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¿Existe relación entre el cambio climático y los conflictos armados?

Análisis

Ana García De Paredes Dupuy
Ana García De Paredes Dupuy
Relaciones Internacionales en la Universidad Rey Juan Carlos (URJC). Sus principales intereses son el funcionamiento de las Organizaciones Internacionales y su influencia a nivel global, así como la aplicación del Derecho Humanitario y el análisis geopolítico en el contexto de conflictos armados.

Los fenómenos meteorológicos extremos como consecuencia del cambio climático, así como los desastres relacionados pueden perturbar las economías, reducir la producción agrícola y ganadera y exacerbar las desigualdades entre los grupos sociales, entre otros. Estos factores, cuando se combinan con otros impulsores del conflicto, aumentan considerablemente los riesgos de violencia. En este artículo profundizamos en la correlación entre cambio climático y conflicto armado poniendo el foco en el continente africano.

El ritmo de los cambios provocados por el cambio climático, como el aumento del nivel del mar, el derretimiento de los glaciares, la severa variabilidad de las precipitaciones o el aumento de la frecuencia e intensidad de las tormentas obliga a la sociedad humana a enfrentarse a unas condiciones sin precedentes. Todos estos procesos tienen un impacto en los recursos básicos, principalmente alimentos y agua, que son necesarios para la supervivencia, la seguridad y prosperidad de las poblaciones y estados del mundo, así como en el orden global establecido.

En algunas áreas cruciales del mundo, como el Medio Oriente y África, las tensiones en las zonas de pesca del Mar de China Meridional o el desarrollo de un nuevo frente político y económico en el Océano Ártico, donde el hielo se está derritiendo, ya se puede presenciar esta profundización del deterioro de los Estados. También la creciente preocupación respecto a los problemas de seguridad nacionales e internacionales que puedan surgir a partir de estos fenómenos.

La correlación entre el cambio climático y los conflictos armados

En este contexto, muchos gobiernos del mundos están comenzando a tener dificultades para manejar las crisis provocadas por los efectos de los fenómenos meteorológicos extremos como resultado del cambio climático.

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Una investigación de la Universidad de Stanford publicado en la revista ‘Nature’, revela que la intensificación del cambio climático aumentará el riesgo futuro de conflictos armados violentos dentro de los países. Sintetizando las opiniones de los expertos, el estudio estima que el clima ha influido entre el 3% y el 20% de los conflictos armados durante el último siglo y que la influencia probablemente aumentará drásticamente.

Los expertos, que actuaron como coautores del estudio, coinciden en el creciente impacto del clima en el conflicto armado organizado de las últimas décadas. Sin embargo, también reconocen la evidencia de cómo otros elementos, como un bajo desarrollo socioeconómico, un gobierno poderoso, desigualdad social y un patrón reciente de conflicto sangriento, tienen una influencia mucho mayor en los conflictos intraestatales.

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Por otro lado, el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) señala en su informe “Cuando la lluvia se convierte en polvo” cómo 12 de los 20 países más vulnerables al cambio climático están también afectados por conflictos armados. Estos resultados evidencian como la relación entre cambio climático y conflictos fluye en ambas direcciones.

Yemen, Malí, Afganistán, la República Democrática del Congo y Somalia se encuentran entre las naciones con conflictos en curso que se clasifican más abajo en el índice ND-GAIN (Índice de Adaptación Global, establecido por la Universidad de Notre Dame), que examina qué tan vulnerable son las naciones ante el cambio climático y otros desafíos globales en comparación con su capacidad para generar resiliencia.

Aunque esta información no prueba una conexión directa entre los conflictos y el cambio climático, sugiere cómo los países que atraviesan conflictos tienen menos capacidad de afrontar la crisis climática, precisamente porque su capacidad de adaptación está debilitada por estos.

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Con demasiada frecuencia, la guerra provoca daños directos o la destrucción del mundo natural. Los ataques pueden filtrar contaminantes al aire, así como a la tierra y el agua. Además, los desechos de las batallas explosivas son una amenaza para la vida silvestre. Tal deterioro ambiental reduce la adaptabilidad y la resiliencia al cambio climático.

