Un análisis sobre la situación del país y cómo y por qué se ha desmarcado como uno de los más estables de la zona con una política exterior basada en la neutralidad y un desarrollo económico fuerte en las últimas décadas.
Cuando pensamos en Omán lo primero que nos viene a la mente es el desconocimiento de cómo es la vida allí, es el gran desconocido de la Península Arábiga. Omán es un país soberano situado en Oriente Medio, concretamente en el sudeste de la Península Arábiga. Su capital es Mascate, limita con Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudí y Yemen y su población es de 5 millones de habitantes.
Se trata de un país poco densamente poblado, desértico y cuyo nombre oficial es sultanato de Omán. La gran puntualización es la siguiente: es una de las pocas monarquías absolutas restantes en el mundo. Con el ascenso al trono sucediendo a su padre en 1970, el sultán Qabús Bin Said Al Said ha reinado el país medio siglo hasta 2020.
Precisamente, estas décadas han sido las de mayor transformación económica y social del país. En 1970 Omán era un país aislado del mundo y atrasado. Existía escaso crecimiento económico, con enfermedades endémicas, analfabetismo y movimientos independentistas en el suroeste, en la región de Dhofar.
Sin embargo y gracias al petróleo, al apoyo contra el secesionismo de Irán y la alianza exterior con Reino Unido, el sultán unificó el país socialmente y armó los cimientos del Omán moderno, principal bastión de la estabilidad actual. Alejado de los conflictos en la zona, se optó por el desarrollo de la administración eficiente y el impulso de la sanidad y la educación como vehículos de desarrollo.
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Dicho periodo de desarrollo y estabilidad es conocido en Omán como el Renacimiento, en árabe An-Nahda. De hecho, Omán fue el líder en la lista de 135 países evaluados en el Informe de Desarrollo Humano del PNUD del 2010, siendo el que más había prosperado en términos del Índice de Desarrollo Humano en los 40 años previos, destacando las medidas impulsadas que se han comentado con anterioridad a raíz de los beneficios obtenidos de la venta del petróleo.
Con la muerte del sultán el 10 de enero de 2020, su primo Haitham bin Tarik Al Said ascendió al trono, con el propósito de mantener los objetivos emprendidos por el anterior sultán y la aspiración a dinamizar la economía del país, dependiente del petróleo. Tras un año en el cargo, el nuevo sultán impulsó una nueva Constitución para el país, dando lugar a reformas administrativas y de ministerios pasando a ser más autónomos y tecnócratas.
Con el propósito de dinamizar la economía, el principal objetivo del sultanato es buscar nuevos ejes de desarrollo para que el país no sufra cuando la escasez de recursos naturales le afecte. Es decir, mantener ese desarrollo en el tiempo cuando la producción de gas y petróleo disminuya.
Otro de los ejes de desarrollo del país actualmente es la privatización de empresas públicas para diversificar la economía e impulsar la competitividad liberando recursos públicos hacia servicios básicos no atractivos desde el punto de vista comercial. Dentro de los sectores que llevan este camino encontramos las telecomunicaciones, el sector eléctrico, los puertos o la desalinización del agua.
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La sociedad de Omán hoy
La sociedad omaní es homologable a la de sus países vecinos en temas como religión o idioma, pero no en todos los aspectos, ya que con el amplio desarrollo económico en las últimas décadas ha venido también el desarrollo social con importantes cambios.
Las mujeres han ido ganando peso con una paulatina incorporación al mercado laboral. El propio sultán Qabus ya manifestaba que para que una sociedad progrese, es necesario que la mujer participe cada vez en más aspectos de la esfera pública. Pese a que sigue habiendo normas y situaciones que no equiparan los derechos de las mujeres con los hombres, la situación es ampliamente mejor que en los países de la región.
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Las mujeres pueden realizar actos comunes como conducir, estudiar, abrir su propia cuenta bancaria o matricular a sus hijos en el colegio todo ello sin autorización del marido además de participar en actos públicos y transitar con independencia por las calles. Puede parecer algo muy común, pero en países vecinos como Arabia Saudí muchos de estos derechos o son de nueva creación o no se han desarrollado todavía.
Sin embargo, en Omán existe un avance más allá y cada vez hay más mujeres en puestos directivos e incluso en el gobierno, con mayor presencia femenina en carreras como consecuencia directa de la obligatoriedad de la educación básica para las niñas. Estos indicadores sitúan a Omán en el puesto 56 de 187 en la lista de naciones por igualdad de género según las Naciones Unidas.
