Las organizaciones criminales más violentas del mundo cubren varias zonas de América Latina y Asia. Destacan la Yakuza en Japón, las Maras en Honduras o el Cartel de Jalisco en México. En este artículo hablamos de las zonas más transitadas por estas organizaciones criminales.
Las organizaciones más violentas del mundo incluyen guerrillas, carteles, pandilleros, mafias y grupos terroristas. Si realizamos un análisis de su campo de acción, el éxito de una organización se basa en el control del terreno y su financiación. En el mundo hay zonas controladas por grupos violentos en las que ejercen toda su influencia y su poder. En este artículo repasamos algunos ejemplos de estos lugares, desde sus aspectos comunes hasta las particularidades que favorecen la presencia de una organización determinada.
Una organización criminal tiene un elemento estructural y de perduración en el tiempo. Debido a estas características, las organizaciones criminales tienen más facilidad para hacerse con el control total de una zona, al contrario que los grupos violentos, que pueden llevar a cabo acciones desestabilizadoras en momentos determinados o controlar ciertos espacios, pero no al nivel de una organización criminal fuerte.
Además del territorio y la financiación, para las organizaciones criminales es fundamental la jerarquía, los signos de identidad, el ritual de iniciación y la clandestinidad. Cuentan con un control psicosocial de sus actividades delictivas y una normativa de lealtad interna y comportamiento social en línea con sus objetivos.
Te puede interesar: Más allá de un mundo bipolar, el papel de los actores no estatales
Características de las zonas controladas por las organizaciones más violentas del mundo
Las zonas controladas por organizaciones violentas son la parte más terrenal del poder. Sin embargo, se abarca mucho más allá de estos epicentros si hablamos en términos de dominio, influencia y nuevos mercados. Se trata de lugares con un porcentaje de población considerable viviendo por debajo del umbral de la pobreza. Cuando las oportunidades escasean, es más fácil la vía de salida que surge al margen del camino legal, la de la delincuencia.
De esta forma, se crea un círculo vicioso que expone a la población de estas zonas a la dependencia absoluta de los grupos dominantes. La vía de salida pasa por un cambio en las condiciones materiales o bien el rechazo a formar parte a esa violencia. En el lado contrario encontramos el estancamiento social de la población que sufre dificultades económicas y el silencio que termina por ser cómplice con la violencia de las organizaciones criminales.
Sin embargo, en otras ocasiones el control por parte de estos grupos no está relacionado con las condiciones socioeconómicas de una zona, sino de la importancia estratégica que supone un sitio. A nivel general, ambos factores se compaginan, pero existen casos en los que el control de ciertas rutas estratégicas vertebra los objetivos de las organizaciones que imponen su ley. A continuación, se expondrán algunos ejemplos de zonas específicas controladas por la violencia extrema.
Te puede interesar: El poder de la mafia en Italia: las cuatro organizaciones más importantes
El control del Cartel Jalisco y Unión Tepito en Tepito (México)
Situado en el centro de México D.F, al norte del casco histórico, Tepito es conocido como el barrio bravo de la capital y uno de los barrios más peligrosos de América Latina. Pese a su céntrica ubicación, es un sitio completamente opaco, con una gran tradición de resistencia a la autoridad. En Tepito impera la ley del más fuerte y se rinde culto a la muerte, en concreto a la Santa Muerte, diosa de la tradición precolombina. Todos le rezan a ella para la liberación de un secuestro, la recuperación de lo robado o la ayuda de familiares encarcelados.
En Tepito son comunes los asaltos, asesinatos, la violencia callejera y el tráfico de droga. Entre enero de 2019 y septiembre de 2020 se cometieron 154 asesinatos, el 49,3% del total en Ciudad de México, en solamente 12 calles ubicadas en esa zona, entre las que encontramos Rivero –8 asesinatos— y Jesús Carranza –6 asesinatos— en Tepito y Carpintería –6 asesinatos— y Alfarería –7 asesinatos— en Morelos, barrio fronterizo con Tepito.
El dominio de Tepito se pugna entre el Cartel Jalisco y Unión Tepito, los dos grupos criminales más poderosos de la capital. En el caso de Unión Tepito, también tiene presencia en el centro del país y es el motivo principal que sitúa a este barrio entre las zonas de este análisis porque resulta llamativo que, una zona poco poblada y céntrica de origen al tercer actor frente a las dos organizaciones criminales por excelencia de México, el Cartel de Sinaloa y el Cartel de Jalisco, con presencia en todo el territorio nacional.
