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¿Por qué la visita de Pelosi a Taiwán es una línea roja para China?

Análisis

Jorge Antonio Chávez Mazuelos
Jorge Antonio Chávez Mazuelos
Magíster en Relaciones Internacionales por la Central European University y profesor de la Carrera de Relaciones Internacionales de la Universidad San Ignacio de Loyola. Es coordinador adjunto del Grupo de Estudios sobre Política China. Cuenta con un Diplomado en Estudios Estratégicos y Gobernanza Global por la Universidad Las Américas Puebla y un Diploma en Lengua China por la Universidad de Lengua y Cultura de Beijing. Ha participado como delegado y ponente en conferencias de APEC, OCDE, UNESCO, UNAOC y la Comunidad de Democracias. Es especialista en Política Exterior China, Análisis de Política Exterior, Análisis Geopolítico y Seguridad Internacional. Alumno certificado del Curso de Analista Internacional de LISA Institute.

Aunque no estaba en la agenda oficial del viaje, la presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi, finalmente a visitado Taiwán. Un análisis de Jorge Antonio Chávez Mazuelos, alumno certificado del Curso de Analista Internacional de LISA Institute, sobre por qué la visita a la isla es una línea roja para China.

A pesar de las repetidas amenazas de Pekín y los desacuerdos iniciales sobre la “idoneidad” de realizar este viaje, la presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi, ha aterrizado en Taiwán este martes 2 de agosto a las 22.43 hora local (14.43 GMT) en el aeropuerto Songshan de Taipéi. Esta es una visita considera histórica y la de más alto nivel a la isla en 25 años.

Esta visita se realiza en el contexto de una gira de alto perfil por diferentes países del Pacífico (Singapur, Malasia, Corea del Sur y Japón) de Pelosi junto a varios miembros del Congreso. Los analistas internacionales y geopolíticos observaban con atención todos los movimientos de la delegación debido a la posible visita de Pelosi a Taiwán que finalmente ha ocurrido.

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¿Por qué la visita supone una línea roja para China?

La eventual visita de la Presidenta de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos a Taiwán, Nancy Pelosi, ha encendido las alarmas en Pekín. Ante dicha posibilidad, que ya se ha manifestado en la realidad, el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de China, Zhao Lijian, señaló que China respondería con firmeza y que Estados Unidos debería asumir todas las consecuencias que surjan en caso la visita se materialice.

Asimismo, en un reciente y largo diálogo telefónico sostenido entre Xi Jinping y Joe Biden, el presidente chino le advirtió a su homólogo que «los que juegan con fuego, se queman»; en alusión a la posición de Estados Unidos de cara a Taiwán.

Es preciso señalar que Nancy Pelosi no es solo una figura de peso en el gobernante Partido Demócrata, sino que en su condición de Presidenta de la Cámara de Representantes, es la segunda persona en la línea de sucesión presidencial, razón por la cual su visita tendría un significado político inaceptable para Pekín.

La Casa Blanca y el Departamento de Defensa entienden el riesgo que la visita implica, razón por la cual el Presidente Biden ha señalado que llevar a cabo el viaje no sería una buena idea ahora. Recientemente la oficina de Pelosi ha informado que el viaje a la región del Indo-Pacífico incluirá a Singapur, Malasia, Japón y Corea del Sur; sin embargo no se ha realizado mención explícita a Taiwán en la agenda oficial.

Si bien la cuestión de Taiwán podría ser entendida en el contexto del tablero estratégico del Indo-Pacífico, en tanto es parte de la primera cadena de islas que corta la proyección marítima de China, la cuestión taiwanesa tiene una carga histórica y simbólica muy profunda.

Taiwán es visto por China como el último rezago del Siglo de la Humillación Nacional, un período histórico que comenzó tras la derrota del país a manos de los británicos en la Primera Guerra del Opio en 1839 y que culminó con el establecimiento de la República Popular China en 1949.

Durante ese largo período de tiempo, China se vio obligada a firmar tratados desiguales, otorgar concesiones territoriales, dar exenciones aduaneras y derechos de extraterritorialidad a los ciudadanos de potencias extranjeras. En 1895, tras una derrota en la Guerra Sino-Japonesa, China se vió obligada a ceder Taiwán y las Islas Penghu a Japón, mediante el Tratado de Shimonoseki.

