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Por qué Nueva Caledonia es clave en la rivalidad entre Francia y China

Análisis

Alejandro Vigo
Alejandro Vigo
Alumno del Máster Profesional de Analista Internacional y Geopolítico de LISA Institute. Graduado en Relaciones Internacionales con gran interés en la geopolítica y en el comercio internacional, particularmente en Sudeste Asiático.

La tensión en Nueva Caledonia ha vuelto a estallar en un momento crítico. Desigualdades, división étnica y recursos estratégicos se cruzan en un territorio clave para Francia en el Indo-Pacífico. En este artículo, el alumno del Máster Profesional de Analista Internacional y Geopolítico de LISA Institute, Alejandro Vigo, analiza cómo un conflicto local ha adquirido dimensión geopolítica.

Nueva Caledonia fue colonizada por Francia en 1853, bajo el mandato de Napoleón III. En un principio funcionó como colonia penal. Más adelante, se convirtió en un centro minero tras el descubrimiento de níquel en 1864. La explotación de este recurso marcó tanto la economía como las relaciones sociales. Esto generó tensiones entre los colonos europeos (caldoches) y la población indígena (kanaks), que fue desplazada de sus tierras.

Dichos territorios fueron adjudicados principalmente a colonos europeos y empresas de la metrópoli. Estas tensiones derivaron, a lo largo del siglo XX, en crecientes demandas de autonomía política y económica. Todo ello desembocó en violentos enfrentamientos durante la década de 1980, conocidos como Les Événements.

Este conflicto enfrentó a grupos independentistas kanaks con fuerzas francesas, dejando decenas de muertos y culminando con el asesinato del líder independentista kanak Jean-Marie Tjibaou en 1989.

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Para mitigar estas tensiones y avanzar hacia una solución política, se firmaron los Acuerdos de Matignon (1988), y posteriormente el Acuerdo de Numea (1998). Ambos convenios buscaron establecer un marco progresivo de autonomía. También definieron un proceso claro hacia la descolonización. Este incluía la celebración de tres referéndums de independencia, realizados en 2018, 2020 y 2021.

Para comprender los resultados de los referéndums en Nueva Caledonia, es esencial considerar su realidad político-social. Está dividida en tres provincias: Province Nord y Province Sud, ambas situadas en la isla principal de Grande Terre, y las Îles Loyauté. Su población es de aproximadamente 270.000 habitantes, donde predominan los kanaks (41,2%), seguidos por europeos o caldoches (24,1%) y otros grupos étnicos minoritarios.

Más de dos tercios de la población se concentra en el extremo sur de la isla de Grande Terre. Allí se ubican las cuatro comunas que forman parte de la Provincia Sur: Nouméa, Dumbéa, Mont-Doré y Païta.

El territorio a su vez sufre una fragmentación étnica y profundas desigualdades económicas. La Province Sud, mayoritariamente no kanak, registra un nivel de vida mediano de unos 1.600 € al mes y una tasa de pobreza del 15%.

En contraste, en la Provincia Norte, más del 70 % de la población es kanak. El nivel de vida mediano ronda los 1.190 euros y la tasa de pobreza se acerca al 30 %. La situación es aún más grave en las Islas de la Lealtad, donde más del 90 % de los habitantes son kanaks. Allí, el nivel de vida mediano baja a solo 815 euros, y la pobreza afecta al 46 % de la población.

Imagen 1. Infografía del referéndum de independencia de 2020. Fuente: Le Monde

Las zonas de mayoría kanak, más pobres y despobladas, son más favorables a la independencia, explicando los resultados polarizados de los referéndums. En los dos primeros, ganó estrechamente la opción de permanecer en Francia (56,7% en 2018 y 53,3% en 2020). El tercer referéndum, celebrado en diciembre de 2021 en plena pandemia, estuvo marcado por la polémica.

El Frente de Liberación Nacional Kanak y Socialista (FLNKS), principal fuerza independentista, llamó al boicot del referéndum. Lo hizo como protesta ante la negativa del gobierno francés a posponer la votación, a pesar del impacto del COVID-19 en las comunidades indígenas. La participación fue solo del 43 %, y el 96,5 % de los votos fueron a favor de seguir en Francia. Los independentistas consideraron ilegítimo el resultado, lo que aumentó su frustración y sensación de exclusión.

