La reciente expulsión de Rusia del Consejo de Derechos Humanos de la ONU es solo un paso más en los continuos «rifirrafes» que está teniendo Moscú con las organizaciones protectoras de los Derechos Humanos en este último mes. Amnistía Internacional ha sido la siguiente afectada en el país.
Tras la expulsión de Rusia del CDH la pasada semana, las autoridades rusas cerraron al día siguiente las oficinas de representación de Amnistía Internacional y otras ONG internacionales que tenían sede en el país.
Concretamente, el pasado 8 de abril, el Ministerio de Justicia ruso eliminó a la Oficina de Amnistía Internacional en Moscú del registro de oficinas de representación de organizaciones internacionales y ONG extranjeras, con lo que de hecho la cerró, junto con las oficinas de Human Rights Watch, el Fondo para la Paz Internacional, la Fundación Friedrich Naumann por la Libertad, la Fundación Friedrich Ebert y otras organizaciones. Esta decisión se ha tomado bajo el pretexto de «un descubrimiento de incumplimientos de la legislación rusa».
En línea con estas medidas, el 11 de marzo, la autoridad reguladora de los medios de comunicación rusos, Roskomnadzor, bloqueó también el acceso al sitio web de Amnistía Internacional en lengua rusa, en otro de sus esfuerzos porque su población no tenga acceso a la condena internacional de las violaciones de derechos humanos que están teniendo lugar en Ucrania.
Ante la noticia, Agnès Callamard, secretaria general de Amnistía Internacional, ha manifestado:
“El cierre de Amnistía en Rusia es sólo el último de una larga lista de organizaciones que han sido castigadas por defender los derechos humanos y decir la verdad a las autoridades rusas. En un país en el que se ha encarcelado, asesinado o exiliado a decenas de activistas y disidentes, donde se ha difamado, bloqueado o forzado a autocensurarse a medios de comunicación independientes, y donde se ha prohibido o eliminado a organizaciones de la sociedad civil, si el Kremlin intenta cerrarte la boca quiere decir que lo estás haciendo bien”.
Desde Amnistía Internacional se ha lanzado un contundente mensaje a Rusia: «Estáis enormemente equivocados si creéis que cerrando nuestra oficina en Moscú detendrán nuestro trabajo de documentación y revelación de violaciones de derechos humanos. Seguimos adelante con nuestro trabajo para garantizar que la población de Rusia puede disfrutar de sus derechos humanos sin discriminación».
Callamard, continuando con su discurso de unidad y enfatizando en su compromiso con la protección y promoción de los Derechos Humanos, ha prometido luchar para que los responsables de cometer graves violaciones, «ya sea en Rusia, Ucrania o Siria», se enfrenten a la justicia.
Amnistía Internacional, Humans Right Watch y muchas más
Amnistía Internacional, que contaba con una oficina en Moscú desde no ha sido la única que se ha visto obligada a cerrar su sede en el país. Otras organizaciones protectoras de los Derechos Humanos, como Human Rights Watch (HRW) o Carnegie Endowment for International Peace (CEIP), también se han sumado a la larga lista de organizaciones internacionales extranjeras acusadas de «violaciones a la legislación rusa».
Entre ellas se encuentran otras organizaciones como:
- Fundación Friedrich Ebert, de origen alemán, con oficina en San Petersburgo
- Fundación para la Libertad Friedrich Naumann
- Fundación Konrad Adenauer, con sede en Moscú
- Fundación Aga Khan, de origen suizo
- Instituto para la Educación Internacional, de origen estadounidense