Más allá del imperialismo ruso, en el continente europeo aún permanecen latentes varios conflictos entre países fronterizos. Varios son los Estados que no reconocen los límites establecidos con los países colindantes. Para comprender la problemática, debemos analizar la historia y remontarnos al inicio de las disputas.
Kosovo y las guerras de los Balcanes
En la Europa Suroriental, la cuestión de Kosovo aún está por resolverse. Para comprender la problemática actual en el país, debemos remontarnos a la historia y a los inicios del conflicto que enfrentó a su población. A partir de 1389, durante el dominio otomano de lo que hoy es Kosovo, los albaneses convertidos al Islam, se transformaron en la población mayoritaria frente a los serbios. Estos últimos consideran la región como su cuna histórica. A principios del siglo XIX Serbia se independizó del dominio otomano y Kosovo se integró dentro del nuevo Estado independiente.
El conflicto regional tiene su origen en las guerras de las Balcanes. El presidente de la República Federal Socialista de Yugoslavia, Josip Broz “Tito”, concedió en el año 1946 la autonomía a Kosovo, pero sin reconocer su independencia. Este hecho difería del resto de las entidades políticas que integraban Yugoslavia como Bosnia, Croacia, Macedonia, Montenegro, Serbia y Eslovenia a quienes se les otorgó el estatuto de república.
En 1989, Serbia anuló la autonomía de Kosovo y fue incrementando la represión política contra los albanokosovares. Durante esta este periodo tuvo lugar en el primer país una guerra de guerrillas, de aspiraciones separatistas, dirigida por la mayoría albanokosovar, que además recurrió a tácticas terroristas en su ofensiva. Por su parte, las fuerzas serbias respondieron con una brutal represión. Finalmente, en 1999, se produjo la intervención militar de la OTAN, que bombardeó Serbia. Kosovo quedó bajo supervisión internacional y en 2008 declaró de forma unilateral su independencia.
Sin embargo, y a diferencia de sus expectativas, la independencia del país no mejoró la calidad de vida en el mismo. En la actualidad, Kosovo es el país con el tercer PIB per cápita más bajo del continente europeo. Además, Kosovo agrupa la mayor cantidad de población juvenil de todo Europa: la media de edad son 30 años y la tasa de paro juvenil es del 54%. Por este motivo, la solución más factible para los jóvenes es emigrar.
Respecto a la minoría serbia, en la actualidad unos 200.000 ciudadanos serbios han emigrado del país desde que tuvo lugar la intervención de la OTAN, que acabó con el control de Belgrado. Unos 100.000 serbokosovares continúan viviendo en Kosovo. A estos últimos Serbia los considera ciudadanos de pleno derecho.
La inestabilidad política es otra de las características que define el país. En febrero de 2021 tuvieron lugar las quintas elecciones de Kosovo celebradas en diez años. El partido nacionalista de izquierdas, Vetëvendosje! (Autodeterminación! en idioma albanés), logró obtener el 48% de los votos.
La nueva formación derrotó ampliamente a los dos partidos tradicionales, de ideología conservadora, que se habían disputado la arena política desde el fin de la guerra (1998-1999), hasta el año 2019. Estas dos facciones son el Partido Democrático de Kosovo (PDK) y la Liga Democrática de Kosovo (LDK), sucesores de la guerrilla que luchó contra Serbia, el Ejército de Liberación de Kosovo (LDK). La victoria de Vetëvendosje! respondía al hartazgo de la población por la falta de avances económicos y corrupción.
Con relación al reconocimiento de Kosovo por parte de la comunidad internacional, es preciso señalar que la Corte Internacional de Justicia concluyó en el año 2010 que la declaración de independencia de Kosovo cumplía con la legalidad. En la actualidad, 117 países de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) han reconocido su independencia, entre ellos Estados Unidos y algunos Estados miembros de la Unión Europea.
También ha sido reconocido por varias instituciones internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) o el Banco Mundial. Sin embargo, aún hay varios países que no aceptan la independencia de Kosovo, como Rusia, China, India, Brasil, Argentina y Serbia. España tampoco reconoce a Kosovo como Estado independiente.
Estados Unidos fue el gran impulsor de la independencia de Kosovo. Sin embargo, la UE lideró en 2011 la mediación de las negociaciones entre Serbia y Kosovo. A finales de 2021, los dos países reiniciaron el diálogo, bajo la mediación de Estados Unidos. Firmaron un acuerdo por el que se normalizaban sus relaciones. Además, en el acuerdo Kosovo reconocían a Jerusalén como capital de Israel. Cabe señalar que hoy, los kosovares son la única población de los países balcánicos que no pueden viajar a los países de la Unión Europea sin visado.
La cuestión de Chipre
Otro de los conflictos presentes en Europa sucede en la isla de Chipre. Actualmente, el país está dividido en dos comunidades. Por un lado, la grecochipriota, que une a a todos los ciudadanos de la República que son de origen griego o que comparten las tradiciones culturales griegas. En segundo lugar, la turcochipriota, que integra a los ciudadanos de origen turco.
