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Filipinas en el juego geopolítico: entre Estados Unidos y China

Análisis

Daniel Zambrano Mulero
Daniel Zambrano Mulero
Estudiante del Grado de Relaciones Internacionales en la Universitat Oberta de Catalunya. Apasionado por la geopolítica, las dinámicas de dependencia entre regiones y Estados, y la seguridad internacional, con especial interés en Asia-Pacífico. A lo largo de mi vida académica he desarrollado distintos roles, como el de analista, representante de programas de cooperación internacional, mediador internacional, proporcionándome perspectiva y conocimientos sobre política, macroeconomía y derecho internacional. En el terreno laboral, soy sanitario desde el 2016. He estado en hospital, aunque el grueso de mi carrera laboral se ha desarrollado en el sector odontológico.

Explora el complejo panorama geopolítico que enfrenta Filipinas mientras equilibra sus relaciones entre Estados Unidos y China en el disputado Mar de China Meridional. Desde su acercamiento inicial a Beijing hasta las tensiones con Washington.

En el juego de ajedrez geopolítico actual, Filipinas destaca por su rica historia, su ubicación geográfica estratégica y también por ser el epicentro de una compleja red de tensiones y alianzas que resuenan en todo el mundo. La nación insular, cuya soberanía fue moldeada por siglos de colonialismo español y posterior tutela estadounidense, se encuentra ahora en una encrucijada histórica. Manila navega un turbulento mar entre el ascenso de un gigante asiático y la influencia tradicional de las potencias occidentales.

Moldeada por décadas de cooperación militar y económica, la relación de Estados Unidos con Filipinas ahora destaca por una creciente incertidumbre. Si bien es profunda, la alianza enfrenta escepticismo sobre la continuidad del apoyo estadounidense en momentos críticos, dada la reciente agitación en alianzas como la OTAN. En este contexto, se plantean serias dudas sobre la capacidad de Estados Unidos de ser un pilar de seguridad en el escenario asiático.

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Al mismo tiempo, el acercamiento inicial de Manila a Beijing, bajo la administración del presidente Ferdinand Marcos Jr., ha experimentado una evolución interesante. La promesa de una «nueva era dorada» en las relaciones bilaterales ha sido ensombrecida por una serie de acciones agresivas en el Mar de China Meridional que han impactado profundamente el tejido de confianza entre ambos países. Incidentes como el uso de láseres militares contra embarcaciones filipinas y el bloqueo de acceso a recursos en su propia zona económica exclusiva han escalado las tensiones, revelando los verdaderas intereses detrás de la diplomacia china.

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El presidente filipino, Ferdinand Marcos Jr., reconoció en Bloomberg TV que la amenaza de China en el mar de la China Meridional sigue avanzando, por lo que deben hacer más para defender su territorio. Por su parte, los funcionarios chinos insisten en que el gobierno de Marcos está alimentando el riesgo de conflicto, marcando una clara división en la percepción y estrategia entre ambos países.

Lejos de ser incidentes aislados, esta serie de agresiones son parte de la estrategia de China para asegurar su dominio en una región de importancia estratégica crucial. El más reciente de estos enfrentamientos se produjo el 23 de marzo de 2024, cuando, según reportes de Philstar.com por Gaea Katreena Cabico, la Guardia Costera China (CCG) empleó cañones de agua contra un barco de suministro filipino cerca de Ayungin Shoal (Segundo Bajío Thomas), causando no solo daños materiales, sino también lesiones al personal a bordo. Este incidente subraya la volatilidad persistente en el área y demuestra la disposición de China a recurrir a la fuerza para afirmar sus reclamaciones marítimas. 

La reacción de Filipinas ante este último incidente ha sido firme. El gobierno filipino, expresando que no se dejará disuadir por tales amenazas, ha reafirmado su compromiso de continuar ejerciendo sus derechos legales en sus zonas marítimas.

Por su parte, Estados Unidos ha condenado las acciones de China y el portavoz del Departamento de Estado, Matthew Miller, ha declarado el apoyo estadounidense a su aliado Filipinas y reafirmado el compromiso de defensa conforme al Tratado de Defensa Mutua de 1951. Este enfrentamiento sigue con la reciente visita a este país del secretario estadounidense, Antony Blinken, quien reiteró el apoyo de Washington a Manila frente a agresiones en la región, condenó las acciones de China y reafirmó el compromiso de defensa con Filipinas.

