Save the Children alerta de que la pobreza y la imposibilidad de asistir a la escuela son algunas de las razones por las que los niños y niñas son más vulnerables al reclutamiento por parte de grupos y fuerzas armadas.
Uno de cada seis niños y niñas en el mundo –aproximadamente 452 millones- vivía en zonas en conflicto armado en 2020, un 5% más que en 2019, según el último informe «No a la Guerra contra la Infancia» de Save the Children que se centra en el reclutamiento y uso de niños por parte de grupos y fuerzas armadas.
El estudio alerta de que 337 millones de niños y niñas viven cerca de grupos armados y fuerzas gubernamentales que reclutan a niños y niñas, lo que supone triplicar la cifra de hace tres décadas (99 millones en 1990). El número de países en los que se recluta a los niños y niñas (y en los que vive más de la mitad de los niños y niñas del mundo) también aumentó a 39, el más alto en 30 años. En el 2020, la ONU verificaron casi 8.600 casos de reclutamiento y utilización de niños (aproximadamente 25 al día), lo que supone un aumento del 10% respecto al año anterior.
El informe «No a la guerra contra la infancia» pone el foco en los países más peligrosos para la infancia (Afganistán, Siria, Yemen, Somalia y República Democrática del Congo) y en el preocupante aumento del número de niños y niñas que viven en zonas de conflicto de alta intensidad (porque produjeron más de 1.000 víctimas anuales), pasando de 162 millones de niños y niñas en 2019 a 193 millones en 2020.
En 2020, los tres países con la mayor proporción de niños y niñas que viven en zonas de conflicto y con informes de reclutamiento infantil perpetrado por los actores de dichos conflictos fueron Afganistán, Siria y Yemen, donde casi todos los niños y las niñas estaban en riesgo de reclutamiento por parte de grupos armados. La infancia en riesgo de reclutamiento alcanzaba el 98% de los niños y las niñas en Afganistán, el 97% en Siria, y el 89% en Yemen.
Aunque las niñas solo constituyeron el 15% de los casos de reclutamiento denunciados, a menudo son elegidas para actuar como espías, colocar minas y artefactos explosivos improvisados o actuar como terroristas suicidas porque es menos probable que llamen la atención. “Su vulnerabilidad, su situación socioeconómica y su género también las hace susceptibles de sufrir abusos generalizados, incluido la explotación sexual”, dice Andrés Conde, director de Save the Children.
Las escuelas, un espacio seguro cerrado por la pandemia
La pobreza y la imposibilidad de asistir a la escuela (factores que no han hecho más que empeorar con la pandemia) son algunas de las razones por las que los niños y niñas son más vulnerables al reclutamiento por parte de grupos y fuerzas armadas, donde sus funciones pueden ir desde la lucha en el frente hasta la vigilancia de los puestos de control o labores de apoyo.
“Hemos identificado una fuerte conexión entre los esfuerzos por permitir que los niños y las niñas continúen su educación en tiempos de crisis y la reducción de las violaciones graves de los derechos de la infancia en conflicto. La falta de escolarización hace que los niños y las niñas corran más peligro de ser reclutados”, indica Conde.
La investigación de Save the Children advierte también que la mayoría de los niños reclutados por grupos armados en el Sahel habían abandonado la escuela o no habían tenido acceso al sistema escolar. “Y sabemos bien que una vez que los niños están fuera de la escuela, suele ser difícil para ellos encontrar el camino de vuelta”, asegura el director de Save The Children. Así, también destacó que “no nos podemos olvidar de la necesidad de incrementar la financiación para fortalecer los sistemas educativos y de protección de la infancia en las zonas afectadas por el conflicto”.
Testimonio de un ex niño soldado de la RDC
Jean es un chico de 17 años de un pueblo de la provincia de Kivu del Sur en la República Democrática del Congo. Vive con sus padres, siete hermanas y cuatro hermanos. Cuando Jean tenía 16 años, fue capturado por un grupo armado mientras nadaba en un río cercano con otros niños. Dice que durante su paso por el bosque con el grupo armado, le pidieron que robara, secuestrara y matara.
