempeña un papel crucial en el juego geopolítico del océano Índico. Este espacio marítimo, por donde transitan dos tercios del comercio global y del transporte de petróleo y gas, es un eje clave para la economía y la seguridad energética internacional. En este artículo, Salvador Iborra, alumno del Máster Profesional de Analista Internacional y Geopolítico de LISA Institute, analiza cómo este archipiélago combina su atractivo natural con una creciente relevancia geopolítica, transformándose en un actor indispensable en las dinámicas globales.

Más allá de ser un paraíso turístico, las Maldivas se han convertido en un territorio codiciado por las principales potencias, como India y China, que buscan ampliar su influencia en esta región estratégica. Su ubicación, en el corazón del Índico, las coloca en el centro de disputas y alianzas, dejando claro que este destino de ensueño también es un escenario clave en la política internacional.

Contexto histórico de las Maldivas

El comercio ha sido uno de los factores que ha puesto durante siglos al océano Índico en el punto de mira de las grandes potencias coloniales. Su origen está en las redes comerciales establecidas por los pueblos austronesios, que conectaban África Oriental con el sur de Asia y las romanas, a partir del gobierno de Augusto.

Tres imperios trataron de controlar este territorio compuesto por más de 26 atolones y 1200 islas: el portugués, el holandés y el británico, todos ellos con grandes intereses comerciales y militares.

El mandato portugués sería efímero. En una época en la que tejieron una importante red de posesiones a lo largo de la costa de la actual India, estos perdieron el control de las Maldivas en 1573 tras apenas quince años de ocupación. Actualmente, el día nacional de Maldivas conmemora la victoria de los maldivos musulmanes y la expulsión de Portugal.

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Los holandeses un siglo después tratarían de controlar las islas con otro enfoque: en vez de involucrarse directamente en los asuntos locales, respetarían las tradiciones islámicas y su forma política. A finales del siglo XVIII, con la conquista napoleónica de la república holandesa, los holandeses dieron un paso atrás en las pretensiones sobre dicha región.

En este contexto, los británicos incluyen a las Maldivas en su área de influencia. Las Maldivas serían un protectorado británico durante un siglo y medio, manteniendo siempre su autonomía política como sultanato (salvo un breve período de un año). Londres utilizó la isla de Gan como punto de escala para bombarderos, cazas y transporte aéreo hasta 1976.

Perfil económico de las Maldivas

El turismo ha transformado a la República de Maldivas: siendo una de las naciones más pobres del planeta a finales de los 80, ha conseguido mantener un crecimiento anual promedio del 7,4%. Su índice de desarrollo humano es del 0,762, al nivel de países como Brasil, Ecuador o Perú.

Ibrahim Nasir, el primer presidente del país tras la independencia y reconocida figura histórica, introdujo la industria turística en el país. En un intento por diversificar la economía más allá de la pesca y la agricultura, confiaba en que el turismo serviría para la modernización económica. El primer resort fue abierto en 1972: el «Kurumba Island Resort». 

Este 2024 el país ha recibido más de 1,8 millones de turistas. El ministro de turismo, Ibrahim Faisal, ha anunciado en X recientemente que se ha superado la cifra de visitantes del año anterior, por lo que la industria turística sigue al alza. Indios, rusos y chinos lideran las visitas al país, registrándose un alto crecimiento del turismo chino por el reforzamiento de las relaciones entre ambos países. No obstante, la industria del turismo es un arma de doble filo. 

La dependencia hacia el mismo ha convertido al país en un actor vulnerable a hechos externos disruptivos: la pandemia de COVID-19 y la guerra de Ucrania llevaron al endeudamiento, pasando de una deuda de 3 billones de dólares estadounidenses en 2018 a 8 billones en 2023. 

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Adicionalmente, es necesario apuntar que la república cuenta con el título del país más plano del mundo, lo que implica un escenario incierto por la subida del nivel del mar. El Informe sobre el clima y el desarrollo de Maldivas ya ha destacado que más del 90% de los centros turísticos encuestados han informado de la erosión de las playas y daños en la infraestructura.

Por tanto, Maldivas debe evitar el presentismo y mirar hacia el futuro construyendo una economía caracterizada por la resiliencia, la adaptación y la diversificación.

La política exterior: un péndulo 

Desde las transformaciones políticas acometidas en 2008 que convirtieron al país en una democracia multipartidista, su política exterior ha sido un constante vaivén entre India y la República Popular China.

⁣ En 2013, el entonces presidente Yameen anunció la entrada del país a la Iniciativa de la Franja y la Ruta china, en un desafío radical a la tradicional política de India First. Fue uno de los pasos que aceleró la amistad entre ambos países, que había echado a andar años antes.

