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Las revoluciones de colores del espacio postsoviético

Análisis

Lucía Carbayo
Lucía Carbayo
Colaboradora en LISA News. Especializada en el ámbito de los Estudios Internacionales y de la Ciencia Política. Interesada en el ámbito de la Seguridad Internacional, los procesos de paz y de resolución de conflictos internacionales.

A principios de los años 2000, despertaron en el escenario postsoviético una serie de movilizaciones pacíficas, cuya finalidad era acabar con los regímenes autoritarios y promover la democracia. Las protestas recibieron el nombre de “revoluciones de colores”. En LISA News te contamos por qué se las denominó de esta forma y cuál fue su origen.

A principios del siglo XXI, se produjeron una serie de protestas populares en estados postsoviéticos, que luchaban contra regímenes autoritarios. Las movilizaciones comenzaron tras las elecciones generales en Serbia, Georgia, Ucrania y Kirguizstán, y pronto se extendieron a otros países, como Bielorrusia, Moldavia o Armenia, entre otros.

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A través de la movilización pacífica, los opositores demandaban más democracia y apertura hacia Occidente. Las protestas recibieron el nombre de revolución de colores, por la utilización simbólica de colores o nombres de flores empleadas como elementos de identificación por parte de la oposición. Además, los colores hacían referencia a la manera pacífica en la que se había desarrollado la Revolución de Terciopelo checoslovaca de 1989.

Algunas de ellas fueron, la Revolución de las Rosas de 2003 en Georgia, la Revolución Naranja de 2004 en Ucrania o la Revolución de los Tulipanes de 2005 en Kirguistán. También en el año 2000 se produjo otra en Yugoslavia, conocida como la Revolución Bulldozer o del 5 de octubre.

Este tipo de protestas se convirtieron en un modelo de acción en Estados fuera del espacio postsoviético, como en Oriente Medio, donde las Primaveras Árabes despertaron del mismo modo.

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Varias disciplinas teóricas se oponen a esta denominación, pues consideran que el término “revolución”, no captura de forma adecuada la esencia de las protestas. A pesar de que tuvieran ciertos rasgos de una revolución, como es el papel preponderante de la ideología o la participación de movimientos de masas, el elemento que aleja a estas movilizaciones de ser revolucionarias, es que no fueron violentas.

El modelo de acción de las revoluciones de colores estuvo basado en las teorías de Gene Sharp. El académico defendía la vía de la acción política como método de transformación social, sobre todo frente a regímenes autoritarios.

Sharp elaboró una monografía en clave de estrategia de acción noviolenta, donde propone 198 métodos noviolentos, a través de los cuales se puede derrocar el régimen. Algunos de ellos son las manifestaciones, las protestas masivas, el plantón en eventos sociales, el boicot y la huelga, la desobediencia civil o la saturación del sistema burocrático.

¿Cuál es el origen de las revoluciones de colores?

Cabe destacar que las protestas, cuya finalidad era el cambio de régimen mediante procesos electorales legítimos, contó con un fuerte apoyo internacional, sobre todo de Estados Unidos, la Unión Europea y diversas ONG.

El alcance y significado de estas revoluciones es aún debatido, así como también lo es el papel jugado por otros Estados, particularmente de Estados Unidos a través de la CIA (Agencia Central de Inteligencia) y otras agencias.

Según los gobiernos de China y Rusia, el objetivo de estos movimientos sería propiciar cambios en los estados que tradicionalmente habían vivido bajo influencia de la actual Rusia, para que pasaran a formar parte del bloque occidental, como ha sucedido en algunos de estos casos.

Sin embargo, tal y como expone EOM, a pesar de que algunos actores del bloque occidental apoyaran e incluso promovieran las movilizaciones, no debemos obviar la naturaleza nacional y popular de las protestas, ni su cometido: acabar con los regímenes autoritarios.

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El movimiento Otpor y la revolución de colores en Serbia

En Serbia, el papel desempeñado por el movimiento Otpor, fue determinante para el éxito de la Revolución del 5 de octubre y la derrota del presidente Slobodan Milosevic.

Siguiendo las enseñanzas de Sharp y sus teorías sobre la lucha noviolenta, Otpor fue el primer movimiento social que, dentro del fenómeno de las revoluciones de color, desplegó una estrategia de acción noviolenta. De esta forma, su experiencia sirvió como modelo para otros movimientos sociales dentro de la región, así como para las primaveras árabes e incluso llegó al movimiento español del 15M.

Sin embargo, para entender el desarrollo del movimiento, conviene situarse en el contexto histórico. En la década de los 90, el presidente Slobodan Milosevic afianzó su autoritarismo y en la antigua República de Yugoslavia, debido a tres situaciones: la presencia de una oposición dividida, el fuerte nacionalismo y la crisis económica, resultado de las guerras yugoslavas.

Cabe recordar que durante este periodo se produjeron los enfrentamientos en Croacia y en Bosnia-Herzegovina entre 1991 y 1995 y en Kosovo entre 1996 y 1999, donde intervino la OTAN.

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La política autoritaria de Milosevic se endureció con la ola de protestas que tuvo lugar en Belgrado (Serbia), entre noviembre de 1996 y enero de 1998. Estas protestas denunciaban el fraude electoral cometido en los comicios municipales. El presidente quiso desarticular a la oposición a través de la intimidación y la represión. Sin embargo, causó el efecto contrario.

En 1998, una docena de estudiantes que habían participado en las protestas del 96 en contra del fraude electoral, iniciaron un movimiento social conocido como Otpor. El cometido principal de la organización era conseguir la movilización de la población para derrocar al régimen de Milosevic.

Los activistas de Otpor sabían que las elecciones eran el momento perfecto para impulsar el cambio de régimen de una manera legítima, así que centraron sus esfuerzos a la población a participar en los comicios del 24 de septiembre de 2000.

La Revolución Bulldozer

El mandato de Milosevic vencía en julio del 2001. Convencido de que obtendría victoria, había convocado elecciones anticipadas para el 24 de septiembre. En los resultados de los comicios se puso de manifiesto el rechazo, cada vez mayor, al régimen de Milosevic y las ansias de democracia que tenía la sociedad yugoslava.

Vojislav Kostunica, candidato por la Coalición Opositora DOS: Oposición Democrática de Serbia, salió victorioso en las elecciones, aunque no logró la mayoría absoluta. Por este motivo se previó la realización de la segunda vuelta para el 8 de octubre del 2000.

Sin embargo, pronto se puso en evidencia la legitimidad de las elecciones. Las discrepancias entre los datos registrados por la oposición y los datos suministrados por las instituciones oficiales, así como las duda transparencia de las elecciones, pusieron de manifiesto la existencia de fraude electoral.

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Al conocerse la noticia, los demócratas serbios hicieron un llamamiento nacional a la movilización en contra de la manipulación del recuento electoral.

De esta forma, 5 de octubre de 2000, más de medio millón de manifestantes salieron a las calles de Belgrado para reclamar la anulación de las elecciones de septiembre. Esta movilización, que estuvo liderada por el movimiento social Otpor, fue conocida como la Revolución Bulldozer o del 5 de octubre.

Finalmente, el Tribunal Constitucional anuló los resultados de los comicios y 7 de octubre de 2000 reconoció a Kostunika como el nuevo presidente de la República Federal de Yugoslavia.

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