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Tres años de guerra en Ucrania: ¿estamos cerca de un acuerdo de paz?

Análisis

Andrea Vázquez
Andrea Vázquez
Estudiante de Relaciones Internacionales y Filosofía, Política y Economía. Apasionada de la geopolítica y la seguridad internacional, con un profundo interés en analizar y comprender las causas y las dinámicas de los conflictos internacionales.

La guerra en Ucrania, que comenzó en 2022 con la invasión rusa, se ha convertido en un conflicto complejo con implicaciones globales. Tras tres años de enfrentamientos, la situación sigue sin una resolución clara, y las tensiones continúan afectando no solo a Ucrania, sino también al equilibrio geopolítico internacional.

El 24 de febrero de 2022, Rusia lanzó lo que llamó «una operación militar especial», adentrándose en la frontera de Ucrania, invadiendo su territorio y violando su soberanía. Esto supuso otro grave ataque más a Ucrania, ya que Rusia ya invadió y proclamó la anexión de Crimea en 2014.

El inicio de este conflicto marcó el mayor enfrentamiento en Europa desde la Segunda Guerra Mundial. A lo largo de tres años, el conflicto ha pasado por diferentes fases, desde la invasión inicial hasta las recientes posibilidades de negociaciones de paz.

La evolución de la guerra no solo está afectando a las naciones directamente involucradas, Rusia y Ucrania, sino también al equilibrio geopolítico global. En este artículo haremos un breve recorrido de la guerra en Ucrania, desde su comienzo hasta el día de hoy, exponiendo los principales hitos del conflicto y la incertidumbre de su futuro. 

2022: el inicio del conflicto y la resistencia ucraniana

El despliegue del ejército ruso alrededor de la frontera ucraniana sorprendió al mundo en 2021, pero nadie se esperaba lo que ocurriría en febrero de 2022. Rusia manifestó que no tenía intenciones de invadir Ucrania con estas maniobras militares. Sin embargo, acabó asaltando la línea fronteriza. Justificó esta acción como una especie de necesaria protección contra la expansión de la OTAN. De esta manera, impuso su primera demanda: que Ucrania no entrara en la OTAN. Iniciada la ofensiva contra Ucrania, Rusia avanzó rápidamente hacia ciudades clave como Kiev y Járkov. 

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Rusia confiaba en que alcanzaría la victoria rápidamente, pero no contaba con enfrentarse a una fuerte resistencia ucraniana desde el primer momento. Gracias a esta resistencia, Ucrania impidió la captura de la capital. La operación relámpago rusa se convertiría en una guerra que se prolongaría en los siguientes años.

La comunidad internacional condenó enérgicamente la agresión, y se implementaron sanciones económicas sin precedentes contra Moscú. Entre las sanciones podemos encontrar la expulsión de bancos rusos del sistema SWIFT por la Unión Europea. Mientras tanto, la Asamblea General de la ONU condenó la invasión, y la Corte Penal Internacional (CPI) inició investigaciones por posibles crímenes de guerra. En el plano militar, la OTAN reforzó su presencia en Europa del Este, pero sin intervenir directamente en el conflicto.

Tras el fracaso de su ofensiva en el norte, Rusia se replegó de Kiev y centró sus esfuerzos en el Dombás y el sur de Ucrania. Durante la retirada de las tropas rusas de áreas cercanas a Kiev, se descubrieron atrocidades en localidades como Bucha, con evidencias de ejecuciones masivas y torturas de civiles. Esto intensificó las sanciones y el aislamiento internacional de Rusia. También supuso un mayor envío de armas occidentales a Ucrania, incluyendo sistemas de artillería avanzados.

En el sur, Mariúpol cayó tras meses de asedio, marcando una de las batallas más sangrientas de la guerra. La ciudad quedó prácticamente destruida y miles de civiles murieron en los bombardeos. 

Ucrania lanzó contraofensivas en Járkov y Jersón, logrando recuperar importantes áreas ocupadas. En respuesta, el 23 de septiembre, Rusia organizó referéndums ilegales en cuatro regiones ucranianas (Donetsk, Lugansk, Zaporiyia y Jersón) y las anexó unilateralmente. Esta acción, rechazada por la ONU y la mayoría de la comunidad internacional, fue un intento más de justificar su invasión y ocupación.

El 26 de septiembre de 2022, se registraron explosiones en los gasoductos Nord Stream 1 y Nord Stream 2, infraestructura clave que transportaba gas ruso a Europa a través del Mar Báltico. Se acusó a Rusia de este ataque, pero Moscú negó su responsabilidad y señaló a EE.UU. y Ucrania como posibles culpables.

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Las investigaciones sobre lo ocurrido concluirán en 2024, sin poder determinar a ningún responsable. El sabotaje al Nord Stream incrementó las tensiones entre Rusia y la Unión Europea, evidenciando la vulnerabilidad de la infraestructura energética europea. Como respuesta, la UE aceleró su transición energética y reforzó su cooperación en materia de seguridad energética.

La guerra en Ucrania también ha tenido un gran impacto en la economía global, provocando crisis en el suministro de gas (especialmente, en Europa) y de alimentos debido al bloqueo de los puertos ucranianos. Turquía y la ONU negociaron un acuerdo para permitir la exportación de grano, conocido como la Iniciativa de Granos del Mar Negro.

