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China y España: ¿una relación estratégica en la era multipolar?

Análisis

Roberto Pozas Lázaro
Roberto Pozas Lázaro
Alumno del Máster Profesional de Analista Internacional y Geopolítico de LISA Institute. Jurista y politólogo con especialización en el ámbito internacional. Tiene experiencia en la interpretación de leyes y el análisis de sistemas políticos globales. Su formación interdisciplinaria le permite abordar retos complejos en contextos multinacionales. Está comprometido con la excelencia y la ética profesional y busco contribuir de manera significativa en entornos diversos.

Las relaciones entre China y España han ganado un peso estratégico creciente en medio de un escenario internacional cada vez más complejo y multipolar. En este artículo, Roberto Pozas Lázaro, alumno del Máster Profesional de Analista Internacional y Geopolítico de LISA Institute analiza su evolución reciente y las implicaciones económicas, culturales y diplomáticas para ambos países.

El orden internacional atraviesa la mayor reestructuración desde el fin de la Guerra Fía. Estados Unidos, antaño hegemón, atraviesa un periodo de declive. Al mismo tiempo, la República Popular de China emerge como una potencia capaz de rivalizar directamente con Washington. Sin embargo, el nuevo orden internacional no se encamina hacia una bipolaridad. Todo apunta a un escenario multipolar, donde actores como Rusia, India, Japón y la Unión Europea también jugarán papeles clave. Sus influencias regionales, en muchos casos, podrían superar la capacidad de Estados Unidos.

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En este contexto, España vive una coyuntura única. En plena guerra comercial, y mientras la Unión Europea busca una mayor autonomía estratégica respecto a Washington, el país refuerza sus vínculos con Pekín. Consciente de su posición geográfica privilegiada y de su riqueza cultural, España aspira a convertirse en un actor clave. Forma parte de la estrategia de diversificación internacional del bloque europeo.

El contexto global

En el escenario internacional actual, China se perfila como la potencia dominante a corto plazo, si no lo es ya. Pekín ha redefinido su relación con Occidente y ha priorizado la expansión de su influencia en zonas donde Estados Unidos y otros actores han perdido capacidad de acción. Allí donde Occidente se repliega, China avanza. Su diplomacia económica, el desarrollo tecnológico y la ambiciosa Iniciativa de la Nueva Ruta de la Seda han sido claves en la consolidación de su poder en un entorno global cada vez más competitivo.

España, por su parte, forma parte del bloque europeo y goza de una ventaja estratégica clara. Es uno de los Estados más influyentes del Mediterráneo occidental. Su papel como puente natural y político entre Europa y regiones en disputa, como África y América Latina, le permite negociar asociaciones estratégicas. Estas alianzas refuerzan su peso geopolítico y económico.

La relación China- España

Las relaciones entre España y China tienen una sólida trayectoria histórica, que se remonta a la época franquista, cuando España reconoció a Taiwán como parte de la República Popular China (RPC). Sin embargo, este vínculo bilateral cobró mayor relevancia durante las décadas de 1980 y 1990, coincidiendo con el auge económico de China.

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Durante este período, se suscribieron numerosos acuerdos en los ámbitos económico, educativo y tecnológico. Estos pactos sentaron las bases de la relación actual, reflejada en los acuerdos firmados entre ambos gobiernos en el pasado abril.

En el ámbito económico, el comercio bilateral ha experimentado un crecimiento sostenido en las últimas décadas.

A pesar de esto, persiste un marcado desequilibrio en la balanza comercial, ya que España importa mucho más de lo que exporta.
Las principales importaciones españolas desde China incluyen equipos tecnológicos, baterías eléctricas y textiles. Por su parte, las exportaciones se concentran en productos químicos, minerales y cárnicos. China es, además, el segundo mayor socio comercial de España fuera de la Unión Europea. Esto refuerza su relevancia estratégica en el diseño de una política exterior sostenible.

España también ha logrado posicionarse como una puerta de entrada esencial para las empresas chinas en Europa. Destacan sectores como energías renovables, infraestructuras y turismo, que actúan como pilares fundamentales de esta cooperación.

En el terreno de las inversiones, estas han cobrado un peso significativo. En 2023, España invirtió más de 90 millones de euros en China, mientras que las inversiones chinas en España superaron los 130 millones de euros. Este flujo posiciona a China como el tercer mayor inversor asiático en el país. También la convierte en el principal receptor de inversión española en Asia, consolidando una relación económica mutuamente beneficiosa.

No se puede ignorar el contexto geopolítico actual, marcado por la necesidad de diversificación comercial ante la nueva dinámica de la administración estadounidense.

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España, al igual que otras naciones, ha buscado establecer relaciones comerciales más sólidas con actores internacionales clave. China, como líder mundial en la producción de tierras raras y minerales esenciales para la transición energética, representa un socio imprescindible. Su papel es clave para alcanzar los objetivos de la Agenda 2030. Además, la pujante industria china de vehículos eléctricos rivaliza directamente con sus contrapartes estadounidenses, consolidando su relevancia en el panorama global.

El turismo chino desempeña un papel de especial relevancia en España. La llegada de turistas de este país, cuyas visitas no coinciden con las temporadas altas tradicionales, contribuye a la desestacionalización del sector turístico. Este sector genera una gran cantidad de empleo, lo que añade un valor estratégico adicional a las relaciones bilaterales entre ambas naciones.

En cuanto a la cooperación cultural y académica, las relaciones bilaterales también son sólidas.

