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Las 5 claves geopolíticas después de un año de guerra en Ucrania

Análisis

Ana García De Paredes Dupuy
Ana García De Paredes Dupuy
Relaciones Internacionales en la Universidad Rey Juan Carlos (URJC). Sus principales intereses son el funcionamiento de las Organizaciones Internacionales y su influencia a nivel global, así como la aplicación del Derecho Humanitario y el análisis geopolítico en el contexto de conflictos armados.

En este artículo destacamos algunas de las principales claves geopolíticas después de un año de guerra en Ucrania y cómo a partir del 24 de febrero cambió para siempre el panorama internacional.

Las claves en resumen

  • El mundo en dos bandos y países equilibristas. La guerra de Ucrania ha dejado un mundo enfrentado entre Rusia y Occidente. Apoyando a Ucrania está principalmente Estados Unidos, la Unión Europea y la OTAN y, apoyando a Rusia, principalmente Bielorrusia, Irán o Siria. Más allá de estos dos bandos están lo que podríamos llamar como países “equilibristas” con China a la cabeza y con Turquía e Israel a su lado. Lo que sí sabemos es que, sea el país del bando que sea, el aumento de la inversión militar es una realidad que ha dejado este año de guerra. Además, también se están viendo movimientos por parte del Kremlin para tratar de ganar aliados a nivel global, destacándose principalmente los esfuerzos en África (no hay que perder de vista al Grupo Wagner) y América Latina. Analistas: echad un ojo a quién ha votado qué en la última Asamblea de la ONU en la que se ha aprobado con 141 votos a favor y la abstención de China una resolución que pide la retirada rusa de Ucrania.
  • Uso público de la Inteligencia pública nunca visto. Antes del 24 de febrero del año pasado vimos cómo Estados Unidos alertó como nunca antes se había visto que la invasión de Rusia a Ucrania tendría lugar. A partir de entonces y durante estos últimos 365 días Estados Unidos ha continuado compartiendo su Inteligencia de forma pública y, principalmente, a los ucranianos (ojo, en este artículo analizábamos hasta qué punto Washington puede confiar en el servicio de Inteligencia ucraniano). Otros países que se han sumado a esta nueva tendencia sería Reino Unido que comparte diariamente un informe de Inteligencia sobre la situación en Ucrania. Además, otra característica de la guerra has sido la del uso de la Inteligencia de Imágenes (IMINT) y la Inteligencia de Fuentes Abiertas (OSINT). Si te interesa el IMINT te recomendamos la Masterclass “Importancia del IMINT en los conflictos armados” organizada por LISA Institute en el contexto del Máster Profesional de Analista Internacional y Geopolítico.

De aliados, enemigos y “neutrales”

Desde el inicio del conflicto, Ucrania ha contado con dos fuentes aliadas principales de apoyo y cooperación, siendo estas la OTAN y la Unión Europea, tanto de forma conjunta como por separado. Aunque Ucrania lleva años presionando para convertirse en miembro de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), todavía no se le ha concedido el ingreso. 

Tanto la acción de la UE como la OTAN en Ucrania coinciden en la asistencia económica y financiera, ayuda humanitaria, asistencia en materia de protección civil, apoyo militar, acogida de refugiados, apoyo a la investigación y el enjuiciamiento de crímenes de guerra, así como el apoyo a la reconstrucción de una Ucrania democrática. Los aliados también han trabajado en estrecha colaboración para apoyar los esfuerzos internacionales para permitir las exportaciones de cereales ucranianos y aliviar la crisis alimentaria mundial.

Por un lado, la acción de la OTAN se resume en ayudar a coordinar las solicitudes de asistencia de Ucrania, apoyando a los Aliados en la entrega de ayuda humanitaria y no letal. Los países miembros individuales de la OTAN están enviando armas, municiones y muchos tipos de equipos militares ligeros y pesados, entre los que se incluyen sistemas antitanque y de defensa aérea, obuses, drones y tanques. Las fuerzas aliadas también están entrenando a las tropas ucranianas para usar este equipo. Hasta la fecha, los aliados de la OTAN han proporcionado equipos militares por valor de miles de millones de euros a Ucrania. Estados Unidos ha comprometido alrededor de 21.300 millones de dólares en asistencia militar desde el inicio de la invasión. 

