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Cobalto, coches eléctricos y otra carrera por los recursos en África

Análisis

David García Pesquera
David García Pesquera
Graduado en Relaciones Internacionales en la Universidad Rey Juan Carlos. Sus principales intereses son la geopolítica, el análisis de conflictos y la seguridad internacional, especialmente en Europa del Este, Oriente Próximo y el Norte de África.

África es uno de los continentes más ricos en recursos naturales. En los últimos años, el cobalto se ha convertido en un recurso indispensable para las baterías de los coches eléctricos. Su oferta provoca que algunas potencias como China, Estados Unidos y la Unión Europea se enfrenten en el tablero africano, independientemente de las consecuencias.

Los recursos siempre han sido motivo de interés y de disputa. África es el continente más pobre a pesar de contar con la mayor riqueza en recursos. Este desequilibrio se debe a dos motivos: la pobreza estructural de su población tras la descolonización y, por otro lado, la injerencia de potencias extranjeras influyentes en los países africanos.

En el contexto de los recursos naturales, el cobalto, el coltán, el uranio, el oro, los diamantes, la casiterita y el cobre son algunos de los minerales más deseados. Sin embargo, la maldición de los recursos naturales se impone y apunta que, precisamente, los países con los mayores recursos naturales, tienen un ritmo de crecimiento y desarrollo inferiores a sus vecinos menos ricos.

Esta carrera por los recursos naturales ha generado a su vez puntos de fricción entre China, con cada vez más actividad en África, y los países occidentales, con Estados Unidos a la cabeza. A lo largo de este análisis, hablaremos de la extracción del cobalto en la República Democrática del Congo, el segundo país más grande de África y uno de los más ricos en minerales naturales.

¿Para qué sirve el cobalto?

El cobalto se utiliza principalmente en las baterías de los coches eléctricos, que en la actualidad, es de vital interés en las agendas de las grandes potencias. Esto se debe al crecimiento en el mercado del coche eléctrico como alternativa a los combustibles fósiles, que sufren escasez, alzas de precio y generan dependencia.

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De acuerdo con la Agencia Internacional de Energía, en 2030 se alcanzarán los 125 millones de coches eléctricos en el mundo. Sin embargo, esta cifra es mucho más elevada, según las estimaciones de la consultora McKinsey, alcanzando los 340 millones. La batería de cada vehículo necesita entre 4 y 11 kilos de cobalto, lo cual ha disparado la demanda de este mineral. Por otra parte, el precio también ha incrementado, pasando de los 25.000 dólares por tonelada métrica durante el periodo 2013 a 2016, a los 86.750 dólares que alcanza en la actualidad.

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Los usos generales del cobalto incluyen la producción de maquinaria industrial y la elaboración de dispositivos electrónicos. Además, uno de sus isótopos radioactivos, el cobalto-60, se utiliza en radioterapia para tratar algunos tipos de cáncer como los tumores malignos.

En el caso de la industria, se emplea para producir aleaciones usadas en la manufactura de motores de aviones, imanes, herramientas para triturar y cortar y articulaciones artificiales para la rodilla y la cadera. En cuanto a la electrónica, es fundamental para la fabricación de teléfonos móviles, tablets o portátiles.

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Precisamente, la creciente demanda internacional de productos electrónicos ha situado a minerales como el cobalto y el coltán en el primer plano de injerencias y entramados de cara a su extracción y explotación. Dispositivos como los teléfonos móviles marcan el día a día de millones de personas, especialmente en el mundo desarrollado.

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La República Democrática del Congo: la cuna del cobalto en África

La República Democrática del Congo (R.D. Congo) tiene el 58% de las reservas mundiales de cobalto. En concreto, en la región de Katanga, al sur del país, se encuentra la totalidad de estas reservas y tiene lugar cerca de la mitad de la extracción de este mineral a nivel mundial. Además, R.D. Congo posee las mayores reservas de coltán, cobre y níquel del mundo.