Desde los años 80, el intercambio educativo y científico ha sido constante. La asociación estratégica establecida en 2005 ha favorecido reuniones periódicas en foros especializados. Instituciones como el Instituto Cervantes y el Instituto Confucio han desempeñado un papel crucial en la promoción del entendimiento mutuo. Además, han ampliado los horizontes diplomáticos y educativos entre ambas naciones.

El reciente paquete de acuerdos bilaterales, compuesto por siete tratados, busca equilibrar la balanza comercial y facilitar el acceso de productos españoles al mercado chino. Al mismo tiempo, fortalece la cooperación cultural y educativa.

Entre los acuerdos comerciales, destacan medidas como la ampliación de la lista de subproductos porcinos exportables. También se incluye la incorporación de cerezas españolas en los protocolos de exportación hacia China, una novedad significativa. Además, se promueve la exportación de productos sanitarios, medicamentos y cosméticos.

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Los acuerdos restantes están dirigidos a profundizar la cooperación en los ámbitos cultural, político, educativo y científico. Se pone especial énfasis en la colaboración entre laboratorios y el fomento de alianzas empresariales. Todo ello consolida una relación multifacética orientada al desarrollo mutuo.

Retos, oportunidades y perspectivas futuras

Mientras el Gobierno de España estrechaba lazos con China y otros Estados de la región, el Gobierno italiano visitaba Washington para rebajar tensiones. Buscaban también normalizar las relaciones comerciales con Estados Unidos.

Aunque ambos enfoques son distintos, reflejan una realidad ineludible: Estados Unidos ya no es el socio confiable de décadas pasadas. Esto obliga a Europa a diversificar sus horizontes diplomáticos y comerciales. Bruselas ha comenzado a aplicar esta visión, con visitas y acuerdos recientes con países de Asia Central. Estas acciones evidencian la búsqueda de nuevas alianzas estratégicas.

Los acuerdos entre Madrid y Pekín, sin embargo, no han estado exentos de críticas. El Secretario del Tesoro de Estados Unidos advirtió que esta redirección podría resultar perjudicial, describiéndola como «cortarse el propio cuello».

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A pesar de estas advertencias, las relaciones sino-españolas se consolidan en un contexto geopolítico donde la diversificación de alianzas es clave. Este enfoque resulta fundamental para sostener el crecimiento económico y político de España y de Europa.

Uno de los principales retos que enfrenta España en este nuevo escenario es equilibrar su acción exterior con las directrices de la Unión Europea y la OTAN. Ambas organizaciones perciben a China como un rival estratégico. Sin embargo, al mismo tiempo, la UE reconoce su importancia como socio económico clave.

Este equilibrio es crucial para evitar tensiones internas dentro del bloque europeo y transatlántico. Además, el significativo déficit comercial entre España y China sigue siendo un desafío a superar. España, con los nuevos acuerdos, busca precisamente mejorar esta balanza, facilitando la entrada de productos clave del sector agrícola y farmacéutico al mercado chino.

Otro reto importante radica en las diferencias regulatorias y la naturaleza del mercado chino, que requiere adaptaciones tanto a nivel interno como en las negociaciones bilaterales para garantizar un comercio justo y equilibrado. A pesar de estas dificultades, las relaciones sino-españolas presentan claras oportunidades.

España se posiciona como un puente natural entre China e Iberoamérica, aprovechando sus lazos históricos con esta región para fomentar una mayor cooperación económica y diplomática, añadiendo el hecho de que China es un socio comercial vital para numerosos países de la región. Por el contrario, China es un socio crucial en la transición hacia tecnologías verdes y la descarbonización, liderando la producción de minerales esenciales y tierras raras.

En el ámbito internacional, la colaboración entre España y China puede fortalecer la influencia de ambos países en foros como la ONU y el G20, permitiendo una mayor proyección de sus intereses comunes. Sin embargo, surge la pregunta de si España podrá equilibrar estas relaciones con Estados Unidos, la Unión Europea y China.

Aunque la oportunidad de ser un puente entre China y la UE es prometedora, España debe manejar con sumo cuidado esta ampliación de lazos con Pekín. La hostilidad de Estados Unidos hacia cualquier incursión en su esfera de influencia podría generar respuestas adversas que afecten negativamente a los intereses españoles.

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En el contexto actual, donde prevalece un enfoque pragmático en política exterior, la Unión Europea podría avanzar hacia una relación más equilibrada con China. Esto implicaría un distanciamiento gradual de su dependencia de Estados Unidos.

España, en este marco, tiene una oportunidad única de posicionarse como un actor clave en la redefinición de alianzas globales. Para lograrlo, deberá gestionar con prudencia las tensiones geopolíticas y mantener un delicado equilibrio entre sus principales socios.

Conclusión

La asociación estratégica entre China y España refleja con claridad los cambios en la geopolítica contemporánea. Estos cambios marcan el paso de un mundo unipolar, dominado por Estados Unidos, a otro multipolar, donde las potencias medias ganan protagonismo. Este reajuste de poderes abre oportunidades significativas para que países como España contribuyan al equilibrio global. Para ello, deben alinear intereses económicos, estratégicos y culturales dentro de un contexto internacional dinámico.

El desafío, por tanto, radica en profundizar las relaciones con China sin comprometer la identidad europea ni los principios democráticos que sustentan la política exterior española. Al mismo tiempo, España puede desempeñar un papel de puente entre la UE y China, así como entre esta e Iberoamérica. Este enfoque no solo permitirá maximizar los beneficios de sus relaciones bilaterales y comerciales, sino también aportar a un orden global multipolar más estable.

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