A más largo plazo, la Alianza se compromete a ayudar a Ucrania y apoyar los esfuerzos en su camino hacia la reconstrucción y las reformas de la posguerra. En la actualidad, tanto la OTAN como la UE continúan brindando a Ucrania niveles de apoyo sin precedentes, ayudando a defender su derecho fundamental a la autodefensa. Sin embargo, siguen esforzándose por evitar el riesgo de una confrontación a gran escala con Rusia interviniendo directamente contra sus fuerzas en Ucrania, ya sea por tierra o por aire.

Es importante recalcar que la mayoría de los estados miembros de la OTAN lo son a su vez de la Unión Europea, por lo que la colaboración y acción de ambas organizaciones internacionales es estrecha. De hecho, la UE y la OTAN firmaron el pasado mes de enero una nueva declaración conjunta para seguir desarrollando su cooperación tras las que impulsaron en 2016 y 2018, y que se produce en esta ocasión en el contexto de la guerra de agresión de Rusia en Ucrania. El Concepto Estratégico aprobado por la OTAN en 2022 describe a la Unión Europea como un socio único y esencial, y aboga por una asociación estratégica mejorada y reforzada.

Signo de esta colaboración conjunta son también las numerosas visitas del presidente Zelenski a los diferentes países aliados y viceversa. El pasado 4 de febrero, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, el Alto representante de Asuntos Exteriores de la UE, Josep Borrell, el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, y 15 comisarios europeos llegaron a Kiev, que se convirtió en sede de esta cumbre de representantes de la Unión Europea. El tema central fue la ruta de adhesión de Ucrania a la UE y la reconstrucción del territorio con activos rusos congelados. Todo esto mientras se especula sobre una gran escalada por parte de Rusia.

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Aún más actual y de gran simbolismo es la visita realizada el pasado 9 de febrero por el presidente ucraniano a Bruselas, su primera visita a la capital europea desde el inicio del conflicto. En ella, Zelenski aprovechó para reivindicar su mensaje, en este caso solicitando aviones de combate y armas de largo alcance para defender Ucrania, para luchar por la democracia y preservar el “modo de vida europeo”. Mientras las tropas del Kremlin se preparan para una nueva ofensiva y las fuerzas ucranianas resisten el empuje en Donbás, según los servicios de Inteligencia occidentales, el presidente ucraniano ha vuelto a alzar la voz y suplicar, reclamar, exigir más ayuda militar: “Necesitamos esas armas para sobrevivir”.

Finalmente, el pasado lunes 20 de febrero el presidente norteamericano Joe Biden realizó una visita sorpresa a Kiev, en la que prometió un nuevo paquete adicional de ayuda militar con valor de 500 millones de dólares. Por su parte, los grandes aliados de Putin en su cruzada contra la OTAN, Estados Unidos y Ucrania son China y Bielorrusia principalmente, aunque el Ejecutivo soviético también ha recibido respaldo por parte de países como Cuba, Venezuela, Nicaragua, Irán o Siria. Estos estados y otros ya votaron en contra o se abstuvieron el pasado mes de marzo a la resolución aprobada por la Asamblea General de la ONU con la que se condenaba la guerra de Ucrania, postura que mantienen y han mantenido en las consecutivas resoluciones de condena o sanciones hacia Moscú.

Aunque Bielorrusia parecía actuar como una figura mediadora, siendo sede de negociaciones entre delegados rusos y ucranianos, desde el inicio de la invasión actual se ha reportado que tropas rusas han partido desde este país hacia Ucrania bajo la permisividad del presidente Lukashenko. Por otro lado, desde que los tanques rusos entraron a Ucrania, China habría brindado cobertura diplomática y apoyo financiero a Putin, aunque se ha negado a involucrarse militarmente o enviar armas letales. Sin embargo, ahora Estados Unidos teme que China esté considerando enviar armas a Rusia, y, aunque el régimen de Beijing lo niega, los expertos creen que si eso sucediera se produciría un cambio importante de escenario en el conflicto iniciado hace un año.

