Los sondeos auguran la victoria del candidato de la Unión Demócrata Cristiana, Friedrich Merz, con algo más del 30%. Sin embargo, se prevé que la AfD de Alice Weidel supere el 20% de apoyos y arrase en el este de Alemania, la región más pobre del país que estuvo bajo control de la antigua Unión Soviética. El nuevo gobierno tiene la difícil tarea de reinventar el modelo alemán para que vuelva a ser un motor económico.
Las elecciones federales de Alemania se celebrarán el domingo 23 de febrero de 2025, y será la cuarta convocatoria anticipada desde la posguerra. Originalmente programadas para septiembre de 2025, el adelanto surgió tras el colapso de la coalición gubernamental «semáforo» (SPD, socialistas; Verdes; y FDP, liberales) en noviembre de 2024, provocado por disputas presupuestarias y la destitución del ministro de Finanzas Christian Lindner. Esto obligó al canciller Olaf Scholz a someterse a una moción de confianza, que perdió el 16 de diciembre, activando el mecanismo constitucional para disolver el Bundestag.
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El proceso de disolución parlamentaria, formalizado por el presidente Frank-Walter Steinmeier el 27 de diciembre, siguió el protocolo. Primero, se verificó la imposibilidad de formar una nueva mayoría, tal como exige la Ley Fundamental. Posteriormente, se fijó la fecha electoral dentro del plazo máximo de 60 días tras la disolución, evitando así un vacío de poder. Sin embargo, esta ruptura de la coalición ha evidenciado la gran polarización que existe en el país. Algunos temas como la inmigración y la recesión económica han dominado el debate público, tal como muestran las protestas masivas de febrero de 2025 contra las propuestas migratorias de la AfD, partido que se prevé que arrase en el este del país.
Según las últimas encuestas, la CDU/CSU liderada por el ala más conservadora del partido Friedrich Merz encabeza las preferencias con un 30% de intención de voto. Le sigue la AfD (20%) y el SPD (18%). Aunque los demócrata-cristianos descartan pactar con Alternativa para Alemania, su probable necesidad de aliarse con socialdemócratas o verdes plantea un difícil problema para formar gobierno tras los comicios en los que está lejos de alcanzar mayoría absoluta. Mientras tanto, la campaña se centra en tres ejes. Revitalizar la economía (en recesión desde 2023), reformar las políticas de asilo tras los últimos ataques terroristas y modernizar las fuerzas armadas. Estos temas han dominado temporalmente frente a otros como la agenda climática.
Una nueva estrategia
El motor económico alemán requiere una reinvención urgente. El modelo que durante años impulsó su desarrollo, basado en suministros energéticos rusos a bajo coste y un flujo constante de exportaciones hacia el mercado chino, ha colapsado. Esto ha provocado que la principal potencia industrial europea esté inmersa en un estancamiento económico y sin saber el camino que elegir. Rediseñar esta hoja de ruta es el principal reto para el futuro gobierno que tome las riendas del país tras los comicios anticipados. Los alemanes tendrán la difícil tarea de elegir la senda que tomará su país durante, al menos, los cuatro próximos años.
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Los datos son contundentes. Ya son cinco los ejercicios consecutivos sin crecimiento real del PIB. Esto mancha el historial de un país reconocido mundialmente por su excelencia manufacturera. Detrás de esta caída operan múltiples variables. En primer lugar, una burocracia asfixiante que frena proyectos, un déficit de 400 mil profesionales técnicos, la lentitud en la adopción de nuevas tecnologías como la IA o energías renovables, el desmantelamiento nuclear, las desigualdades este-oeste, así como la descoordinación gubernamental en la coalición saliente. A esto se suman factores externos. Entre ellos, una pujante industria china que compite en sectores clave como el automóvil y los precios energéticos disparados tras el conflicto en Ucrania, que multiplicaron por cuatro los costes industriales respecto a 2021.
Una guía del voto en Alemania
El sistema electoral de Alemania combina tanto la representación proporcional como la votación directa. Esto le convierte en un modelo mixto único. Para ello, los ciudadanos eligen a los miembros del Bundestag, el parlamento federal, mediante dos votos. El primer voto se utiliza para elegir directamente a un candidato en una circunscripción uninominal, de los cuales hay 299 en total. Este mecanismo asegura que cada región tenga obligatoriamente representación directa en el Bundestag. El segundo voto elige los diputados que se reparten proporcionalmente a los apoyos que cada partido político obtiene, hasta llegar a 630 diputados. Este segundo voto es importantísimo porque define la composición general del Bundestag y determina los diputados máximos que puede tener un partido en la Cámara Baja. Además, garantiza la representación federal de los diferentes partidos políticos del país.

