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La competición geopolítica detrás de las tierras raras

Análisis

Lucía Carbayo
Lucía Carbayo
Colaboradora en LISA News. Especializada en el ámbito de los Estudios Internacionales y de la Ciencia Política. Interesada en el ámbito de la Seguridad Internacional, los procesos de paz y de resolución de conflictos internacionales.

Fue en el siglo XVIII cuando se descubrieron las tierras raras, un conjunto de elementos químicos metálicos indispensables para la fabricación de tecnología puntera en la actualidad. En LISA News, te explicamos cómo se emplean estos materiales y cuál es su importancia estratégica.

Las tierras raras son un conjunto de elementos químicos metálicos, necesarios para la fabricación de nuevas tecnologías y armamento. Están compuestas por diecisiete elementos y su descubrimiento comenzó a finales del siglo XVIII. Sin embargo, no fue hasta después de la Segunda Guerra Mundial cuando se avanzó en sus aplicaciones.

En un principio se denominaron como “tierras” porque con las limitaciones tecnológicas del siglo XVIII, los químicos no lograban separar los metales de sus óxidos. Por el contrario, únicamente se interpretaba que esas “tierras” eran óxidos de metales desconocidos, que se aceptaba su identificación sin llegar a separarlos de sus óxidos.

Cabe destacar que, a pesar de todo, estas “tierras” son más abundantes que otros elementos como el oro y la plata, aunque los yacimientos en los que se encuentran están más dispersos.

Así, paso a paso, se identificaron los 16 elementos que componen a estas “tierras”. Estos, junto con el prometio, que se obtuvo por otros medios, constituyen los 17 componentes que conforman los elementos de las tierras raras. Estos son: escandio, itrio, lantano, cerio, praseodimio, neodimio, prometio, samario, europio, gadolinio, terbio, disprosio, holmio, erbio, tulio iterbio y lutecio. 

En la actualidad, las tierras raras se encuentran en los billetes de euro para evitar falsificaciones y en los teléfonos móviles para que sean táctiles y emitan sonido y luz. Además, son indispensables para las tecnologías verdes, los coches híbridos y las turbinas eólicas.

También para la fabricación de imanes más potentes y de menor peso que permiten electrodomésticos cada vez más pequeños. Se necesitan también para fabricar gafas de visión nocturna, misiles cruceros y otras armas.

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Asimismo, energías renovables como la eólica también dependen de ellas, pues la infraestructura de los aerogeneradores sería inviable con grandes motores fabricados con otros materiales.

Una de los focos de esta carrera geopolítica está en el Ártico debido a que, a raíz del deshielo y aumento de temperaturas nuevos yacimientos han quedado al descubierto. Estas tierras raras, indispensables para la producción de dispositivos electrónicos difícilmente se encuentran en estado puro y en tan altas concentraciones como en este lugar.

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Las tierras raras también son parte de la guerra comercial entre Estados Unidos y China

China cuenta con los mayores yacimientos a nivel mundial, más del 80% de la producción de tierras raras procede de China y es el mayor exportador de estos minerales. Países como Australia, India, Canadá, Brasil o Rusia también tienen grandes yacimientos.

Fuente: Statista.

Sin embargo, el coste de extraer las tierras raras es muy alto. Además, estos minerales pueden estar contaminados por elementos radioactivos como el uranio, con sus riesgos para el medioambiente. 

La hegemonía de China en el mercado de las tierras raras se explica también por su laxa regulación medioambiental y laboral, lo que le permite extraer más y a menor coste. 

La actual posición dominante de China como principal proveedor de tierras raras hace que sus compradores sean más dependientes y vulnerables en los sectores tecnológicos más avanzados, tanto el civil como el militar. 

Cabe destacar que ya está poniendo en marcha inversiones en minas fuera de su territorio, como el proyecto Kvanefjeld en Groenlandia para construir una instalación en colaboración con una empresa australiana

Las tierras raras se muestran, así, como un mercado absolutamente estratégico para la soberanía económica y política de cualquier país, como EE.UU., Japón, Canadá y la Unión Europea, que ya han mostrado su preocupación al respecto.

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El empleo de estas tierras, que en la actualidad se ha duplicado, la posibilidad de que China pueda utilizar su hegemonía (restricciones en la exportación, aumento de precios, etc.), como arma política, obliga a los países importadores a buscar otras alternativas para prevenir crisis en el suministro de estas materias primas. 

Este es el caso de Estados Unidos, que, consciente de su dependencia frente a China, está buscando alternativas para la extracción y distribución de las tierras raras. En la actualidad, cuenta únicamente con una mina en activo, conocida como Mountain Pass, situada en California. Esta mina fue pionera en la extracción de tierras raras hasta la década de los 80.

Sin embargo, actualmente mantiene dificultadas para extraer los elementos, y, por tanto, las tierras raras son importadas desde China. Motivado por la importancia estratégica de estas “tierras”, en el año 2019 EE.UU. negoció un acuerdo con Australia, con un sexto de las reservas mundiales, para construir allí una instalación de procesamiento. 

Por su parte, la Unión Europea también trata de alejarse de China, país del que importa el 98% de las tierras raras. En 2020, la UE  presentó en 2020 un plan para desarrollar su propia industria y lograr frenar la dependencia que mantiene actualmente del gigante asiático.

Las tierras raras también son parte de la guerra comercial que se delibera entre China y Estados Unidos. Más aún, al tener en cuenta que estos materiales son indispensables para la fabricación, armas y otros aparatos tecnológicos. 

A finales de octubre, un grupo de científicos de la Universidad de Cambridge descubrió que podría haber una opción que podría, de demostrarse su viabilidad, acabar con la hegemonía china de las tierras raras. La respuesta estaría en una solución de tetrataenita, una aleación de hierro y níquel, que podría reemplazar esos imanes y producirse a gran escala añadiendo fósforo, sin necesitar los metales procedentes de las tierras raras.

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