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Entre el uso público de la Inteligencia y el espionaje

El conflicto ucraniano ha resaltado la crucial importancia y ventaja que proporciona el buen uso de la Inteligencia pública. Ya antes del comienzo de la invasión, la Administración Biden llevaba semanas advirtiendo de que el mandatario ruso había realizado todos los preparativos necesarios para el ataque. Los servicios de Inteligencia habrían hecho y compartido el seguimiento milimétrico y en tiempo real del movimiento de las tropas rusas por la frontera del país hoy agredido. También conocían el plan del Kremlin de fabricar un pretexto en forma de ataque falso para justificar su acometida contra Ucrania. Estas informaciones no permitieron evitar el ataque, pero sí predecirlo.

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Con la digitalización de los sistemas de Inteligencia, los aliados han posibilitado que la OTAN, principalmente los Estados Unidos, apoyase de manera directa el intercambio de información tanto en la defensa contra la invasión como en posteriores operaciones ofensivas de reconquista del territorio ocupado. 

Uno de los aspectos más divulgados de la actuación de la Inteligencia ucraniana es el uso extensivo de la interceptación de las comunicaciones rusas. Cuando Rusia atacó con sus fuerzas militares a Ucrania en 2014, también desplegó sus servicios de inteligencia en Occidente de diversas maneras, desde interferencia en las elecciones de Estados Unidos con ataques cibernéticos hasta envenenamiento y sabotaje en Europa. 

El uso de la inteligencia pública por parte de Ucrania para contrarrestar la influencia rusa en este aspecto se centra en varios puntos principales. En primer lugar, en contrarrestar las Operaciones de Información de Rusia, así como la propia narrativa de Putin sobre la guerra. En este aspecto, la Inteligencia de Fuentes Abiertas (OSINT), ha sido clave para poder contrarrestar las narrativas de bandera falsa de los rusos.

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Por otro lado, el uso de crowdsourcing y chatbots estandarizados ha permitido a los ciudadanos ucranianos informar sobre unidades y ubicaciones rusas. En lugar de tener que tomar una sola pieza de información y estimar su precisión, la gran cantidad de información puede ser colaborativa, lo que permite a los analistas reunir puntos de vista alternativos.

Por último, otro punto crucial de la inteligencia ucraniana es el uso de la llamada inteligencia de imágenes (IMINT). Según informaba Reuters el pasado mes de marzo, el gobierno de Zelenski estaría haciendo uso del motor de búsqueda de la empresa de Clearview AI, que tiene almacenadas más de 10.000 millones de fotos de personas de todo el mundo, provenientes de medios de comunicación, sitios web de fotografías policiales y redes sociales, entre otros espacios.

La empresa ofreció sus servicios de forma gratuita a las autoridades ucranianas apenas unas horas después del comienzo de la invasión rusa. Desde entonces, esta base de datos ha permitido al ejército del país invadido descubrir a espías rusos, realizar controles o identificar a soldados caídos en combates, imágenes que almacena su motor de búsqueda.

El conflicto en Ucrania ha provocado un rebrote del espionaje en Europa que no se veía desde finales de la Guerra Fría. Los países occidentales intentan infligir un daño duradero a la capacidad de la inteligencia rusa para llevar a cabo operaciones encubiertas. La expulsión sin precedentes de 500 funcionarios rusos de las capitales occidentales es un símbolo de ello.

El conflicto en Ucrania puede considerarse, de alguna manera, como la primera guerra digital, y gran parte de esa capacidad digital proviene de los servicios disponibles comercialmente en lugar de las capacidades militares tradicionales. Por ejemplo, la disponibilidad de satélites comerciales ha permitido ampliar el alcance de la conciencia situacional del ejército ucraniano y su capacidad para realizar vigilancia y reconocimiento.