Este acercamiento perduró hasta 2018, cuando la victoria de Ibrahim Solih, afín a India, vuelve a recalibrar el enfoque exterior hacia Nueva Delhi. Una de sus medidas fue cancelar un acuerdo de libre comercio firmado solo un año antes con el gigante asiático.

Este giro no duró más de 5 años: de nuevo, y tras la victoria de Muizzu, pro-China, el país gira hacia Pekín. Según el actual presidente, las actividades indias en el país han violado los principios de soberanía y no interferencia en asuntos domésticos

Este constante intercambio de cartas es también común en otros Estados asiáticos como Nepal y Sri Lanka, en el marco de una competición cada vez más feroz entre ambas superpotencias. 

Un juego de equilibrio en la competencia sino-india

«A caballo entre las principales rutas marítimas, esta nación insular ofrece sitios naturales para bases aéreas y aeródromos militares navales en su isla más meridional, Gan (a unas 300 millas de la instalación militar estadounidense en Diego García), que podría proporcionar una base aérea militar y puertos de aguas profundas para cualquier potencia que espere dominar el Océano Índico».

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Esta afirmación se encuentra en el informe de la CIA «Maldives: Small but Strategic Real Estate», de 1983, refleja la importancia estratégica de la que goza este país

La visión india: ‘Neighbourhood First Policy’

La necesidad de asegurar un vecindario tranquilo es una de las claves para entender las relaciones de India con los Estados de su región

Encuadrada en el corazón del Asia meridional, India pretende mantener a sus vecinos bajo su esfera de influencia porque vincula la estabilidad regional con la suya propia.

Las acciones de India han transitado desde la aplicación de principios de no injerencia, coexistencia pacífica e igualdad y cooperación a las relaciones con sus vecinos hasta acciones militares para salvaguardar sus intereses, como la intervención en el golpe de Estado de Maldivas de 1988 en favor del gobierno.

El territorio maldivo es sensible para las rutas comerciales y energéticas indias, pues las mismas transcurren cerca de él. Por ello, India se estableció como su principal financiador de infraestructuras civiles y proveedor de seguridad.

La irrupción de China en las Maldivas

Pekín tiene como estrategia prioritaria en el Índico el aseguramiento de sus líneas marítimas de comunicación. El país depende enormemente de la estabilidad en este océano, pues el 90% de sus suministradores de crudo transitan por él, así como el principal corredor marítimo de la Iniciativa de la Franja y la Ruta, pieza central de la política exterior de Xi Jinping.

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En este contexto, China se ha tomado muy en serio el aumentar su influencia en el Índico: es el único país con embajada en sus seis naciones insulares (Maldivas incluida), ha aumentado su presencia naval con el fin de combatir la piratería y ha tejido una importante red de puertos a lo largo del océano. India, que se considera el Estado destinado a dominar este océano, según determinados analistas, ve la creciente presencia china como una amenaza.

Las Maldivas surcando las olas 

Si bien la política del país se ha caracterizado por la polarización geopolítica en función del partido gobernante, en 2024 hemos visto cómo el presidente Muizzu, del ala anti-India y pro-China, está recalibrando la posición del país.

La campaña ‘India out’ que llevó al Partido Progresista de las Maldivas a ganar las últimas elecciones presidenciales se está suavizando y el deshielo diplomático entre ambos países es un hecho. Muizzu y el primer ministro indio Modi se reunieron en octubre de 2024. Esta visita viene precedida por intercambios diplomáticos desde verano y la firma de memorandos para impulsar la cooperación bilateral.

Como recoge la BBC, el 6 de octubre Muizzu declaraba «India es plenamente consciente de nuestra situación fiscal y, como uno de nuestros mayores socios para el desarrollo, siempre estará dispuesta a aliviar nuestra carga». Declaración muy distinta de la que realizaba a principios de 2024, en la que dejaba caer que India era una bullie.

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En la política internacional, la realidad económica acaba pesando más que las posiciones ideológicas: la retórica reconciliadora de Muizzu viene influida por el gran volumen de deuda que tiene el país frente a instituciones financieras chinas. Esta situación ha empujado al presidente, presionado por preocupaciones por la influencia que podría ganar Pekín sobre el país, a reequilibrar su política exterior.

Lo cierto es que renunciar al apoyo indio, sostenido durante décadas, es muy costoso: en los últimos años el país ha recibido cientos de millones de dólares en créditos y préstamos para la subvención de proyectos de infraestructuras, conectividad e instalaciones públicas.

Por lo tanto, podemos inferir que el país camina hacia un futuro marcado por el equilibrio entre estos dos actores. Lo cierto es que lo conveniente para los intereses geopolíticos maldivos es aprovechar la estela de estos dos grandes gigantes, utilizando su estratégica posición en el tablero del Índico a su favor.


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