2023: el comienzo de la guerra de desgaste

El conflicto entró en una fase de desgaste, con combates intensos pero sin grandes cambios territoriales. La batalla por Bajmut, ciudad clave en el Dombás, se convirtió en un símbolo de la resistencia ucraniana. La batalla se prolongó durante meses, con miles de bajas en ambos bandos. Finalmente, cayó en manos rusas en mayo de 2023.

En el primer aniversario de la guerra, la UE aprobó un décimo paquete de sanciones contra Rusia. Además, la UE y el G7 impusieron un tope al precio del petróleo ruso, reduciendo los ingresos de Moscú. Sin embargo, Rusia encontró alternativas vendiendo crudo a China e India, lo que debilitó el impacto de las sanciones. En marzo, el Tribunal Penal Internacional (TPI) emitió una orden de arresto contra Vladímir Putin, acusándolo de deportaciones ilegales de niños ucranianos a Rusia.

Ucrania lanzó una contraofensiva en el sur, logrando pequeños avances debido a la fuerte defensa rusa. Paralelamente, en la Unión Europea comenzaba a debatirse la posibilidad de formar una fuerza militar conjunta para reforzar la seguridad en el continente

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En junio, el grupo Wagner, un ejército privado ruso clave en la ofensiva contra Ucrania, protagonizó una rebelión liderada por Yevgueni Prigozhin. Aunque este intento de motín fue sofocado en menos de 24 horas, evidenció tensiones y debilidad dentro del régimen de Putin. Prigozhin fue exiliado, pero murió en un accidente aéreo en agosto.

A medida que el conflicto se prolongaba, el apoyo militar y económico a Ucrania por parte de Estados Unidos y Europa comenzó a debilitarse. Además, se debe tener en cuenta que en octubre de este año comienza el conflicto en Gaza entre Israel y Hamás, desviando la atención internacional de Ucrania y complicando aún más el envío de ayuda militar. 

2024: la guerra en Ucrania continúa

En enero, Rusia intensificó los ataques con drones y misiles contra infraestructuras energéticas ucranianas en pleno invierno, causando apagones.

Se cumple el segundo aniversario de la guerra, con el frente estancado y una Ucrania debilitada por la reducción de la ayuda occidental. Hungría bloqueó un nuevo paquete de apoyo financiero de la UE para Ucrania, aunque posteriormente desbloqueó parte de los fondos tras negociaciones con Bruselas. 

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Rusia avanza en Avdíivka y otras áreas del Dombás, aprovechando la escasez de municiones ucranianas. Francia y Alemania plantean la posibilidad de enviar tropas europeas a Ucrania para entrenamiento y apoyo logístico, lo que genera división dentro de la UE. La OTAN aumentó el entrenamiento militar para soldados ucranianos. Mientras tanto, Rusia estrechaba lazos con Irán para el suministro de armas. Moscú firmó un pacto con Corea del Norte, el cual incluye asistencia militar mutua. Además, ha habido participación de soldados norcoreanos en la guerra

2025: ¿se acerca el fin de la guerra en Ucrania?

El 20 de enero, Donald Trump asumió la presidencia de Estados Unidos, generando expectativas sobre un posible cambio en la política hacia el conflicto en Ucrania. 

El 12 de febrero, Trump y Putin mantienen una conversación en la que discuten un posible acuerdo de paz sin la presencia de Ucrania ni la UE. La ausencia de representantes ucranianos y europeos ha generado críticas y preocupaciones sobre la legitimidad y equidad de las conversaciones.

Apenas un par de días después, un dron ruso impactó en la estructura de protección de la central nuclear de Chernóbil, provocando un incendio que fue rápidamente extinguido. El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, condenó el ataque, calificándolo de «amenaza terrorista para todo el mundo». Por su parte, Rusia negó su implicación en el incidente. El Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) confirmó el impacto y el incendio, pero aseguró que los niveles de radiación permanecen normales y estables.

El 18 de febrero de 2025, representantes de Estados Unidos y Rusia se reunieron en Riad para establecer las bases de futuras negociaciones destinadas a normalizar las relaciones diplomáticas y poner fin a la guerra en Ucrania. Además, Francia y el Reino Unido, bajo el liderazgo de Emmanuel Macron y Keir Starmer, respectivamente, han programado una reunión con Trump para discutir posibles acuerdos de paz. Mientras tanto, la UE acuerda el decimosexto paquete de sanciones contra Rusia para el 24 de febrero, marcando el tercer aniversario de la guerra.

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A casi tres años del inicio de la guerra, el conflicto en Ucrania sigue sin una resolución clara, aunque recientemente han surgido señales de posibles negociaciones, lo que parece indicar una posible voluntad de encontrar una salida. Sin embargo, la gran incógnita sigue siendo el papel de Ucrania en este proceso.

¿Tendrá Kiev voz en las negociaciones o se verá forzada a aceptar acuerdos decididos por otros actores? La historia muestra que Rusia ha incumplido numerosos acuerdos internacionales, como el Memorándum de Budapest de 1994 o el Protocolo de Minsk de 2014, lo que genera escepticismo sobre cualquier posible tratado de paz.

Además, persisten muchas incertidumbres. ¿Hasta qué punto seguirá Occidente apoyando a Ucrania? ¿Se fortalecerá la seguridad europea para evitar futuras amenazas? ¿Podría la guerra estancarse en un conflicto congelado similar a otros enfrentamientos prolongados?

Por ahora, el futuro sigue siendo incierto. Mientras se discuten posibles acuerdos, la guerra continúa sobre el terreno. Ofensivas en el este de Ucrania y el reciente incidente en Chernóbil actúan como recordatorio de los riesgos que aún persisten.

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