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¿Cuáles son los intereses de Rusia, Irán y Turquía en Siria?

Análisis

Lucía Carbayo
Lucía Carbayo
Colaboradora en LISA News. Especializada en el ámbito de los Estudios Internacionales y de la Ciencia Política. Interesada en el ámbito de la Seguridad Internacional, los procesos de paz y de resolución de conflictos internacionales.

En este artículo de LISA News te explicamos, en claves, los intereses de Rusia, Irán y Turquía en Siria.

El conflicto sirio comenzó con las protestas populares contra el régimen dictatorial de Bashar al-Assad que sucedieron en 2011 en la ciudad de Deraa. Ese año ya habían iniciado una serie de movilizaciones, conocidas como las Primaveras Árabes, que reclamaban más derechos democráticos en países de Oriente Medio y el Norte de África, como Libia o Túnez. 

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En Siria, los grupos opositores a Bashar al-Assad, demandaban más democracia, oportunidades económicas y justicia social. Sin embargo, lo que a primera vista comenzó como una serie de protestas contra un régimen dictatorial, rápidamente se convirtió en una guerra que se mantiene en la actualidad y que enfrenta a distintos grupos que reciben el apoyo de diferentes países extranjeros.

Con el tiempo, las protestas se fueron extendiendo a las principales ciudades sirias, como Homs, Alepo y Damasco y el régimen de al-Assad reaccionó con una fuerte represión, llegando a asesinar a centeneres de opositores. Tras los enfrentamientos que sucedieron en 2011, la oposición al régimen se fue radicalizando y aparecieron multitud de grupos rebeldes, financiados por las monarquías del Golfo Pérsico, como Arabia Saudí. 

De esta forma, se conformó el grupo terrorista ISIS en 2013, que llegó a controlar grandes partes de Siria en los años 2014 y 2017. ISIS ocupó y arrasó muchas de las ciudades, poblaciones y monumentos históricos. De ideología yihadista, el ISIS pretendía eliminar a grupos étnico-religiosos considerados como herejes, entre los que se encontraban los yazidís. Además, el grupo terrorista cometió varios atentados en capitales europeas como París, Bruselas, Londres o Barcelona. 

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¿Cómo Siria se convirtió en un tablero de la geopolítica?

El conflicto sirio pronto se internacionalizó. Países europeos como Francia y Reino Unido intervinieron en el conflicto en 2014, apoyando a los grupos sublevados moderados -como los kurdos- y luchando contra la expansión del ISIS. Por otro lado, Rusia e Irán intervinieron para apoyar el régimen de Bashar al-Assad. En 2019, Turquía lanzó una serie de operaciones militares para apoyar a los rebeldes. De esta forma, Siria se convertía en un tablero de la geopolítica. 

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La guerra civil en Siria ha causado entre 300.000 y 400.000 víctimas mortales. En la actualidad, tras 11 años de conflicto, Siria continúa sumida en una grave crisis económica, con más de 12 millones de personas que se han visto obligadas a desplazarse de sus hogares, según los datos proporcionados por ACNUR (Alto Comisonado de las Naciones Unidas para los Refugiados). Las armas químicas han sido usadas tanto por el régimen de al-Assad como por el ISIS contra los kurdos. 

En 2015 entró en vigor un acuerdo de paz firmado en la capital de Kazajistán, conocido como Astaná, que fue ideado por Rusia y apoyado Irán y Turquía con el propósito de consolidar una tregua en Siria, separar la oposición “moderada” de los grupos yihadistas y aliviar a la población civil, creando zonas de “desescalación” en la provincia de Idlib. Estas últimas son territorios en los cuales no se permite el enfrentamiento armado.

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A pesar de haber firmado el plan de paz, la guerra en Siria nunca ha cesado, porque las partes implicadas no están dispuestas a renunciar a la victoria, los grupos terroristas siguen actuando en Siria y la violencia persiste. 

¿Qué interés tiene Rusia en Siria?

Rusia fue el último actor que intervino militarmente en Siria, en septiembre de 2015, aunque Vladimir Putin mantuvo un apoyo diplomático directo al régimen de Bashar al-Assad desde el comienzo del conflicto, a través del veto a cualquier resolución de la ONU que condenara el conflicto en Siria. 

Como expone Mira Milosevich-Juaristi, investigadora principal del Real Instituto Elcano, las finalidades estratégicas rusas a largo plazo en Oriente Medio son, en primer lugar, “el sostenimiento de regímenes dictatoriales para evitar la desestabilización de los Estados y, en los ya fracturados, el apoyo a las minorías elegidas”.