A lo largo de su historia, y debido a su posición estratégica en el Mediterráneo -está situada entre Europa, Oriente Próximo y África, frente al canal de Suez y el acceso al mar Índico-, la isla de Chipre, ha sido ocupada por varias potencias. Durante los siglos XVI y XIX, estuvo dominada por el imperio otomano.
A finales del siglo XIX se convirtió en colonia británica. Finalmente, en 1960 declaró su independencia como estado unitario bicomunal. Reino Unido otorgó al nuevo país una Constitución que repartía el poder entre la mayoría grecochipriota y la minoría turcochipriota. Al mismo tiempo, la Constitución mantenía al Reino Unido, Grecia y Turquía como los estados garantes de la independencia.
En 1963 comenzaron los primeros enfrentamientos entre las comunidades greco y turcochipriota. El conflicto estuvo motivado por el creciente nacionalismo y las diferencias identitarias presentes en el país. El Consejo de Seguridad de la ONU estableció las tropas originalmente en 1964 para impedir nuevos enfrentamientos entre las comunidades.
En 1968, tras la intervención de las Naciones Unidas, comenzaron las primeras negociaciones de paz, sin éxito alguno. En 1974 sucede el golpe de Estado perpetrado por la Guardia Nacional de Chipre, que derrocó al gobierno arzobispo Makarios III. El golpe dio origen a la invasión de las tropas turcas, que ocuparon el norte de la isla.
La invasión de Turquía originó una crisis que tuvo grandes consecuencias sociales, entre ellas propició el nacionalismo de ambas comunidades y dificultó aún más la convivencia entre las mismas.
Mientras que Turquía y la mayoría de la población turcochipriota defiende la división de la isla, la mayor parte de la población grecochipriota ha apoyado convertir el país en una federación.
En 1975, se reanudaron las negociaciones de paz, y desde entonces, han sido varias las iniciativas propuestas para alcanzarla. Sin embargo, ninguna de ellas ha logrado restablecerla.
En el año 2004 se firmó un plan de reunificación bajo la mediación de la ONU, que fue rechazado por ambas comunidades. Desde 2008 las negociaciones se organizan en torno a seis puntos principales. Estos son la gobernabilidad, el reparto de poder, la economía, las cuestiones a la Unión Europea, la propiedad, el territorio y seguridad y las garantías en Chipre. El objetivo de las negociaciones es convertir al país en una federación bicomunal con igualdad política, bajo una única soberanía y personalidad legal internacional.
En 2017 volvieron a reanudarse los diálogos y se propuso firmar un acuerdo que repartiera el poder entre las comunidades. En abril del año 2021, los líderes de ambas regiones se reunieron en una conferencia convocada por la ONU con fin de reanudar las negociaciones de paz.
Sin embargo, ambas iniciativas fracasaron. Los motivos principales del malogro fueron, en primer lugar, por las altas ambiciones del acuerdo con respecto al reparto del poder, y en segundo lugar por la negativa de Turquía a retirar sus tropas.
A pesar de que no se haya podido firmar un acuerdo, sí que ha habido ciertos avances en las negociaciones. En 2003 se abrió el primer paso fronterizo que permite el tránsito de personas entre el norte y el sur de la isla. También se han creado comités bicomunales que fomentan la cooperación ciudadana para abordar varias problemáticas; entre ellas, la relativa a la desaparición de personas durante la invasión, la desigualdad e incluso temas culturales.
El conflicto del Alto Karabaj
El Alto Karabaj es una región situada en la parte occidental de Azerbaiyán. En ella conviven dos comunidades. Por un lado, los armenios, denominados de esta forma por ser hablantes del idioma armenio. Son además seguidores de la religión cristiana. Por otra parte, también residen en el lugar azeríes, pueblo de lengua turca y tradición musulmana, que residen en Azerbaiyán.
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La disputa en esta región se remonta a principios del siglo XX, con el fin de la ocupación rusa. Tras este suceso, se originaron los estados actuales de Georgia, Armenia y Azerbaiyán. En 1921, Rusia reconoció el dominio de Azerbaiyán sobre la región del Alto del Karabaj. De esta forma, el Alto del Karabaj fue declarado una provincia autónoma azerbaiyana, a pesar de la negativa armenia, que conformaban la mayoría de la población que residía la región.
En 1988, comenzaron las revueltas nacionalistas en el Alto del Karabaj lideradas por las milicias armenias, pues la provincia autónoma intentó unirse políticamente a Armenia. Moscú respondió con el envío de tropas y Turquía amenazó con intervenir en la disputa. Este último país, temía que Armenia intentara anexionarse también la franja de Najicheván, un territorio azerbaiyano creado por la URSS situado al este de Armenia.
Ankara se convirtió en un aliado diplomático de Azerbaiyán por dos razones principales. En primer lugar, su posicionamiento en el conflicto estuvo motivado por razones culturales y religiosas compartidas con Azerbaiyán. Por otro lado, su posición respondía a la histórica enemistad con Armenia. A pesar de su amenaza, Turquía no intervino en la guerra del Alto Karabaj.
En 1991, la Unión Soviética se disolvió y Armenia y Azerbaiyán se convirtieron en Estados independientes. Azerbaiyán retiró la autonomía del Alto del Karabaj y la región respondió declarándose una república independiente. Sin embargo, la independencia no fue reconocida por la comunidad internacional y la guerra se agravó.
A pesar de la superioridad militar azerbaiyana, en 1994 las milicias armenias ocuparon la mayor parte del Alto Karabaj y establecieron un anillo de protección a su alrededor para establecer un paso terrestre entre Armenia y Alto Karabaj. Las milicias tambiñen expulsaron de ella a la población azerí que residía en el lugar.
De esta forma nace el Estado no reconocido de Alto Karabaj, renombrado en 2017 como República de Artasaj. Cabe señalar que el gobierno de Armenia asegura oficialmente que el Alto Karabaj es una república independiente. Sin embargo, en la práctica el Alto Karabaj funciona como una región semiautónoma de Ereván, capital de Armenia.
Desde principios del siglo XXI han tenido lugar varias negociaciones de paz entre las autoridades azerbaiyanas y armenias, pero ninguna de ellas ha tenido resultado. Azerbaiyán propone conceder una amplia autonomía para el Alto Karabaj, si Armenia se retira sus tropas sobre las regiones colindantes.
En el año 2020 las disputas se reanudaron. Las fuerzas armenias se enfrentaron a las tropas azeríes en el Alto Karabaj. En noviembre del mismo año, el Ejército azerí tomó varias regiones que habían estado bajo el dominio de Armenia, incluyendo la ciudad estratégica de Susa. Finalmente, Armenia y Azerbaiyán firmaron un alto el fuego, con la mediación de Rusia. Este acuerdo obligaba a Armenia a devolver a Azerbaiyán todos los territorios ocupados, pero le permitía mantener el control la región del Alto Karabaj.
En mayo de 2022, el presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, anunciaba la creación de una comisión para delimitar las fronteras entre Azerbaiyán y Armenia en el enclave del Nagorno-Karabaj. Tras el encuentro del viceprimer ministro de la República de Azerbaiyán , Shanin Mustafayev, con su homólogo armenio, Mher Grigoryan el 24 de mayo, se reafirmó la voluntad de los países para reanudar las negociaciones relativas al papel de la Comisión. Es preciso señalar que aunque el conflicto parece estancado, de vez en cuando se producen enfrentamientos armados entre las tropas azerbaiyanas y armenias.
El Alto Karabaj, aún enfrenta al Estado de Azerbaiyán, apoyado por Turquía, y al Estado Armenia, apoyado por Rusia y por la República Islámica de Irán, que dista deque dista de Azerbaiyán por los movimientos independentistas azeríes en su territorio. Por su parte, Turquía se niega a mantener relaciones diplomáticas con el último país hasta que el conflicto no se resuelva.
El Lago Constanza y el Monte Blanco
Por otro lado, nos encontramos con el conflicto por la soberanía del el Monte Blanco, qie enfrenta a los países que comparten su cumbre a nivel geográfico: Italia y Francia. Mientras que el Instituto Geográfico Nacional de Francia incluye toda la cumbre de la montaña dentro de sus fronteras, la cartografía italiana en Turín declara el pico bajo su único dominio.
Para Italia, la disputa tiene origen en el Tratado de Turín de 1860 y en la Convención de Delimitación de la Frontera de 1861, que establecían los límites de la cumbre. Sin embargo, para los franceses que su soberanía se remonta al armisticio de Cherasco de 1796 y a un mapa cartográfico diseñado por el Ejército francés en 1865.
Desde entonces, se han iniciado procesos de negociaciones para alcanzar un acuerdo.
En Italia, el Monte Bianco se ha convertido en una disputa con matices nacionalista, especialmente entre la población transalpina. Por su parte, Francia justifica su soberanía sobre el Mont Blanc, por su misión de proteger el espacio y enviar un mensaje de compromiso en la lucha contra el cambio climático.
De hecho, el presidente Emmanuel Macron llevo a cabo varias iniciativas para luchar por la protección medioambiental de la cumbre. Una de ellas tuvo lugar en febrero del año 2020, cuando el presidente limitó las visitas a la cumbre, con el objetivo de evitar masificaciones. Sin embargo, las medidas están dirigidas sobre la parte de la montaña que no pertenece a Francia. Italia recibió estas disposiciones como un ataque a su soberanía territorial.
Por último, nos encontramos las disputas por el Lago Constanza, situado entre Suiza, Austria y Alemania. Las fronteras enmarcadas por el lago no son oficiales. Por su parte, Suiza considera que no existe una frontera dibujada, puesto que no hay unanimidad en este sentido entre los países. Austria defiende una soberanía compartida por los tres Estados y Alemania no ha declarado su postura de forma oficial.