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Estados Unidos, China y el estatus de Taiwán

Análisis

Paula Gómez Moñiz
Paula Gómez Moñiz
Estudiante de Relaciones Internacionales interesada en Geopolítica y Derechos Humanos.

El presidente estadounidense, Joe Biden, ha declarado que ante la posibilidad de que China trate de tomar Taiwán por la fuerza Estados Unidos respondería con una intervención militar en la isla. Las claves para entender la importancia del estatus de Taiwán para la estabilidad de la región.

El presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, aseguró el 23 de mayo de 2022 que intervendría militarmente en caso de que Pekín intente “tomar Taiwán por la fuerza”. “Estados Unidos se ha comprometido a apoyar la postura de ‘una sola China’, pero eso no significa que China tenga la jurisdicción de usar la fuerza para tomar Taiwán”, declaró Biden tras ser preguntado por esta posibilidad durante una comparecencia ante los medios en el marco de su visita a Japón.

Estas declaraciones también llegaron tras unas maniobras con aviones realizadas por China y en las que volaban muy bajo alrededor de Taiwán, lo que ha sido considerada una provocación. Biden se reunió con su homólogo japonés, Fumio Kishida, en Tokio con el objetivo de estrechar su cooperación ante los desafíos que supone el comportamiento de China o el desarrollo armamentístico de Corea del Norte para la región de Asia-Pacífico.

Durante la declaración ante los medios, Biden llegó a comparar la invasión de Ucrania con el supuesto de que China actuara de la misma manera, algo que, según el presidente estadounidense, desestabilizaría toda la región.

Recordamos que, a finales de 2021, Taiwán mostró su preocupación sobre la capacidad china de realizar una invasión a gran escala en la isla, después de que gran cantidad de aviones sobrevolaran la zona de defensa aérea del país. El presidente de Taiwán, Chiu Kuo-cheng afirma que Pekín tiene la capacidad suficiente como para lanzar un ataque, y que lo único que lo retiene ahora mismo es el precio que tendrá que pagar ante la comunidad internacional.

El presidente Biden se ha encargado de enfatizar en su discurso que “Rusia tiene que pagar un precio a largo plazo por sus acciones” con el objetivo de lanzar un mensaje fuerte hacia la gran potencia sobre la veracidad de las consecuencias que recibiría. De lo contrario, “¿qué señal envía eso a China sobre el costo de intentar tomar Taiwán por la fuerza?”, se preguntaba.

Históricamente, la Casa Blanca no se había posicionado ante la posibilidad de un ataque sobre la isla por parte del gobierno chino. Estados Unidos siempre ha afirmado su reconocimiento sobre “la China Unida”; sin embargo, no reconoce oficialmente su reclamo sobre la isla, y por ello proveen armas a Taiwán con el fin de defenderse.

“Estamos de acuerdo con la política de Una Sola China. La firmamos y todos los acuerdos correspondientes se hicieron a partir de ahí, pero la idea de que se puede tomar por la fuerza, simplemente tomar por la fuerza, es inapropiada” con estas declaraciones, condena la posibilidad de la invasión y reafirma su voluntad de mantener la paz y la estabilidad en el Estrecho de Taiwán.

¿Por qué interesa tanto el estatus de Taiwán?

Taiwán lleva gobernándose de forma autónoma desde 1949, con el final de la Revolución China que empezó en 1927. Cuando el Partido Comunista chino de Mao Tse Tung, apoyado por la Unión Soviética, se impuso al ejército de la República de China, con ayuda de Estados Unidos, estos últimos tuvieron que huir a la isla de Taiwán, confirmando el triunfo de la revolución comunista en la China continental, y reduciendo su control a la isla de Formosa.

Desde entonces, el gobierno comunista chino, que no ha gobernado en ningún momento Taipéi, ha considerado la isla como una “región rebelde”, al abogar que históricamente Taiwán ha formado parte intrínseca de la China Unida, ya que ha estado siempre bajo el mismo mando; y aunque no la llegaran a controlar Taiwán al igual que el resto del país, reclaman que el territorio siga unido a la China continental y se establezca bajo su gobierno.

La República China de Taiwán es formalmente reconocida como una región autónoma que pertenece a la República Popular, a pesar de cumplir todos los requisitos para ser considerado un país soberano: territorio con fronteras delimitadas, población permanente de más de 23 millones de personas, un gobierno efectivo (incluso un parlamento independiente elegido democráticamente) y relaciones internacionales con otros países (aunque es solo reconocida por 15 estados).