Además, el sistema incluye un umbral electoral del 5% del voto nacional o al menos tres victorias directas en circunscripciones para que un partido pueda obtener representación proporcional. Este requisito busca evitar la fragmentación excesiva del parlamento que dificultaría las coaliciones. Asimismo, pese a que el sistema permitía escaños adicionales y compensatorios para garantizar que la distribución final sea proporcional al segundo voto, desde el año 2023 el Gobierno limitó en 630 el número máximo de escaños para evitar un gran número de diputados en la cámara.
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Ahora, para respetar la proporcionalidad de voto federal, si un partido consigue más escaños directos del primer voto de los que le corresponden por segundo voto, se eliminarán aquellos mandatos directos que tengan menor porcentaje de apoyo (lo que se denomina cobertura de segundo voto), y viceversa. Según el Bundeswahlleiter (la Oficina Electoral Federal), esta estructura mixta fomenta tanto la representación regional como la proporcionalidad nacional. Con esto, se equilibran intereses locales y nacionales en un país con gran diversidad política.
Friedrich Merz parte como favorito
Este político alemán de 69 años, con cinco décadas de trayectoria en la CDU, se posiciona como favorito para ganar sin mayoría absoluta las elecciones federales del 23 de febrero de 2025. Tras una carrera marcada por su rivalidad con Angela Merkel, este abogado y exparlamentario regresó a la primera línea en 2022 liderando la CDU. El partido busca recuperar la cancillería después de cuatro años en la oposición. A pesar de nunca haber ocupado un cargo ministerial, su perfil de hombre de negocios (con experiencia en la división alemana de BlackRock) y su discurso conservador le han dado ventaja en las encuestas, donde supera al actual canciller Olaf Scholz por hasta 10 puntos. No obstante, su imagen se debilita entre un 58% de los votantes, que cuestionan sus declaraciones polémicas (como acusar a refugiados ucranianos de hacer «turismo social») y su presunta alineación con sectores económicos privilegiados.
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Entre sus propuestas estrella destacan reducir los impuestos sobre la renta y empresas al 25%, recortar 50 mil millones de euros en ayudas sociales y deportar solicitantes de asilo desde otros países de la UE. Asimismo, plantea imponer controles fronterizos estrictos, el reconocimiento facial automatizado en estaciones y externalizar los trámites de asilo a terceros países. En política exterior, promete aumentar el gasto militar por encima del 2% del PIB (incluyendo el despliegue de misiles estadounidenses) y mantener el apoyo armamentístico a Ucrania e Israel. Sin embargo, su ambigüedad climática (critica fuentes renovables, pero respeta el Acuerdo de París) y su fracaso al intentar aprobar una ley migratoria con votos de los ultranacionalistas de AfD generan dudas sobre su capacidad de consenso. La clave será si logra una coalición estable, evitando repetir la fragmentación que derribó al gobierno saliente. Sin embargo, rechaza la coalición con AfD.
Alice Weidel arrasa en el este
Es una economista de 46 años con pasado en el grupo bancario Goldman Sachs, y se ha convertido en la cara más visible de Alternativa para Alemania (AfD). Ella lidera el partido junto a Tino Chrupalla desde 2022. A pesar de su perfil atípico en un partido de tales características (es abiertamente lesbiana y vive con su pareja suiza de origen esrilanqués), esta política nacida en Gütersloh ha impulsado al partido hasta el segundo lugar en las encuestas con más del 20% de los apoyos. Su trayectoria, que incluye seis años trabajando en China y un doctorado en economía, contrasta con su retórica antiinmigración y euroescéptica. Aunque cerca del 60% de los alemanes desconfía de su imagen, su habilidad para conectar con el descontento por la recesión económica le ha permitido duplicar el apoyo electoral de AfD desde 2021.
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Entre sus propuestas estrella destaca la remigración, un término que implica deportar a migrantes irregulares y revocar ciudadanías. Sin embargo, algunos sectores críticos lo vinculan a prácticas xenófobas. Además, promete cerrar fronteras, eliminar el euro y reintroducir el servicio militar obligatorio. En energía, plantea abandonar el Acuerdo de París, reactivar centrales nucleares y mantener el carbón. A nivel internacional, busca alianzas con Viktor Orbán y Donald Trump. Además, rechaza el envío de armas a Ucrania y propone reabrir el gasoducto Nord Stream. Pese a su discurso moderado frente a las cámaras, su pertenencia a la formación nacionalista y nativista AfD genera polémica. Sin embargo, esta formación arrasa en el este en todas las encuestas. Esto se debe a su capacidad populista para conectar con las clases más pobres del país.
