El estrecho de Malaca, para muchos aún un lugar desconocido, se ha convertido en un punto clave de la geopolítica contemporánea. En este artículo, Javier Pera busca contextualizar la relevancia actual del Estrecho de Malaca y examinar, desde un enfoque teórico, la importancia de los enclaves geopolíticos como los estrechos. También se analiza el rol de las grandes potencias involucradas en la pugna por su control y se reflexiona sobre el futuro del «bottleneck» del comercio global.
El estrecho de Malaca, para muchos aún un lugar desconocido, se ha convertido en uno de los puntos estratégicos más importantes de la geopolítica contemporánea. La creciente traslación del poder económico y comercial al Indo-Pacífico es hoy día una realidad dado el peso comercial y logístico de actores como China, India, Taiwán, Singapur o Indonesia. Como resultado, han surgido diferentes rutas comerciales estratégicas que conectan los continentes de Asia y Oceanía con el resto del mundo.
Situado entre Malasia, la isla indonesia de Sumatra y el pequeño pero poderoso Estado de Singapur, el estrecho de Malaca concentra cerca del 40 % del comercio mundial. A lo largo de la historia, distintos estrechos han ocupado este rol central. En la Edad Antigua fue el Estrecho de los Dardanelos; en la Edad Media, el Estrecho de Gibraltar. Durante la Era de los Descubrimientos, el Estrecho de Magallanes tomó protagonismo, más tarde sustituido por el Canal de Panamá.
En tiempos más recientes, han sido el Estrecho de Hormuz y el canal de Suez los que han ganado relevancia. En el nuevo orden internacional, es el estrecho de Malaca el que concentra la mayor parte de la afluencia comercial. Esto ha generado una pugna geopolítica en torno a su control.
El estrecho de Malaca, la nueva arteria vital del comercio internacional
Este punto se ha convertido en el geoestratégicamente más importante del siglo XXI. Gracias a su conexión entre el océano Índico y el Pacífico, el Estrecho de Malaca concentra el 40% del tránsito del comercio global. Más concretamente, este enclave abarca el 40% gas natural licuado a nivel mundial, así como el 80% del petróleo chino.
Más allá de tratarse de un punto geopolítico de interés, el estrecho de Malaca es vital para economías como la de China o Japón. El 70 % y el 40 % de sus comercios marítimos, respectivamente, navega por las aguas de esta asombrosa formación natural, lo que evidencia su alto grado de dependencia.
➡️ Te puede interesar: Yiwu-Madrid: la línea ferroviaria más larga del mundo
La importancia del estrecho de Malaca radica en su capacidad de conectar el este de Asia, donde se concentran grandes exportadores de recursos básicos, con Oriente Medio, Asia y Europa. Esta conectividad estratégica convierte al estrecho en un paso esencial para el flujo de mercancías y energía a nivel global.
El debate en torno a este enclave es decisivo. China necesita asegurar su control estratégico sobre Malaca para garantizar su comercio, mientras que actores como India, Indonesia o Tailandia buscan equilibrar esa influencia. Antes de pasar al análisis de esta pugna geopolítica, conviene responder a una pregunta clave: ¿por qué es tan importante controlar los estrechos, y más concretamente, Malaca?
Enclaves geopolíticos y nodos de poder
A lo largo de la historia, los estrechos han sido vías de conexión entre territorios, no sólo a nivel comercial, sino también migratorio, cultural y geopolítico. Han favorecido movimientos de población, intercambios culturales y, en muchos casos, se han convertido en escenarios clave durante conflictos internacionales. Es por ello por lo que diversos autores han teorizado y reflexionado sobre la importancia del control de los estrechos en las relaciones internacionales.
El geógrafo John Mackinder, en su teoría del Heartland, expone el papel fundamental del control continental en la geopolítica del siglo XX. Concretamente, subraya la importancia del corazón de Eurasia (Heartland). Mackinder creía que el avance en comunicación y conectividad hacia ese territorio haría menos relevante el dominio marítimo.