El único problema que se presenta para que oficialmente Taiwán declare su independencia es la amenaza China de entrar por la fuerza en la isla si esto ocurre. El gobierno comunista aprobó una ley antisecesión que impide que el país con reconocimiento limitado pida su separación completa de la parte continental. En el artículo que se estipula esta decisión se especifica la voluntad de lograr una reunificación mediante medios pacíficos, aunque también establece medios beligerantes como última instancia para impedir una independencia completa y efectiva.

A partir de dicha independencia encontramos dos países que no se reconocen mutuamente, la República Popular de China en el continente, y la República China en la isla de Formosa, Taiwán. ¿Pero quién recibe más apoyo? La situación para Taiwán es muy compleja.

A pesar de que Estados Unidos está dispuesto a pelear por la independencia taiwanesa como ha informado hoy mismo, el país americano no reconoce diplomáticamente Taiwán, para ellos no es un estado soberano. Históricamente, en los inicios de las Naciones Unidas era la República China de Taiwán la que se encontraba en el Consejo de Seguridad y poseía el derecho a veto, pero los acercamientos de Richard Nixon con el régimen de Mao, provocan que en 1971 se decida que la república china oficial sea la República Popular.

Taiwán fue dejado de ser reconocido como un país soberano por parte de Estados Unidos en 1978, reconociendo a Pekín definitivamente como el único gobierno legal de China con el objetivo de normalizar relaciones con el gobierno comunista. Además, no solo ellos dejaron de reconocerlo, incluso las Naciones Unidas, tras el remplazo por Pekín, dejó de reconocer al país como un estado soberano, y no forma parte de la organización, China es quien les representa.

En marzo de 2022 se volvió a abrir el debate, el exsecretario de Estado del país durante la presidencia de Donald Trump, Mike Pompeo, instó al actual gobierno a reconocer la soberanía y libertad de Taiwán. El exsecretario considera que es una realidad inconfundible, y declara que no se presenta la necesidad de que se declare la independencia “porque ya es un país independiente”.

La Casa Blanca, como mayor socio comercial de la isla, mantiene bajo el nombre de “Instituto Americano en Taiwán” una especie de consulado/embajada “oculta”, ya que realizan labores de gestión de visas, entre otras cosas, como hace cualquier misión diplomática. Sin embargo, no se trata una embajada oficial, pues esto supondría el reconocimiento directo del país, lo que enfadaría al gigante asiático.

No es el único caso, más de medio planeta mantiene relaciones con Taiwán al margen de China, sin embargo, nadie quiere enfadar al país continental, ni provocar una invasión en la isla, por lo que el reconocimiento es muy limitado. La amenaza que supone China incluso obliga a que empresas internacionales nombren Taiwán como una provincia del país.

El periodista de “The Atlantic” destinado en Taipéi, Chris Horton, destaca la importancia estratégica de Taiwán, su economía, posición geográfica y la seguridad de la isla son fundamentales para los intereses estadounidenses. Si la isla llegara a ser controlada efectivamente por el gobierno comunista, China pasaría a ser la potencia del pacífico con más poder sobre las tecnologías más avanzadas; además, podría cortar los envíos de petróleo de Japón y Corea del Sur hacia sus bases militares, lo que provocaría la salida estadounidense del Pacífico, delegando todo el control a Pekín.

Según uno de los investigadores principales de Estados Unidos y Diálogo Transatlántico de Elcano, Soeren Kern, “permitir que Taiwán se una a China por la fuerza o la coerción sería fatal para el liderazgo estadounidense en Asia Oriental”. El desarrollo armamentístico chino ha sido la clave para que Estados Unidos se inmiscuya en el conflicto, con el objetivo de “disuadir y tranquilizar” ambas partes del Estrecho de Taiwán y mantener el equilibrio de poder en la región.

El experto habla de un posible enfrentamiento entre Taiwán y China como causa de inestabilidad en todo Asia, debido a que Estados Unidos se vería obligado a intervenir, ya que es uno de los garantes de estabilidad en Asia Oriental; mientras tanto, Europa, por su parte no tiene presencia militar en la región; sin embargo, sí que sufriría las consecuencias indirectas de un conflicto en la zona.

Sin duda alguna, una de las razones por las que Washington (y el resto de potencias) no reconoce a Taiwán, a pesar de mantener buenas relaciones en muchos ámbitos, es el hecho de no provocar un conflicto entre ambas partes. Nadie quiere enfadar al gigante asiático, por lo que los países son muy cautelosos a la hora de reconocer la soberanía de Taiwán, no se atreven a tomar parte en el asunto en vista de las consecuencias que podría suponer para sus propios intereses el reconocimiento de la independencia de la región.

Tampoco quieren ver su economía truncada por la ruptura de acuerdos comerciales con el país chino; y mucho menos Estados Unidos, que podría derivar en un colapso económico mundial, y la pérdida de su influencia en el Pacífico.

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