La teoría de la maldición de los recursos naturales o la paradoja de la abundancia expone la vinculación que existe entre el desarrollo de los países en relación con sus recursos naturales. Las conclusiones que arroja son que aquellos países con mayor disponibilidad de recursos naturales experimentan un desarrollo económico más lento que aquellos con una menor cantidad.

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Los recursos naturales juegan un papel fundamental en los países en vías de desarrollo, representando el 47% de su riqueza, según datos del Banco Mundial en 2018. Sin embargo, no existe una relación directa entre la liquidación de los recursos y la generación de activos que logren mayores cotas de desarrollo.

Precisamente, la R.D. Congo tiene todas las condiciones naturales para experimentar un importante crecimiento a partir de sus recursos. Sin embargo, esta riqueza no ha hecho más que empobrecer a su población, causando conflictos y profundizando en la falta de estabilidad. La tasa de pobreza supera el 80% y hay 4,5 millones de personas desplazadas internamente a causa de los conflictos entre las milicias armadas y las autoridades oficiales en Ituri, Kivu Norte y Kivu Sur.

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El negocio del cobalto se centra en la minería para extraer los recursos, en la venta a grandes empresas internacionales y en la producción de los componentes finales. Las principales entidades que dominan el mercado del cobalto son Glencore (Suiza), Huayou Cobalt (China), Freeport-McMoran (Estados Unidos) y Eurasian Resources Group (Luxemburgo).

Entre los principales problemas del negocio del cobalto destaca la falta de regulación en su mercado global al no formar parte de la lista de minerales de conflicto en Estados Unidos, con normas vigentes propias. A su vez, las grandes empresas alegan que rastrear el origen de los minerales que emplean es poco menos que misión imposible por la complejidad de la cadena de suministro. Sin embargo, los actores implicados en el negocio conocen lo que ocurre y asumen las contradicciones, ya que sus intereses y beneficios empresariales prevalecen.

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Abusos y violencia laboral por cobalto

Las universidades de Lubumbashi, Leuven y Gante realizaron una investigación acerca de las condiciones de los trabajadores y su entorno en las minas de cobalto de R. D. Congo, a través la cual, Mark Dummett, responsable de Amnistía Internacional sobre Empresas, Seguridad y Derechos Humanos, arrojó distintas conclusiones.

El grado de contaminación en la zona y la pasividad gubernamental para proteger a su población son las principales amenazas. La contaminación se extiende en el agua, el aire y el terreno, destacando los ríos de la zona, que llegan a acumular hasta 30 centímetros de sedimento. De esta forma, Dummett afirma que dicho informe “debería impulsar a las autoridades de República Democrática del Congo a intensificar urgentemente su investigación sobre el impacto de esta contaminación, y a supervisar la salud de las personas que trabajan en las minas.”

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El cobalto puede ser tóxico si la exposición al material es elevada y prolongada en el tiempo. Un peligro que además no tiene medidas de prevención. Los trabajadores de las minas de cobalto en el país congoleño no cuentan con medios de protección adecuados tales como casco, guantes o mascarillas que incide en daños en los pulmones y el corazón.

Además de las condiciones de trabajo, la mano de obra es joven y abunda el trabajo infantil. Amnistía Internacional estimó que en las minas de cobalto trabajan hasta 40.000 niños con jornadas laborales de hasta 12 horas al día. Unas condiciones que, una vez más, se ven agravadas por la escasez de medios de protección.

El trabajo de niños y adultos es inhumano, accediendo bajo tierra por túneles estrechos donde a los 10 metros de profundidad ya cuesta respirar. Se arrastran por el suelo, entre maderas que sostienen el techo y con la escasa luz de la linterna frontal. En muchas ocasiones pican la piedra sin éxito, ya que el cobalto no está presente en grandes cantidades.