Filipinas en la mirada de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático

La posición de Filipinas en el Mar de China Meridional no solo ha llamado la atención de potencias globales como Estados Unidos y China, sino que también ha puesto en alerta a los miembros de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN). En un episodio reciente del pódcast ‘Asian Insider’ de The Straits Times, se exploró por qué la estrategia de Filipinas en el Mar de China Meridional la sitúa a la vanguardia en términos de compartir la carga de la seguridad en esta importante región.

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Según el análisis ofrecido por el exalmirante de la Marina filipina, Rommel Ong, ahora profesor de praxis en la Escuela de Gobierno de Ateneo en Filipinas, y el Dr. Colin Koh, investigador senior en la Escuela S. Rajaratnam de Estudios Internacionales en la Universidad Tecnológica de Nanyang en Singapur, Filipinas está tomando medidas significativas para asegurarse no ser el eslabón débil dentro del Tratado de Defensa Mutua entre Washington y Manila. Este compromiso se refleja en el Presupuesto Nacional de Filipinas para 2024, que destina 103.5 mil millones de dólares estadounidenses para defensa y asuntos marítimos, un 9.5% más que en 2023.

La nueva administración de Manila ha adoptado una postura más robusta frente a China en comparación con su predecesor, Rodrigo Duterte. Ello indica un giro potencial en la política de defensa del país. Sin embargo, como señalan Ong y Koh, adaptar la postura de fuerza de Filipinas después de décadas centradas en una de las campañas de contrainsurgencia más largas de Asia, tomará tiempo para mostrar resultados reales.

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Este enfoque renovado en la defensa y la soberanía se produce en un momento de creciente incertidumbre sobre el papel de Estados Unidos en la región, especialmente con la posible vuelta al poder del expresidente Donald Trump y la expectativa de que una nueva administración republicana pueda exigir un mayor gasto en defensa por parte de sus aliados.

La situación en el Mar de China Meridional, especialmente los enfrentamientos recientes entre China y Filipinas, está siendo observada de cerca por otros estados miembros de la ASEAN con reclamos en el área. La postura de Filipinas en estas aguas disputadas podría servir de manera similar a Taiwán, como una prueba decisiva de la resolución tanto de China como de Estados Unidos.

India y Filipinas: alianza ante la amenaza china

En este mare magnum, actores externos como India han mostrado gran interés en apoyar a Filipinas, tanto políticamente como mediante el suministro de capacidades militares avanzadas. Esta cooperación incluye la adquisición de misiles de crucero supersónicos, lo cual está en línea con el interés compartido de contrarrestar el avance de la estrategia llamada el «Collar de Perlas», una red de bases militares chinas que pretende cercar a la India y proyectar su poder a lo largo de rutas clave. El apoyo de Nueva Delhi a Manila no solo fortalece la posición de Filipinas en su disputa territorial, sino que también señala la formación de un frente común contra la hegemonía china en Asia.

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La verdadera encrucijada para Filipinas radica en la disyuntiva entre su relación económica con China, su mayor socio comercial, y la necesidad imperante de salvaguardar su soberanía y seguridad nacional. La pregunta sobre si Filipinas desea o puede permitirse un enfrentamiento con China se torna cada vez más relevante, especialmente cuando se considera la posibilidad de un bloqueo económico por parte de Beijing y la incertidumbre sobre el respaldo de Trump en caso de una agresión directa.

Cabe destacar que Estados Unidos estaría obligado a defender a Filipinas gracias al tratado de defensa mutua firmado entre ambos países en 1951, el cual establece que «cualquier ataque armado contra las fuerzas armadas, el territorio, o los buques y aeronaves de cualquiera de las partes, sería considerado un peligro para la paz y la seguridad propias, obligando a ambas naciones a actuar en defensa mutua».

La encrucijada de Filipinas: equilibrio entre China y la soberanía nacional

La determinación de Filipinas de diversificar sus alianzas y fortalecer su arsenal militar refleja una estrategia de equilibrio y, en definitiva, una autoconservación frente a las presiones externas. En este juego de poder, Manila busca no solo preservar su integridad territorial, sino también asegurar un futuro en el que su voz sea escuchada y respetada. La soberanía, al igual que la autoridad, no se negocia, sino que se impone.

La verdadera encrucijada para Filipinas radica en la disyuntiva entre su relación económica con China, su mayor socio comercial, y la necesidad imperante de salvaguardar su soberanía y seguridad nacional. A medida que el país se esfuerza por mantener un equilibrio entre estos dos hegemones, se hace evidente que cualquier escalada en el conflicto podría tener consecuencias devastadoras, tanto en términos económicos como de seguridad. Contrario a la percepción común, la chispa que encienda el próximo conflicto en Asia involucrando a Washington podría surgir en Filipinas, no en Taiwán.

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