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El dilema detrás de la respuesta de Bukele contra las maras

Análisis

Selena Vázquez Rodríguez
Selena Vázquez Rodríguez
Analista Internacional en prácticas en LISA News. Estudiante de 4° de carrera de Relaciones Internacionales en la Universidad Rey Juan Carlos. Le apasionan los asuntos sociales y la seguridad internacional. También los medios de comunicación por su vocación y responsabilidad de informar de manera objetiva a toda la población.

Nayib Bukele no destaca solo por ser el presidente más joven de El Salvador. Desde su llegada al poder, el fin de la proliferación de grupos pandilleros, también conocidos como maras, ha sido, y todavía es, uno de sus objetivos estrella. A pesar de las críticas de la comunidad internacional, Bukele asegura que las políticas son justas y necesarias para rebajar las tasas de criminalidad.

Nayib Bukele es un político y empresario salvadoreño de orígenes palestinos que, desde 2019, ocupa el cargo como el 60º presidente de la República de El Salvador, sucediendo a Salvador Sánchez Cerén. En aquel momento, la entrada de Nayib en las elecciones supuso una revolución en las urnas, puesto que se presentó a la presidencia con una alianza entre el partido de centro-derecha, Gran Alianza por la Unidad Nacional —GANA— y el de izquierda Nuevas Ideas. Esta alianza fue un reflejo de la crispación política y de la pérdida de popularidad de los dos partidos tradicionales: la Alianza Republicana Nacionalista y el Frente Farabundo Martí —FMLN— para la Liberación Nacional.

El gobierno de Nayib Bukele

Nayib Bukele es el presidente más joven de la historia política de El Salvador desde el fin de los gobiernos militares. Empezó su trayectoria como alcalde de las localidades de Cuscatlán y San Salvador —capital del país— en 2012 y 2015, respectivamente. Este primer paso en la política le impulsó para ganar popularidad y optar a la presidencia del gobierno. Comenzó militando en el FMLN, pero fue expulsado del mismo, según su propio partido, por cometer actos difamatorios contra el mismo.

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Como apuntábamos al principio del artículo, Bukele ganó la presidencia de El Salvador mayoritariamente con la GANA, el partido de centroderecha que pondría en cuestión los valores más cercanos a la izquierda de Bukele. Aun así, desde el inicio de su mandato, Bukele ha marcado sus objetivos, entre los que destacan: la renovación política del país y la erradicación de la pobreza y la violencia.

Sin embargo, Bukele se enfrenta a varias críticas —sobre todo por parte de organismos internacionales como la Organización de los Estados Americanos o el Alto Comisionado por los Derechos Humanos de Naciones Unidas— por sus decisiones políticas.

En febrero de 2020, el joven presidente acudió a la Asamblea General de El Salvador rodeado de militares con el objetivo de aprobar el presupuesto para la nueva ley de seguridad. Además, durante la pandemia de la Covid-19, los policías y militares de la región detuvieron a todos aquellos que se saltaban la cuarentena domiciliaria. Las medidas que el presidente ha tomado en el país han sido calificadas como “autoritarias” por parte de ciertas ONG y líderes políticos de algunos países.

La violencia de El Salvador a través de las pandillas

Las pandillas en El Salvador son conocidas como maras y constituyen una organización criminal con recursos propios, jerarquías y objetivos criminales.

Para entender la historia de las maras hay que retroceder hasta 1980, cuando comenzó la Guerra Civil de El Salvador entre la Fuerza Armada de El Salvador —FAES— e insurgentes del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional —FMLN—. Durante el conflicto, miles de refugiados tuvieron que abandonar el país y mayoritariamente se asentaron en Los Ángeles, Estados Unidos. En estas migraciones encontramos el origen de las maras.

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En Los Ángeles, la mayoría de los salvadoreños se unieron en dos grupos: Barrio 18 —cuyos integrantes eran mayoritariamente mexicanos, pero también aceptaban a salvadoreños— y Mara Salvatrucha 13 —cuyos integrantes eran puramente salvadoreños—.

Durante 1990, ambas pandillas ganaron influencia en la ciudad hasta que Estados Unidos decidió extraditarlos a El Salvador, en un momento crítico para el país centroamericano con los últimos años del conflicto interno. La devastación se cifró en alrededor de 75.000 muertos y 15.000 desaparecidos, lo cual ayudó a la proliferación de las pandillas hasta la actualidad.

Como consecuencia, El Salvador se convierte en uno de los países con la mayor tasa de criminalidad del mundo. En 2012, se registraron 14 muertes diarias a causa de las maras. En 2013, 2.500 homicidios y en 2014 aumentó un 50% hasta más de 3.800 homicidios en ese año.

Desde el 1994 hasta el 2021, El Salvador ocupó durante 15 años la primera posición de ratio de homicidios por cada 100.000 habitantes, convirtiéndole en el país más peligroso del mundo, según datos de Naciones Unidas.

