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Criminología al servicio del medio ambiente

Análisis

Judit Robles
Judit Robles
Desde siempre me ha apasionado conocer el por qué de la delincuencia y cómo prevenirla, y por eso estudié Criminología. Además, he ampliado esta formación estudiando Psicología. Me motiva especialmente hacer del mundo un lugar mejor, buscando dar respuestas y aportar todo lo posible a la sociedad.

Sí, existe una rama de la criminología que se dedica al estudio de daños y delitos contra el medio ambiente y aquí te la explicamos.

La “criminología verde” es una rama de la criminología que se dedica al estudio de daños y delitos contra el medio ambiente. El término fue acuñado por Michael J. Lynch en 1990 y se ha ido haciendo cada vez más popular, especialmente en los últimos diez años.

El estudio de los daños contra el medio ambiente, la humanidad y otras especies, infligidos sistemáticamente por entidades con ánimo de lucro y a diario también por ciudadanos, se considera cada vez más una preocupación social de vital importancia. Estos daños engloban acciones como el abuso y explotación de sistemas ecológicos y especies, contaminación ambiental, comercio ilícito de materiales tóxicos y especias en riesgo, monopolización de recursos naturales, modificación genética de alimentos, biopiratería y nuevas formas de conflictos como resultado de la degradación ambiental.

A diferencia de la criminología más “clásica”, la criminología verde se interesa por cualquier tipo de actividad que cause daño, tanto ambiental, como humano, como social. Y no se centra únicamente en aquellos actos que se consideran delitos y están tipificados como tal en los ordenamientos jurídicos. Es decir, no se limita únicamente a lo que el Estado considera criminal, sino que también descubre comportamientos dañinos y perjudiciales, particularmente de los poderosos, como los propios países y grandes corporaciones. Algunos sociólogos sostienen que la globalización también es un factor clave para la criminología verde, ya que muchas de estas acciones cruzan fronteras.

La importancia de este tipo de criminología aumenta al mismo tiempo que la degradación ambiental desde la amenaza del cambio climático, la posible extinción de un millón de especies en un futuro cercano o la ubicuidad de la contaminación plástica. Además, comprende una variedad de perspectivas entre las que destacamos la explotación y la desigualdad, independientemente de cómo se indentifiquen y expresen estos problemas.

Principales temas de estudio de la criminología verde

Los temas y cuestiones más comunes en la investigación criminológica verde se pueden clasificar de diferentes formas. Sin embargo, lo que sí está claro es el largo alcance que tienen las acciones ilegales contra el medio ambiente que atentan directamente contra el medio que todos habitamos.

Cambio climático

Aunque las causas del cambio climático siguen siendodebatidas, lo cierto es que el consumo de energía es una de las principales. Las sociedades de consumo ricas contribuyen de manera desproporcionada a este problema que impondrá en el futuro cargas sociales y económicas altas a las naciones que son económicamente pobres.

La criminología verde, tras haber estudiado el vínculo entre el cambio climático y el crimen, sugiere que el primero va a estimular una serie de fuerzas profundamente criminógenas. Es decir, desde este ámbito de la Criminología, se plantea la posibilidad de que el cambio climático favorezca la comisión de crímenes y el aumento de acciones desviadas.

Alimentos y agricultura

Los alimentos constituyen un elemento esencial y, al igual que otros bienes preciosos, tienen un valor en el mercado (tanto legal como ilegal). La forma en que los alimentos son cultivados, manufacturados, procesados, producidos, comercializados y vendidos atraen diferentes tipos de crímenes y actividades perjudiciales.

Por ejemplo, favorecen acciones como el fraude de alimentos, la intoxicación alimentaria, las violaciones de las leyes de etiquetado de alimentos, las prácticas de comercio ilegal, la manipulación de precios, la explotación laboral relacionada con los alimentos y los delitos financieros que implican alimentos.

La evidencia confirma que la escasez de alimentos, el hambre en el mundo, la problemática en relación a los alimentos genéticamente modificados o el daño causado por la creación de monopolios en las industrias biotecnológicas pueden poner en riesgo procesos e interacciones sociales, económicas y, por supuesto, ecológicas, que pueden derivar en la comisión de crímenes.

La invasiva frontera de desarrollo agrícola en la selva amazónica ha destruido sistemas ecológicos, provocando graves daños ambientales, y ha causado daños sociales, como un número creciente de asesinatos asociados a esta actividad.

