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El papel de las empresas privadas en el conflicto de Ucrania

Análisis

Ana García De Paredes Dupuy
Ana García De Paredes Dupuy
Relaciones Internacionales en la Universidad Rey Juan Carlos (URJC). Sus principales intereses son el funcionamiento de las Organizaciones Internacionales y su influencia a nivel global, así como la aplicación del Derecho Humanitario y el análisis geopolítico en el contexto de conflictos armados.

El conflicto desencadenado por la invasión rusa de Ucrania ha evidenciado la creciente importancia de las corporaciones en las guerras actuales. El protagonismo de estos gigantes privados con servicios de gran importancia estratégica y la inédita interconexión entre sociedades, son dos factores que dan protagonismo al sector comercial en un enfrentamiento entre naciones hasta ahora desconocido.

Las compañías privadas constituyen el instrumento principal a través del cual se materializa el efecto de las sanciones económicas, y en un mundo globalizado, una dinámica que resulta especialmente llamativa. Pero, más allá de desempeñar un papel instrumental a instancias de las autoridades públicas, las empresas ahora son libres de castigar proactivamente a un lado o apoyar al otro, a veces con un enorme potencial.

En cuanto al papel de estas empresas en su solidaridad con Ucrania, Uber ofreció viajes gratuitos ilimitados para transportar refugiados desde la frontera a ciudades en Polonia, así como la línea aérea húngara Wizz Air, que puso a disposición 100.000 billetes gratuitos para vuelos desde Polonia, Eslovaquia, Hungría y Rumania, así como una tarifa de “rescate” para los que se encontrasen varados en otras zonas.

Airbnb ofreció alojamiento gratuito a 100.000 refugiados y realizó labores de coordinación con los gobiernos para estancias más prolongadas cuando fuera necesario. La agencia de marketing Stay the Night generó una base de datos donde hoteles y hostels anuncian las habitaciones disponibles para refugiados. Cientos de hoteles en los países vecinos están recibiéndolos.

Para los que tuvieron que permanecer en Ucrania, L’Oreal y otras grandes empresas de cosméticos enviaron más de 300.000 productos de higiene, además de 9 millones de dosis de insulina e insumos de Covid-19. Además, General Electric aportó numerosos equipos médicos y la línea aérea low cost irlandesa RyanAir está enviando vuelos con aportaciones de este tipo.

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Las contramedidas, según la terminología de derecho internacional, son aquellas que un Estado perjudicado adopta en respuesta a otro que ha perpetrado un hecho ilícito internacional. Por otro lado, las sanciones son formas similares de represalia, aunque generalmente se refieren a medidas tomadas dentro o dirigidas por organizaciones internacionales.

En ambos casos, suelen adoptar una naturaleza económica ya sea en forma de órdenes de congelación de activos, embargo de bienes o restricción de operaciones comerciales. Un ejemplo reciente son las medidas adoptadas por la Unión Europea y otros Estados frente a Rusia en respuesta a la invasión de Ucrania.

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Como vemos, el mismo conflicto ruso-ucraniano ha puesto de manifiesto una situación sin precedentes en la que, además de las sanciones estatales o institucionales, gran número de empresas multinacionales han tomado medidas privadas, anunciando el cierre de sus establecimientos o el cese de la actividad en dicho territorio, así como llevar a cabo extensas labores solidarias, sumado a una asistencia estratégica crucial.

Las empresas tecnológicas en el ámbito estratégico

En algunos casos, además del cumplimiento con los requerimientos de las sanciones o de la retirada voluntaria del mercado ruso, hay empresas que adoptan una posición proactiva, esta vez dentro de un contexto estratégico. Los casos más significativos se registran en el sector tecnológico, compuesto por gigantes considerados en cierto modo más poderosos que muchos países. Empresas como Apple, Microsoft, Alphabet (Google), Amazon, Tesla y Meta (Facebook) tienen niveles de capitalización de mercado equivalentes al PIB anual de algunos grandes países y controlan tecnologías de absoluto interés estratégico.

