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Espionaje, Nord Stream… y cómo la guerra ha cambiado la relación entre Alemania y Rusia

Análisis

Clara Kopp
Clara Kopp
Titulada en Traducción e Interpretación y Relaciones Internacionales, con experiencia en la Comisión Europea como Blue Book Trainee. Especializada en Cooperación Internacional y Ayuda Humanitaria y actualmente en formación en el Curso de Analista Económico Internacional de LISA Institute.

La invasión rusa de Ucrania ha supuesto un puñetazo en el tablero geopolítico moldeando también las relaciones entre países. En este artículo, la analista internacional y alumna del Curso de Analista Económico Internacional de LISA Institute, Clara Kopp, aborda los factores que han alterado la relación entre Berlín y Moscú, desde los casos de espionaje a la gestión del Nord Stream.

Para analizar el papel de Alemania en esta guerra es imprescindible comprender su trasfondo con Rusia. La relación entre estas potencias a lo largo de la historia ha sido larga y compleja. Tras años de enfrentamiento, la reunificación de Alemania marcó un punto de inflexión, y comenzaron a llevar a cabo diferentes acuerdos comerciales y energéticos, entre los que se encuentra el Nord Stream. Aun así, las tensiones resurgieron a raíz de la anexión de Crimea por parte de Rusia en 2014, dado que comenzaron a imponerse medidas restrictivas desde la Unión Europea contra Rusia. Alemania adoptó una postura crítica y apoyó las sanciones, aunque su situación de dependencia energética le llevó a una búsqueda de equilibrio entre el veto a Rusia y las relaciones comerciales.

¿Qué factores han condicionado las relaciones entre Alemania y Rusia?

La crisis del Nord Stream

Tras la agresión militar de Rusia a Ucrania en febrero de 2022, Alemania se vio en la obligación de reducir la dependencia energética de manera drástica. Berlín importaba de Moscú más de la mitad de sus necesidades de gas, principalmente a través del gasoducto Nord Stream 1, así como la mitad del carbón mineral y un tercio del crudo. El gasoducto, que empezó a funcionar a finales de 2011, ha sido objeto de controversia desde su inauguración dadas las preocupaciones por parte de varios actores del escenario internacional. Una preocupación que llegaba especialmente desde Estados Unidos y Ucrania, a raíz del aumento de la influencia rusa en Europa y la consecuente dependencia energética, con la posibilidad de que Rusia pudiera utilizar el gas como arma geopolítica.

En cualquier caso, se llevó a cabo el proyecto e incluso se amplió mediante la construcción de un nuevo gasoducto, el Nord Stream 2, que fue paralizado por Olaf Scholz en febrero de 2022 dadas las circunstancias de la invasión de Rusia a Ucrania. En septiembre de ese mismo año, se encontraron fugas en ambos gasoductos.

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Por las características de los acontecimientos, se consideró sabotaje, pero todavía se sigue investigando. Se dieron diferentes acusaciones entre los gobiernos de países como Estados Unidos, Reino Unido, Rusia o Ucrania; y este febrero de 2023, el periodista Seymour Hersch, que a lo largo de su trayectoria ha destapado crímenes como la masacre de My Lai en la guerra de Vietnam o la tortura en la prisión de Abu Ghraib, manifestó que Joe Biden estaba detrás de la destrucción de los gasoductos.

El aumento del espionaje ruso en Alemania

Otro de los factores importantes para entender la relación entre Rusia y Alemania lo constituyen los múltiples casos de espionaje por parte de Rusia. Han sido varios los incidentes como el de Andreas y Heidrun, dos espías alemanes que fueron arrestados en 2011 que llevaban años trabajando para la inteligencia rusa; o el de Carsten L., agente del Servicio Federal de Inteligencia (BND), que compartió información clasificada de más de 200 documentos confidenciales a los servicios de inteligencia rusos. Pese a la aparente buena relación que primaba entre las dos potencias, existen evidencias para afirmar que Rusia ha puesto especial atención en la vigilancia de Alemania.

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Thomas Haldenwang, presidente de la Oficina Federal para la Protección de la Constitución, describió a Rusia como un actor agresivo al que no le importa recurrir a medios desleales si lo cree necesario. Además, Haldenwang reflejó en la publicación Kontraste que Rusia haría uso de cualquier medio para aumentar su influencia, adquirir información y productos necesarios para su armamento. Se criticó mucho en el panorama internacional la tolerancia y la confianza, a veces ciega, que ha tenido Alemania con Rusia.

En este sentido, dada la importancia de Alemania a nivel europeo e internacional y su aferramiento a la relación amistosa con Rusia, lo convertían en un perfecto punto débil para desestabilizar a Occidente. También entra el juego el miedo de Alemania tras la Segunda Guerra Mundial a que se produjeran tensiones que pudieran acarrear otro conflicto a esa escala. Este miedo ha influido en las decisiones relativas al envío de armamento a Ucrania una vez comenzada la guerra.

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El comienzo de la guerra y envío de armamento

Desde el comienzo de la agresión militar de Rusia a Ucrania el 24 de febrero de 2022, la mayoría de los Estados miembros de la OTAN y de la Unión Europea se han visto en la obligación de actuar y de enfrentarse a esta situación tan delicada de la mejor manera posible. Algunas medidas se han tomado con mayor unanimidad que otras, siendo el envío de armamento una de las cuestiones que más controversia ha causado, entre otras cosas, por la postura que ha ido tomando Alemania al respecto a lo largo de los meses y por el rol tan importante que jugaba su decisión.

