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Yibuti: un imán para las bases militares en el corazón de África

Análisis

Carmen Revilla
Carmen Revilla
Estudiante de Relaciones Internacionales en la Universidad Rey Juan Carlos. Entusiasta de la geopolítica, el análisis de conflictos, el derecho internacional, y los movimientos sociales.

Yibuti es una pequeña república del Cuerno de África, rodeada de norte a sur por Eritrea, Etiopía, y Somalia, y con salida al Mar Rojo por el este. Desde que obtuvo su independencia de Francia en 1977, Yibuti ha sido anfitrión de las mayores bases militares del mundo, hasta convertirse en el territorio con más bases extranjeras por km². ¿Qué es lo que hace a Yibuti, un país del mismo tamaño que la Comunidad Valenciana, un país tan atractivo para las principales potencias militares?

Estados Unidos y Francia han establecido en Yibuti sus mayores despliegues militares dentro del continente africano, mientras que China y Japón han implementado en este país sus únicas bases militares en el extranjero.

Una posición geoestratégica privilegiada

Por lo general, el Cuerno de África siempre ha gozado de cierta importancia geoestratégica gracias a sus fronteras con África Central y el Sahel, y su salida al mar Rojo. Para poder acceder al corredor del mar Rojo es necesario pasar por dos choke points, entendidos como puntos geográficos de una ruta marítima que debido a su estrechez adquieren un importante rol estratégico. Estos son el canal de Suez al norte, y el estrecho de Bab el Mandeb al sur. Aunque Egipto es quien actualmente gestiona el canal de Suez, el Estrecho de Bab el Mandeb no tiene un control claro y depende de la influencia de cualquiera de los tres Estados con acceso directo a este estrecho, es decir, Eritrea, Yemen, y Yibuti.

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La importancia de esta vía marítima recae en el comercio internacional y cómo se puede ver perjudicado por la inestabilidad de la región. El 20% del comercio internacional pasa por el mar Rojo al ser la principal ruta del comercio entre Asia y Europa. Además, cerca del 8% del gas natural licuado y el 12% del petróleo mundial transportados marítimamente atraviesan este recorrido. 

Sin embargo, desde que comenzaron los ataques hutíes a barcos comerciales en octubre de 2023, los tránsitos mensuales por el canal de Suez han caído un 42% y los contenedores van un 82% más vacíos, según Naciones Unidas.

Oasis de calma entre caos

A pesar de su relevancia a nivel internacional, el mar Rojo está condicionado por la oscilación de los Estados que los rodean. Desde Eritrea, pasando por Sudán, hasta Kenia y Somalia, los países del Cuerno de África se encuentran en situaciones climáticas extremas que están provocando una inseguridad alimentaria aguda y multitud de desplazamientos tanto internos como entre fronteras. A esto se le suman los constantes conflictos fronterizos y étnicos que impiden la consolidación de una cierta estabilidad en la región.

La piratería y el terrorismo son otras de las grandes problemáticas. Estados como Somalia se han convertido en un ejemplo de intranquilidad entre militantes del grupo terrorista  Al Shabab y capitales de la piratería como Puntlandia. Estas actividades están tan introducidas en la sociedad somalí que,  según estimó la Organización de Naciones Unidas, en 2008 la piratería llegó a financiar directamente el empleo local de Somalia con el 40% de sus ganancias 

Mientras tanto, al otro lado del Estrecho, la guerra civil de Yemen desde 2014, ya ha sido considerada como una de las peores crisis humanitarias del mundo. El conflicto entre los partidarios del presidente Hadi y los rebeldes hutíes también sirve como exhibición de potencias rivales, al estar cada bando respaldado por Arabia Saudí e Irán, respectivamente.

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La escalada en octubre de 2023 del conflicto árabe-israelí y el comienzo de la guerra de Israel en Gaza han reavivado las ofensivas hutíes contra el transporte marítimo del mar Rojo. A modo de apoyo para la causa palestina, los hutíes han orquestado más de 45 ataques contra buques comerciales y navales. Si los hutíes ya controlaban gran parte de la costa yemení bañada por el mar Rojo, ahora han obtenido el control de esta vía marítima crucial para el comercio internacional.

En medio de una región marcada por la inestabilidad, Yibuti ha logrado mantener una relativa tranquilidad, convirtiéndose en un oasis de calma en el caos del Cuerno de África. Esta estabilidad parcial ha atraído la atención de potencias mundiales que buscan asegurar sus intereses estratégicos en la región.