El deterioro ambiental adicional también puede resultar de los impactos indirectos de los conflictos, como la capacidad reducida de las agencias gubernamentales para regular y preservar el medio ambiente, la presión de los cambios demográficos a gran escala y la explotación de recursos para apoyar las economías de guerra.

Cambio climático y conflicto: el caso de África

Si el cambio climático modifica el paisaje físico y geopolítico del mundo, los riesgos de conflicto e inestabilidad aumentarán y serán más difíciles de manejar si los gobiernos no pueden reducir esta influencia. Debido a sus fallas estructurales y los peligros significativos que plantea esta crisis, la península del Cuerno de África es particularmente vulnerable en este sentido.

El aumento de la temperatura y los cambios en los patrones de precipitación en el continente amenazan la actividad agrícola y ponen en riesgo el sustentamiento de la población. Una de las principales preocupaciones en el continente es que la aceleración del cambio climático pueda exacerbar la inestabilidad social y desembocar en conflictos armados o movimientos migratorios masivos.

Algunos estudios informan sobre cómo la escasez de alimentos, producto de las sequías, aumenta la posibilidad de que estalle un conflicto en África, fundamentalmente si la falta de agua persiste durante al menos tres años, mientras que el exceso de precipitaciones desencadena estos hechos violentos, pero en un lapso de tiempo muy corto.

Por ejemplo, cuando los pastores y los agricultores se ven obligados a compartir recursos cada vez más escasos debido a un cambio del clima, pueden surgir tensiones en lugares donde no existen instituciones de gobierno fuertes e inclusivas. El caso concreto de Mali, que ha vivido años de conflicto, ilustra todos estos factores.

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A comienzos de 2019, la tierra para pastoreo comenzó a escasear al sur de Gao debido a las inundaciones. Como consecuencia, crecía la preocupación entre los pastores al tener que desplazarse con su ganado por temor a sufrir ataques de grupos armados o bandidos, por lo que comenzaron a reunirse en áreas cercanas a fuentes de agua, lo que creaba tensiones con los agricultores y los pescadores. La inseguridad les impedía llegar hasta los mercados de ganado más distantes, no había funcionarios estatales, ni tampoco un eventual apoyo estatal, a causa de la violencia, la cual además limitaba considerablemente el acceso humanitario.

Los efectos del cambio climático sobre los recursos naturales pueden reducir significativamente la capacidad de un país para gobernarse a sí mismo con el tiempo debido a las presiones ejercidas por las condiciones demográficas, económicas y políticas existentes. Esta capacidad se demuestra por su voluntad de satisfacer las necesidades básicas de sus ciudadanos en las áreas de alimentación, agua, energía y empleo.

Esta tendencia da lugar a lo que el Estado denomina “legitimidad generada”. Cuando esta legitimidad se encuentra en peligro, puede contribuir al debilitamiento de las instituciones gubernamentales, la escalada de conflictos internos o incluso la disolución del propio Estado. Desde este punto de vista, el cambio climático representa un grave problema para la estabilidad y legitimidad de los estados del Cuerno de África, una región que ya afrontaba un número incontable de dificultades antes de que surgieran las provocadas ahora por el cambio climático.

En definitiva, la posibilidad del aumento de violencia debido a los eventos climáticos extremos podría llevar a los seres humanos a una nueva encrucijada en la que hacer frente al alza de conflictos armados, dándose esta situación principalmente en países con altos grados de desigualdad social y económica, instituciones débiles o con pocas posibilidades de adaptación al cambio climático.

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En este sentido, los efectos del cambio climático han provocado la necesidad de replantear el concepto de seguridad tradicional. La evidencia actual indica que los fenómenos climáticos extremos representan un gran riesgo a la seguridad interna de varios países del mundo. El cambio climático se considera como una fuente inédita de riesgos sistémicos a la seguridad nacional, y por esta razón, constituye uno de los puntos centrales y de creciente importancia en las Estrategias de Seguridad Nacional de un número cada vez mayor de Estados.

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