Olaf Scholz se hunde en tercer lugar
El canciller saliente y candidato del SPD, se encuentra en tercera posición con cerca del 15% de apoyo, lo que sería su peor resultado desde 1949. Esto significa un desplome respecto al 25,7% que le dio la victoria en 2021. Este retroceso se explica, en parte, por el colapso de su coalición gubernamental en noviembre de 2024 y por una desaprobación del 77% de su gestión. A pesar de ello, Scholz mantiene algunas propuestas como subir el salario mínimo a 15€/hora, crear un «Fondo Alemania» de 100 mil millones para infraestructuras y transición verde, e impuestos a fortunas. Además, busca reformar el «freno de deuda» constitucional para financiar inversiones públicas y acelerar las deportaciones de solicitantes de asilo rechazados, aunque defiende mantener controles fronterizos. Asimismo, promete congelar la edad de jubilación en 67 años y blindar las pensiones, mientras insiste en apoyar a Ucrania militarmente y modernizar el ejército.
Otros candidatos
- Los Verdes (Bündnis 90/Die Grünen), Robert Habeck. Este partido promueve una transición ecológica ambiciosa, mediante inversiones masivas en energías renovables y modernización de infraestructuras. También apoyan políticas progresistas en derechos sociales y climáticos. Pese a que están cuartos en los sondeos, podrían servir para formar gobierno junto con la CDU si dan los números.
- Partido Democrático Libre (FDP), Christian Lindner. Este partido liberal busca la reducción de impuestos, el apoyo a las empresas y la digitalización como motor de crecimiento económico. Tradicionalmente ha servido como llave de gobierno a los partidos grandes. Sin embargo, ahora lucha por superar el umbral del 5% que le permitiría tener representación parlamentaria.
- Alianza Sahra Wagenknecht (BSW), Sahra Wagenknecht. Llamada en castellano ‘Por la Razón y la Justicia’, es una nueva formación escindida de Die Linke que combina posturas económicas socialistas con un discurso muy duro contra la inmigración y la UE. Es muy similar en el ámbito migratorio y europeo al de AfD. Este partido populista de izquierdas apela a sectores descontentos tanto del este como del oeste. Sin embargo, tiene más seguidores en el lado oriental. Su objetivo es lograr el 5% que le permita entrar en el parlamento.
- Die Linke (La Izquierda), Janine Wissler. Este partido, tradicionalmente vinculado a la República Democrática de Alemania (RDA), sufre una crisis interna tras la escisión liderada por Wagenknecht (BSW). Su programa incluye propuestas para aumentar los impuestos a los ricos y fortalecer los derechos laborales. Su objetivo es superar el 5% y obtener representación en el Bundestag.
- Unión Social Cristiana (CSU), Markus Söder. Como partido hermano de la CDU en Baviera, la CSU comparte muchas propuestas conservadoras pero con una visión regionalista. Su influencia es limitada fuera de Baviera.
- Partido Pirata de Alemania (Piratenpartei). Aunque es marginal en cuanto a apoyos, este partido defiende derechos digitales, transparencia gubernamental y libertades civiles. Su impacto es mayor entre jóvenes urbanos. No se espera que alcance el 5%.
- Freie Wähler (Votantes Libres). Este partido regionalista tiene cierto apoyo en Baviera y otras zonas rurales del sur, donde promueve políticas locales descentralizadas y oposición a las élites políticas tradicionales. Sin embargo, es casi imposible que llegue al 5%.
¿Qué dicen las encuestas?

Las encuestas de intención de voto para las elecciones generales de Alemania del 23 de febrero de 2025 sitúan a la alianza conservadora CDU/CSU, liderada por Friedrich Merz, como la favorita con cerca del 30% de apoyo, casi 10 puntos más que en 2021. Este bloque busca consolidar su posición como la fuerza más votada, promoviendo políticas económicas conservadoras y un endurecimiento de la migración. Sin embargo, deberá formar coalición. En segundo lugar se encuentra Alternativa para Alemania (AfD), con más del 20%, duplicando su apoyo respecto a las elecciones de 2021. Este partido, encabezado por Alice Weidel, ha ganado terreno con un discurso antiinmigración y euroescéptico que gana muchos adeptos especialmente en el este del país, la región más pobre de Alemania.
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Por su parte, el Partido Socialdemócrata (SPD) del actual canciller Olaf Scholz se sitúa en tercer lugar con un 16% aproximadamente, lo que supondría un descenso de casi la mitad del apoyo con respecto a las últimas elecciones. Esto se debe al desgaste de su coalición de gobierno, a la desaceleración económica y a la pérdida de popularidad. El fuerte respaldo a la AfD en el este de Alemania es especialmente notable. En regiones como Turingia y Sajonia, el partido podría alcanzar niveles históricos de apoyo, superando el 30% en algunas encuestas locales. Este apoyo se explica por el descontento social derivado de desigualdades económicas persistentes y la percepción de abandono institucional en estas áreas, donde más de la mitad de los habitantes del este se sienten ciudadanos de segunda clase, lo que alimenta el discurso de AfD.
Encuestas por distrito uninominal

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