Como explica la experta, a diferencia de los occidentales, que insisten en la creación de Estados democráticos en la región, “los rusos parten de la idea de que esto ha demostrado ser imposible y que el equilibrio del poder no descansa en los valores liberales y las potencias extranjeras (EEUU) sino en los actores regionales según su poder militar y religioso”. Su apoyo a los alauíes en Siria, a los kurdos en toda la región y a los chiíes en Irak son buenos ejemplos de ello. 

En segundo lugar, desde la intervención militar rusa en Siria se el ISIS se ha consolidado y han aumentado las oleadas de refugiados hacia Europa. Esto último, según Milosevich-Juaristi  “sugiere que ambos fenómenos forman parte de una estrategia más amplia: dividir a los rebeldes y presentarse, junto con el legítimo régimen de Bashar al-Assad”, como centinela frente el yihadismo, haciéndose imprescindible en la lucha común contra el terrorismo islámico, así como aumentar la vulnerabilidad y debilidad de la UE”.

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Por último, Rusia ha fortalecido su cooperación con los servicios secretos de Irak, Irán y Siria, y “ha coordinado sus operaciones de mar y aire con el ejército sirio y las milicias iraníes”. Para la experta, la intervención rusa perseguía una estrategia principal “cambiar la dinámica del conflicto y ha logrado alterar el balance de fuerzas, salvando al régimen de al-Assad y convirtiendo a Rusia en un actor y árbitro indispensable en la zona”.

¿Qué intereses tienen Irán en Siria?

Irán es aliado de al-Assad desde la década de los ochenta, durante el conflicto entre Hafez al-Assad y Sadam Hussein. La alianza de Siria e Irán tiene fundamentos geoestratégicos. Siria sirve a Irán como plataforma logística desde la que apoyar a la milicia libanesa Hezbolá. Otro de los puntos clave que sustentan la alianza es el apoyo de Siria a uno de los principales pilares de la política iraní: el enfrentamiento con Israel.

Desde 2014, comienzo de la guerra siria, Irán mostró su apoyo a Bashar al-Assad, pues Irán es su principal aliado en la región. La intervención iraní en el conflicto sirio se ha desarrollado sobre tres pilares principales: la lucha contra Estados Unidos, el enfrentamiento contra Arabia Saudí y la lucha contra los salafistas, especialmente ISIS y los grupos asociados a Al Qaeda.

Irán ha apoyado al régimen de al Assad mediante el envío de dinero, de armamento y efectivos militares – fundación de milicias extranjeras chiíes y el grupo armado libanés Hezbolá con el propósito de aumentar su influencia en la región -, así como de petróleo y ayuda humanitaria. Las milicias chiíes fueron una pieza clave en el conflicto para apoyar al régimen sirio. 

Más allá de los intereses políticos de Irán en Siria, el primero también tiene intereses en la explotación de minas de fosfatos, retomar la construcción del oleoducto que atraviesa Iraq y desemboca en Siria, establecer bases navales en Siria y Yemen, etc. 

¿Qué intereses tiene Turquía en Siria?

Turquía, un país de mayoría musulmana suní, apoyó a los grupos suníes en el conflicto (igual que hicieron las monarquías Golfo Pérsico). Sin embargo, la posición de Turquía es más compleja, pues al mismo tiempo que se opone al régimen de al-Assad, no busca su derrocamiento total, pues teme el surgimiento de Estado independiente kurdo, que es inaceptable para Ankara. Por este motivo, Turquía ha apoyado a diversos grupos rebeldes, incluido el ISIS, pues considera que son la única fuerza que podría frenar el independentismo kurdo. 

La implicación de Turquía en el conflicto ha sido gradual. Hasta 2014, Turquía había mantenido una actividad indirecta en el conflicto. Ese mismo año desplegó 300 soldados en el territorio sirio y estableció una franja de seguridad entre los dos países conocida como “glacis de seguridad”.

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En 2015 bombardeó las posiciones Kurdas en el norte de Siria, a través de la “Operación Manantial de Paz”, pues Ankara consideraba “terroristas” a las Unidades de Protección Popular (kurdos sirios) por sus posibles vínculos con el proscrito Partido de los Trabajadores de Kurdistán, la guerrilla kurda activa en Turquía. Esta ofensiva generó la huida de 6 millones de desplazados internos y cerca de 6 millones de refugiados acogidos de Sirios kurdos.

El objetivo de Ankara era doble: por un lado, arabizar el sur de su frontera, que quedaría a partir de ese momento bajo el control de las milicias y, por otro, ampliar la franja de seguridad establecida hasta 30 kms.

E 2016 apoyó militarmente a diversos grupos rebeldes en Jarablús, con el doble objetivo de expulsar a los miembros del ISIS y evitar la expansión de las tropas kurdas.

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