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Bukele no es el primer presidente que intenta poner fin a la violencia organizada de las maras. En 2003, el entonces presidente de El Salvador, Francisco Flores, creó el Plan Mano Dura, que monitorizaba el despliegue de las fuerzas armadas para la captura masiva de pandilleros. En 2012, Estados Unidos incluyó a Barrio 18 y Mara Salvatrucha 13 en su lista de organizaciones criminales internacionales. Y justo antes de que Bukele asumiera la presidencia del gobierno, se puso en marcha la Operación Cuscatlán, que asestó un golpe duro a las finanzas de la pandilla MS -13.

El ascenso de Bukele a la presidencia ha desencadenado en una mayor represión contra estos grupos criminales pandilleros. Durante la pandemia, cientos de integrantes de las maras, de ambas bandas, fueron arrestados y aglomerados en las mismas celdas. Además, el presidente puso en marcha una estrategia de persecución que deja atrás ciertas garantías constitucionales y que ha sido criticada por violar los derechos humanos.

En marzo de 2022, Nayib declaró un régimen de excepción que declaró la guerra a las maras. Este régimen de excepción suspende algunos derechos constitucionales de los salvadoreños como las capturas sin orden judicial.

Bajo esta situación, miles de soldados y policías ya han apresado sin orden judicial a casi 35.000 presuntos integrantes de las maras. Estas prácticas han sido denunciadas por algunos organismos no gubernamentales como Human Rights Watch o Cristosal.

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Recientemente, se inauguró el Centro de Confinamiento para el Terrorismo, que ya se conoce como la cárcel más grande de América. Un centro penitenciario de máxima seguridad en la que ya han internado alrededor de 2.000 pandilleros —con una capacidad máxima para 40.000 presos— y en la que trabajan 600 soldados y 250 policías.

Bukele ha asegurado que la entrada en prisión de estos pandilleros ha implicado un decremento considerable de los homicidios, en los que en vez de 100 homicidios por cada 100.000 habitantes ahora solo se presentan cifras de un dígito.

Esta nueva Política Criminal ha conseguido que El Salvador tenga la tasa de homicidios más baja de América, bajando un 99% al pasar de 1,4 víctimas mortales por cada 1.000 habitantes (peor registro histórico), a solo 0,018 víctimas mortales en 2023.

Daniel Villegas, Fundador y Director general de LISA Institute.

La (im)popularidad de Bukele ante las maras

Hasta la fecha, Bukele ha lidiado con los aplausos nacionales y algunas críticas internacionales. En 2021, se celebraron en El Salvador elecciones legislativas en las que el partido de Bukele arrasó con 66% de los votos, haciendo incuestionable el apoyo popular y el control de la totalidad del Parlamento.

De hecho, en 2021, se registró el número de homicidios por pandilleros más bajo de todos los tiempos: 1.140 en todo el año. Dentro del marco del régimen de excepción, Bukele habría arrestado a 64.000 pandilleros, entre los que figuran unos 1.600 menores de edad.

Estos datos hacen que Bukele sea elogiado internamente y continúe creciendo en popularidad. Además, en países vecinos como Honduras o Guatemala, los ciudadanos han organizado marchas a favor del gobierno de Bukele.

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Sin embargo, no toda la comunidad internacional mira con buenos ojos al gobierno salvadoreño. La Unión Europea, Amnistía Internacional o Human Rights Watch denuncian varios episodios ilícitos cometidos durante el gobierno del presidente: violaciones contra los derechos humanos por la falta de transparencia durante el régimen de excepción, la toma militar de la Asamblea Legislativa en 2020 o su abuso de poder durante la pandemia Covid-19, entre otras.

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Además, las dos últimas organizaciones no gubernamentales denuncian que se han producido atropellos durante las detenciones de los pandilleros y las detenciones indiscriminadas. Algunas figuras como el Alto Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, la vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris o el Secretario de Estado del mismo país, Antony Bliken han hecho pública su preocupación sobre la calidad democrática y el Estado de Derecho de El Salvador.

El Gobierno de El Salvador, asegura que para controlar la delincuencia organizada y combatir a las Maras es necesario tomar decisiones extraordinarias para poner fin a la violencia y recuperar los derechos humanos de los salvadoreños que habían sido sistemáticamente vulnerados.

¿Qué rumbo tomará Bukele?

Todo apunta a que Bukele se presentará de nuevo en las elecciones de 2024 como candidato a la presidencia. De hecho, las elecciones legislativas de 2021 y las encuestas de opinión pública sitúan al actual presidente con un 86% de ventaja en El Salvador y en la región centroamericana.

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Todavía está por ver la respuesta de la comunidad internacional hacia la reelección de Bukele en las próximas elecciones generales. Ya son varios los organismos que denuncian el gobierno represivo salvadoreño, sin embargo, Bukele parece no estar preocupado por las acusaciones. 

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Su éxito reside principalmente en el discurso político que promulga y a través del cual insiste que las únicas políticas que están funcionando contra las maras son las de su gobierno actual, mientras que Administraciones anteriores solo han promovido propuestas de paz fallidas que ponían en peligro a la población. 

Editado por:

Soraya Aybar Laafou. Editora y analista especializada en África en LISA News. Politóloga y periodista interesada en los derechos humanos, la geopolítica y los procesos migratorios. Me apasionan las Relaciones Internacionales y observo con especial interés al continente africano. Soy directora de África Mundi, el primer medio de análisis sobre África en castellano.

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