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En mayo de 2024, una reforma electoral impulsada por Francia desató una ola de violencia en Nueva Caledonia. La medida ampliaba el derecho de voto a los residentes con más de diez años en el territorio. Sin embargo, fue percibida por la población kanak como un intento de reducir su peso político.

Los disturbios dejaron al menos 14 muertos, cientos de heridos y pérdidas materiales superiores a 2.200 millones de euros. Ante la crisis, Macron declaró el estado de emergencia, envió refuerzos de seguridad e impuso un toque de queda. Además, prohibió temporalmente TikTok al considerar que se usaba para coordinar protestas y que potencias extranjeras como China y Azerbaiyán podrían estar interfiriendo en la crisis.

Tras visitar el territorio el 22 de mayo, anunció el 12 de junio la suspensión de la reforma para abrir un espacio de diálogo. En octubre del mismo año, el gobierno francés decidió posponer las elecciones provinciales previstas, aplazándolas a finales de 2025.

Nueva Caledonia: Importancia geopolítica para París y vulnerabilidades internas.

Nueva Caledonia representa para París una pieza geopolítica de primer orden. Está ubicada entre Australia y Fiyi, en una zona estratégica del Pacífico. Su proximidad a rutas marítimas clave (como el estrecho de Torres, que une los océanos Índico y Pacífico, y la entrada de Jomard, que conecta el Pacífico Norte con el Sur) la convierte en un punto crucial para el comercio internacional y la seguridad regional.

A pesar de tener una superficie algo menor que la de Eslovenia, Nueva Caledonia cuenta con una Zona Económica Exclusiva (ZEE) de unos 1,4 millones de km². Esto representa alrededor del 13 % de todas las aguas bajo jurisdicción francesa. En esta área destacan sus valiosos recursos pesqueros y el segundo arrecife de coral más largo del mundo, solo superado por la Gran Barrera australiana.

Imagen 2. Mapa de Nueva Caledonia. Fuente: Geology.com

En segundo lugar, presenta un notable interés diplomático debido al peso que su territorio puede ejercer en organizaciones internacionales. Aunque no se trata de un Estado soberano, goza de un estatus especial collectivité sui generis dentro de la República Francesa, dotado de amplias competencias en materias como educación, salud, medio ambiente y cooperación regional.

Aunque Francia retiene control sobre defensa, justicia y política exterior, este marco, establecido por el Acuerdo de Numea, le permite contar con representación propia en el Pacífico y participar en organismos multilaterales como la UNESCO, la Unión Internacional de Telecomunicaciones o el Foro de las Islas del Pacífico, la principal organización regional. Nueva Caledonia incluso puede negociar acuerdos en ciertas áreas de competencia, lo que la convierte en un actor diplomático relevante.

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Esta dimensión diplomática se refuerza con una presencia militar permanente. Francia mantiene en el archipiélago a las Fuerzas Armadas en Nueva Caledonia (FANC), esenciales para proteger sus intereses estratégicos en el Indo-Pacífico. Están formadas por 1.650 efectivos permanentes, a los que se sumaron 200 refuerzos en 2024 tras los disturbios.

Las FANC garantizan una capacidad de respuesta rápida en una región cada vez más marcada por la competencia geopolítica. Además de su papel disuasorio y defensivo, participan en misiones de cooperación en seguridad regional y en operativos de ayuda humanitaria ante catástrofes naturales. Todo ello consolida a Francia como una potencia residente en el Pacífico Sur.

Nueva Caledonia es un actor clave en la extracción, producción y exportación de níquel. Este mineral, considerado crítico por la Unión Europea, es esencial para la fabricación de acero inoxidable y baterías eléctricas. También es estratégico para la transición energética y para sectores como la defensa y la industria aeroespacial.

Según un informe de la Agencia Internacional de la Energía (IEA), la demanda de níquel se duplicará para el año 2040. En este contexto, el archipiélago ocupa un lugar destacado como tercer mayor productor de níquel del mundo, con un 6,4% del total global, solo por detrás de Indonesia (50%) y Filipinas (11%), y el 5,4% de las reservas, lo que lo sitúa en el quinto puesto a nivel mundial. Además, es uno de los pilares económicos del país, representando el 14% del PIB y generando más de una cuarta parte del empleo directo e indirecto. ​

Nueva Caledonia alberga tres plantas metalúrgicas clave para su industria del níquel. La Société Le Nickel (SLN), filial del grupo francés Eramet, opera cinco minas a cielo abierto y una planta en Doniambo (Nouméa). Es líder mundial en la producción de ferroníquel.