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En la actualidad, se ha demostrado que las guerras se libran en muchos frentes y no solo a través de las armas. Horas antes de que Rusia lanzara su invasión de Ucrania el 24 de febrero, Microsoft detectó un ciberataque y asesoró a Kiev para neutralizarlo, según informa la compañía. Días después del inicio de la agresión rusa, la empresa Starlink de Elon Musk entregaba las primeras antenas a Ucrania para mejorar las telecomunicaciones del país utilizando su constelación de satélites. Poco tiempo después, solo tres semanas y media después del ataque, más de 400 empresas ya habían congelado sus actividades en el mercado ruso.

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Más recientemente, tras la recuperación de Jersón por parte de Ucrania en noviembre, se reforzó esta percepción de cómo la Inteligencia y la ayuda brindada desde Occidente al Ejército ucraniano supone un elemento clave para la resistencia ucraniana, así como el acceso a la red. Y es que, en mitad de la ofensiva, el país está recibiendo datos clave para poder resistir e incluso vencer, siendo Internet uno de los medios principales a través de los cuales recibe información por parte de la Inteligencia.

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Raquel Jorge, investigadora del Real Instituto Elcano especializada en la agenda tecnológica digital, apunta una cuestión clave: “Ciertas empresas ofrecen servicios que los propios gobiernos no son capaces de resolver con tanta especialización”. En el pasado, el apoyo esencial que las empresas privadas ofrecían en los conflictos era en el sector industrial de la defensa. Sin embargo, en la actualidad existen conocimientos y servicios digitales que resultan extremadamente relevantes para las guerras de nuestro tiempo.

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Microsoft, la compañía fundada por Bill Gates no solo ha decidido, como tantas otras, dejar de vender sus productos en el mercado ruso, si no que ha asumido públicamente los objetivos de “proteger a Ucrania de los ciberataques” y activarse en contra de “campañas de desinformaciones respaldadas por Estados”, en clara referencia a noticias falsas difundidas por medios rusos. Además, el gigante tecnológico considera que algunos de estos ciberataques podrían suponer una violación la Convención de Ginebra y comparte información en su poder con la OTAN.

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El 28 de febrero, pocos días después del inicio de la invasión, el Gobierno de Kiev anunció que había recibido el primer cargamento de terminales para internet de Starlink, la unidad de satélites de SpaceX, empresa de Elon Musk. El objetivo de la iniciativa es fortalecer la conectividad a Internet en Ucrania a través de una red adicional que pueda actuar como una alternativa cuando se interrumpen otras conexiones.

Sin embargo, esta operación no está exenta de problemas. El mismo Musk ha advertido que las antenas Starlink activadas en algunas partes de Ucrania podrían convertirse en objetivos de ataque rusos, al ser los únicos sistemas de comunicación que no están bajo el control ruso dentro de esas zonas concretas.

Teniendo en cuenta todo lo anterior, resulta evidente el presente y creciente entramado de relaciones entre empresas transnacionales y Estados, lo cual pone de relieve el creciente protagonismo que estas van adquiriendo en el plano jurídico internacional.

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Derecho Internacional y empresas privadas en los conflictos

El tratamiento de las empresas transnacionales como sujetos de derecho internacional es una cuestión que se viene gestando en la comunidad internacional desde hace algún tiempo. Esta se basa principalmente, hasta ahora, en el respeto a los derechos humanos en sus actividades. Sin embargo, la atención ahora ha rotado, situándose en el papel que estas pueden desempeñar en la aplicación del derecho internacional a través de algún tipo de fuerza coercitiva, al menos desde una perspectiva económica.

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A raíz de esto surgen varias preguntas. ¿Debería el efecto coactivo de las medidas adoptadas por las empresas transnacionales situarlas más cerca de ser consideradas como sujetos de derecho internacional? Y, de ser así, ¿merecerían dichas medidas una calificación jurídica específica internacional? Y, ¿Cómo afectaría ello las relaciones entre Estados y empresas transnacionales?

Si bien ejemplos como el de Ucrania evidencian cómo la tendencia es otorgar mayor importancia a las corporaciones multinacionales en el ámbito jurídico internacional, sus consideraciones como sujetos de derecho internacional aún son complejas y están alejadas de la realidad. Sin embargo, se puede predecir que esta cuestión pronto dominará la discusión en los foros internacionales.

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