A mediados de julio y tras la Cumbre de la OTAN en Vilna (Lituania) Turquía dio luz verde a la entrada de Suecia a la OTAN tras meses de bloqueo. En este análisis te explicamos a cambio de qué Ankara ha decidido dar el «sí» a Estocolmo y qué cambios traería para la Alianza su adhesión como 32º país miembro.
Los líderes de la OTAN se reunieron los días 11 y 12 de julio de 2023 en Vilna (Lituania) en una cumbre política durante, donde se abordó lo que sería una agenda remarcable en la historia reciente de la Alianza del Atlántico Norte. La nueva proyección estratégica frente a Rusia y China, la aprobación del aumento del presupuesto en defensa o las declaraciones del Secretario General, Jens Stoltenberg, sobre la incorporación de Ucrania cuando las condiciones sean propicias, fueron algunos de los temas que marcaron la agenda junto al favorable diálogo de adhesión de Suecia. Esta nueva situación de Estocolmo marcaría un punto de inflexión en su política exterior poniendo fin a una etapa como Estado neutral que regía desde hace más de 200 años.
En la Cumbre de Vilna ya 28 de los 30 miembros habían dado luz verde a la entrada de Suecia en 2022, junto con la solicitud de Finlandia que superaría el acceso en abril de 2023. Los nuevos aliados del Báltico, sin embargo, se enfrentaron previamente a un incesable bloqueo a la plena ratificación por Turquía y Hungría, que concluiría tras un complicado juego de equilibrios de demandas y concesiones para Estocolmo en esta última cumbre como te explicaremos en este artículo.
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La neutralidad histórica de Suecia
La política exterior de neutralidad sueca ha compuesto un pilar fundamental dentro de la definición de su identidad como nación durante siglos. El país nórdico ha vivido una transición notable a lo largo de la historia, caracterizado por su política de agresividad, Suecia llegó a poseer una de las mayores fuerzas militares del siglo XVIII. Sin embargo, el viraje en los intereses estratégicos del país le llevaron con el tiempo a optar por una posición de independencia con las alianzas armadas.
Con el tiempo, la cristalización de estas medidas se reflejaron en la Constitución del país, lo que definió su papel como Estado mediador entre potencias y promotor de los derechos humanos, especialmente en contextos de conflicto armado, y le proporcionó durante décadas el mantenimiento de la soberanía política y militar nacionales en el marco Europeo.
Con el fin de la Guerra Fría, la conclusión de un mundo bipolarizado por las afinidades políticas dio paso a la globalización con la emergencia de nuevos riesgos transnacionales y la aparición de actores no estatales. La inminente amenaza a la seguridad internacional, hoy hace necesaria la interdependencia entre Estados, impulsando así los límites autoimpuestos de la tradicional línea de influencia neutral de Suecia. Los primeros indicios de este posicionamiento ideológico y político se verían con la predisposición a aplicar al proyecto de integración de la Unión Europea, en 1992, evento que marcaría la senda a la posterior anexión en la alianza militar.
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Las prioridades nacionales de Suecia en la OTAN y la opinión pública sobre la incorporación
La política expansionista de la Rusia de Putin hizo mella en el clima de inseguridad internacional, especialmente entre las antiguas repúblicas soviéticas y el bloque estratégico del Mar Báltico.
Tras la anexión ilegal de Crimea en 2014, se fue fraguando un movimiento interno entre la población sueca a favor de la membresía de la Alianza Militar Transatlántica. Hacia el 2022, ya casi un 60% de los ciudadanos estaban de acuerdo con que Suecia fuera un aliado más de la organización internacional, lo que potenció un viraje significativo de la política exterior de Suecia aunque, durante años, varios líderes de opinión manifestaron el tema como “tabú”.
Las progresivas movilizaciones geoestratégicas de Rusia incrementaron la cooperación y el diálogo de Suecia con la OTAN lo que, consecutivamente y tras invasión rusa a Ucrania, dio lugar a la solicitud oficial de entrada. Las dificultades interpuestas por los duros jueces de la alianza, Hungría y Turquía, no pusieron frenos a la determinación sueca a acceder a la membresía, pues el país nórdico tenía mucho que ganar como aliado. Especialmente, la posibilidad de acogerse a la garantía de defensa colectiva, amparada en el artículo 5 del Tratado de Washington de 1949 fue uno de los pilares de motivación de entrada a la organización.
Por el contrario, la opinión más escéptica de la ciudadanía con la entrada de Suecia al bloque militar remarca que la adhesión reforzará una situación de polarización entre Occidente y Rusia. En especial, en caso de que Ucrania accediese también, defienden que la situación podría arrastrar a los aliados a una guerra o convertirlos en objetivos de la política exterior de estos países.
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¿Por qué es importante para la OTAN la presencia de Suecia en la alianza?