Prony Resources New Caledonia gestiona la antigua planta de Goro, adquirida en 2021. Está orientada a una producción sostenible de níquel y cobalto. Sin embargo, en 2024 tuvo que suspender sus actividades durante seis meses debido a los disturbios. Retomó las operaciones con apoyo del Estado francés.

Por último, Koniambo Nickel SAS (KNS), ubicada en la Provincia Norte, es una empresa conjunta entre SMSP (51 %) y Glencore (49 %). Suspendió sus operaciones en marzo de 2024 tras la retirada de Glencore. A finales de ese mismo año, se evaluaban ofertas de nuevos inversores para evitar su cierre definitivo.

Imagen 3. Minas y plantas metalúrgicas en  Nueva Caledonia. Fuente: Les Yeux du Monde

No obstante, el valor geopolítico y estratégico del archipiélago contrasta con una realidad interna compleja. Está marcada por una profunda dependencia económica y una fragilidad estructural que agrava las tensiones políticas. La economía depende considerablemente de las transferencias del Gobierno francés, que ascendieron en 2023 a 200.000 millones de francos (CFP), lo que representó alrededor de un 20 % del PIB.

Esto limita la capacidad del archipiélago para diseñar una política económica verdaderamente autónoma y refuerza el sentimiento de subordinación entre amplios sectores de la población.

A ello se suma la grave crisis que atraviesa la industria del níquel, motor económico del archipiélago. En 2023, el precio internacional del mineral cayó más de un 40 %, provocando pérdidas millonarias y una contracción del 30 % en la producción durante el primer trimestre de 2024. Esta situación se vio agravada por los disturbios de mayo, que paralizaron la actividad industrial y profundizaron la inestabilidad de un sector ya debilitado.

Las tres plantas metalúrgicas del país enfrentan simultáneamente un mercado global saturado, una fuerte competencia internacional, especialmente de Asia, y limitaciones estructurales locales como los altos costes de producción, problemas técnicos y dificultades de acceso al recurso mineral.

El caso de KNS es particularmente crítico: tras la retirada de Glencore en 2024, Koniambo Nickel, tuvo que cesar sus operaciones, lo que resultó en 1200 despidos directos. En 2025, sigue afectando  gravemente a la economía local, especialmente en una región predominantemente kanak y ya castigada por altas tasas de pobreza.

China, ¿elefante en la habitación?

China ha incrementado notablemente su interés en Nueva Caledonia, tanto por el valor estratégico de sus recursos como por el incierto estatus político del territorio. El archipiélago representa una pieza clave en el tablero del Indo-Pacífico, donde Pekín busca expandir su influencia frente a potencias tradicionales como Francia, Australia o Estados Unidos. En este contexto, el Pacífico Sur es un eslabón clave de la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI).

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China ha invertido en infraestructura en países como Vanuatu e Islas Salomón, y una Nueva Caledonia independiente podría convertirse en un aliado estratégico, rompiendo el cerco occidental liderado por AUKUS y el QUAD. 

A pesar de que Nueva Caledonia es el único territorio de Melanesia que aún no ha caído bajo la esfera económica de Pekín, desde 2016, ha reforzado su presencia indirecta en el archipiélago. Organizaciones como la Asociación china de Nueva Caledonia (CANC), vinculada al Frente Unido del PCCh, actúan como plataformas de soft power y de articulación política dentro de la diáspora china.

Su propósitos son fortalecer la unidad, la cooperación y los intercambios de los chinos de ultramar, promover el desarrollo de la industria china de ultramar y fortalecer las relaciones amistosas con el pueblo indígena kanak.

Este componente ideológico se ve respaldado por una dimensión económica clara: la dependencia comercial de Nueva Caledonia respecto a China se ha disparado en la última década. En 2011, solo el 6,9% de sus exportaciones iban al mercado chino, pero en 2023 esa cifra alcanzó el 77% del total, frente a apenas un 2% destinado a Francia. Esta concentración es aún más marcada en el sector del níquel, donde el 79% del mineral en bruto, el 100% de las matas de níquel y el 63% de las ferroaleaciones tuvieron como destino final a China, consolidándose como el principal socio económico del archipiélago.

