El pasado 4 de septiembre de 2023 daba comienzo la primera Cumbre Africana sobre el Clima. La cita, enfocada en resaltar el potencial del continente africano en la lucha contra el cambio climático, también ha puesto sobre la mesa el neocolonialismo como freno al desarrollo. En este artículo analizamos aquellas razones que merman el liderazgo continental y que, por el contrario, exacerban el avance de los países del Norte Global en África.
El fenómeno del cambio climático está adquiriendo un creciente protagonismo en las agendas políticas a nivel global. África, como uno de los continentes más afectados, enfrenta desafíos considerables a pesar de ser uno de los emisores de contaminantes más bajos del mundo y con una significativa brecha en materia de acceso a la energía. Esta disparidad, fruto de las secuelas de la historia colonial, ha perpetuado dinámicas de dependencias hacia el Norte Global, que dificulta el progreso de los países africanos para abordar los desafíos del cambio climático.
Precisamente, con el objetivo de marcar un hito en el rumbo de las tradicionales relaciones internacionales, surge en 2023 la primera Cumbre del Clima en África, una reunión política enfocada en resaltar el potencial de África para impulsar el crecimiento económico sostenible, tanto a nivel continental como a escala mundial. En este artículo, analizamos las principales motivaciones y los retos a los que se enfrenta el continente en su lucha contra el cambio climático, además de las perspectivas que se vislumbran tras esta reunión política.
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¿Qué es la Cumbre Africana sobre el Clima?
La Africa Climate Summit 2023 o Cumbre Africana sobre el Clima de 2023 es una reunión política de alto nivel que tuvo lugar entre 4 al 6 de septiembre en el Centro Internacional de Conferencias Kenyatta en Nairobi, Kenia. Este evento, convocado por la Unión Africana y el Gobierno de Kenia, reunió tanto a líderes del continente, así como internacionales, con la principal intención de desarrollar una postura unificada de África frente a la crisis climática, el crecimiento ecológico y la transición energética sostenible.
Cabe señalar que esta conferencia se desarrolló en paralelo a la Semana Africana del Clima 2023, la cual también tuvo lugar en Nairobi. Es fundamental no confundir ambos eventos, ya que poseen agendas y objetivos independientes. En el segundo caso, se trata de una Cumbre Regional Climática. Esta reunión forma parte de un grupo de plataformas colaborativas, impulsada por las Naciones Unidas, donde se congregan gobiernos y organizaciones no gubernamentales de una diversa región del globo con el propósito de abordar asuntos relevantes relacionados con el cambio climático.
Anualmente, estas cumbres se llevan a cabo en África, América Latina y el Caribe, Asia-Pacífico, así como Oriente Medio y el Norte de África. Su finalidad reside en recopilar perspectivas que serán consideradas en las próximas conferencias globales sobre cambio climático, conocidas como COP o Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC). En este caso, la Semana del Clima ha sido la antesala de la COP 28, programada para el 30 de noviembre y hasta el 12 de diciembre de 2023 en Dubai.
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¿Por qué se celebra la Cumbre Africana sobre el Clima?
La celebración de esta cumbre también arrastra unos argumentos diferentes a los de orientar a la comunidad africana para la COP28. Algunos de ellos son:
- La urgente necesidad de gestionar el cambio climático en el continente africano desde una perspectiva regional. Actualmente, África es uno de los continentes más afectados por los desastres naturales. Según la Organización Meteorológica Mundial, destacan el estrés hídrico, las cada vez más frecuentes inundaciones o el aumento de la temperatura, que repercuten de manera significativa en la productividad agrícola. Se calcula que desde 1961, se ha reducido en un 34% el ejercicio de la agricultura en comparación con el resto del globo. Según los datos de 2020, la reducción en este sector afecta a alrededor de 1.6 billones de personas, un 16% de la población global.
- El deseo de promover una gestión autónoma, desvinculándose de la tradicional proactividad del Norte Global y situar así a África a la vanguardia de las iniciativas mundiales de energía renovable, como líder de exportación de energías verdes. A pesar de que África representa menos del 6% del consumo mundial de energía y apenas el 2% de las emisiones acumuladas, el continente posee un inmenso potencial energético, especialmente de cara al crecimiento ecológico y la transición hacia una economía verde. Su riqueza reside principalmente en la utilización de energía solar y eólica, así como de la abundante disponibilidad de minerales, gas natural, energía geotérmica, hidroeléctrica, vehículos eléctricos y otros sistemas de energías renovables.