Si nos centramos en el Cartel Jalisco Nueva Generación, el dominio es transfronterizo, con redes asentadas en Oceanía y en una ruta de 10.000 kilómetros que recorre la costa oeste de América desde Ecuador hasta Canadá. Es muy destacable el interés que tiene esta organización en el pequeño barrio de Tepito teniendo en cuenta la capacidad de Jalisco de introducirse en nuevos mercados desde su epicentro en Tijuana y los 14 estados del territorio mexicano en los que ya tiene presencia.
Recientemente, a raíz de la gentrificación de la capital mexicana, se ha propuesto ocultar el nombre de Tepito para darle a la zona el impulso inmobiliario necesario. El proyecto busca presentar el barrio bajo el nombre de Reforma Norte para poner fin de la estigmatización que sufre la zona y atraer nuevos habitantes de una clase social más elevada.
El control de las Maras en San Pedro Sula (Honduras)
Las maras conforman grupos organizados de pandilleros activos en América Central. Pese a que su origen se remonta a Estados Unidos, actúan principalmente en Honduras, El Salvador y Guatemala. Destacamos la zona de actuación y de inseguridad en Honduras, en concreto en San Pedro Sula, la ciudad más peligrosa del país y del mundo. Este barrio llegó a registrar una tasa de homicidios de 159 por cada 100.000 habitantes en 2011.
Se trata de la segunda ciudad más importante del país, con un marcado carácter industrial. Si hablamos de control zonal, destacamos La Rivera Hernández, el barrio más peligroso de San Pedro Sula. Es el epicentro de las pandillas organizadas y el tráfico de drogas con destino Norteamérica, en el barrio la familia de sangre está en segundo plano tras la familia criminal.
Un total de 5 maras se disputan el control de la zona: la Mara Salvatrucha, Barrio 18, Vatos Locos, Tercereños y Los Holanchanos. Las dos primeras son las principales y cada calle del barrio está controlada por una mara distinta, lo cual genera puntos calientes como las fronteras entre zonas de dominio, donde los disparos son algo cotidiano. Las pandillas reclutan a menores de entre 13 y 16 años, justo en la edad que debido a la escasa capacidad económica sus familias comienzan a dudar de si procede más abandonar la escuela y trabajar o seguir con los estudios.
Otras zonas de San Pedro Sula donde impera la violencia extrema y el control de los pandilleros incluyen La Unión, la denominada calle fantasma de la colonia San Antonio en Chamelecón, Barrio Cabañas, Medina, El Carmen, Villa Florencia y la Colonia San José Cinco. Todo esto en una ciudad que apenas supera los 700.000 habitantes según datos de 2013.
Te puede interesar: El dilema detrás de la respuesta de Bukele contra las maras
El control de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y el Ejército de Liberación Nacional en Catatumbo (Colombia)
Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia —FARC— fueron la principal organización guerrillera del país. Sus objetivos pasaban por el control del poder político de Colombia para así gobernar bajo los principios del bolivarismo y el marxismo-leninismo. Sus acciones han pasado por asesinatos, atentados, narcotráfico, emboscadas y desplazamientos forzosos. En 2016 se firmaron los acuerdos de paz que disolvieron la organización y de cara a 2017 sus exmiembros comenzaron a hacer política para defender sus mismas ideas fuera de la lucha armada. Así nace el partido de Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común, que posteriormente evolucionaría al nombre Comunes.
Tras disolverse las FARC, otros grupos han avanzado y se han disputado el terreno que dominaban. De acuerdo con el informe “Cómo va la paz” de la Fundación Paz y Reconciliación, las FARC estaban presentes en 242 de los 1.122 municipios de Colombia, entre los que destacan el dominio total de Catatumbo en Norte de Santander, Arauca, Antioquia, Bajo Cauca antioqueño, Nariño y Valle del Cauca.
Te puede interesar: Masterclass | Tendencias y amenazas actuales del extremismo violento en Occidente
Además, en la actualidad destaca el Ejército de Liberación Nacional —ELN—, la principal guerrilla de Colombia. Cuenta con entre 1.300 y 1.500 miembros. Catatumbo en Norte de Santander destaca por el dominio de las guerrillas colombianas. Esto se debe a que es una zona fronteriza con Venezuela, un lugar marginado por Bogotá y un territorio diverso en recursos naturales. La población de esta zona también se ha manifestado contra su poca presencia en la toma de decisiones a nivel estatal, algo que ha creado un caldo de cultivo propenso a las movilizaciones sociales y en favor del dominio territorial de las guerrillas.
