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La religión católica y el Papado en la geopolítica

Análisis

Selena Vázquez Rodríguez
Selena Vázquez Rodríguez
Analista Internacional en prácticas en LISA News. Estudiante de 4° de carrera de Relaciones Internacionales en la Universidad Rey Juan Carlos. Le apasionan los asuntos sociales y la seguridad internacional. También los medios de comunicación por su vocación y responsabilidad de informar de manera objetiva a toda la población.

Desde el inicio de las primeras civilizaciones, la religión católica ha tomado un papel protagonista en la mediación de los conflictos regionales y poco después, internacionales. La voz de la Iglesia Católica y su implicación en la opinión pública en el marco de las relaciones internacional ha sido y es de vital importancia para la resolución de conflictos y la lucha por la paz mundial.

“Una fe: he aquí lo más necesario al hombre”. Con esta frase, Víctor Hugo —escritor, crítico, pintor y académico francés— puso de relieve la importancia de creer en algo. Desde el inicio de los primeros homínidos, la religión ha influenciado a todas las generaciones de civilizaciones. Algunas de las costumbres que mantenemos en la actualidad, son herencias religiosas que han modelado la forma de vivir de los humanos.

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Tanta ha sido, y continúa siendo, la influencia de la religión que, en muchas ocasiones ha subyugado las voluntades de los Estados y Gobiernos y, aunque suene irónico, ha sido fuente de los mayores conflictos entre civilizaciones, que aún hoy, siguen presentes. En el caso del catolicismo, un ejemplo de ello son las cruzadas cristianas (1095-1291) que buscaban recuperar la cristiandad de lugares sagrados como Jerusalén en manos de los musulmanes.

La geopolítica del catolicismo en la historia

Desde la formación de los primeros reinos hace 3.000 años —egipcios, mesopotámicos, griegos—, o los primeros imperios como el romano en el siglo III a.C o el bizantino en el 395 d.C, la religión se ha institucionalizado progresivamente, convirtiéndose así en una parte fundamental de la sociedad civil e incluso, de la administración pública. En los Estados confesionales, destaca una religión oficial que en algunos casos, está directamente relacionada con el ámbito político.

Aun así, durante las primeras civilizaciones, como en la mesopotámica o en la egipcia, las religiones no se utilizaban con propósitos políticos, sino con objetivos de carácter espiritual. Por lo general, las primeras civilizaciones eran politeístas y veneraban a varios dioses, como el Dios del Sol o el Dios de la Muerte. En estos casos, la religión jugó un papel relevante como elemento catalizador en la sociedad, a pesar de las crecientes tensiones y conflictos.

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Será a partir de la creación del Imperio Romano y la llegada al poder de Carlomagno –800 d.C—, ex emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, cuando el sistema empezó a regirse y configurarse sobre la base de la religión en cada región. Por ejemplo en España, el Catolicismo durante el reinado de los Reyes Católicos (1475-1516) supuso la creación de la Inquisición como tribunal religioso para castigar los delitos contra la fe; mientras tanto en Inglaterra, la Iglesia anglicana –1534— nació en contraposición a la Iglesia Católica.

Desde la caída del Imperio Romano hasta el final de la Edad Media la religión actuó como cimiento en la geopolítica y las relaciones internacionales. Sin embargo, con la llegada de la Ilustración y los discursos racionales de ideologías laicas como el liberalismo económico de Adam Smith, el marxismo de Karl Marx o el pensamiento ilustrado de Rousseau, dejaron en un segundo plano las ideologías teológicas, abriendo paso a teorías intelectuales y racionales con movimientos sociales como las Revoluciones Industriales (1786-1920).

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A partir de 1950, el mundo abrazó la globalización como nunca lo había hecho. Fortuitamente y traspasando todas las especulaciones sobre la privatización de las religiones, estas resurgieron con más fuerza en discursos políticos. Ahora, actuaban como propaganda en la esfera pública y, en algunos casos, tomaban el centro de las agendas de los líderes de Estados y organizaciones internacionales.

