La vida en el planeta Tierra no sería posible sin la luz, el sol solar y el calor que esta emana. No obstante, esta estrella que da vida a nuestro planeta también podría ser la que la destruya mediante megatormentas eléctricas como el evento Miyake. En este artículo, la alumna del Máster Profesional de Analista Internacional y Geopolítico de LISA Institute, Gabriela Andreea Gherghel, analiza cómo el sol puede representar una gran amenaza.
El Miyake es de una eyección de masa coronal (CME) constituida por partículas cargadas capaces de alterar el campo electromagnético terrestre. El evento puede provocar graves y grandes estragos en la tecnología e Internet, afectando a los dispositivos electrónicos y a los objetos que albergan estos componentes como por ejemplo satélites, aviones, barcos o sistemas de GPS, entre muchos otros.
Consecuencias de un evento Miyake en la infraestructura tecnológica y electrónica terrestre
Por lo que se conoce a día de hoy, un evento Miyake no podría destruir la Tierra y acabar con la vida terrestre de nuestro planeta. Pero si se plantea como una gran amenaza para la tecnología y todas las infraestructuras del mundo entero. Actualmente, vivimos en la era de la tecnología y la ingeniería, siendo impensable una vida sin Internet, satélites, móviles, aparatos electrónicos, sanitarios, y así una larga lista de objetos que dependen de la red tecnológica implementada en el planeta y de la cual dependemos.
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Asimismo, si un evento Miyake tiene lugar no solamente tendrá un impacto en las infraestructuras y las comunicaciones, sino también supondría un ingente costo económico para rehacer toda la red eléctrica que se habría visto afectada. Así como las graves consecuencias que la radiación solar tiene para el cuerpo humano, provocando un aumento en la aparición de cáncer de piel o problemas oculares a causa de la exposición a los rayos ultravioleta.
Así lo expresa Tim Heaton, profesor de Estadística Aplicada en la Facultad de Matemáticas de la Universidad de Leeds: «Las tormentas solares extremas podrían tener enormes impactos en la Tierra. Estas supertormentas podrían dañar permanentemente los transformadores de nuestras redes eléctricas, lo que provocaría apagones enormes y generalizados durante meses. También podrían provocar daños permanentes a los satélites de los que todos dependemos para la navegación y las telecomunicaciones, dejándolos inutilizables. También crearían graves riesgos de radiación para los astronautas».
En consonancia con Heaton, Raimund Muscheler, profesor de la Universidad de Lund, también considera que «si una tormenta similar (al evento Miyake) ocurriera hoy, tendría consecuencias devastadoras. Además de quedarnos sin electricidad y causar daños por radiación en nuestro satélite, podría ser un peligro para el tráfico aéreo y los astronautas, así como provocar el colapso de varios sistemas de comunicación».
El evento Carrington (mucho menos potente que el Miyake) que impactó la Tierra en 1859 ocasionó la caída de la red de telégrafos en Estados Unidos y Europa durante casi 15 horas, por lo que cabe imaginarse lo que podría significar el evento Miyake, el cual tiene mucha más potencia. Por esa misma razón, los científicos ya han comenzado a utilizar la inteligencia artificial para estudiar el comportamiento del sol y sus explosiones. Prueba de ello es el modelo creado por el Frontier Development Lab, un utensilio que se emplea para analizar el viento solar y por consiguiente predecir las perturbaciones geomagnéticas que una tormenta solar podría afectar y penetrar el campo magnético terrestre.
Por otro lado, China instaló en noviembre de 2022 un radiotelescopio solar de Daocheng (DSRT) ubicado en el suroeste del país en el que se han instaurado 300 antenas para estudiar el comportamiento del sol y ser capaces de dar una alerta temprana y por ende una solución a eventos tan peligrosos como el Miyake y otros fenómenos parecidos.
Indicios en la naturaleza de las tormentas solares que han alcanzado la Tierra
Sangeeta Abdu Jyothi es profesora adjunta del departamento de Ciencias de la Computación en la Universidad de California. Jyothi publicó en 2021 un estudio en el que advertía sobre las posibles amenazas astrofísicas que podrían acabar con la vida terrestre. Entre ellos también se encuentra el evento Miyake, ya que al parecer este fenómeno, al menos con la tecnología que se tiene ahora, es imposible evitarlo. La pregunta que se están realizando los científicos especializados en este campo es cuándo se materializará este evento.
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Curiosamente, los anillos de los troncos de los árboles son la clave para hacer una hipótesis de cuándo el evento Miyake llegará a la Tierra y devastará nuestra tecnología. Ya que como señala el estudio de Proceeding of the Royal Society A:Mathematical Physical and Engineering Sciences, todavía faltan al menos diez años para contar con la tecnología, las infraestructuras y los planes de contingencia con los que poder paliar los estragos provocados por un evento Miyake.