Un ejemplo destacado es el de República Democrática del Congo, que posee el 70% de las reservas mundiales de cobalto, un mineral esencial para la fabricación de baterías. Según Jeanine Mabunda, diputada del Parlamento de la provincia de Mumba, la demanda de cobalto se prevé duplicarse para el año 2030. No obstante, no existe un control efectivo sobre las cadenas de suministro que proveen este material crucial, agudizando unas condiciones laborales inadecuadas en su proceso de extracción.
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- El alcance de la independencia financiera para alcanzar los objetivos establecidos en anteriores cumbres y tratados internacionales. Hasta el momento, todas las oportunidades han quedado en gran medida desaprovechadas debido a las limitadas capacidades de los gobiernos africanos, exacerbadas por problemas de endeudamiento y perturbaciones económicas. En este contexto, la cumbre plantea la necesidad de implementar medidas urgentes para aliviar la deuda y aumentar la liquidez en la región, así como la creación de un mecanismo mundial de financiación y un órgano de gobernanza mundial que sea independiente de los intereses nacionales, focalizados en mitigar el impacto climático y la innovación tecnológica.
- Un crecimiento económico en el continente que consiga, a la vez, cerrar la brecha energética de la región. Se observa que solo el 50% de la población tiene acceso a un suministro de energía fiable y estable, con una tasa aún menor en áreas rurales.
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Retos para la descolonización de los recursos en África
Dependencia de la inversión extranjera
La principal finalidad de la Cumbre del Clima en África reside en la promoción de la autonomía y la independencia de la región para liderar las iniciativas dirigidas a combatir el cambio climático. No obstante, es imperativo reconocer que gran parte de los principales socios financieros en esta reunión son gobiernos europeos, como el de Alemania, Francia, Dinamarca y la Unión Europea.
La presencia extranjera tienen una importancia significativa dado que las dinámicas financieras, como el acceso al capital monetario, es necesario para la construcción y el mantenimiento de infraestructuras críticas en la agenda sostenible del continente o para la reconstrucción de las poblaciones tras eventos climáticos extremos.
Es cierto que, a lo largo de décadas, los gobiernos africanos han enfrentado crecientes niveles de deuda pública y crisis económicas que limitan su capacidad económica para abordar la crisis climática de manera independiente a las naciones del Norte Global. Existen numerosos argumentos que explican la raíz de la problemática. Muchos atribuyen la ineficiencia económica a la inestabilidad política, a la crisis del petróleo de 1973, al incremento del gasto público posterior a la independencia colonial o a la persistencia de dichos sistemas económicos y prácticas comerciales. Sin embargo, todos estos escenarios convergen en una misma cuestión: la cesión de ayudas y préstamos de entidades extranjeras para aliviar las dificultades económicas de los países receptores.
Una gran parte de este respaldo procede de las instituciones financieras Bretton Woods (el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial), de las que la Unión Europea y Estados Unidos controlan importantes participaciones con derecho a voto. La supremacía de estas naciones en organismos de tal calibre presentan hoy dificultades para África para llevar a cabo la transición verde. Bajo el pretexto de brindar apoyo económico a África, la dependencia de estas economías continúa para asegurar su supervivencia, obstaculizando alternativas autónomas.
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Es cierto que esta cumbre propone la creación de un mecanismo global de financiación. El funcionamiento de este aboga por la aplicación de impuestos específicos en sectores como la aviación y el transporte marítimo, además de la implementación de un impuesto mundial sobre los combustibles fósiles. Estos impuestos mundiales se recaudarían en un fondo internacional único supervisado por un organismo de gobernanza global, independiente de los intereses nacionales. Sin embargo, esto parece perpetuar el actual panorama financiero mundial, heredero de la época colonial, donde existe solo un flujo unilateral de capital proveniente de Occidente.
Este orden jerárquico fuerza a los países africanos a ocupar una posición subordinada. Los beneficios generados por proyectos de energías renovables tienden a ser repatriados en lugar de reinvertirse en el continente, lo que resulta en que los inversores del Norte Global sean los principales beneficiarios. Además, al mismo tiempo se crean redes de clientelismo, un evidente paternalismo y dependencia en las comunidades petroleras y mineras.
Un ejemplo ilustrativo de esto es el programa GET FiT, una iniciativa del Deutsche Bank diseñada para ayudar a los gobiernos africanos a establecer un marco institucional que atraiga inversores para proyectos de energías renovables, y donde la mayoría de los donantes son de origen europeo. Además, proyectos respaldados por instituciones como el Banco Mundial, como el proyecto Scaling Solar, ofrecen electricidad a precios muy bajos, lo que puede llevar al colapso del mercado local y la marginación de actores locales como Lamine Ndiaye, una compañía pionera en energías renovables en Senegal.
