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Trump o Harris: ¿Cómo influirá el resultado electoral en la postura de Estados Unidos en Ucrania?

Análisis

Roberto Mansilla Blanco
Roberto Mansilla Blanco
Analista de geopolítica y relaciones internacionales. Licenciado en Estudios Internacionales (Universidad Central de Venezuela, UCV), magister en Ciencia Política (Universidad Simón Bolívar, USB) Con experiencia profesional en medios de comunicación en Venezuela y Galicia. Entre 2003 y 2020 fue analista e investigador del Instituto Galego de Análise e Documentación Internacional, IGADI (www.igadi.org). Actualmente colaborador en think tanks (esglobal) y medios digitales en España y América Latina. Redactor Jefe en medio Foro A Peneira-Novas do Eixo Atlántico (Editorial Novas do Eixo Atlántico, S.L) Actualmente cursa el Máster de Analista de Inteligencia en LISA Institute.

Con algunas vías de negociación abiertas y una sorprendente incursión militar en territorio ruso, Ucrania mira con atención las elecciones presidenciales estadounidenses de noviembre de 2024 midiendo sus intereses entre dos opciones divergentes: el republicano Donald Trump y la demócrata Kamala Harris. En este artículo, Roberto Mansilla Blanco, alumno de Máster Profesional de Analista de Inteligencia de LISA Institute, analiza cómo las elecciones presidenciales de Estados Unidos podrían influir en la implicación del país en Ucrania.

Probablemente, pocos países del mundo mirarán con mayor atención que Ucrania las elecciones presidenciales estadounidenses del 5 de noviembre de 2024. Si bien dentro de la campaña electoral estadounidense no se aprecia que el conflicto ruso-ucraniano sea un tema exclusivamente prioritario, para Kiev está en juego la continuidad de la ayuda militar y financiera que le ha venido brindando la administración de Biden desde la invasión militar rusa de 2022. 

El resultado electoral del 5N podría alterar esta perspectiva. Sobre todo, teniendo en cuenta las expectativas en torno a la candidatura de Donald Trump por el Partido Republicano. Este se muestra muy crítico con la ayuda a Ucrania. Por su parte, Kamala Harris, por ell Partido Demócrata, parece más inclinada a mantener los compromisos con Kiev y la OTAN.

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En medio de este contexto electoral, las tropas ucranianas realizaron en agosto de 2024 una incursión en territorio ruso (región de Kursk). Esta acción podría alterar el equilibrio militar en el conflicto. La misma parece definir la sintonía de intereses entre Biden y el presidente ucraniano Zelenski para mantener la iniciativa en el frente militar. En este caso, llevando la guerra hacia territorio del invasor. De esta forma, puede servir de atenuante a la hora de obtener posiciones más ventajosas ante cualquier eventual vía diplomática y de negociación que implique la posibilidad de una salida al atascado conflicto ruso-ucraniano. 

Está también por definir cómo esta acción militar pueda tener algún grado de influencia en las políticas que mantienen Trump y Harris hacia Ucrania.

Ucrania ante las elecciones de Estados Unidos

El panorama electoral en Estados Unidos dió un vuelco vertiginoso en julio de 2024. El atentado contra Trump durante un mitin de campaña en Pennsylvania dio paso posteriormente a su unánime designación como candidato durante la convención del Partido Republicano. Casi paralelamente, y ante los fuertes rumores sobre su estado de salud, el presidente Biden renunció a su candidatura para la reelección, abriendo el camino para que su vicepresidenta Kamala Harris le sustituya en la carrera electoral. 

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Estos cambios planean directamente sobre los intereses ucranianos en torno al futuro de la asistencia financiera y militar. Asimismo, se anunció la llegada a Kiev de los prometidos aviones de combate F-16, fundamentales para intentar contrarrestar la superioridad militar aérea rusa. Mientras, Zelenski mira con especial atención cómo se desenvolverán las elecciones presidenciales estadounidenses.

La posición de Kamala Harris sobre Ucrania: ¿continuidad o cambio?

En lo que respecta a Ucrania, se prevé que Kamala Harris mantenga sin alteraciones significativas la continuidad de las políticas de Biden. Es decir, de apoyo casi irrestricto a Zelenski y extensivo a los compromisos defensivos transatlánticos vía OTAN.

En junio de 2024, en su calidad de vicepresidenta, Harris fue la representante estadounidense en la Cumbre de Paz sobre Ucrania celebrada en Suiza. Por otro lado, la ofensiva ucraniana en Kursk ocurre casi paralelamente al mismo tiempo que la designación de la candidatura de Harris. Esta es oficialmente presentada en la convención demócrata de Chicago del 19 al 22 de agosto de 2024. Una puesta en escena en la que oficialmente también se presenta a su compañero de fórmula electoral, Tim Walz, como candidato a la vicepresidencia. A pesar de su vocación antibélica, Walz ha mostrado públicamente su apoyo a las políticas de Biden en torno a Ucrania.