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La isla volvió al control de la entonces República de China tras la derrota japonesa en 1945. Sin embargo, tras la derrota militar del Kuomintang (KMT) en la Guerra Civil librada contra el Partido Comunista de China, las fuerzas del KMT, lideradas por Chiang Kai-shek se refugiaron en la isla de Taiwán, con la esperanza de retomar el control de la parte continental en el futuro. 

Cabe mencionar que desde que se fundó la República Popular China en 1949, Taiwán no ha estado bajo el control efectivo de Pekín, razón por la cual la reincorporación de la isla ha sido un imperativo nacional irrenunciable.

Por ello, en la línea del Sueño Chino de Rejuvenecimiento Nacional, China aspira a convertirse en una gran y moderna potencia socialista para el año 2049, objetivo que implica ocupar un rol central en el orden internacional y lograr la reunificación nacional para ese entonces, cuando tenga lugar el centenario de la fundación la República Popular China.

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Asimismo, cabe resaltar que el contexto doméstico de China está marcado por una desaceleración económica causada por el impacto económico de las estrictas cuarentenas impuestas por la pandemia del Covid 19, problemas demográficos, el impacto de la guerra en Ucrania y la implementación de reformas estructurales en la economía China.

Dicha situación compleja plantea retos crecientes de cara al vigésimo Congreso del Partido Comunista de China a desarrollarse entre octubre y noviembre del presente año , en donde resulta muy posible que Xi Jinping acceda a un tercer mandato como Secretario General del Partido Comunista Chino.

Por ello, en estos meses tienen lugar pugnas y negociaciones en el seno del partido para reemplazar a los miembros del Comité Central, del Buró Político y del Comité Permanente del Buró Político. En este complejo escenario político doméstico, incorporar el vector de incertidumbre de una guerra sería lo último que Xi Jinping quisiera.

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Sin embargo, la visita de una alta funcionaria elegida, como Nancy Pelosi, sería entendida como un cuestionamiento abierto de la soberanía de China sobre Taiwán y un desafío a la posición de China como gran potencia.

Consecuentemente, ello plantearía una grave amenaza a la legitimidad del gobernante Partido Comunista como al propio liderazgo de Xi Jinping, minando su capital político de cara al vigésimo Congreso del Partido Comunista de China y sería criticado por una opinión pública crecientemente nacionalista. Por lo tanto, el gobernante Partido Comunista se verá obligado a actuar con firmeza.

Cabe mencionar que Pelosi viajaría con un avión militar, el cual incluso podría ser escoltado por aviones de la fuerza aérea de los Estados Unidos, lo cual exponenciaría el riesgo de errores de cálculo de ambas partes, incrementando el riesgo de consecuencias no deseadas.

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Por otro lado, al margen de las implicancias que el viaje podría tener en el marco de la política exterior de Estados Unidos, es preciso considerar el impacto que la visita tiene en la política interna del país.

Pelosi entiende que llevar a cabo el viaje le permitiría mostrar una posición de fuerza y de cara a China a pocos meses de unas elecciones de medio término que podrían cambiar la correlación de fuerzas en la Cámara de Representantes y en el Senado.

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Es preciso anotar que hay un consenso bipartidista con respecto a la posición de China como competidor sistémico de Estados Unidos, por lo que el no concretar el viaje a la isla podría ser tomado como un símbolo de debilidad,lo cual sería capitalizado por el Partido Republicano.

Resulta pertinente señalar que desde que Estados Unidos estableció relaciones diplomáticas con la República Popular China en 1979, Estados Unidos ha sostenido una política de ambigüedad estratégica mediante la cual reconoce que existe una sola China y que Taiwán es parte de ella.

No obstante mantiene relaciones oficiosas con la administración de la isla y le provee de armamento en virtud del Acta de Relaciones con Taiwán. Dicha posición es duramente criticada por China, entendiendo que va en contra de los tres comunicados conjuntos que sirven de pilares de la relación bilateral y que es parte de la estrategia de contención que Estados Unidos despliega en contra del gigante asiático.

Sin embargo, en un contexto en donde la tensión en las relaciones sino-estadounidenses crece, el carácter ambiguo de dicha política ha perdido fuerza; llegando incluso el propio presidente Biden a aseverar que Estados Unidos defendería a la Isla si China tratara de intervenir militarmente para tomar control de Taiwán.

Aunque dicha declaración fue matizada por funcionarios su Administración, fue tomada con aprehensión e indignación en Pekín. Por ello, la eventual visita de Nancy Pelosi abonaría en contra de la distensión y podría desencadenar consecuencias no deseadas en el marco de un pulso sino-estadounidense que no da signos de moderación.

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