La incorporación del país a la alianza estratégica reporta un refuerzo en la presencia y en la seguridad colectiva de la OTAN en el norte europeo. Con la expansión de la alianza, se producirá una evidente simplificación de los sistemas y planes de defensa por la innegable ventaja competitiva que representa la geografía del Báltico. Si, por ejemplo, se produjera una agresión rusa, los Estados nórdicos asegurarían un eficiente traslado tanto de tropas como de equipamiento hacia Estonia, Letonia y Lituania, ya sea a través de rutas marítimas que involucran a Suecia o por el libre espacio aéreo.
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Por otro lado, según Simon Koschut, titular de la Cátedra de Política de Seguridad Internacional de la Universidad Zeppelin de Friedrichshafen, el control de “prácticamente todo el Mar Báltico”, a excepción de la costa rusa y su exclave de Kaliningrado, también sería posible con la instalación de una base de la OTAN en la isla sueca de Gotland. El dominio de este territorio marino es esencial, ya que es una puerta de acceso para San Petersburgo al compartir Finlandia una frontera de 1.300 km con Rusia, y encontrarse Gotland a tan solo 300 km de distancia.
Finalmente, la organización euro atlántica podrá beneficiarse de la supremacía naval y aérea de Suecia gracias a su flota de submarinos adaptada a las condiciones del entorno marino del norte, así como una potente escuadra de aeronaves. Aunque es cierto que el alineamiento con la Alianza conllevará ciertas consideraciones financieras que reestructurarán el presupuesto del país. En particular, Estocolmo proyecta un aumento de inversión en seguridad y defensa del 2% hacia el año 2028, cantidad que se acordó colectivamente en la jornada de reuniones de la Cumbre de Vilna.
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El veto de Turquía y Hungría contra Suecia
Tras la solicitud de accesión de Finlandia y Suecia, Hungría y, especialmente, Turquía se presentaron como unos difíciles aliados dentro del proceso de expansión de la organización. Debido a la situación estratégica de Turquía entre Oriente Medio y Europa, y al ser la segunda potencia militar de la alianza la aprobación de Ankara fue clave para completar la unanimidad necesaria de la decisión.
Las razones del bloqueo tienen fundamento en varios episodios. Por largo tiempo, Turquía acusó a Estocolmo de dar cobertura en su territorio a aquellos militantes kurdos del norte de Siria, a los que Ankara califica como parte del origen del terrorismo. Dichos individuos a los ojos del Gobierno de Erdoğan son una extensión del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), una formación política que busca la creación de un Estado independiente a través de la lucha armada y que, hoy, forma parte de la lista oficial de organizaciones terroristas de la Unión Europea y de Estados Unidos.
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Tras el acuerdo tripartito en la Cumbre de Madrid de 2022 entre Turquía, Finlandia y Suecia, Estocolmo atendió a las peticiones de Ankara con la promesa de intensificar el trabajo en la extradición y deportación de presuntos militantes del PKK. Sin embargo, el bloqueo de los tribunales nacionales de algunas expulsiones de los «terroristas nórdicos» demostraron una imagen de bajo compromiso con el futuro aliado turco añadiendo trabas a las negociaciones de entrada durante un año.
A esta situación se sumó otro de los pilares del bloqueo formado por la oleada de protestas en Suecia que comenzaron en 2022, cuya actividad central se basó en la quema de coranes frente a edificios públicos de Estocolmo. Como resultado, las tensiones entre ambos países aumentaron, pues Turquía calificó los hechos como delitos de odio contra el Islam amparados por las leyes suecas de libertad de expresión. Ello se unió a la multitud de reacciones de protesta y rechazo a las políticas de Suecia en otros países musulmanes, como Pakistán, Arabia Saudí o Marruecos.
Con todo ello, Turquía no estuvo sola ante las difíciles negociaciones de ratificación de la membresía sueca. El duro juez de la Alianza del Norte estuvo fielmente respaldado por Budapest que, al contrario que Turquía, no presentó una lista de exigencias. A pesar de ello, el Primer Ministro, Viktor Orbán, mantuvo en la Cumbre de Vilna que los agravios que tensionan las relaciones bilaterales deberán abordarse antes de que pueda ratificar la adhesión.
El dirigente, que atribuyó el bloqueo durante la Cumbre política a la lentitud del Parlamento para ratificar la accesión, había presentado previamente otra serie de razones durante el proceso de negociación. A finales de 2022, Orbán manifestó que las reformas legales, impuestas por la Comisión Europea para acceder a los fondos económicos bloqueados, fueron las que retrasaron la adhesión a la OTAN en la agenda parlamentaria. Sin embargo, la hostilidad generada tras años donde Budapest recibió duras críticas de Suecia por la erosión del Estado de Derecho, así como por las políticas de inmigración formaron previamente parte del argumentario de oposición por la membresía sueca.