La influencia del cristianismo en el mundo

Hoy en día, el cristianismo es la religión con más seguidores con alrededor de 2400 millones de creyentes en todo el mundo. Su influencia se extiende por prácticamente todos los continentes: Europa, América del Norte, América del Sur, el sur de África y Oceanía. Es una religión monoteísta que cuenta con varios lugares sagrados como el Vaticano en Italia, Lourdes en Francia o Jerusalén en Israel.

El cristianismo se divide en tres ramas predominantes: la católica, la ortodoxa y la protestante. Estas ramas se distribuyen por distintas zonas geográficamente.

Fuente: El Orden Mundial

El catolicismo es más predominante en el Centro y Sur de Europa, en África Central y en Centro y Sudamérica; el protestantismo se extiende normalmente en el Norte de Europa, en el Norte de América y en Oceanía; y finalmente el Cristianismo Ortodoxo se encuentra en Europa del Este y Eurasia.

Esta distribución geográfica tiene gran peso en la geopolítica, ya que no todas las tres ramas del cristianismo persiguen los mismos objetivos y han sufrido por los mismos procesos. El protestantismo pertenece a una cara económicamente más liberal de la geopolítica, teniendo como máximos representantes a Estados Unidos y al Reino Unido con la Mancomunidad de Naciones, mientras que el cristianismo ortodoxo se atribuye al lado más políticamente conservador con su máximo representante siendo Rusia.

Es más, la agudización de la guerra en Ucrania ha generado discordia en el propio seno de la Iglesia ortodoxa. Desde el inicio de la invasión, los discursos del patriarca ruso Cirilo I han defendido los ataques de Rusia en Ucrania y de los “valores agresivos” de Occidente. La propaganda ha tomado los círculos teológicos.

Actualmente, la Iglesia Católica Apostólica Romana está representado por la Santa Sede, que se encuentra en la Ciudad del Vaticano, en Roma. La Santa Sede es el gobierno central de la Iglesia Católica y el Vaticano es una monarquía absoluta gobernada por el Papa, quién concentra el poder legislativo, ejecutivo y judicial. Pese a ser el Estado más pequeño del mundo, es uno de los más influyentes de la Tierra, ya que junto con la Santa Sede fomentan su objetivo de Iglesia Universal y la fidelización de creyentes por todo el mundo.

Además, el Estado del Vaticano cuenta con personalidad jurídica internacional y está reconocido como sujeto público soberano, lo que le permite mantener relaciones diplomáticas con los distintos sujetos del orden internacional.

El Papado en la esfera internacional y geopolítica

El actual Sumo Pontífice de la Santa Sede es el papa Francisco. De nombre secular, Jorge Mario Bergoglio, se convirtió en Sumo Pontífice el 13 de marzo de 2013, tras la renuncia papal de Benedicto XV. A partir del año 476, con la caída del Imperio Romano, el Papado comienza a construir un reconocimiento político y social.

Desde entonces, los objetivos del Papado han ido cambiando en función de la sucesión de los representantes eclesiásticos. Por lo general, el Papado se ha caracterizado por una rígida jerarquía aferrada al catolicismo conservador. Aun así, la llegada en 2013 del papa Francisco ha revolucionado la estadidad de la representación eclesiástica.

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Desde el inicio de su cargo, el Sumo Pontífice ha viajado a distintos Estados y organizaciones internacionales entre las que destacan sus visitas a: Corea del Sur, el Parlamento Europeo y el Consejo de Europa en 2014, a Estados Unidos y la sede de Naciones Unidas en 2015, a Kenia, Uganda y la República Centroafricana en 2015 o más recientemente, la República Democrática del Congo y Sudán del Sur. Así, el Papa Francisco busca enraizar las semillas del catolicismo a través de su política exterior.

El papel del papa Francisco ha sido clave en la mediación de las relaciones internacionales y conflictos, aquí algunos ejemplos. En 2015, propició el diálogo entre Estados Unidos y Cuba después de 50 años sin relaciones, con motivo de la Guerra Fría. Un año antes, en 2014, el Papa viajó a Corea del Sur y apuntó al restablecimiento de la paz y las relaciones con China, enfriadas desde 1950.