Como parte negativa podemos destacar que la legislación vigente acerca de igualdad de género sufre varias barreras, tales como la tradición y especialización de sectores para mujeres exclusivamente, que sigue muy presente en el país, especialmente entre las generaciones más mayores. Además, las mujeres siguen estando en inferioridad con respecto a los hombres en temas parentales y de matrimonio y divorcio.
Por otro lado, la homosexualidad sigue estando penada por ley y perseguida por las autoridades. Las penas pueden llegar a los 3 años, lo cual contrasta con occidente, pero también con los países del entorno, mucho más restrictivos y que llegan a castigar estos hechos con hasta la pena de muerte.
Tampoco existe libertad política en Omán. El sultanato no acepta críticas o manifestaciones en contra, ya que se trata de una monarquía absoluta sin oposición. Activistas como Khamis al Hatali han sido detenidos por las fuerzas de seguridad tras publicar un vídeo en Internet criticando abiertamente al sultán llamándole opresor. La libertad de reunión también está perseguida por las autoridades.
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A su vez, el país cuenta con una alta tasa de inmigrantes, aproximadamente la mitad de su población de acuerdo con las Naciones Unidas, un 49,51% en el año 2019. Mayormente los países de origen son India, Pakistán o Bangladés y buscan unas mejores condiciones laborales en comparación con las de su país. La protección de dichos trabajadores más precarizados sigue siendo deficiente con impagos, malas condiciones laborales y casos de trata.
Política exterior de Omán y guerra en Yemen
La política exterior de Omán durante todos estos años ha estado marcada por la neutralidad, la paz y la cooperación. Desde 1970, sus redes geopolíticas se han ido extendiendo, pasando de tener contacto estrecho a grandes rasgos solamente con Reino Unido y la India a desarrollar relaciones diplomáticas con la mayoría de los países del mundo.
Omán forma parte de la ONU y la Liga Árabe desde 1971 y de más de 150 organizaciones entre árabes, islámicas, regionales e internacionales. Mientras el país internamente se ha ido desarrollando económica y socialmente, de cara al exterior han mantenido neutralidad y apostado por la paz internacional cada vez que un conflicto o disputa se ha desatado.
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Esta política tiene su primera manifestación nada más llegar el sultán Qabus, cuando Omán fue el único país árabe que no se sumó a la cancelación de Egipto tras su acuerdo con Israel de Camp David. Precisamente Omán ha desarrollado contactos con Israel, sin manifestaciones en torno al conflicto con Palestina.
Pero este no es el único conflicto en el que se ha adoptado esta postura. Omán ha permanecido como neutral en la guerra Irak-Irán de los años 80 y también durante la Guerra del Golfo, pese a que permitió el uso de instalaciones militares por parte de efectivos occidentales que luchaban contra la invasión de Kuwait. Además, forma parte de los facilitadores de diálogo y resolución de conflictos como el sirio, el yemení o iraní.
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El presidente del Consejo de Omán declaró que «Omán busca la paz y la estabilidad para la región, y todo lo que lleve hacia la paz, Omán lo apoya». Precisamente esta política ha favorecido las buenas relaciones de vecindad con acuerdos firmados con Arabia Saudí, Yemen y Emiratos Árabes Unidos y ha evitado por el momento que se cometieran actos terroristas en el país. Omán tampoco se ha visto afectado por la disputa principal del mundo islámico, Arabia Saudí e Irán.
Centrándonos en el caso de la Guerra Civil en Yemen, Omán se ha ofrecido como territorio neutral para desarrollar negociaciones entre ambos bandos, sin ofrecer apoyo a ninguno de ellos. No se han mostrado parte de ninguno, ni del de los rebeldes hutíes ni el del presidente Al-Hadi apoyado por la coalición internacional liderada por Arabia Saudí y Estados Unidos. La guerra aun así ha afectado a Omán de refilón, ya que comparte 300 kilómetros de frontera con Yemen, siendo el oeste del país la zona más inestable de Omán, con controles fronterizos a kilómetros de la frontera yemení para preservar la seguridad.
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Con este posicionamiento internacional, Omán ha mantenido relaciones muy fluidas con Estados Unidos desde hace décadas mientras que contiene una posible enemistad con Irán. Además, ha establecido acuerdos de amistad con todos sus vecinos, siendo especialmente sensible la situación de Yemen.
Omán ha puesto en práctica como nunca su filosofía geopolítica consiguiendo en gran medida preservar la estabilidad dentro de sus propias fronteras sin movimientos yihadistas reseñables ni atentados cometidos. Es el gran desconocido del mundo árabe y a su vez uno de los países más estables de Oriente Medio con la neutralidad y el pragmatismo ante todo para cada uno de los desafíos a nivel internacional, pese a que su camino democrático siga siendo inexistente a nivel interno.