Por otro lado, se ha de considerar la demanda del comercio de minerales y otros recursos no renovables, como el petróleo, por el Norte Global desde la época colonial. Actualmente, las condiciones del comercio están mayormente determinadas por los promotores o inversores, así como los productos que se van a extraer, cómo interactuarán las partes involucradas y las rutas comerciales. Todos estos aspectos perpetúan el dominio de los intereses del Norte Global en un formato de neocolonialismo sobre los recursos naturales del continente del Sur Global.
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Un proyecto que ilustra este fenómeno es EACOP, el proyecto de oleoducto destinado a extraer y exportar petróleo desde Tanzania y Uganda para 2025. Este plan se encuentra liderado por TotalEnergies, una petrolera francesa y poseedora del 62% de las acciones, y CNOOC, una compañía de petróleo china, con el 8% de acciones.
Aunque Tanzania y Uganda posean cada una un 15% del capital, existen evidencias de que estos no serán los principales beneficiarios por dos razones: la primera es que no existen planes para refinar parte del petróleo en los países de extracción, lo que significa que la mayor parte será exportada directamente. La segunda es la existencia de acuerdos fiscales que otorgan concesiones tributarias a las petroleras extranjeras durante 10 años, lo que limitará los ingresos fiscales que estos países podrían obtener. EACOP es solo un ejemplo más sobre cómo las decisiones en el comercio de recursos naturales están influenciadas por intereses económicos del Norte Global.
Los proyectos de energía renovable y extractivismo
Además, los promotores de proyectos de energías renovables del Norte Global pueden perpetuar o incluso intensificar el extractivismo, exacerbando así la disparidad social y económica en África. Un ejemplo de esto es la fracasada Iniciativa Industrial Desertec, que tenía como objetivo satisfacer una parte significativa de las necesidades energéticas de Europa para 2050 mediante parques solares y eólicos construidos en Oriente Medio y el Norte de África. Sin embargo, la iniciativa fue percibida por activistas locales como un intento de acción capitalista neocolonial, ya que se explotaban los escasos recursos hídricos para la exportación de energía a Europa sin satisfacer las necesidades energéticas locales en la región del Sáhara.
Entre otros impactos dentro de la degradación ambiental también destacan la progresiva deforestación, especialmente en la República Democrática del Congo, donde se encuentra el segundo bosque más grande del mundo y el 65% de la biodiversidad africana; o, la erosión del suelo por actividades mineras, donde destaca la extracción del coltán.
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Por otro lado, la tendencia a importar la gran mayoría de los componentes, desde la tecnología utilizada hasta la mano de obra altamente cualificada, no desarrolla al potencial profesional local, dejando atrás la transición energética justa y el crecimiento sostenible del Sur Global.
Finalmente, esta práctica es un contribuyente evidente a la inestabilidad e inseguridad civil. Recurrentemente, se reportan conflictos relacionados por el control de los territorios donde se encuentran los recursos, así como por la distribución de los ingresos generados por la extracción. Estos desencuentros desencadenan en episodios de violencia, corrupción y violaciones de los derechos humanos en las zonas más vulnerables.
Eliminación de la dependencia de combustibles fósiles
La dependencia de numerosos países africanos en la explotación del petróleo se sustenta en razones económicas y geopolíticas. La extracción de petróleo proporciona a estos Estados productores ingresos considerables en forma de divisas extranjeras, de hecho, un 40% de la producción de petróleo está controlado por entidades energéticas internacionales. De esta manera, más de la mitad de las naciones africanas productoras de petróleo y gas se encuentran altamente condicionadas por las exportaciones de hidrocarburos, los cuales representan más del 50% de sus ingresos totales en exportaciones.
Sin embargo, este modelo de dependencia económica adquiere especial relevancia en el contexto actual, especialmente en contra del progreso de la transición verde prometida en la Cumbre Climática Africana. Una de las causas fundamentales reside en la reciente invasión de Ucrania, la cual ocasionó un abrupto aumento en los precios del gas en Europa durante el año 2023. Como respuesta a esta crisis, la Comisión Europea anunció en marzo de 2022 un plan orientado a la reducción de la dependencia de los combustibles fósiles rusos antes del año 2030. Dicho plan contempla una aceleración significativa en la implementación de fuentes de energía renovable y la diversificación en la provisión de gas natural, lo que implicaría un incremento en la demanda de los países africanos que poseen tanto las reservas como la infraestructura requerida para satisfacer dicho aumento.