El equipo de investigadores que han participado en el estudio han analizado y medido los niveles de radiocarbono de 140 pinos de los Alpes del Sur de Francia a través de los anillos de sus troncos, ya que en estos se puede determinar su edad, su tasa de crecimiento, además de la cantidad de carbono-14 (un isótopo de radiocarbono) que hay en la atmósfera. Esto es debido a que la radiación puede alterar los átomos de nitrógeno que dan lugar a la forma de carbono-14, el cual posteriormente también es absorbido por las plantas y árboles.
Como señala el principal autor del estudio citado anteriormente, y profesor de Clima y Evolución de los Océanos en el Collège de France, Edouard Bard: «el radiocarbono se produce constantemente en la atmósfera superior a través de una cadena de reacciones iniciadas por los rayos cósmicos. Recientemente, los científicos descubrieron que los eventos solares extremos, incluidas las erupciones solares y las eyecciones de masa coronal, también pueden crear explosiones a corto plazo de partículas energéticas que se conservan como enormes picos en la producción de radiocarbono que ocurren en el transcurso de un solo año».
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Por el momento, los datos sacados tras la evaluación de los anillos de los árboles muestran que la Tierra ha sufrido al menos seis eventos Miyake ocurridos en los años 7176 a.C., 5410 a.C., 5259 a.C., 660 a.C., 774 d.C y 993 d.C. Asimismo, también ha sufrido otros de menor magnitud como el conocido Carrington, del cual el más reciente se registró en agosto de 1859, así como potentes tormentas geomagnéticas que se dieron en 1967 y 1972 y que desconectaron sistemas de misiles balísticos además de provocar la detonación de minas marinas magnéticas.
En la misma línea, otra investigación en la que se han analizado los índices de radiación en las capas de hielo ubicadas en Groenlandia (Polo Norte) y Antártida (Polo Sur), apuntan a la existencia de isótopos de carbono, berilio y cloro en su interior, es decir, evidencias de la existencia de una tormenta solar que llevó a la tierra. Así lo afirma Raimund Muscheler, investigador de geología de la Universidad de Lund en Suecia: «Hemos estudiado núcleos de perforación de Groenlandia y la Antártida y descubrimos una de las fases pasivas del sol hace 9.200 años».
De igual modo, Muscheler destaca que la presencia de estos protones «representan un riesgo directo de radiación. La electrónica de los satélites puede destruirse cuando hay una alta radiación, pero también afectaría a cualquier persona en el espacio. Si vuelas en un avión cerca de las áreas polares donde el campo germánico no nos protege de estas partículas de alta energía, allí también puedes estar expuesto a una alta exposición a la radiación».
¿Qué provoca un evento Miyake?
El sol está compuesto en su mayoría por nitrógeno lo que da lugar a que en la superficie de esta estrella se produzcan ondas de Alfvén, es decir unas veloces perturbaciones provenientes del sol hacia el exterior de los campos magnéticos de su alrededor, creando y transportando energía electrodinámica. Asimismo, se considera que estas ondas son las responsables de que la corona solar sea incluso más caliente que su propia superficie. Al transportar energía, las ondas de Alfvén crean viento solar, un flujo de gas que contiene carga eléctrica y que proyecta la electricidad creada en todas las direcciones. Pero cuando estas ondas se ven alteradas o cuentan con demasiada actividad, pueden desembocar en megatormentas solares tan fuertes como un evento Miyake.
El viento solar originado por el sol y la radiación que surge de esta operación alcanzan la Tierra como consecuencia de los enormes estallidos de partículas que se producen en nuestra estrella. Sin embargo, la Tierra está protegida por un campo magnético que hace de escudo a la radiación solar, así como la capa de ozono. Pero este campo magnético, a pesar de ser muy eficaz, no puede hacer frente a una superfulguración tan potente como la creada por un evento Miyake, un fenómeno mil veces más intensa que una erupción solar habitual.
Los estallidos solares golpean la magnetosfera de la Tierra y el resultado de estos flujos de partículas cargadas de energía procedentes de explosiones solares son las que dan lugar a las auroras boreales. No es casualidad que las auroras boreales solo se puedan percibir en los polos, ya que dichas partículas desprendidas por el sol son atraídas por los campos magnéticos terrestres, que son el Polo Norte y el Polo Sur. No obstante, la magnitud de un evento Miyake ni siquiera se puede comparar a las explosiones solares que provocan las auroras boreales.