China, primer consumidor mundial de níquel (cerca del 64% del níquel primario global), líder en su refinado (más de un tercio del total) y controladora de buena parte del procesamiento en países como Indonesia y Filipinas, ha identificado desde hace años a Nueva Caledonia como un objetivo estratégico en su política de seguridad de recursos. Un informe chino de 2018 ya situaba al archipiélago entre los tres destinos prioritarios de inversión en níquel, junto a Indonesia y Filipinas, destacando sus abundantes recursos de laterita, costes competitivos y ubicación privilegiada.

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En 2020, el Servicio Geológico de Nanjing reiteró esta valoración, subrayando la gran importancia del archipiélago para garantizar el suministro estratégico de níquel a China. En este contexto, y considerando que los tres principales productores del archipiélago atraviesan serias dificultades financieras, exacerbadas por los disturbios políticos de 2024, no resulta improbable que empresas chinas se plantean intervenir como actores de ‘rescate’ económico. 

Más allá de la minería, China también ha mostrado interés en los recursos marinos del territorio, como la pescadilla, el atún y el camarón. Empresas como SODIL, vinculadas a la Asamblea Provincial de las Islas de la Lealtad y relacionadas con el FLNKS, exportan productos al mercado chino con altos márgenes. Las tres provincias de Nueva Caledonia buscan activamente atraer inversión china en el sector acuícola, uno de los más prometedores del archipiélago.

Sin embargo, los inversores chinos recomiendan actuar con cautela, alertando sobre la complejidad del entorno político caledonio y las marcadas diferencias entre provincias, lo que podría afectar la viabilidad y aceptación de determinados proyectos según su ubicación.

El vínculo entre el independentismo kanak y la proyección estratégica de China se ha convertido en un foco de creciente inquietud geopolítica. Representantes del FLNKS han manifestado abiertamente su voluntad de estrechar lazos con China en caso de independencia.

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En un informe publicado por el grupo independentista, el FLNKS barajó dos escenarios de defensa para una hipotética Nueva Caledonia independiente: el primero, establecer acuerdos bilaterales con una potencia vecina (Australia, Francia u ‘otro país’); el segundo, la adopción de un ‘modelo Yibuti del Pacífico’, una propuesta que implicaría ofrecer acceso a infraestructuras estratégicas a potencias extranjeras, sin excluir la posibilidad de un eventual interés militar por parte de Pekín. 

Aunque China no dispone de bases militares en el Pacífico Sur, su creciente influencia comercial, diplomática y tecnológica en la región sugiere una estrategia de penetración gradual, basada en el uso del poder blando, la inversión y el acercamiento político a actores locales.

Desde China, algunas voces académicas como Zhao Shaofeng (Universidad de Liaocheng) han reconocido que la inversión china ha contribuido a estimular el empleo y el comercio bilateral en Nueva Caledonia. Sin embargo, advierten que un cambio abrupto en el estatus político del archipiélago podría desestabilizar una relación económica considerada ‘floreciente’ por ambas partes.

Conclusiones y recomendaciones

Nueva Caledonia representa mucho más que un territorio de ultramar para Francia: es un activo estratégico en el Indo-Pacífico, clave para su estatus como potencia global, su autonomía energética y su influencia en un entorno cada vez más disputado. Sin embargo, la convergencia de factores  (la crisis del níquel, la polarización política interna, el avance del independentismo y la creciente penetración estratégica de China) ha situado al archipiélago en una encrucijada crítica.

El futuro de Nueva Caledonia y el papel del territorio en la seguridad del Pacífico es una situación de cisne negro. Si Nueva Caledonia se independizara sin el continuo apoyo financiero y de seguridad de Francia, se debilitaría la seguridad regional en el Pacífico. 

La estabilidad del territorio, así como su alineación geopolítica futura, dependerá tanto de las decisiones locales como de la capacidad de Francia para actuar con inteligencia estratégica y sensibilidad política. En este contexto, Francia debe replantear su enfoque: 

  • Francia debe impulsar una co-construcción política con todos los actores locales, especialmente independentistas, respetando el principio de consentimiento. Además, debe ser incluida en todas las discusiones sobre seguridad regional como un socio igualitario; por ejemplo, sería un socio natural para las discusiones sobre la lucha contra la interferencia extranjera en el Pacífico. 
  • Nueva Caledonia necesita diversificar su economía, dependiente del níquel y de las subvenciones, y canalizar inversiones de socios democráticos para evitar una mayor captura estratégica por parte de China.
  • Reforzar las capacidades defensivas y la vigilancia estratégica y construir una narrativa regional coherente con aliados pero bajo la lógica del ‘derisking sin ruptura’.

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