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Sanciones y sabotajes

En respuesta a la agresión militar, son cada vez más las sanciones impuestas a Rusia materializadas principalmente a través de la Unión Europea. Sin embargo, estas medidas no son algo nuevo. Desde marzo de 2014, la UE viene imponiendo de manera progresiva medidas restrictivas a Rusia en respuesta a la anexión ilegal de Crimea de ese mismo año.

Estas sanciones están concebidas para debilitar la base económica de Rusia, privándola de tecnologías y mercados vitales, y limitando significativamente su capacidad para mantener la guerra. Además, la UE también ha adoptado sanciones contra Bielorrusia, como respuesta a su participación en la invasión de Ucrania; y a Irán, en relación con el uso de drones iraníes en la agresión rusa a Ucrania.

Desde el reconocimiento por parte de Rusia el 21 de febrero de 2022 de las zonas no controladas por el Gobierno de las provincias ucranianas de Donetsk y Luhansk y la invasión de Ucrania, el 24 de febrero de 2022, la UE ha impuesto un total de 9 paquetes de sanciones contra Rusia.

Las primeras rondas de sanciones se centraron en los dirigentes políticos y militares, prohibieron a los aviones rusos volar a Europa e introdujeron prohibiciones a la exportación de tecnología sensible. Además, la UE participó en la congelación de activos rusos en el extranjero y excluyó a los principales bancos rusos del sistema SWIFT (“Sociedad de Telecomunicación Financiera Interbancaria Mundial”).

A medida que se intensificaba la guerra, la UE impulsó nuevas medidas y empezó a apuntar al sector energético ruso. Bruselas prohibió primero la importación de crudo e introdujo un tope de precios. Y posteriormente, la importación de productos petrolíferos refinados rusos. Al mismo tiempo, Europa trabaja para reducir su dependencia del gas ruso, lo que ha hecho que Moscú pierda su mayor cliente energético.

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Desde que Rusia invadió a Ucrania hace un año, muchos países se comprometieron a poner fin o restringir sus importaciones de petróleo y gas para reducir los ingresos de Moscú y debilitar su esfuerzo bélico. Estados Unidos por su parte dijo el pasado marzo que dejaría de importar petróleo ruso, y desde el 5 de diciembre entró en vigor en Reino Unido una prohibición del petróleo crudo y los productos refinados rusos. Los aliados occidentales también aprobaron en diciembre un techo en el precio del petróleo con el objetivo de evitar que Rusia obtuviera más de US$60 por barril de crudo, a pesar de las amenazas de Putin de cortar el suministro de petróleo y gas si esto sucedía.

Adicionalmente, para neutralizar los fondos del presidente Putin, Occidente congeló unos US$324.000 millones de las reservas de divisas del Banco Central de Rusia, además de privar a Moscú de conocimientos y productos occidentales, bloqueando casi todas las transferencias de tecnología, así como la venta y compra de bienes y servicios de alta calidad.

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Ciberguerra y Guerra Híbrida

Actualmente, la sociedad internacional lidia con un conflicto híbrido en Ucrania, donde las armas tradicionales y las cibernéticas se utilizan a la vez. La utilización por parte de Ucrania del ciberespacio y del entorno de la información ha sido crucial para potenciar y difundir la narrativa de apoyo a su causa, un factor estratégico fundamental para conseguir y mantener el apoyo de Europa y Estados Unidos.

Entre el 13 y el 15 de enero del pasado año, ya se produjo una oleada de ciberataques que dejaron sin servicio varias decenas de sitios web gubernamentales ucranianos. Entre las víctimas se encontraban el Ministerio de Relaciones Exteriores, el Gabinete de Ministros y el Consejo de Seguridad y Defensa, así como diversos servicios bancarios.

Como reacción y ante esta amenaza, solo dos días después del comienzo de la invasión de Rusia a Ucrania, el ministro de Transformación Digital y Viceprimer Ministro de Ucrania, Mykhailo Federov, hizo una llamada para reunir a cibervoluntarios que quisieran actuar para el Gobierno de Ucrania contra Rusia, que contó con numerosos apoyos. Su principal misión era (y es) la de ayudar a proteger la infraestructura crítica ucraniana y realizar ciberespionaje contra las tropas rusas.

