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El Ártico, un escenario geopolítico emergente

Análisis

Lucía Carbayo
Lucía Carbayo
Colaboradora en LISA News. Especializada en el ámbito de los Estudios Internacionales y de la Ciencia Política. Interesada en el ámbito de la Seguridad Internacional, los procesos de paz y de resolución de conflictos internacionales.

En el Ártico, una región rica en recursos naturales y oportunidades comerciales, prevalece la competición estratégica entre las grandes y medias potencias.

En los últimos años, el calentamiento global ha aumentado las temperaturas en el Ártico, lo que abre la posibilidad de que, tanto embarcaciones comerciales como militares, puedan navegar por donde antes era imposible hacerlo. En este contexto, tanto Rusia como China llevan tiempo aumentando su presencia en el Ártico, mientras que Estados Unidos anunció a finales de agosto, la creación de un cargo de embajador en el Ártico. Tanto la OTAN como Estados Unidos aumentarán también su presencia en el Ártico, como consecuencia del aumento de la actividad militar de Rusia.

La región alberga el 25% de las reservas mundiales de varios recursos naturales y abarca a ocho países diferentes. Canadá, Estados Unidos, Rusia, Dinamarca (con Groenlandia incluida), Finlandia, Suecia, Noruega e Islandia compiten por ganar cada vez más peso. Suecia y Finlandia son también Estados miembros de la UE y podrían entrar a formar parte de la OTAN en los próximos meses.

El periodista Emilio Ordiz, explica que el motivo por el cual el Ártico es uno de los escenarios geopolíticos emergentes, es porque, en tiempos de crisis, la zona puede ser una “salvación”, sobre todo desde el punto de vista energético, pues posee petróleo, gas natural, estaño, manganeso, oro, níquel, plomo y platino. Todo a la vez.

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La expresión “geopolítica del Ártico”, hace referencia a la competición geográfica y política de las grandes potencias sobre la región. La zona ártica es política y geográficamente diversa. En 1996, se creó el Consejo Ártico, un foro cuyo propósito es el mantenimiento de la paz y la estabilidad en la región. El Consejo declaró que existen ocho estados árticos: Noruega, Suecia, Finlandia, Dinamarca (por las islas Feroe y Groenlandia), Islandia, Rusia, Estados Unidos y Canadá. Cada uno de ellos reclama derechos diferentes sobre el Ártico.

Canadá, por ejemplo, insiste sobre el derecho de las autóctonas; Estados Unidos lo hace sobre el medio ambiente, Dinamarca respecto al clima, Noruega sobre los recursos pesqueros. Pero los fines últimos de cada uno de ellos van más allá de las motivaciones que sugieren.

Fuente: Departamento de Estado de Estados Unidos

Cabe destacar, que Estados no árticos como el Reino Unido, Alemania y Francia fueron invitados como observadores de este foro intergubernamental. La solicitud del estatus de observador por parte de la Unión Europea sigue pendiente. En mayo de 2013, China y otros cuatro estados asiáticos, incluidos Japón y Corea del Sur, fueron admitidos también como observadores en el Consejo Ártico.

La relevancia estratégica del Ártico

La relevancia estratégica del Ártico comenzó a vislumbrarse durante la Guerra Fría, pues era el área de menor distancia entre la URSS y Estados unidos.

Por ejemplo, el estrecho de Davis, ubicado entre Canadá y Groenlandia, comunica el Ártico con el Atlántico, en el paso también denominado por la OTAN como GIUK (Groenlandia, Islandia y Reino Unido).

Este paso fue de gran interés estratégico pues, en caso de conflicto armado, estaba previsto su cierre, para impedir el acceso de los submarinos soviéticos al Atlántico. De este modo, se podía interrumpir el enlace entre Europa y Estados Unidos. En la actualidad, el estrecho de Davis continúa siendo el principal acceso marítimo al Ártico ruso.

Otro de los ejemplos, es el estrecho de Bering, situado entre Siberia y Alaska. Este paso comunica el Ártico con el Pacífico, y representa la mínima distancia entre los Estados Unidos y Rusia.

¿Qué recursos hay en el subsuelo del Ártico?