Por su parte, los carteles no tienen proyecto de estado ni objetivos políticos. Su base se centra en ganar dinero y abrir nuevos mercados. En el caso de Colombia, el auge del narcotráfico tuvo lugar en el siglo XX, destacando los carteles de Cali y Medellín. La época más complicada fue la comprendida durante los años 70, 80 y 90, con las organizaciones dominando el mercado mundial de cocaína y heroína destacando los años de plomo contra Pablo Escobar en Medellín, con 46.612 muertos de forma violenta entre 1983 y 1994.
El control de la Yakuza en el Barrio Rojo de Tokio (Japón)
Pese a que el mapa de inseguridad y violencia se centra en América Latina, destacamos también un ejemplo en Asia. La Yakuza es el término asociado a la mafia en Japón. Pese a ser un país seguro, Japón cuenta con una de las organizaciones criminales más violentas y peligrosas del mundo. Desde la Segunda Guerra Mundial, la organización cobró fuerza y sus miembros también. Sin embargo, su origen se remonta a la figura del samurái y a una lista de valores y conductas férreas que defienden para sí mismos y que ahora está en entredicho su continuidad.
La zona de Kabukicho en Tokio, el barrio rojo de la ciudad es frecuentada por la Yakuza. En este lugar observamos clubs nocturnos, bares y restaurantes, destacando especialmente los prostíbulos. En japonés, estos locales se denominan con un eufemismo que traducido al castellano significa lugar de información gratuita y están regentados por miembros de la Yakuza. En sus puertas se puede ver un escaparate con fotos ya sea de mujeres y hombres para realizar una elección a modo de catálogo. En muchos casos, la procedencia y situación de dichas personas es dudosa.
La Yakuza ejerce un control amable en el barrio pese a llevar a cabo prácticas como la extorsión o el proxenetismo. Esto hace que la zona no sea excesivamente violenta ni peligrosa, pero sí que se recomienda evitar ciertas calles y hacer fotos a algunos comercios y locales, especialmente durante la noche. La zona se ha convertido en un reclamo turístico y constituye una forma de poder blando, ya que, sin disparos ni excesiva violencia, la mafia consigue el control de locales y el negocio de la prostitución sin oposición en las calles y sin un clima de actuación policial en un país donde la autoridad es respetada.
Atenuantes y futuro de las organizaciones criminales más violentas del mundo
El control de zonas específicas por parte de algunos de los grupos más violentos del planeta marca la agenda de estos lugares y su día a día. Las consecuencias más visibles son la peligrosidad y la violencia, pero también se genera un clima de estigmatización y la imposibilidad de cambio de vida para los habitantes que busquen la integración con el resto de la ciudad o de la región en concreto.
A su vez, la pandemia y la inflación mundial han incrementado el consumo de drogas. El Informe Mundial sobre las Drogas 2022 de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito expuso que en 2020 hasta 284 millones de personas de entre 15 y 64 años consumieron drogas en todo el planeta, lo que supone un incremento del 26% con respecto a la década anterior. También creció la producción de cocaína en un 11% con respecto a 2019 y su incautación hasta alcanzar las 1.424 toneladas en 2020, todo ello teniendo en cuenta los meses de confinamiento. Además, se han incrementado las muertes asociadas al consumo nocivo. Estados Unidos recogió 92.000 muertes por sobredosis en 2020 y hasta 107.000 en el año 2021.
Como punto de partida para poner fin a esta lacra, muchas de estas zonas dominadas por organizaciones criminales ya han sido identificadas y eso supone el primer paso para tomar medidas, que deben ir desde la comunidad de vecinos hasta las autoridades gubernamentales. Aun así, destacamos positivamente la reducción de la violencia en Colombia mediante planes de choques, pero la situación sigue siendo grave, ya que si una zona es en cierta forma liberada, la delincuencia cesará ahí, pero se desplazará a otras zonas que cumplan con los requisitos que hemos expuesto.
Artículo de David García Pesquera editado por:
Soraya Aybar Laafou. Editora y analista especializada en África en LISA News. Politóloga y periodista interesada en los derechos humanos, la geopolítica y los procesos migratorios. Me apasionan las Relaciones Internacionales y observo con especial interés al continente africano. Soy directora de África Mundi, el primer medio de análisis sobre África en castellano.