Intereses estratégicos de Yibuti

China, Estados Unidos, Francia, Italia, y Japón han constituido las principales bases militares extranjeras permanentes en Yibuti. No obstante, otros Estados, como Alemania, Arabia Saudí, España, e India, ya han utilizado algunas de las mencionadas instalaciones militares o han mostrado gran interés por asentarse en esta pequeña república africana.

Francia, como ex potencia colonial, nunca salió de Yibuti. Así, su base militar ha sido una continuación del aprovechamiento estratégico del territorio pese a su independencia en 1977.

Por otro lado, el interés de Estados Unidos por el enclave africano surgió después de los atentados del 11 de septiembre de 2001. La base estadounidense se ha utilizado para llevar a cabo operaciones en Irak, contra los yihadistas en Somalia, y contra Al Qaeda en la Península Arábiga. Es un punto logístico crucial y pieza central de una red de bases de drones y de vigilancia.

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Desde el año 2017, China cuenta con su propia base, la cual ha utilizado para repeler los ataques de piratas en las decisivas rutas comerciales entre el Océano Índico y el Mar de China Meridional. También, la cercanía de Yibuti con otros países del continente africano ha permitido a China proteger sus intereses petroleros en Sudán y el resto de sus negocios millonarios con el resto de África. La importancia de Yibuti es tal, que China ha decidido incluirle en su proyecto de la nueva Ruta de la Seda Marítima.

Relativa estabilidad

Desde su independencia, la política de Yibuti se ha caracterizado por ser un sistema de partido único dominante. La limitación constitucional de dos mandatos fue enmendada en 2010, por lo que el presidente Ismail Omar Guelleh ha podido ser reelegido hasta 5 veces. El gobierno responde a los equilibrios tradicionales, tribales y de clanes; luego, Yibuti no suele vivir episodios de violencia étnica. Sin embargo, las libertades políticas de expresión o manifestación están restringidas. Los partidos de la oposición se enfrentan a constantes amenazas, cuando no se ven obligados a desaparecer.

Las restricciones de derechos y libertades no se limitan únicamente a la oposición política, sino también a la población civil. Las elecciones no son libres ni democráticas. Además, según advierte la Liga de Derechos Humanos de Yibuti, las fuerzas de seguridad han incrementado desde 2021 la utilización de violencia sistemática impunemente contra los yibutíes. Ya son varias las personas que han fallecido como resultado de esta violencia mientras manifestaban su descontento y desesperación por la escasez.

Pese a su tan apreciada “estabilidad”, Yibuti sigue siendo un país parte del Cuerno de África que sufre las mismas condiciones climáticas que el resto. Como se mencionaba anteriormente, las extremas sequías han provocado una importante crisis alimentaria sin precedentes.

¿Inversión o injerencia?

La estratégica posición de Yibuti, y su relativo sosiego en comparación con sus vecinos, le han convertido en el anfitrión perfecto para las misiones militares extranjeras. Ahora bien, la presencia masiva de bases militares puede provocar grandes consecuencias para este pequeño país.

Cada base supone una cesión de soberanía en mayor o menor medida, ya que, aunque se encuentren en territorio yibutí, dentro de ellas rigen las leyes y las normas del Estado que la ha establecido. También, en algunos casos, los militares extranjeros gozan de ventajas o inmunidades legales.  Este es el caso del personal de las Fuerzas de Autodefensa Japonesas, el cual dispone de inmunidad ante cualquier tipo de acusación penal en virtud de la legislación nacional de Yibuti. 

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La presencia de potencias extranjeras ha fomentado la creación de una gran zona de libre comercio dentro del país, The Djibouti International Free Trade Zone. Esta zona libre de impuestos incluye uno de los mayores puertos de África y promete convertirse en una de las zonas de comercio más grandes e importantes del continente. 

Gracias a la inversión extranjera, se espera que el PIB de Yibuti aumente un 6,5% en 2024. Sin embargo, según advierte el Banco Mundial, la situación fiscal del país está bajo presión debido a la disminución de los ingresos fiscales, consecuencia de las  exenciones fiscales, y los crecientes costos del servicio de la deuda pública. Se proyecta que la deuda pública aumentará al 73% del PIB entre 2023 y 2024 gracias a los préstamos externos utilizados para financiar proyectos de infraestructura. Yibutí se ha convertido en un país dependiente de la inversión extranjera, lo que sitúa en una posición muy vulnerable y dependiente.

Tanto China como Estados Unidos pagan unos alquileres anuales de 100 y 63 millones de dólares respectivamente para mantener sus bases. No obstante, la presencia de estas ha producido una subida muy significativa de los precios. Vivir en Yibuti es más caro que en España, pero los salarios de la mayor parte de la población son mucho más bajos. El 79% de los yibutíes vive en la pobreza y el 42% en la pobreza extrema.

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