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¿Qué es la guerra de los chips y cómo está evolucionando?

Análisis

Elena Bueso Carrasco
Elena Bueso Carrasco
Graduada en Relaciones Internacionales y actualmente Máster en Seguridad Internacional. Su formación y experiencia se centran en el ámbito de la seguridad y defensa, con un enfoque particular en los retos globales contemporáneos, como la ciberseguridad, el cambio climático, la geopolítica y las dinámicas de cooperación internacional. Su interés profesional se orienta hacia la prospectiva en seguridad y defensa, analizando tendencias emergentes como los conflictos híbridos, la inteligencia estratégica y el impacto de las tecnologías avanzadas en la estabilidad global.

La guerra de los chips ha transformado la industria tecnológica en un campo de batalla global, donde las potencias luchan por asegurar su acceso a los semiconductores avanzados. En este artículo, examinamos cómo esta competencia está moldeando la economía global y alterando el equilibrio geopolítico.

En la era digital actual, los semiconductores se han convertido en recursos estratégicos, comparables al petróleo en el siglo XX. La competencia por el dominio en la producción de microchips ha desencadenado una intensa rivalidad entre Estados Unidos, China y otros actores clave.

Esta «guerra de los chips» no solo afecta la economía global, sino que también influye en la geopolítica y la seguridad nacional de diversas potencias. Este artículo analiza los orígenes del conflicto, sus principales protagonistas y las implicaciones futuras de esta batalla tecnológica.

Orígenes del conflicto

El conflicto en torno a los semiconductores tiene sus raíces en la dependencia global de un número reducido de fabricantes. Empresas como Taiwan Semiconductor Manufacturing Company (TSMC) y Samsung dominan la producción de chips avanzados.

A medida que tecnologías emergentes como la inteligencia artificial y el 5G se vuelven fundamentales para el desarrollo económico y militar, el control sobre la producción de chips se ha convertido en una prioridad. Esto también afecta al suministro, que es clave para las grandes potencias.

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En las últimas décadas, la fabricación de semiconductores se ha desplazado hacia Asia, con Taiwán y Corea del Sur liderando el mercado. Estados Unidos, que vio disminuir su cuota de mercado, ha llevado al aumento de preocupaciones sobre la seguridad de sus cadenas de suministro. China, por su parte, ha lanzado ambiciosos programas para reducir su dependencia de fabricantes extranjeros y alcanzar la autosuficiencia tecnológica.

Estados Unidos vs. China: La carrera tecnológica

Estados Unidos ha impuesto sanciones estrictas a China para limitar su acceso a tecnología avanzada. En 2022, el gobierno estadounidense prohibió la exportación de chips de última generación y equipos de fabricación a empresas chinas, afectando a gigantes como Huawei. Esta política buscaba frenar el desarrollo de China en sectores estratégicos como la inteligencia artificial y la computación cuántica, donde el acceso a semiconductores avanzados es crucial.  

Como respuesta, China ha incrementado sus inversiones en la industria local de semiconductores, con el objetivo de reducir su dependencia de proveedores extranjeros. Empresas como Yangtze Memory Technologies Corp (YMTC) han acelerado sus esfuerzos para desarrollar tecnologías propias. Sin embargo, aún enfrentan desafíos en la producción de chips de alta gama.

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Pekín también ha intensificado sus adquisiciones de patentes y talento extranjero para cerrar la brecha tecnológica con Occidente. En 2025, la competencia entre China y Estados Unidos por el control de la cadena de suministro de chips ha alcanzado nuevas dimensiones. Esto es especialmente relevante con la creciente importancia de las tecnologías de inteligencia artificial, donde los chips de alto rendimiento juegan un papel fundamental.

Por otro lado, Washington ha promovido la Ley CHIPS y Ciencia. Con esta ley, busca incentivar la producción de semiconductores en territorio estadounidense y reducir su vulnerabilidad ante la dependencia de Taiwán y otros países asiáticos.

Con una inversión de 280,000 millones de dólares estadounidenses, esta legislación busca reconstruir la capacidad industrial estadounidense y garantizar la competitividad del país en el futuro tecnológico. Sin embargo, el proceso de recuperación de la industria estadounidense enfrenta desafíos adicionales con la llegada de Trump este 2025.

El presidente Donald Trump ha solicitado al Congreso la derogación de la Ley CHIPS. Argumenta que los subsidios a la industria de semiconductores representan un gasto innecesario y que los fondos podrían utilizarse para reducir la deuda nacional.

Esta propuesta ha generado incertidumbre en el sector tecnológico y entre los legisladores. La eliminación de la Ley CHIPS podría afectar inversiones significativas y proyectos en curso destinados a fortalecer la producción nacional de semiconductores. A pesar de la oposición presidencial, empresas líderes en el sector, como Intel, TSMC y Broadcom, han mostrado resiliencia. Sus acciones han mantenido una tendencia positiva en el mercado.

En resumen, aunque la Ley CHIPS y Ciencia ha impulsado inversiones significativas en la industria de semiconductores de EE. UU., las recientes propuestas de derogación por parte del presidente Trump introducen incertidumbre. Esto afecta el futuro de estas iniciativas y su impacto en la competitividad tecnológica del país.