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De acuerdo con las evaluaciones de Aneesa Khan, miembro destacado de la organización Oil Change International, Salome Nduta, representante de Oil Watch Africa, y Samuel Mondlane, del capítulo de Mozambique de Fishermen Network, se plantea una serie de inquietudes con respecto a la dirección tomada en el programa de la cumbre.
En primer lugar, existe la ausencia de espacios de discusión y promoción de la cuestión de eliminar la dependencia de los combustibles fósiles como parte integral de la transición sostenible. El argumento central se ve reforzado con las declaraciones de Mabunda, que subraya que la viabilidad de dicha transición se lograría con la gradual eliminación de la dependencia del carbón, entre otros recursos no renovables.
En segundo lugar, la atención predominante parece estar enfocada en los mercados voluntarios de créditos de carbono, un mecanismo que permite a empresas y países compensar las emisiones de dióxido de carbono (CO₂) que generan. Cada crédito de carbono representa una tonelada de CO₂ que se ha reducido o eliminado mediante la implementación de proyectos o actividades sostenibles.
Avanzar en una transición justa para las poblaciones locales
En julio de 2022, la Unión Africana adoptó la Posición Común Africana sobre Acceso a la Energía y Transición Justa, un documento de alcance continental que delinea el desarrollo energético integral de África, sin comprometerse a los imperativos extranjeros. En este contexto, la definición de «justo» se enmarcó en un contexto donde los países, y específicamente las comunidades, consideran que las condiciones de transición deben estar lideradas por los valores e intereses de su propia sociedad, aunque los principios globales también tengan influencia en ellas.
No obstante, a pesar de estos esfuerzos, el flujo ininterrumpido de recursos naturales desde el Sur global perpetúa la división internacional entre Norte y Sur, que dificulta una transición verde equitativa para todos los ciudadanos africanos.
Para abordar esta problemática, África debe enfocarse en invertir estratégicamente en políticas de agricultura sostenible, servicios básicos como el agua o la electricidad e infraestructuras de energías renovables que beneficien a sus ciudadanos. Estas prioridades facilitarán la descolonización y descarbonización de la economía africana. Al mismo tiempo que evitan las trampas de la deuda externa, se abordan las deficiencias estructurales y se supera el arraigado desarrollo neocolonial con tintes ecológicos, según Steffen Haag, en un artículo del medio Open Democracy.
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En este contexto, la descolonización implica un paso hacia la promoción de la inclusividad y refleja un camino propuesto para desarrollar sistemas justos y equitativos en África.
A pesar de los múltiples analistas que abogan por estas soluciones, la falta de compromiso en esta agenda impulsó el llamamiento de más de 500 organizaciones de la sociedad civil contra la Cumbre sobre el Clima de África. El movimiento, conocido como Real Africa Climate Summit 2023, denuncia que la reunión de alto nivel se centra principalmente en los intereses de Occidente y grandes multinacionales, en vez de las prioridades africanas como la eliminación justa y equitativa de los nuevos proyectos de combustibles fósiles, garantizar la soberanía alimentaria y energética, o proteger la dignidad, el patrimonio natural y la cultura del pueblo africano.
Es importante señalar que movimientos similares de protesta contra cumbres se han manifestado en otros contextos, como en Glasgow durante la COP 26 o en Egipto durante la COP 27.
¿Qué podemos esperar de la Declaración de Nairobi tras la Cumbre Africana sobre el Clima?
La declaración resultante de la Cumbre de Nairobi presenta un escenario en el que África acudirá a la COP 28 con un argumento central basado en la financiación climática. La razón subyacente es que la descarbonización de la economía, la transición hacia energías limpias y la lucha contra el cambio climático requieren inversiones significativas distribuidas equitativamente. El resultado de las negociaciones, por tanto, implican la implementación de impuestos específicos en sectores como la aviación y el transporte marítimo, la eliminación de las subvenciones a los combustibles fósiles a nivel mundial y la instauración de un impuesto global sobre los combustibles fósiles. Además, se busca promover la implementación de los Mecanismos de Ajuste en la Frontera del Carbono como un instrumento adicional focalizado en la mitigación y adaptación, un enfoque que previamente no había recibido tanta atención para impulsar su desarrollo.
A pesar de los avances en la formulación de estas medidas, la presencia de movimientos «anticumbres» y la composición de los participantes en las discusiones plantean nuevamente la incertidumbre en cuanto a si África logrará actuar con la integridad y el liderazgo necesarios para garantizar un futuro sostenible y ejercer control sobre las acciones que afectan a su riqueza natural, su población y su modo de vida.