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Según el presidente de Microsoft, Brad Smith, Rusia ya ha golpeado con ciberataques a 128 organizaciones de 42 países aliados de Ucrania, principalmente miembros de la OTAN, entre ellos Estados Unidos, Polonia y las naciones bálticas. Un informe publicado por Microsoft en abril de 2022 muestra que la mayoría de los ciberataques fueron programados para coincidir con misiles entrantes o ataques terrestres.

Por su parte, el presidente ruso, Vladimir Putin, anunció a finales de mayo que Rusia había sufrido a su vez un gran aumento de ciberataques por parte de Ucrania y sus aliados. En este sentido destacó que se trataban de ciberataques que buscaban dañar la infraestructura de información crítica rusa, especialmente medios de comunicación, infraestructuras financieras y portales web oficiales de las autoridades rusas.

Aunque se desconoce el total de acciones cibernéticas, el Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEE) cree que Rusia ha sido víctima de un gran volumen de los ataques por la masiva avalancha de piratas informáticos en su contra, a pesar de que haya sido el autor de los ataques de mayor relevancia.

Según el IEEE, se han visto involucrados en esta ciberguerra un total de 66 actores diferentes, desconociéndose el número real total de acciones cibernéticas. Sin embargo, parece haber una clara diferencia en el porcentaje del número de ataques que ha sufrido cada país, siendo mayor el de Rusia convertido en la víctima de un 69,62% de los mismos.

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En un último informe de junio de 2022 los analistas llegaron a dos conclusiones. Por un lado, que dos tercios de los ciberataques rusos lanzados en contra de Ucrania habrían fracasado en los primeros meses de la guerra. Esto evidencia que Ucrania está bien preparada para defenderse de los ciberataques, gracias en parte al trabajo de empresas como Microsoft y Google, que trasladan gran parte de los sistemas y bases de datos ucranianos a la nube, a servidores fuera de Ucrania. 

Por otro lado, la campaña de desinformación de Moscú para establecer una narrativa de la guerra favorable a Rusia podría estar funcionando mejor de lo esperado. Rusia está utilizando la desinformación con el objetivo de manipular psicológicamente a la sociedad ucraniana y reforzar la legitimación de su invasión. Esta estrategia es muy bien conocida: la misma doctrina militar rusa establece que la información y la guerra psicológica sientan en gran medida las bases para la victoria en la guerra.

Empresas privadas en el conflicto

Para terminar, el conflicto desencadenado por la invasión rusa de Ucrania ha evidenciado la creciente importancia de las corporaciones en las guerras actuales. El protagonismo de estos gigantes privados con servicios de gran importancia estratégica y la inédita interconexión entre sociedades, son dos factores que dan protagonismo al sector comercial en un enfrentamiento entre naciones hasta ahora desconocido.

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El tratamiento de las empresas transnacionales como sujetos de derecho internacional es una cuestión que se viene gestando en la comunidad internacional desde hace algún tiempo. Esta se basa principalmente, hasta ahora, en el respeto a los derechos humanos en sus actividades. Sin embargo, la atención ahora ha rotado, situándose en el papel que estas pueden desempeñar en la aplicación del derecho internacional a través de algún tipo de fuerza coercitiva, al menos desde una perspectiva económica.

A raíz de esto surgen varias preguntas. ¿Debería el efecto coactivo de las medidas adoptadas por las empresas transnacionales situarlas más cerca de ser consideradas como sujetos de derecho internacional? Y, de ser así, ¿merecerían dichas medidas una calificación jurídica específica internacional? Y, ¿Cómo afectaría ello las relaciones entre Estados y empresas transnacionales?

Si bien ejemplos como el de Ucrania evidencian cómo la tendencia es otorgar mayor importancia a las corporaciones multinacionales en el ámbito jurídico internacional, sus consideraciones como sujetos de derecho internacional aún son complejas y están alejadas de la realidad. Sin embargo, se puede predecir que esta cuestión pronto dominará la discusión en los foros internacionales.

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