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¿Qué son los casos fríos?

Análisis

Paz Quintero
Paz Quintero
Alumna-certificada del Máster Profesional de Análisis Criminal y Criminología Aplicada de LISA Institute. Sus principales áreas de interés son la perfilación criminal, los casos fríos y la criminología ambiental. También es Estudiante del grado de Criminología en la UNED, Máster en Investigación en Criminología y Ciencias forenses, delincuencia y victimología de la UEMC. Máster en Comunicación Corporativa por la UNEATLANTICO.

Los avances en el análisis de ADN han permitido reabrir casos fríos, abriendo nuevas puertas hacia la verdad. En este artículo, Paz Quintero López, alumna del Máster Profesional de Analista Criminal y Criminología Aplicada, analiza cómo casos como el de Teresa Lee Scalf y Elisa Abruñedo muestran cómo la ciencia puede finalmente hacer justicia, incluso década después.

Los casos sin resolver o casos fríos (cold cases en inglés) siempre han existido. Muchos de ellos, crímenes olvidados desde hace décadas, se han reabierto años después. Incluso con el delito prescrito, los investigadores, las familias de las víctimas y, sobre todo, los avances en el análisis del ADN han hecho esto posible gracias a su perseverancia.

Con los métodos actuales de investigación criminalística, resulta más fácil conocer la autoría de un homicidio o un asesinato. Esto se debe a que existe un protocolo exhaustivo para la recogida y el envío de muestras biológicas al laboratorio desde la escena del crimen.

¿Qué significa caso frío?

Se trata de una investigación criminal que ha agotado todas las diligencias posibles para llevar el caso ante el juez. Un caso puede quedarse sin resolver por diversas razones, como las que se detallan a continuación:

  • Falta de testigos que puedan corroborar la información recabada a través de los interrogatorios.
  • Evidencias sólidas insuficientes: si no pueden obtenerse pruebas firmes sobre las que sustentar una acusación, el caso puede cerrarse sin resolución. Esto ocurre cuando no se logra identificar a la persona sospechosa de un crimen o a sus posibles cooperantes.
  • Fallos en la investigación: si se cometen errores durante la inspección técnico-ocular o no se respetan las precauciones en la cadena de custodia de las evidencias recogidas en la escena del crimen, la conclusión del caso puede complicarse seriamente.
  • Cierre administrativo: en ocasiones, las diligencias del caso se enfrentan a complicaciones. Ante esta situación, las fuerzas de seguridad pueden decidir paralizar la investigación. Esto sucede cuando no se encuentran pruebas suficientes o no es posible continuar con el desarrollo normal del proceso.
  • Prescripción del delito: según el artículo 131 del Código Penal español, la extinción de la responsabilidad penal en la autoría de un delito tiene lugar cuando transcurre un determinado tiempo fijado por la ley, el cual puede variar según el tipo de delito cometido. Pasado ese intervalo, no es posible castigar a la persona culpable que cometió dicho acto. Por ejemplo, la prescripción ocurre cuando pasan 20 años en un caso cuyo delito debiera ser penado con prisión máxima de quince años en adelante.

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¿Cómo se reabre un caso frío?

La reapertura de un caso frío es un proceso en el que pueden intervenir diversos factores, incluyendo la figura del criminólogo. Es posible que, con el paso de los años, se revise el expediente por el hallazgo de alguna conexión que antes se pasó por alto o no se pudo precisar. También puede ocurrir que aparezcan nuevas pruebas o más testigos. En algunos casos, los forenses incluso pueden realizar un análisis completo de las evidencias recopiladas hasta ese momento.

Los casos fríos más sonados de la historia están relacionados con la violencia sexual, el asesinato en serie y el abuso de menores. 

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Que a día de hoy existan aperturas de casos que en su momento quedaron paralizados es una gran noticia. Los casos fríos que se retoman con mayores perspectivas de ser resueltos tras mucho tiempo son aquellos que se han beneficiado del desarrollo científico en el análisis del ADN extraído de pruebas biológicas. Esta posibilidad era impensable en los inicios de la criminología y la criminalística. Sin embargo, comenzó a hacerse realidad a partir de los últimos años del siglo XX.

El análisis de ADN: clave para la reapertura de un caso frío

El ácido desoxirribonucleico (ADN) es un polímero que contiene en su interior la información genética de cada persona, es decir, los cromosomas. También es el responsable de la herencia genética entre padres e hijos. Es ADN único en cada individuo (exceptuando el caso de gemelos idénticos). Esta virtud hace que se pueda identificar a una persona por los restos biológicos analizados de un indicio obtenido.

Igualmente, el estudio del ADN permite obtener una fuente fiable de información sobre la identidad de una persona. Esto facilita tanto la identificación de culpables como la exoneración de inocentes. Además, con el análisis de ADN es posible determinar el parentesco entre muestras de una misma familia. También se pueden comparar dos muestras tomadas en momentos distintos, gracias a las bases de datos biológicos actuales.

Todo esto, sumado a los avances en genética y al abaratamiento de la tecnología de secuenciación, ha hecho que hoy en día sea más fácil y rápido realizar análisis de ADN.

Casos fríos que se han resuelto

Algunos ejemplos de casos fríos resueltos, gracias al análisis y comparación del ADN obtenido en el pasado, son:

  • Caso de Teresa Lee Scalf en Estados Unidos. La víctima, enfermera de 29 años, fue hallada muerta en su departamento, en el año 1986. El agresor la violó instantes antes de acabar con ella a puñaladas. La investigación quedó en el limbo casi durante cuatro décadas, sin que la policía pudiera culpar a nadie. Gracias al estudio del ADN realizado en 2022 sobre unas pruebas halladas en la escena del crimen, se pudo conocer la identidad del homicida. Se trataba de Donald Douglas, el padre del hombre que permitió analizar su sangre.
  • Caso de Elisa Abruñedo en España. La víctima, una mujer de 46 años que trabajaba en una residencia de ancianos, fue violada y asesinada en una aldea de A Coruña. Gracias al hallazgo de ADN en su cadáver, que determinó pertenecer a una persona pelirroja, fue posible hacer una ardua investigación del árbol genealógico de una área concreta de Galicia y de una familia en particular. Diez años después, se ha conocido el nombre del responsable del homicidio: Roger Serafín Rodríguez.

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  • Caso Marta Belsunce en Argentina. La víctima, de 50 años, era una profesional de la Sociología y miembro de una prestigiosa familia. La encontraron sin vida, semisumergida en la bañera de su casa, situada en el country club El Carmel, en 2002. A este distinguido barrio solo se podía acceder con invitación previa, por lo que su muerte, claramente no accidental, tuvo que ser obra de alguien que residía en el lugar.

Tras unas diligencias no exentas de controversia, se hallaron seis impactos de bala en la cabeza de Marta, lo que permitió descartar el suicidio. El proceso resultó largo y complicado. Las autoridades investigaron a los familiares directos, a sus amigos e incluso a su marido, quien llegó a ingresar en prisión. Sin embargo, 23 años después, el tribunal logró dictar una sentencia: declararon culpable a Nicolás Pachelo, vecino de la familia, que ya había estado bajo investigación por robos en varios países.

Dos casos fríos famosos en España

En nuestro país hay una larga lista de crímenes sin resolver, que se hace más numerosa cuanto más atrás viajamos en el tiempo. Sin embargo, nos centraremos en hablar de dos que trascendieron a la opinión pública y que sucedieron dentro del primer cuarto del siglo XXII:

  • Helena Jubany. En el año 2001 tuvo lugar la desaparición y posterior muerte violenta de esta bibliotecaria barcelonesa de 27 años. Fue encontrada en el patio interior de un edificio. La mujer había sido arrojada al vacío desde una gran altura, tras ser envenenada. Encontraron su cuerpo desnudo y con quemaduras. Este caso quedó sobreseído, es decir, se suspendió el proceso judicial. No se pudieron aclarar las circunstancias del suceso ni identificar a las personas responsables del homicidio. En 2025, el análisis del material genético obtenido del jersey de la joven, recogido como indicio durante las diligencias, parece señalar al primer sospechoso. Se trata de Santiago Laiglesia, alguien que ya fue investigado en los inicios.
  • Yeremi Vargas. En marzo de 2007, un niño de 7 años desapareció mientras jugaba con dos primos en un solar cercano a su vivienda, en Vecindario, Gran Canaria. Según el testimonio de otro menor, ese día vio un coche Renault 5 Oasis circulando en dirección contraria, con una pegatina de una palmera en el maletero. A día de hoy, no se ha producido ninguna detención ni se han hallado indicios biológicos que ayuden a esclarecer el paradero de la víctima. Sin embargo, se baraja la hipótesis de que el presunto autor podría ser Antonio Ojeda, conocido como El Rubio, quien fue detenido en 2015 por abusos sexuales a menores en la misma zona donde desapareció Yeremi. Gracias a la declaración de un compañero de celda, se supo que Ojeda le confesó haber visto al pequeño «muerto y de color azul».

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