Desechos

El crimen organizado participa en muchos aspectos de los servicios públicos, desde la eliminación de desechos hasta la construcción y el mantenimiento de edificaciones. A consecuencia de este “emprendimiento criminal”, se dan acciones como prácticas de corrupción, contaminación y desarrollo de proyectos inadecuados y peligrosos. Algunos expertos en delitos verdes, han llegado a definir este tipo de acciones ilegales como “crimen de cuello sucio”.

Muchas empresas pueden beneficiarse de crear vínculos con el crimen organizado, por ejemplo a la hora de eliminar residuos de manera ilegal, más económica o con menor control. Esto ha permitido conocer déficits estatales a la hora de regular la eliminación de residuos.

Abuso de especies animales

Razones como la responsabilidad ética que tiene el ser humano con los animales, el uso de las estadísticas de maltrato animal como indicador de los niveles de violencia en una sociedad y el hecho de que el daño a los animales es ya un tema que tratan los sistemas judiciales, hacen que las temáticas en torno a los animales sean de interés para esta rama de la criminología.

Dentro del abuso de especies, cabe destacar, por su relevancia, la caza furtiva y el comercio ilícito de especies por parte de grupos criminales para financiar sus actividades. Ha llegado a sugerirse, incluso, la existencia de fuertes vínculos entre el terrorismo y el tráfico de especies animales para la financiación, lo que despierta preocupaciones por la Seguridad Nacional e internacional.

Justicia ambiental y victimización ambiental

Si, como hemos destacado anteriormente, la criminología verde pone el foco en los impactos diferenciales que las conductas ilegales o desviadas tienen sobre el entorno, es lógico que esté interesado en el estudio de las víctimas ambientales (ya sean personas, animales o hábitats). En relación a este tema, se pueden identificar dos frentes de investigación: la justicia ambiental y la resistencia a los impactos desproporcionados que generan prácticas de daño ambiental en comunidades en riesgo de exclusión, y la victimización y victimología ambiental.

Por ejemplo, es más frecuente que vertederos o zonas con impacto ambiental (plantas químicas, centrales eólicas, industrias contaminantes, etc.) se ubiquen cerca de poblaciones desfavorecidas o excluidas, por tratarse normalmente de zonas más empobrecidas y con menos capacidad de decisión en decisiones políticas.

En definitiva, los problemas ambientales guardan mucha relación con otras injusticias y problemáticas sociales como la pobreza, el racismo, el sexismo, el desempleo, el deterioro urbano, los problemas de salud, la disminución de la calidad de vida o del acceso a servicios públicos básicos, etc. Todas estas cuestiones son abordadas estén o no tipificadas en un ordenamiento jurídico.

Tipos de crímenes verdes

Como ya hemos mencionado, el objeto de la “criminología verde” es estudiar y prevenir el daño ambiental, causado por acciones delictivas o que atentan contra los objetos de protección de esta rama de la criminología. Entendiendo como daño ambiental, en un sentido amplio, como toda aquella afectación derivada de una actividad humana, individual o colectiva que interrumpe el sistema biótico en general.

Así, destacamos aquí algunas de las principales conductas o actividades. Las actividades industriales humanas (que derivan en vertidos, emisiones, lluvia ácida, etc.), las conductas que afecten los principios de conservación de especies y vida silvestre (tráfico animal, destrucción de hábitat, desaparición de especies y maltrato animal), y las actividades científicas que implican manipulación o experimentación de especies.

El daño ambiental no depende de la gravedad de la conducta que lo originó, sino de diversos factores como las características de la zona geográfica afectada, la influencia de los medios de comunicación, la normativa comunitaria, la construcción social y los intereses políticos, los que determinarán si una afección al ambiente es un daño o no.

Hay expertos como Eamonn Carrabine, que diferencian entre los crímenes verdes primarios y los secundarios. Los primarios serían aquellos daños directos causados contra el medio ambiente y las especies como la contaminación del aire, la deforestación o el abuso animal. Los secundarios serían aquellos que surgen de una actividad gubernamental o corporativa ilegal o negligente, entre los que se puede mencionar los desechos peligrosos.

El criminólogo Gary Potter agrega a la clasificación del anterior autor un tercer tipo de crímenes. Estos serían aquellos cometidos como respuesta deliberada o directa al daño ambiental y a la criminalidad, causados o exacerbados por la experiencia de victimización ambiental. Estos pueden verse relacionados, por ejemplo, con la interacción entre los elementos humanos y no humanos del ecosistema, siendo los procesos sociales el factor dominante en algunos casos.

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