No obstante, algunos sectores de la opinión pública dentro y fuera de Estados Unidos manifiestan dudas sobre la capacidad de la fórmula Harris-Walz. Sobre todo, para llevar a cabo una campaña electoral in extremis contra un rival más contrastado como el expresidente Trump. Tomando en cuenta el clima de tirantez y las constantes tensiones ruso-occidentales, está por ver cuál será su posición ante un posible vuelco del conflicto ruso-ucraniano, sea por la vía militar o de la activación de canales diplomáticos de negociación en las que se deba incluir al Kremlin.

La política de Trump sobre Ucrania

Antes incluso de comenzar la campaña electoral, Trump ha dado muestras de tener una política muy definida en torno a Ucrania. Ha criticado insistentemente la ayuda de Biden a Zelenski. Incluso, ha ironizando sobre la presunta «capacidad negociadora» del presidente ucraniano para obtener esa ayuda. Trump no ha dudado de calificar como «gratuita», según llegó a comentar durante un acto electoral. 

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La elección de J.D. Vance como compañero de fórmula electoral de Trump ha profundizado estas expectativas de restringir o terminar la ayuda a Ucrania. A principios de 2024, Vance votó a favor del proyecto de ley que define la paralización de 60.000 millones de dólares estadounidenses de ayuda a Ucrania.

Con respecto a Rusia, Trump mantiene aparentemente la misma posición que ha tenido durante su mandato presidencial (2017-2021). Este muestra una mayor predisposición a negociar con el presidente ruso Vladímir Putin. Al mismo tiempo, advierte sobre su intención de desactivar los compromisos con la OTAN. Trump ha llegado incluso a declarar que, en caso de volver a la presidencia, «solucionaría en 24 horas» la guerra en Ucrania. 

Más que Ucrania, el interés de Trump sigue siendo China. A diferencia de la intransigente política que mantuvo hacia el país asiático durante su presidencia, Trump parece ahora más dispuesto a mostrar cierta apertura hacia Beijing. Esta estrategia probablemente implique un ejercicio de realismo ante la solidez de la alianza sino-rusa y cómo ello repercute en la capacidad de Beijing, el único actor con interlocución ante Putin, para impulsar iniciativas diplomáticas que eventualmente permitan resolver el conflicto ruso-ucraniano.

¿Qué le interesa a Zelenski?

No se deben dejar de lado los intereses del presidente ucraniano Zelenski. Mientras confía en una victoria de Harris, algunos asesores de Zelenski han contactado preventivamente con el círculo de Trump. Eso último con la finalidad de ejercer un lobby que garantice esa cooperación militar y financiera en caso de victoria republicana.

La incursión militar ucraniana en Kursk define la intención de Zelenski por asegurar una especie de «triunfo propagandístico». Sobre todo, que beneficie a Biden y Harris a la hora de confirmar la efectividad de esa ayuda a Kiev. La sintonía con Estados Unidos en el marco de esta ofensiva en territorio ruso parece evidente, tal y como llegó a confesar el general ucraniano Oleksander Syrskyi cuando declaró que «consulta diariamente con Washington» los pormenores de esta ofensiva.

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Kiev intenta llevar la guerra al territorio del invasor con la intención de desprestigiar la imagen de fortaleza y el prisma de triunfalismo en el frente que ha intentado consolidar Putin. Especialmente, ante la reactivación de sus alianzas militares exteriores (Corea del Norte, Irán, China) y los combates en torno al Dombás y Járkov. Incursionando en territorio ruso, Ucrania busca un cambio de curso en el conflicto de consecuencias aún impredecibles, tomando en cuenta las expectativas sobre cómo será la respuesta rusa y si la misma puede implicar un eventual conflicto directo con la OTAN.

Con esta ofensiva, Zelenski también juega sus propias cartas en su supervivencia política. Particularmente, a la hora de dar un golpe de efecto contra Rusia que le permita recuperar su credibilidad dentro de una sociedad ucraniana desgastada y desencantada con la guerra. De acuerdo a una encuesta del Centro de Investigación Razumkov de Kiev, un 44% de los ucranianos está de acuerdo en abrir negociaciones para eventualmente poner fin a la guerra. A su vez, un 80% rechaza abiertamente las demandas de Moscú para sentarse a negociar, resumidas en la aceptación por parte de Kiev de la soberanía rusa en los territorios militarmente ocupados al este de Ucrania y el rechazo al ingreso en la OTAN.

Mientras se van definiendo las cartas electorales entre Trump y Kamala, algunos interrogantes comienzan a planear en torno a Ucrania con respecto al resultado del 5N. Destacan aquí la posibilidad de un recrudecimiento de los combates ante la reciente incursión ucraniana en Kursk; un eventual alto al fuego previo a las elecciones que lleve a una negociación; la degradación de la atención estadounidense hacia Ucrania motivada por el hartazgo con respecto a la ayuda militar y financiera, la esterilidad en cuanto a los resultados militares en el frente y la atención hacia otros conflictos (Gaza o Israel-Irán) que socaven progresivamente la confianza hacia Kiev por parte de los aliados occidentales.

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