También dice que a menudo se acostaba con hambre y dormía en el suelo. Después de siete meses entre el grupo armado, Jean fue rescatado por KUA, la organización socia de Save the Children en el terreno. KUA apoyó a Jean proporcionándole un cerdo para su granja.
También completó una formación profesional de Save the Children como peluquero. Jean ahora lleva a cabo actividades pastorales durante el día para ganarse la vida. Aunque el apoyo brindado a Jean le ha permitido reintegrarse a su comunidad, dice que espera volver a estudiar algún día.
Puedes ver su testimonio aquí.
Algunas recomendaciones de Save The Children
Como comunidad global, debemos detener esta guerra contra la niñez. Los Estados deben proteger del reclutamiento y utilización por parte de actores armados a los niños y las niñas más marginados. Y los miembros del Consejo de Seguridad de la ONU deben emplear su poder para hacer rendir cuentas de estas graves violaciones a quienes las están perpetrando.
Destacamos aquí algunas de las recomendaciones de Save The Children a los gobiernos:
- Ratificar e implementar plenamente el Protocolo Facultativo de la Convención sobre los Derechos del Niño de la ONU relativo a la participación de niños y niñas en conflictos armados, que aboga por el principio del límite inferior de los «18 años cumplidos» para el reclutamiento en fuerzas armadas.
- Respaldar e implementar los Principios de París y los Compromisos de París, y apoyar a otros Estados para que hagan lo propio
- Implementar plenamente la Declaración sobre Escuelas Seguras y alentar y apoyar a otros Estados para que hagan lo propio.
- Revisar los enfoques de la lucha contra el terrorismo y la prevención del extremismo violento para garantizar que respeten los derechos de la infancia y que, independientemente de cualquier asociación con grupos armados real o sospechada, los niños y las niñas sean tratados, ante todo, como tales y como víctimas de abusos violatorios de los derechos de la infancia.
- Comprometerse a poner fin a la impunidad de los responsables del reclutamiento y la utilización ilícitos de niños y niñas y de otras violaciones graves, y apoyar financiera y diplomáticamente la vigilancia y presentación de informes sistemáticos de la ONU sobre los niños y las niñas en situaciones de conflicto, incluido el seguimiento de datos sobre esas violaciones graves desagregados por edad y por sexo, y el señalamiento completo, preciso e imparcial de los perpetradores.
- Facilitar el diálogo entre los Estados, la ONU, las ONG y los grupos armados no estatales para proteger a los niños y las niñas.
- Apoyar los esfuerzos para que los grupos armados no estatales desarrollen e implementen planes de acción, políticas y códigos de conducta que pongan fin al reclutamiento y la utilización de niños y niñas y a otras violaciones graves. Asegurar, asimismo, que el trabajo humanitario y aquel relacionado con los derechos humanos no se vea impedido por restricciones a la interacción de las organizaciones con los grupos armados.
- Regular y mejorar la transparencia de las transferencias y entregas internacionales de armas, y de la provisión de otros servicios militares, haciéndolos explícitamente condicionales al respeto de los estándares legales y normativos internacionales. Como política, ningún Estado debería autorizar la venta de armas, equipamiento militar o servicios a actores que se encuentren en los listados del Secretario General de la ONU por haber cometido alguna de las seis violaciones graves, o cuando haya pruebas convincentes de que las armas pueden ser utilizadas para perpetrar violaciones de los derechos de la infancia. Asimismo, todos los Estados deben firmar y ratificar el Tratado sobre el Comercio de Armas, y las partes del Tratado deben adherir plenamente a lo que este obliga.
- Apoyar los mecanismos internacionales para juzgar los casos de violaciones de los derechos de los niños y las niñas en situaciones de conflicto, incluso recurriendo a la experiencia específica de las investigaciones internacionales sobre la infancia y con perspectiva de género y mediante el apoyo de la Corte Penal Internacional y de los mecanismos judiciales ad hoc.
- Desarrollar códigos de conducta y negociar su implementación con las partes en conflicto, las comunidades y la infancia para asegurar un entorno seguro para la reapertura de las escuelas.