Las relaciones entre la Unión Europea y el Magreb están marcadas por una compleja interdependencia que abarca economía, seguridad y migración. Sin embargo, desafíos como los conflictos internos, la crisis migratoria y la percepción de la UE como una «potencia imperialista» dificultan la cooperación. En este artículo, el alumno del Máster Profesional de Analista Internacional y Geopolítico de LISA Institute, Roberto Pozas, analiza los principales retos y oportunidades de esta relación en un contexto de creciente inestabilidad global.
La frontera sur de la UE, próxima al Magreb y separada de este por el Mediterráneo, se ha configurado a lo largo de la historia como un espacio multifacético y realmente complejo. El Magreb, conformado por los Estados de Marruecos, Argelia, Túnez, Libia y Mauritania, se ha convertido en una de las regiones prioritarias para la Política Común Exterior de la UE. Esto se debe a las dinámicas actuales y a su importancia en términos de estabilidad política interna, cooperación económica internacional y control migratorio.
La situación actual ha convertido a esta región en un punto clave para la UE en materia energética, comercial y de seguridad. Sin embargo, las relaciones entre el Magreb y la UE están marcadas por grandes desafíos. Entre ellos destacan las tensiones en torno a los derechos humanos y la gobernanza, así como la gestión de los flujos migratorios.
➡️ Te puede interesar: Disputa geopolítica en el Magreb: propuestas diplomáticas entre Marruecos y Argelia
En el presente artículo se explorarán las dinámicas que configuran estas relaciones. Se destacarán aspectos como la migración, los lazos económicos y las desavenencias políticas mutuas. El objetivo es comprender mejor la compleja interacción entre estos dos espacios políticos. Para ello, se buscará responder a las siguientes preguntas: ¿Cómo se configuran las relaciones entre la UE y los Estados magrebíes? y ¿Qué desafíos específicos enfrentan estas relaciones?
El Magreb, epicentro de la migración desde África hacia Europa
El Magreb es el punto neurálgico de la inmigración desde el África subsahariana hacia Europa, sin olvidar la que se origina en el propio Magreb.
Dentro de este se pueden destacar tres rutas:
- La del Mediterráneo Occidental, que conecta Marruecos y Argelia con España a través de la única frontera terrestre europea, en Ceuta y Melilla, o por el mar.
- La del Mediterráneo Central, que une Túnez y Libia con Italia.
- La ruta Atlántica, que enlaza Mauritania y Marruecos con el archipiélago canario.
Por señalar algunos datos, entre 2014 y 2021 fallecieron más de 24.000 personas en las rutas mediterráneas. Esto demuestra la tragedia que supone la inexistencia de canales seguros y controlados de migración.
Todo esto responde a una serie de factores, entre los que podemos destacar el crecimiento acelerado de la población. A esto se suma la escasez de recursos básicos, lo que generaliza la pobreza y agrava la preexistente. Sin embargo, esta pobreza es uno de los principales factores, pero no el único. También deben destacarse los conflictos internos, como en los casos de Mali o Níger.
A lo anterior añadir el cambio climático, con la desertificación y las grandes sequías. Todo ello, en su conjunto, fomenta la migración masiva desde África subsahariana hacia Europa.
➡️ Te puede interesar: El futuro medioambiental bajo la nueva presidencia de Donald Trump
El aumento de la población, la pobreza, los conflictos internos y el cambio climático no son exclusivos del África subsahariana. También se presentan en el Magreb, donde, además, influyen otros factores como las rivalidades entre estados, como el caso de Marruecos y Argelia. A esto se suman los Estados fallidos, como Libia, y la inestabilidad interna, como en Túnez.
Estos factores, que afectan tanto a la población subsahariana como a la magrebí, dificultan la gestión de la creciente población en la región norteafricana, lo que fomenta las dinámicas de tráfico de personas.
Relaciones entre la Unión Europea y el Magreb
Los motivos expuestos convierten al Magreb en una región especialmente relevante para la UE, como se evidencia en la cooperación económica, así como en la seguridad y el control migratorio.
Cabe destacar que las políticas y acuerdos de la UE en esta región se enmarcan en la PEV (Política Europea de Vecindad). A través de esta iniciativa, se busca mejorar las relaciones entre la UE y sus vecinos en las áreas mencionadas.
En cuanto a la cooperación económica, destacan los acuerdos de asociación con Marruecos, Argelia y Túnez, cuyo objetivo es promover la integración de los Estados del Magreb a través de un crecimiento económico e inversiones estables.