Se ha de tener en cuenta que muchos analistas clasifican a Hungría como un caso atípico dentro de la alianza militar. Los estrechos lazos que el dirigente del país guarda con Rusia, a la que ha recurrido en ocasiones para mantener a flote su economía, se complementan con el escepticismo que el país guarda sobre los objetivos bélicos con Ucrania, especialmente en su negativa a permitir el envío de armas a través de su territorio.
Con todos estos elementos en cuenta, diversos analistas internacionales afirman que la evolución de los argumentos de Hungría estaban motivados por presionar a la comunidad europea a desbloquear los fondos congelados debido a las insuficientes medidas de lucha contra la corrupción y protección del sistema judicial húngaro.
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Ahora, ¿qué ha propiciado el sí a la entrada de Suecia?
Una serie de imperativos de disuasión movilizaron el sí por parte de Turquía, y posteriormente, el de Hungría, gracias a la urgente reunión convocada entre el presidente turco, Recep Tayipp Erdoğan, y el primer ministro sueco, Ulf Kristersson por el renovado presidente de la OTAN, Jens Stoltenberg.
Aunque ya Suecia afirmó haber atendido a las demandas del Gobierno turco con la reforma en su constitución y su política de antiterrorismo, la Cumbre de Vilna fue sede de nuevos acuerdos públicos:
- Se continuará con la cooperación contra el terrorismo establecida en el Mecanismo Conjunto Trilateral Permanente, acordado en la Cumbre de Madrid de 2022, junto con un nuevo Pacto de Seguridad entre ambas naciones.
- Se vincula el ingreso de Suecia a la OTAN con el proceso de negociación de acceso de Turquía a la Unión Europea. La candidatura de Turquía lleva congelada tras la anexión de su nación vecina, Chipre, en la UE, desde 2005. Suecia se comprometió a llevar una activa política de apoyo para reabrir el camino de la adhesión de Ankara al bloque, incluyendo la modernización de la Unión Aduanera UE-Turquía y la liberalización de visados a los ciudadanos turcos.
Como respuesta, Bruselas se desmarcó de la decisión destacando la independencia que existe entre ambas organizaciones, las cuales siguen procedimientos de acceso distintos. Stoltenberg, por el contrario, sí declaró que la OTAN apoyaba este ingreso rechazando que esta declaración se tratara de una interferencia de la Alianza Atlántica en los asuntos de la Unión y que se trata de un acuerdo bilateral.
Finalmente, la lista de demandas concluyó con el favorable resultado de entrada a la Alianza del Norte. Sin embargo, el proceso no prevé ser efectivo a corto plazo al no haber aún fechas concretas para llevarlo a cabo. Por supuesto, según afirma Ankara, antes de que la Asamblea Nacional turca ratifique la candidatura sueca a unirse a la alianza militar, Estocolmo deberá demostrar su compromiso a facilitar su entrada a la UE.
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¿Qué podría ocurrir con la nueva incorporación de Suecia?
Tras los resultados de la Cumbre política en Vilna, varios escenarios alternativos surgen como reto inminente a las dinámicas geopolíticas de la comunidad internacional. Por un lado, la integración de Suecia en la OTAN puede resultar en un aumento de tensiones en la frontera con Rusia, así como una evidente escalada militar en la región del Mar Báltico.
La creciente expansión de la Alianza Militar en el norte europeo, junto con las antiguas repúblicas soviéticas tras la disolución del Pacto de Varsovia en 1991, presenta ciertas complicaciones en la agenda de defensa de la OTAN. Debido a la proximidad geográfica con las fuerzas armadas rusas, el vicepresidente del Consejo de Seguridad ruso, Dmitri Medvedev, ya advirtió sobre el aumento de la presencia militar en la región si se producía la entrada de los países nórdicos, así como Vladímir Putin anunciaba respuestas técnico-militares en caso de un despliegue de armamento o movimientos similares en territorio sueco en favor de la organización.
En consecuencia, la región del Mar Báltico se ve afectada por una creciente militarización que compromete especialmente la estabilidad con la frontera rusa. La opinión pública en Suecia refleja un temor generalizado con respecto al deteriorado clima de inseguridad por una Rusia «impredecible», «agresiva» y «revanchista». Especialmente la inquietud se fundamenta en una posible operación de anexión al territorio del Norte e incluso se menciona la posibilidad de un ataque preventivo a la isla sueca de Gotland para disuadir a la OTAN de utilizarla para defender a los Estados bálticos.
Por otro lado, aunque sea poco probable es cierto que las conversaciones y compromisos entre Estocolmo y Ankara abren la posibilidad de entrada de Turquía en la Unión Europea si las motivaciones con respecto a Suecia tienen éxito. Las demandas previas y las negociaciones bilaterales han creado un ambiente propicio para reconsiderar un proceso de negociación formal y propulsar la entrada del aliado turco. El interés estratégico en cuestión, que existe desde hace casi dos décadas, tendría implicaciones significativas en términos de los sistemas políticos, económicos y culturales del proyecto de integración europeo.
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