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La agenda pública del Papado también dice mucho de su papel en el marco geopolítica e internacional: la lucha contra el cambio climático, el apoyo a los objetivos de la Agenda 2030, así como la condena de los abusos y discriminación sobre la mujer, son alguno de los temas primordiales. Además, la globalización también ha acarreado la aceleración de las nuevas tecnologías, a las que el Papado también se ha adaptado, como por ejemplo, a través de la creación de una cuenta oficial y personal en Twitter del propio Papa Francisco.

Aun así, cabe destacar que otras figuras importantes del papado se han involucrado en las relaciones internacionales. Por ejemplo, el Papa Pablo II tras la Segunda Guerra Mundial abogó por un discurso de paz, que dejase atrás las atrocidades de la guerra y pusiese fin al movimiento comunista en Europa, convirtiéndose en un mensajero internacional contra las ideologías totalitarias.

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Aun así, el papa Francisco es un punto de inflexión de la historia de la Iglesia Católica y del Papado. En 2021, el Sumo Pontífice decidió que la Iglesia Católica, tradicionalmente rígida, conservadora y jerárquica, debía de abrir sus puertas a la democracia y a todos los millones de católicos tuviesen algo que aportar sobre el futuro de la Iglesia. A raíz de ello, el Papa propuso en consulta pública la participación activa de las mujeres en las decisiones de la Iglesia o la aceptación de grupos marginados por el catolicismo conservador.

A pesar de que desde 2013, la estrategia de Bergoglio es la sinodalidad y la participación de las comunidades en la toma de decisiones, es el Papa el que sigue teniendo la última palabra, aunque basada en la opinión de la comunidad católica. Por lo que, seguirá siendo el Papa, el que marque el avance y la implicación de la Iglesia Católica en la opinión pública en el marco de las relaciones internacional.

¿Qué podemos esperar del Papado en el futuro geopolítico?

Con la globalización, la Iglesia Católica ha tenido que cambiar su estrategia para adaptarse a los nuevos objetivos de la agenda global. Si bien los objetivos del papado no han cambiado íntegramente, ya que, el objetivo principal sigue siendo la transformación de la sociedad acorde a los intereses del catolicismo para la consecución de la paz internacional, las formas de desarrollarlos sí que suponen un cambio para el ala más conservadora.

Con el Papa Francisco, la Iglesia está extendiendo su influencia y su representatividad en el mundo, negociando y dialogando los líderes internacionales, tanto seculares como religiosos. Un ejemplo de ello es la reciente visita del Papa a Sudán del Sur y República Democrática del Congo. Uno de los objetivos de la visita fue la disipación de las disputas entre cristianos, de distintas profesiones, y otras etnias.

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Precisamente en el continente africano podría aumentar el número de creyentes católicos, esenciales para la estructura de la Iglesia Católica en el panorama internacional. El número de católicos africano crece a un ritmo de 2,1% anual, el más alto del mundo. Si a principios de siglo XX había tan solo 1,9 millones de católicos en África, hoy en día ya son 213 millones y representan a uno de cada cinco personas que forman la Iglesia.

Todo apunta a que el Papa Francisco seguirá fomentando sus visitas al continente para romper con el conservadurismo católico y atajar nuevos objetivos y metas. La influencia del papado en la geopolítica es y será de suma importancia para movilizar creyentes y alcanzar así objetivos favorables comunes.

Aun así, debemos comprender que la Iglesia no solo actúa como una entidad religiosa, sino también como un sujeto de derecho internacional con poder político y legal, que pretende extender su geopolítica a través de todos los continentes. Tanto es así que, recientemente el Papa ha nombrado 20 nuevos cardenales para que puedan ser partícipes de una votación en la Capilla Sixtina. Una gran parte de ellos procedentes de países periféricos.

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Una revolución sin precedentes dentro de la institución eclesiástica que pretende recuperar su papel dominante basándose en la democracia, el respeto a los derechos humanos y la paz internacional.

Editado por:

Soraya Aybar Laafou. Editora y analista especializada en África en LISA News. Politóloga y periodista interesada en los derechos humanos, la geopolítica y los procesos migratorios. Me apasionan las Relaciones Internacionales y observo con especial interés al continente africano. Soy directora de África Mundi, el primer medio de análisis sobre África en castellano.

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