Según él, el poder terrestre sería crucial en el futuro. Sin embargo, la realidad geopolítica contemporánea demuestra que las rutas marítimas siguen desempeñando un papel esencial. Afectan al comercio global, la seguridad internacional y el posicionamiento estratégico de los Estados.
➡️ Te puede interesar: Indonesia: la potencia silenciosa de Asia-Pacífico
El control de un estrecho o una ruta marítima con alto tránsito constituye un factor clave. Permite acceder a recursos, mercados y fortalece la proyección de poder. Frente a Mackinder, Alfred Mahan defendió en su Teoría del poder marítimo que el dominio de los mares es vital para el ascenso de las potencias. En este marco, los estrechos se convierten en puntos neurálgicos que otorgan ventajas estratégicas decisivas a quienes los controlan.
Los estrechos marítimos encajan perfectamente en el concepto de enclave o nodo geopolítico. Por su ubicación o características, tienen un valor clave en el control de rutas comerciales y recursos naturales. También son fundamentales para la proyección de poder político o militar. No siempre se trata de un estrecho: también lo son los canales interoceánicos, como el de Panamá; las penínsulas, como Crimea; o corredores montañosos como el Paso de Khyber.
Bajo estas premisas, los estrechos se entienden como auténticos Bottleneck en la geopolítica global. Este término define pasajes marítimos con espacio reducido, alto tráfico, fuerte dependencia y gran valor estratégico. Son especialmente vulnerables a conflictos o bloqueos. El estrecho de Malaca cumple todos estos criterios. Por eso, la pugna geopolítica en torno a su control no es ninguna casualidad, sino una consecuencia lógica de su importancia.
La pugna silenciosa por el control del estrecho
Los actores regionales; China, India, Indonesia, Tailandia y Singapur, tienen unos intereses muy marcados y contrapuestos en torno al control de este estrecho.
China
El objetivo de China es de control del estrecho para su propio beneficio. Su enorme presencia comercial y militar en la región le permite ejercer influencia sobre el enclave estratégico con el fin de dominar el estrecho.
Sin embargo, la alta dependencia de China ante este estrecho supone un riesgo estratégico para su seguridad energética y crecimiento económico, ya que el 80% del petróleo crudo transcurre por Malaca. Esta paradoja que combina proyección comercial con vulnerabilidad estratégica ha sido acuñada por el expresidente chino Hu Jintao como Malaca Dilema.
➡️ Te puede interesar: Disputas territoriales en Asia: la ambición de China más allá del Mar de la China Meridional
La vulnerabilidad de China frente a esta ruta comercial se debe a la presencia de aliados de actores rivales, como Singapur, cercano a Estados Unidos e India. Si no existieran estos vínculos, China probablemente habría ejercido una mayor influencia militar sobre el enclave. Sin embargo, el contexto geopolítico de la región la obliga a buscar rutas comerciales alternativas.
Por ello, ha optado por diversificar sus vías básicas y esenciales, tanto acuáticas como terrestres. El objetivo es reducir su dependencia y exposición a Malaca, aunque eso implique debilitar su presencia en la zona.
Hasta ahora, las alternativas al estrecho de Malaca han resultado insatisfactorias. Rutas como los estrechos de Sunda, Lombok o Makassar presentan diversas limitaciones. Algunas son técnicas, como menor profundidad; otras, económicas, por la longitud de los trayectos, que encarece el transporte.
Como parte del proyecto hegemónico de la Nueva Ruta de la Seda o Collar de Perlas (BRI, por sus siglas en inglés), Pekín también ha explorado rutas terrestres. Entre ellas destacan el Canal de Kra en Tailandia y el Corredor China-Pakistán, que transportaría petróleo desde el puerto de Gwadar hasta Xinjiang. Sin embargo, estas rutas enfrentan dificultades logísticas, como la hostilidad del terreno, y geopolíticas, por atravesar zonas en disputa entre India y Pakistán.
En definitiva, China podría ser uno de los principales beneficiados del estrecho de Malaca por su peso comercial y militar. Sin embargo, razones geopolíticas y logísticas impiden que supere su dependencia. Esta situación la deja expuesta y podría acarrear consecuencias económicas muy graves para el Gigante Asiático.