La Unión Europea ha venido apoyando el envío de armas prácticamente desde que comenzó la guerra; incluso lideró la iniciativa de utilizar recursos del Fondo Europeo de Apoyo a la Paz para apoyar a Kiev. Ucrania, dada la resistencia mostrada ante los ataques rusos, insistió en que la aportación de tanques podría contribuir de manera significativa en el campo de batalla y que incluso podría constituir la clave para ganar la guerra. El general Valery Zaluzhny, comandante militar de mayor rango de Ucrania, aseguró que serían necesarios unos 300 tanques occidentales para lanzar más contraofensivas.

Esto puso a Alemania en el punto de mira, dada la calidad de su industria armamentística y sus tanques Leopard 2. Según el Registro de Armas Convencionales de las Naciones Unidas, desde 1992 se han exportado alrededor de 1.900 Leopard 2 que quedaron distribuidos en varios países europeos. Puesto que Alemania dispone de la licencia de exportación de esos tanques, se requería de su aprobación para que se pudieran suministrar a Ucrania.

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¿Cómo ha evolucionado la postura de Alemania y por qué?

La postura de Alemania ha ido cambiando a lo largo del tiempo y conforme aumentaba la presión de los demás aliados. En un principio, temía que pudiera conllevar una escalada de la guerra. La anterior ministra alemana de Defensa, Christine Lambrecht, fue una de las figuras más criticadas, y dimitió el pasado mes de enero. En su día, afirmó que el suministro de armas no sería útil y que, en su lugar, Alemania trataba de enviar instalaciones médicas y otro tipo de recursos para apoyar a Ucrania.

Por otro lado, la postura de Olaf Scholz se mantuvo reticente durante prácticamente un año. La condición que pedía para enviar los tanques era que Biden debía entregar a la vez sus M2 Abrams para evitar que toda la carga de responsabilidad recayera sobre sus hombros en el caso de que la acción desembocara en una Rusia aún más agresiva.

Dada la situación de Alemania como potencia agresora durante la Segunda Guerra Mundial y su relación de vulnerabilidad respecto a Rusia, propuso como solución «el intercambio de anillos», que consistía en el suministro de determinadas armas de parte de Alemania a países socios de la OTAN para que estos las entregaran a Ucrania, lo que le permitía evitar una entrega directa y una ofensiva a Rusia de primera mano.

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Aunque es cierto que se ejerció bastante presión a Alemania para aceptar el envío de tanques, existía una divergencia dentro de Europa y una falta de visión sobre la mejor manera de actuar ante una Ucrania que pedía más armamento y la posible escala de la guerra que podría conllevar el cumplimiento de esta demanda. El Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales apuntó sobre la controversia y la sensación equivocada de que el éxito y el futuro de Ucrania dependen de la disponibilidad de estos tanques, dado que «no existe una bala de plata que traiga la victoria». En cualquier caso, tras la presión de muchos de los aliados de Occidente, el Gobierno alemán accedió al envío de los tanques el 25 de enero de 2023.

Tras el “sí” de Alemania, ¿qué podemos esperar?

Una vez se tomó la decisión, varios de los aliados que en su día abogaban por el suministro de los Leopard 2 se vieron con dificultades para actuar. Boris Pistouris, ministro de Defensa de Alemania, comentó en la Conferencia de Seguridad de Múnich que algunos países se habían escondido detrás de Alemania al presionar entonces por el envío de tanques, pero que, una vez obtenida la vía libre, no los estaban enviando.

Entonces, el foco estaba puesto en Alemania, pero muchos ejércitos se dieron cuenta después de que estaban algo debilitados y que los tanques tampoco estaban en perfectas condiciones. Entre ellos, Estados Unidos con sus M2 Abrams, cuyo envío se paralizó.

En un principio, Estados Unidos quería enviar los tanques M1A2 Abrams, pero finalmente enviará los M1A1 en un plazo de tiempo largo; mientras que los miembros de la OTAN lograron llevar los tanques Leopard 2 a Ucrania en solo dos meses. La Casa Blanca utilizó el envío de los M1A2 Abrams a Ucrania como un medio diplomático para instar a las transferencias de los Leopard 2, y funcionó.

La situación es complicada, pues cada Estado trata de obrar como puede en función de sus propios problemas e intereses. El miedo a una posible escala de la guerra y sus consecuencias devastadoras entran en conflicto con el derecho que tiene un Estado agredido de recibir apoyo y de defenderse.

Es inevitable que haya divergencias, y tampoco está de más que haya actores internacionales que adopten un posicionamiento de prudencia teniendo en cuenta lo que está en juego. Las posturas que a veces pueden parecer difusas y cambiantes también forman parte de la diplomacia. En un medio y largo plazo habrá que ver la postura que toma Alemania, pero, parece que hoy por hoy la relación con Rusia ya ha quebrado.

Artículo de Clara Kopp editado por:

Soraya Aybar Laafou. Editora y analista especializada en África en LISA News. Politóloga y periodista interesada en los derechos humanos, la geopolítica y los procesos migratorios. Me apasionan las Relaciones Internacionales y observo con especial interés al continente africano. Soy directora de África Mundi, el primer medio de análisis sobre África en castellano.

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