El papel de Taiwán y la importancia estratégica de TSMC

Taiwán es el epicentro de la fabricación de chips avanzados, con TSMC liderando el mercado. La isla produce más del 60% de los semiconductores a nivel global y alrededor del 90% de los chips más avanzados. Esto la convierte en un punto clave en la tensión entre China y Estados Unidos. Pekín ha dejado en claro su interés en reunificar a Taiwán con el territorio continental, lo que plantea serios riesgos para la estabilidad de la cadena de suministro global.

El dominio de TSMC en la fabricación de chips más avanzados ha llevado a que tanto Estados Unidos como China intenten asegurar su acceso a sus productos. Washington ha presionado para que TSMC establezca fábricas en territorio estadounidense. Por su parte, Pekín ha reiterado su postura de que Taiwán es una parte inalienable de China, lo que podría derivar en un conflicto de mayor escala en el futuro.

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Este 2025, la situación en Taiwán sigue siendo uno de los principales focos de atención internacional.

La isla continúa siendo un pilar fundamental en la fabricación de chips de última generación, y cualquier interrupción en su producción podría tener repercusiones a nivel mundial. La vulnerabilidad de Taiwán ante posibles amenazas militares de China ha llevado a que el mundo preste una atención sin precedentes a su estabilidad.

Además, cualquier interrupción en la producción de semiconductores taiwaneses podría causar una crisis en sectores clave como la industria automotriz, la inteligencia artificial y la defensa, afectando a economías de todo el mundo.

Europa y otros actores en la Competencia Global

Europa, Japón y Corea del Sur también han tomado medidas para fortalecer sus capacidades en semiconductores. La Unión Europea lanzó la Ley de Chips Europea para fomentar la producción local y reducir su dependencia de Asia.

Con una inversión de más de 43.000 millones de euros, el bloque busca posicionarse como un actor clave en la industria y evitar vulnerabilidades en su cadena de suministro. Desde el inicio del año, la Ley de Chips Europea ha comenzado a mostrar resultados. Ha habido un aumento en la producción local de estos chips, especialmente en los sectores automotriz y de inteligencia artificial.

Japón ha impulsado asociaciones con Estados Unidos y otros países para reactivar su industria de semiconductores, que en las décadas de 1980 y 1990 fue líder en el sector. Este país se ha consolidado como un jugador clave en la producción de chips especializados para vehículos eléctricos y autónomos, un sector que ha crecido rápidamente debido a la creciente demanda global de estos vehículos.

Además, Japón ha intensificado sus esfuerzos para asegurar la estabilidad de su suministro de semiconductores, dada la dependencia de la industria automotriz local y el impulso hacia la electrificación.

En 2025, el gobierno japonés aumentó su inversión en semiconductores para reforzar la industria, aumentando su presencia en la cadena global de suministro. En noviembre de 2024, el gobierno japonés asignó 200.000 millones de yenes (aproximadamente 1.280 millones de dólares) para fortalecer a Rapidus, una nueva empresa local de semiconductores, con el objetivo de competir con las grandes firmas globales como TSMC. 

Corea del Sur, por su parte, sigue consolidándose como uno de los principales productores de chips, con Samsung y SK Hynix a la cabeza. Ambas empresas son actualmente líderes en la producción de memoria DRAM, una pieza fundamental para los sistemas de inteligencia artificial, servidores y dispositivos móviles.

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En respuesta al crecimiento global de la demanda de chips avanzados para AI y tecnología 5G, el gobierno surcoreano ha anunciado planes para invertir más de 450.000 millones de dólares en la próxima década. Este esfuerzo tiene como objetivo mantener su posición dominante en el mercado global y hacer frente a la creciente competencia, especialmente de China y Estados Unidos.

Además, en noviembre de 2024, se confirmó que Corea del Sur asignaría 10.000 millones de dólares en préstamos para apoyar la expansión de sus industrias de semiconductores en el futuro cercano.

Consecuencias y perspectivas futuras

La guerra de los chips está redefiniendo el comercio global y las relaciones internacionales. La fragmentación de la cadena de suministro podría aumentar los costos y ralentizar la innovación tecnológica. Además, la creciente rivalidad entre China y Estados Unidos podría desembocar en una mayor militarización de la tecnología.

La creciente inversión en semiconductores por parte de gobiernos de todo el mundo está llevando a una expansión masiva de las fábricas y centros de investigación en diversas regiones. Esto podría reconfigurar el panorama global de las tecnologías en los próximos años.

El aumento de restricciones comerciales y las políticas de nacionalismo tecnológico están llevando a que cada país intente desarrollar su propia industria de semiconductores.

Sin embargo, la fabricación de chips es un proceso extremadamente complejo que requiere miles de millones de dólares en inversión y décadas de desarrollo. Esto dificulta la autosuficiencia total. Además, la competencia entre gigantes tecnológicos como NVIDIA y Broadcom está acelerando la innovación, lo que podría tener un impacto directo en la velocidad y la capacidad de los chips de inteligencia artificial, dando forma al futuro de la computación.

La guerra de los chips no solo afecta a las economías de los países involucrados, sino que también tendrá un impacto significativo en la manera en que las tecnologías avanzadas se distribuyen a nivel global. En 2025, la carrera por la supremacía en semiconductores se intensifica. Los avances en inteligencia artificial y computación cuántica redefinen lo que es posible en la tecnología moderna.

En resumen, la guerra de los chips es un conflicto multifacético que involucra a diversas potencias globales, cada una con sus propias estrategias y objetivos. Este enfrentamiento tecnológico continuará moldeando la economía y la geopolítica mundial en las próximas décadas.

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