➡️ Te puede interesar: La geoestrategia de Argelia
Estos acuerdos también abordan temas como los aranceles y los asuntos mercantiles, con el fin de consolidar relaciones sólidas. Al mismo tiempo, buscan promover valores liberales, políticos, sociales y medioambientales, fortaleciendo así los lazos entre la UE y los estados magrebíes. Todo ello con la intención de reducir las fricciones existentes en diversos ámbitos entre ambas partes.
En cuanto a la cooperación en materia de seguridad y control migratorio, la UE busca fortalecer los lazos con los países del Magreb. A través de los acuerdos de asociación económica y comercial, pretende consolidar su posición en el ámbito migratorio y fomentar la cooperación en el control de las mafias dedicadas al tráfico de personas.
Marruecos es considerado un socio clave en este asunto, ya que la UE busca su colaboración en materia legislativa, así como un mejor control de las fronteras terrestres y marítimas, al igual que con Argelia y Túnez. Todo esto cuenta con el respaldo del organismo europeo Frontex.
➡️ Te puede interesar: ¿Cómo afectaría un conflicto entre Argelia y Marruecos a los intereses de España?
Sin embargo, tanto las actuaciones de Frontex como las de los estados magrebíes han sido objeto de fuertes críticas. Diversos actores gubernamentales, incluidos partidos políticos y asociaciones, así como organizaciones no gubernamentales como Amnistía Internacional y distintas ONG, denuncian que estos acuerdos priorizan el rechazo de inmigrantes en lugar de abordar el problema desde una perspectiva humanitaria.
No se pueden ignorar las divergencias políticas entre la UE y los Estados del Magreb, especialmente en materia de derechos humanos y democracia. La mayoría de estos países son democracias defectuosas, regímenes autoritarios o, en algunos casos, Estados fallidos, como ocurre en Libia. Esta situación dificulta la cooperación en múltiples aspectos.
En cuanto a los derechos humanos, la UE critica la falta de libertades políticas y la desigualdad de género. Un ejemplo significativo es el caso de Túnez, donde las elecciones recientes, marcadas por la falta de transparencia, han sido objeto de críticas por parte de la UE. En lo que respecta a la igualdad de género, destaca Libia, donde opera una «policía de la moral» similar a la de Irán.
Cabe destacar que estas desavenencias no implican una degradación significativa de las relaciones entre ambas partes. Sin embargo, debido a las dinámicas globales actuales y a la decadencia europea, los países del Magreb están comenzando a tener «la sartén por el mango». Esto les permite ejercer influencia sobre la estabilidad europea con tan solo abrir una frontera.
Perspectiva magrebí
Las relaciones, como ya se ha señalado, son bastante complejas. Destaca la dependencia económica de los Estados magrebíes hacia Europa, mientras que, por otro lado, la UE depende de estos países en materia de seguridad y control migratorio. Esto refleja una tendencia hacia una cierta dependencia mutua, característica de la evolución del sistema mundial en el que estamos inmersos.
El deseo de autonomía económica y política que estos Estados han mantenido desde su independencia formal ha llevado, por un lado, a una postura muy crítica hacia la UE e, incluso, a una orientación favorable hacia otros actores globales, como Rusia. Estas dinámicas han evidenciado la debilidad europea, tanto en el ámbito energético (gas y petróleo) como en el de seguridad.
Los retos futuros en la relación entre la UE y el Magreb
Es necesario destacar los retos futuros a los que se enfrenta la relación UE-Magreb. Si bien son numerosos, deberían reformularse hacia una cooperación más justa, sostenible y menos eurocéntrica, aunque esto supone un gran desafío.
➡️ Te puede interesar: Retos y oportunidades para la Unión Europea en la nueva legislatura: el futuro está en juego
Asimismo, es fundamental aliviar la percepción de la UE como una «potencia imperialista» que tienen los Estados del Magreb. Para ello, sería clave invertir más en su desarrollo social y económico, sin olvidar al África Subsahariana, con el objetivo de construir Estados más sólidos, democráticos y resilientes.
Otro aspecto crucial es la resolución de las tensiones dentro del Magreb, incentivando la solución definitiva del problema saharaui, en el cual España tiene un papel importante que desempeñar, así como contribuir a la reconstrucción del Estado libio.
Para finalizar, es importante señalar que esta «Frontera Sur» es más relevante que nunca para la Unión Europea. Será necesario llevar a cabo una reflexión institucional sobre el papel que desempeñan estos Estados del sur, partiendo de la igualdad de condiciones y del impacto de las fronteras externalizadas.
➡️ Si quieres adquirir conocimientos sobre geopolítica y análisis internacional, te recomendamos los siguientes cursos formativos: