El mandato de Ursula von der Leyen termina a la voz de «Usa tu voto», para dar paso a una nueva legislatura en junio de 2024. La presidenta ha tenido que enfrentarse a una pandemia, una crisis económica y dos guerras. Sin embargo, bajo su lema «una Europa más fuerte, justa y sostenible» orientó sus políticas consiguiendo sus objetivos propuestos, con la firma del Plan de Recuperación Next Generation EU, el Pacto Verde Europeo y un mayor refuerzo de la cooperación en materia de defensa y seguridad interior en respuesta a la guerra en Ucrania. ¿Hacia qué retos y oportunidades camina la Unión Europea y qué podría pasar durante la nueva legislatura?
No obstante, en esta nueva legislatura, la UE enfrentará cuatro importantes desafíos, mientras intenta crear oportunidades que le permitan estar más unida, fuerte y con una mayor presencia en el orden mundial. La búsqueda de una autonomía estratégica, el auge de grupos de extrema derecha euroescépticos, los problemas en materia de inmigración y el resultado en las elecciones estadounidenses marcarán el futuro del que ocupe el cargo de Presidente durante los siguientes dos años y medio.
Euroescepticismo y polarización política
El euroescepticismo acompaña a la polarización política de la mano de los grupos políticos populistas. Según el informe de investigación de la Comisión, este fenómeno se manifiesta en dos vertientes principales: «dura» (hard) y «blanda» (soft). Los primeros se caracterizan por oponerse a todo el proyecto europeo, mientras que los segundos se identifican por una postura crítica hacia la Unión Europea, sin llegar a un rechazo total de esta.
Desde la crisis financiera de 2008, la proporción de votos para partidos euroescépticos «duros» en las elecciones nacionales ha experimentado un crecimiento considerable, pasando de menos del 5% en 2008 al 14% en 2022. Este ascenso se ha visto reflejado en la victoria de Giorgia Meloni y su partido Fratelli d’Italia en las elecciones de 2023, así como en el aumento de poder de partidos como Alternativa para Alemania (AfD) en Alemania y el Partido por la Libertad (PVV) de Geert Wilders en los Países Bajos.
Por su parte, el euroescepticismo «blando», también ha experimentado un crecimiento notable, con un aumento de votos del 7% en 2008 al 27% en 2022. Ejemplos destacados de esta tendencia son los gobiernos de Viktor Orbán y su partido Fidesz en Hungría, y del partido Ley y Justicia (PiS) en Polonia.
Sin embargo, si al principio estos partidos apostaban por una salida de la UE, los efectos desastrosos del Brexit han cambiado su discurso euroescéptico. Actualmente, exigen la devolución de las competencias hacia los Estados miembros, junto con la limitación del poder del Consejo Europeo.
Este descontento es el resultado de la reaparición de los problemas de identidad. Muchas personas se sienten amenazadas por cambios relacionados con la diversidad o los valores sociales. Asimismo, el declive económico a largo plazo en lugares con problemas de adaptación a la globalización, integración comercial y a las transiciones verdes y digitales, hace que sus ciudadanos muestren una menor simpatía hacia la organización.
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La Unión Europea lo denomina como «la trampa del desarrollo». Es decir, cuando la prosperidad de los habitantes de una región no mejora en relación con su propio rendimiento pasado y su crecimiento económico se queda atrás de los promedios nacionales y de la UE. Sorprendentemente, las cuotas de voto para los partidos euroescépticos son significativamente más altas en las regiones más ricas, como Francia e Italia. Esto se debe a que, los habitantes de estas zonas, pueden sentir que tienen más que perder por el bajo crecimiento, siendo más fácil de persuadirlos de que no se benefician de la pertenencia a la UE.
De igual modo, en aquellos países con altos niveles de inmigración desde fuera de la organización, el sentimiento euroescéptico es más alto. Es el caso francés, estos son factores que se utilizan en los discursos del partido de ultraderecha de Le Pen, calando en la población con el 41,5% de votos en las últimas elecciones presidenciales.
La búsqueda de una mayor autonomía estratégica
La autonomía estratégica se define como la capacidad para actuar de manera autónoma cuando y donde sea necesario y, en la medida de lo posible, con los países asociados. El concepto es importante dado que sin ser «autónomos» es difícil declarar que la UE es una unión política con capacidad para actuar como un actor global.
Históricamente, el término se ha asociado al ámbito de seguridad y defensa, pero con la pandemia del Covid-19, se ha ampliado a nuevos temas de naturaleza económica y tecnológica. Esta nueva búsqueda de autonomía se debe, principalmente, a la disminución del peso de la Unión Europea en el mundo. Hace treinta años, representaba una cuarta parte de la riqueza mundial. En veinte años, no representará más del 11% del PIB mundial, muy por debajo de China, que representará el doble.
Al mismo tiempo, nuevas potencias emergen con paso fuerte como la India y Arabia Saudí, que buscarán ocupar un espacio predominante. En este contexto, la UE deberá buscar en la autonomía estratégica su supervivencia, manteniendo sus alianzas tradicionales con Estados Unidos, mientras establece unas nuevas y refuerza su presencia en todos los ámbitos en un mundo cada vez más transnacional.
La Unión Europea ha invertido mucho en la interdependencia económica a través de la defensa del multilateralismo. No obstante, en la actualidad se está volviendo políticamente conflictiva y el poder blando se está convirtiendo en un instrumento de poder coercitivo. La tecnología, el comercio, las inversiones y los datos se están convirtiendo en instrumentos de presión política internacional con el que esta organización deberá jugar.
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En este contexto, las miradas del mundo se dirigen hacia Asia, incluyendo las de Estados Unidos, que se concentra en mantener su posición en el escenario global. Esta reorientación geopolítica deja a Europa con una mayor independencia para abordar sus propios problemas. Sin embargo, esta independencia se ha traducido en la exclusión de Europa en la resolución de conflictos regionales como los de Nagorno Karabaj, Libia y Siria, en beneficio de otras potencias como Rusia y Turquía.
Todo ello es visible a través de la guerra de Ucrania, que con la dependencia del gas ruso y la falta de una fuerza militar común, ha limitado su capacidad para responder a la crisis. No pudiendo plantear siquiera un ejército europeo al no disponer de una política exterior unificada, como ha demostrado la guerra de Israel en Gaza. De este modo, la Unión Europea deberá crear una Brújula Estratégica unificada y orientada a aumentar su poder y presencia internacional.
Trump y la UE: ¿aliado o amenaza?
Las elecciones estadounidenses se acercan y, en función de su resultado, la Unión Europea tendrá que tomar una decisión: apoyar a Trump o no. Durante su primer mandato en la Casa Blanca, Estados Unidos impuso aranceles a varios productos europeos, como el aluminio y el acero. Sin embargo, el comercio no es lo único que preocupa, al ser este país el mayor donante a Ucrania en estos dos años de guerra. De esta manera, teniendo en cuenta el contexto actual de inestabilidad mundial, los apoyos y acciones son importantes y pueden cambiar.
La impredecibilidad de Trump le convierte en un aliado difícil de confiar. Si bien es cierto que en defensa existe la unión mutua de la OTAN, Trump ha amenazado en varias ocasiones en no proteger a aquellos países europeos que no cumplan con el objetivo del gasto del 2% de su PIB en la alianza. Además, ha prometido que impondrá un impuesto del 10% a todas las importaciones extranjeras.
Por lo que, Europa deberá prepararse para los posibles resultados de las elecciones estadounidenses, mientras que refuerza su autonomía en defensa y comercio. Estas noticias, por el contrario, son alentadoras para Rusia, quien podrá ejercer un mayor control a través de la amenaza militar sobre los países europeos, generando un mayor ambiente de inestabilidad a nivel mundial.
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La presidencia de Trump en 2020 generó un examen de conciencia entre los funcionarios europeos, en el que se concluyó que la relación que siempre se había mantenido con Estados Unidos ha cambiado y que la OTAN puede morir. La diversificación de las cadenas de suministro y el establecimiento de una política exterior y de defensa común, son dos retos fundamentales que Europa en su confianza ciega llega tarde en afrontar y que será necesario que lo haga en los años venideros.
El problema de la migración en la Unión Europea
Los gobiernos autoritarios, las guerras y la inestabilidad provocan que miles de desplazados busquen resguardo en la Unión Europea. En 2022, según los datos del Eurostat, hubo una migración hacia Europa de 3,7 millones de personas, superando en gran medida las cifras de años anteriores.
Fuente: Comisión Europea
El problema de la migración es complejo y multifacético. El aumento de las llegadas irregulares, la desigualdad en la distribución de refugiados, el ascenso del populismo y la xenofobia, los riesgos de la migración irregular y el impacto en las comunidades locales, hacen necesaria una respuesta común basada en una política europea de migración eficaz, humanitaria y segura.
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Por consiguiente, la Unión Europea está desarrollando el Pacto sobre Migración y Asilo. El 8 de febrero de 2024, los representantes de los Estados miembros de la UE dieron luz verde al acuerdo con el Parlamento Europeo. Este tendrá por objeto sustituir al Reglamento de Dublín para garantizar el reparto equitativo de responsabilidad entre los miembros mediante un nuevo mecanismo de solidaridad y así determinar con mayor eficacia un único Estado como responsable del examen de la solicitud de asilo, evitando los abusos y previniendo los movimientos secundarios. También, se espera la actualización de la base de datos Eurodac, que contiene las impresiones dactilares de todos los migrantes irregulares y de los solicitantes de asilo que han sido registrados en los países pertenecientes a la UE.
Asimismo, tras la crisis migratoria de 2015, esta nueva propuesta incluye nuevas normas que atenderán a situaciones excepcionales de afluencia masiva de nacionales de terceros países o apátridas que lleguen de forma irregular a un país de la UE, que por su magnitud y naturaleza provocan la ineficacia del sistema de asilo, acogida o retorno, y que podrían causar graves consecuencias para el funcionamiento del Sistema Europeo Común de Asilo.
Los movimientos migratorios siempre van a existir y Europa debe aprobar cuanto antes un sistema eficaz para hacer frente a esta problemática, que con una buena gestión, expertos indican que puede ayudar a solucionar las limitaciones demográficas de los países miembros.
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