El pasado lunes 22 de agosto, la policía de Pakistán presentó cargos de terrorismo contra el ex primer ministro Imran Khan. Las acusaciones se basan en unas declaraciones que Khan emitió durante un mitin el viernes 20 en Islamabad.
En su discurso, el ex primer ministro acusó directamente a altos cargos de la Policía y del Gobierno de torturar a uno de sus ayudantes más cercanos, Shahbaz Gill, después de arrestarlo el pasado 9 de agosto. Gill es uno de los líderes de su partido político, Pakistan Tehreek-e-Insaf (PTI), y fue acusado de sedición e incitación al motín después de que dijera en un programa de televisión que los oficiales militares subalternos no deben seguir las órdenes que van en contra de la opinión pública.
Las autoridades pakistanís negaron las acusaciones de Khan y le denunciaron en el marco de la ley antiterrorista por difundir “discursos de odio” provocativos contra instituciones y funcionarios estatales y acusaciones “sin fundamento”.
El Tribunal Superior de Islamabad impuso este lunes tres días de detención domiciliaria y cientos de personas habrían rodeado su domicilio para evitar que la policía le detuviera. El regulador de los medios de comunicación de Pakistán ha prohibido la transmisión en directo de los discursos del expresidente.
“Si Imran es arrestado (…) tomaremos Islamabad”, advirtió el ex ministro de Ingresos y Hacienda y ex ministro federal de Asuntos de Cachemira y Gilgit Baltistán del PTI, Ali Amin Khan Gandapur, a través de Twitter.
Entre la polémica, Human Rights Watch (HRW) instó este miércoles, 24 de agosto, al Senado pakistaní a aprobar de forma “urgente” un proyecto de ley que tipifique la tortura como un delito penal en el país y denuncia que esta es una “práctica frecuente” entre las fuerzas de seguridad de país”.
El expresidente fue elegido primer ministro en 2018, lo que generó cierta polémica y se cuestionó la validez de las elecciones. Durante la crisis del COVID-19, la notable subida del precio de los alimentos y suministros hizo que se generalizara el descontento hacia Khan.
A finales de 2021, perdió el apoyo del ejército y de muchos de sus compañeros de partido. Pese a sus intentos por mantener el cargo, en abril de 2022 fue destituido en una moción de censura.
A pesar de su ruidosa salida, Imran Khan continuó teniendo cientos de seguidores en el país y siguió dando mítines y discursos por todo el territorio. Este verano logró la victoria en las elecciones de Punjab, que limita con Pakistán. El nuevo Gobierno continúa teniendo problemas económicos que siguen sin solucionarse.
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Las tensiones entre el gobierno y Khan son cada vez mayores y su posible vuelta al cargo en las próximas elecciones generales supone una amenaza constante para el gobierno de Sharif. Según analistas internacionales como Eduardo Saldaña, co-director de EOM y Profesor del Máster Profesional de Analista Internacional y Geopolítico de LISA Institute, no hay que dejar de tener un ojo puesto en Pakistán.
“No dejaría de tener un ojo puesto en Pakistán: el antiguo PM, Imran Khan, ha sido acusado en el marco de la ley antiterrorista. Esto no ha gustado a sus seguidores. Todo en un contexto de mucha tensión política y con la economía muy debilitada”, escribió en Twitter.
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