Se estima que en este espacio, se ubica alrededor de un 30% de las reservas de gas y hasta un 20% del petróleo mundial. A esto, se suman recursos minerales, como el oro, la plata, el platino o el níquel. También piedras preciosas, como los diamantes, ubicadas en la mina de Diavik, situada en una isla congelada diez meses al año.

Las rutas comerciales del Ártico

Otro de los motivos que otorgan relevancia estratégica al Ártico, son las rutas comerciales. Muchos analistas geopolíticos coinciden en que la pérdida de hielo marino en el Océano Ártico constituye un auténtico punto de inflexión geoestratégico. El Océano Ártico, previamente congelado, apenas visitado por submarinos nucleares y por rompehielos durante la Guerra Fría, está en proceso de convertirse ahora en un mar “de aguas azules”.

Se abre así la posibilidad de que nuevas rutas marítimas a través del Océano Ártico, incluida la Ruta Transpolar, se conviertan en una realidad en las próximas décadas. En la actualidad, la Ruta del Noreste y la Ruta del Noroeste son los principales pasos. La segunda, se ubica en el Ártico canadiense y permite reducir la distancia entre Estados Unidos y Asia aproximadamente un 15%.

Sin embargo, la Ruta Noreste es la que actualmente cuenta con las mejores características para la navegación. Transcurre por la costa ártica y conecta directamente los océanos Pacífico y Atlántico, sin necesidad de atravesar los canales de Suez y Panamá o el cabo de Buena Esperanza.

A pesar de que sea la ruta más corta que conecta Europa con Oriente, la dura climatología del Ártico y los peligros para la navegación presentes en la zona, reducen el factor de ventaja. Esta ruta se apoya en una red de infraestructuras portuarias rusas, lo que contribuye al desarrollo económico de la región.

Privilegio estratégico de Rusia en el Ártico

Las infraestructuras portuarias, el desarrollo tecnológico y la extensión geográfica otorgan a Rusia preeminencia estratégica en el comercio internacional en la región. Esta preeminencia refuerza su liderazgo político. Con base en ello, trata de imponer las reglas que regulan la actividad en la región. De este modo, Rusia otorga a la Rosatom, su agencia nuclear, el control burocrático sobre la ruta y la capacidad de limitar el tráfico de los buques de guerra extranjeros.

Cooperación internacional en el Ártico

A lo largo de la década de 1990, el fin de la Guerra Fría terminó con el conflicto en el Ártico. De esta forma, comenzó una etapa en la que se priorizó el cuidado medioambiental de la región, frente a los intereses geopolíticos de las potencias. Sin embargo, la realidad actual es diferente. Rusia, Canadá y Dinamarca y Groenlandia, han emprendido medidas legales para expandir sus derechos sobre el Océano Ártico.

A pesar de ello, Noruega y Rusia continúan cooperando entre sí. Incluso tras la anexión de Crimea, Rusia y los miembros del Consejo Ártico, siguieron colaborando y negociando tratados sobre temas como la respuesta a los vertidos de petróleo o la cooperación científica. Por otro lado, la población indígena local ha reivindicado su derecho a la autodeterminación y a la libre disposición de sus recursos naturales.

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En Groenlandia, región de sobre la que se especula que posee una gran cantidad de recursos minerales, el Gobierno local ha asegurado que es suya la soberanía sobre las decisiones políticas y económica que atañen a Groenlandia.

Rusia y China han firmado acuerdos para la navegación y extracción de recursos. Los expertos coinciden en que Rusia necesita la inversión china en su sector energético. Además, los Estados deben cooperar para afrontar las consecuencias del cambio climático en el Ártico. Por ejemplo, en el Ártico ruso, la descongelación del permafrost, la capa de suelo permanentemente congelado, puede generar altos costes. Las infraestructuras rusas deberán adaptarse.

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Por su parte, China mantiene intereses comerciales en la región. Con la llegada de Xi Jinping, el gobierno chino quiso lanzar la iniciativa de la Ruta de la Seda. Este proyecto pretendía establecer un corredor que cruce el Círculo Polar y conecte al país asiático con tres grandes polos económicos: América del Norte, Asia Oriental y Europa Occidental. La intención de Pekín es utilizar rutas marítimas abiertas por el calentamiento global, lo que permitirá abreviar el tiempo y el coste del intercambio comercial

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