India
El objetivo de la India es contrarrestar la influencia china y actuar como potencia estabilizadora en la región. Considera el Estrecho de Malaca uno de los principales puntos críticos geopolíticos. Aunque se encuentra geográficamente más alejada, su posición en las islas de Andamán y Nicobar, cerca del extremo occidental del estrecho, le permite proyectar poder naval y vigilar el tráfico comercial.
India coopera militarmente con otros actores a través de la alianza QUAD, en la que participan Estados Unidos, Japón y Australia. Además de esta estructura multilateral, India busca reforzar lazos bilaterales con potencias regionales como Indonesia o Vietnam. Su estrategia se basa tanto en alianzas firmes como en la consolidación de una imagen de actor responsable en el Indo-Pacífico.
➡️ Te puede interesar: Bután: un enclave entre India y China
Dado que los intereses comerciales de India en torno al Estrecho de Malaca no son tan pronunciados, su prioridad es frenar la expansión marítima de China. Lo hace bajo la narrativa de «seguridad marítima y orden liberal abierto». En este marco, la cooperación con Estados Unidos y otros rivales estratégicos de China es clave. Esta postura encaja con la rivalidad silenciosa que mantiene con Pekín: una pugna por la hegemonía regional que evita confrontaciones directas, pero marca el rumbo del Indo-Pacífico.
Indonesia
Indonesia, a pesar de tener una posición geográfica privilegiada y un enorme potencial estratégico en el estrecho de Malaca, ha mantenido históricamente una postura relativamente pasiva respecto al enclave.
Controla el flanco sur del estrecho a través de la isla de Sumatra y posee una gran presencia marítima. Su capacidad comercial extendida y su geografía insular refuerzan su influencia regional en el ámbito marítimo.
Sin embargo, sus prioridades han estado centradas en la estabilidad interna y la seguridad marítima, con especial atención a la lucha contra la piratería y la pesca ilegal. Su política exterior, marcada por la autonomía estratégica y un perfil bajo, la hace reticente a vincularse directamente con China o alinearse abiertamente con el QUAD.
Tailandia
El objetivo de Tailandia es apoyar la diversificación de rutas comerciales por parte de China con el objetivo de obtener un rédito estratégico del Canal de Kra. Esta estrategia constituye la oportunidad perfecta para Tailandia de ganar protagonismo regional en torno al Estrecho de Malaca. Este proyecto aún no ha sido materializado, pero Bangkok ya ha mostrado su apoyo a Pekín.
La posición de Tailandia es tímida, pero efectiva: alinear sus intereses con China, consciente de su escasa influencia geopolítica en la región como actor intermedio.
Singapur
Singapur, a pesar de su reducido tamaño, es uno de los actores más influyentes del Estrecho de Malaca gracias a su puerto, uno de los más transitados del mundo. Su economía depende directamente del libre tránsito marítimo, lo que lo convierte en firme defensor de la libertad de navegación. Esta es la razón por la que se alinea más estrechamente con Estados Unidos, aunque mantiene relaciones pragmáticas con China.
➡️ Te puede interesar: Curso de Experto en China
Singapur se posiciona como un socio indispensable para todas las potencias, ya que cualquier alteración del Estrecho afectaría no solo a Singapur, sino al comercio global. Por eso, su mejor arma es su centralidad en las cadenas de suministro mundiales, lo que le proporciona una protección indirecta muy poderosa.
El pulso geopolítico que define el futuro de Asia
La lucha geopolítica en torno al Estrecho de Malaca ha generado una paradoja. Mientras los Estados buscan incansablemente su dominio, depender excesivamente de él puede ser fatal. Esta vulnerabilidad se agudiza por el complejo juego de alianzas y rivalidades que define el equilibrio de poder en la región indopacífica.
En pocas palabras, el dilema estratégico del estrecho no reside únicamente en controlarlo. La clave está en saber gestionar alianzas, contener tensiones y equilibrar intereses en un espacio decisivo para el comercio global.
➡️ Si quieres adquirir conocimientos sobre Geopolítica y análisis internacional, te recomendamos los siguientes cursos formativos: