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¿Armas termobáricas en Ucrania?

Análisis

Jose Iserte Bou
Jose Iserte Bou
Suboficial TDAX, Instructor, Profesor y Ponente en OTAN, Ejército del Aire, Ejército de Tierra de España sobre explosivos, misiles, armamento y desminado.

Esta semana ha sido noticia las preocupaciones del posible uso de armas termóbaricas por parte de Rusia en Ucrania. En este artículo Jose Iserte Bou, experto en misiles y armamento y profesor de LISA Institute, explica cómo funcionan este tipo de armas y cuáles son sus efectos.

El Gobierno de Ucrania está aumentando el temor de un posible uso de armas termobáricas por parte de Rusia. Esta semana varias voces han alertado que las fuerzas de Putin podrían comenzar a emplear este armamento e, incluso, que ya lo han utilizado.

Por ejemplo, este miércoles, la embajadora de Estados Unidos ante las Naciones Unidas, Linda Thomas Greenfield, aseguraba que Rusia estaba preparándose para «aumentar la brutalidad de su campaña contra Ucrania». «Hemos visto vídeos de fuerzas rusas moviendo armamento excepcionalmente letal a Ucrania. Esto incluye las municiones en racimo y las bombas de vacío (armas termobáricas) que están prohibidas en virtud de la Convención de Ginebra», alertaba Greenfield.

Yendo aún más lejos, la embajadora de Ucrania en Washington, Oksana Markarova, aseguraba que Rusia ya habría empleado este tipo de armamento. Ayer un alto funcionario de Defensa estadounidense decía en rueda de prensa que no habían confirmado los informes sobre el uso de municiones de racimo ni de armas termobáricas, pero que continuaban evaluándolo.

El pasado 26 de febrero un periodista americano de la CNN publicaba un vídeo en el cual se puede ver un vehículo lanzacohetes TOS-1A «Solntsepek», con capacidad para disparar cohetes termobáricos.

La escena fue filmada en Belgorod, una ciudad rusa situada cerca de la frontera ucraniana, próxima a Járkov.

Existe el argumento legal que afirma que la CCW (Convención sobre Prohibiciones o Restricciones del Empleo de Ciertas Armas Convencionales que puedan considerarse excesivamente nocivas o de efectos indiscriminados) prohíbe el empleo de municiones termobáricas, y que el ejército ruso estaría violando el Protocolo III de dicha Convención (Protocolo sobre prohibiciones o restricciones del empleo de armas incendiarias  – CCW.P.III).

El ministro de defensa ruso, señaló el empleo «inminente» de municiones de precisión sobre Kiev, pero el despliegue de lanzadores con capacidad de disparar municiones termobáricas, como el lanzador de cohetes múltiple TOS-1, hace pensar a los expertos que es posible que el Kremlin esté agotando sus reservas de municiones guiadas y haya considerando emplear armamento menos preciso para el asalto a las ciudades importantes. Los líderes militares rusos también podrían estar jugando con el terror que genera el uso de estas armas, para intentar forzar el desalojo de la población civil de las ciudades.  

Rusia ya empleó armas termobáricas en las guerra de Chechenia en los 90 y a principios del año 2000, así como en la ciudad sitia de Ghouta en 2018. Pero no han sido los únicos: Estados Unidos también las utilizó en Vietnam y, en otras ocasiones más recientes como en 2017 en la región de Ghardez (Afganistán) contra un complejo de cuevas en los que se habían hecho fuertes miembros del grupo terrorista Al Qaeda.

¿Qué son las armas termobáricas y cuáles son sus efectos?

Las municiones termobáricas están formadas básicamente por una carcasa que contiene en su interior una carga explosiva central, rodeada de una sustancia inflamable. Cuando esta munición estalla, el combustible se vaporiza, formando una «nube», en cuyo interior se hace detonar un explosivo. Éste genera una bola de fuego, desarrollando temperaturas de hasta 3000ºC y, sobre todo, una potente onda de choque.

La onda de choque generada por un explosivo convencional es de corta duración y su potencia disminuye rápidamente a medida que nos alejamos del centro de la explosión. Por eso, cuando se emplean contra individuos a cubierto, dentro de refugios subterráneos o cuevas, sus efectos son relativamente ilimitados.

Las municiones termobáricas, por su lado, generan una onda de choque de menor potencia de duración, debido a que el combustible tarda más tiempo en quemarse. Además, la «nube» de combustible puede dispersarse en los túneles y galerías antes de su detonación. Buscando ejemplos simples para comprenderlo, la detonación de un explosivo convencional sería como un «latigazo» mientras que la explosión de una munición termobárica sería como «empujón».

Fuente: Dailymail.co.uk.

Al generar una onda de choque de más duración, los efectos sobre los edificios son mayores que los producidos por los explosivos y los efectos sobre las personas tiene que ver con el «vacío» que genera la falta de oxígeno en la fase positiva de la explosión y en las altas presiones generadas por la fase negativa de la misma. Estas presiones afectan principalmente a los pulmones y a los órganos internos.

Cuando éstas se emplean en lugares cerrados, el efecto más devastador es el «vacío» que genera la bola de fuego al consumir todo el oxígeno en un amplio radio a su alrededor. Por eso se denominan también «bombas de vacío». Esta falta repentina de oxígeno genera una bajada repentina de la presión atmosférica, produciendo en el ser humano daños irreparables en los pulmones. En muchos casos la muerte no es instantánea y la víctima agoniza, sin poder moverse, durante un minuto o dos, ahogándose al intentar respirar con los pulmones destrozados.

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