Además, existe un gran peligro de derrumbamientos. Según, Philip Schütte, asesor del Instituto Federal de Geociencias y Recursos Naturales en Alemania, es una de las principales causas de muerte en las minas. En 2019, 14 niños murieron tras el derrumbamiento dentro de una mina de cobalto. Las familias de las víctimas acudieron a los tribunales estadounidenses en contra de las grandes empresas tecnológicas (Apple, Google, Dell, Microsoft y Tesla).

El trabajo está supervisado en mayor medida por los llamados señores de la guerra por un sueldo de 1 o 2 dólares al día. Normalmente, ocupan un perfil de autoridades no oficiales que ostentan el poder militar y político en una zona determinada, como por ejemplo el caso de Joseph Kony en Uganda. Kony es el líder del Ejército de Resistencia del Señor, que tiene por objetivo establecer un régimen teocrático en Uganda.

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La carrera de China por el cobalto y otros recursos en África

Desde hace unos años, China se erige como la principal potencia extranjera en África. El gobierno de Pekín viene desarrollando una estrategia de renovación de su acción diplomática, con intereses geopolíticos y económicos en el continente africano. Existen aspectos que juegan a su favor, como la ausencia de un pasado colonial, que le aporta legitimidad histórica frente a la población local.

Las acciones chinas se desarrollan sobre tres ejes: el aumento de su influencia política a través de vínculos con ciertos países africanos con el fin de ampliar sus apoyos en organismos internacionales, el acceso a materias primas y recursos energéticos para asegurar el crecimiento de su economía y la apertura a nuevos mercados para sus productos y empresas.

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Entre los ejemplos de la actividad china en África destacamos su papel en Sudán. El gigante asiático absorbe el 60% de la producción petrolera en Sudán, país bisagra entre el mundo árabe y África subsahariana. Además, el banco chino ICBC ha comprado el 20% del Standard Bank sudafricano, siendo en aquel momento la inversión más importante de una sociedad china en el extranjero. Los chinos también buscan el control de yacimientos de materias primas y la importación de material y de mano de obra propia para realizar aquellas actuaciones que consideran básicas.

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En cuanto a la extracción del cobalto chino, el proceso es el siguiente. Los mineros ofrecen el material a los compradores estratégicamente localizados cerca de las minas, que lo acaban revendiendo a empresas internacionales. En R.D. Congo se realiza un primer refinado de las materias primas antes de la exportación. Por lo general, a continuación, se carga en camiones y se transporta al puerto sudafricano de Durban o al tanzano de Dar es Salaam. A partir de ahí, la mayor parte se lleva en barco a China por parte de las mismas empresas que terminarán de procesarla para así venderla a los fabricantes de productos electrónicos.

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Pese a que la primera transformación ocurre sin salir de R.D. Congo, esta se realiza por plantas extranjeras propiedad de las grandes multinacionales implicadas en el cobalto, anteriormente mencionadas. A su vez, se produce el tráfico ilegal de los minerales, también presente alrededor de las minas de cobalto. En el caso del coltán, los traficantes cruzan de forma clandestina la frontera a Ruanda y Uganda, favoreciendo el enriquecimiento ajeno y ahondando en el empobrecimiento de los congoleños.

Alrededor del 80% de la producción termina en China. Una vez allí el producto se perfila para su puesta en venta. El papel del país asiático en las minas de cobalto en R.D. Congo es un episodio más de los tentáculos chinos que se extienden por zonas en desarrollo del continente africano. Por su parte, África recibe al gigante asiática o, en su defecto, rechaza el status quo de la Unión Europea y Estados Unidos. Es decir, caldo de cultivo y recorrido para los avances chinos.

Editado por:

Soraya Aybar Laafou. Editora y analista especializada en África en LISA News. Politóloga y periodista interesada en los derechos humanos, la geopolítica y los procesos migratorios. Me apasionan las Relaciones Internacionales y observo con especial interés al continente africano. Soy directora de África Mundi, el primer medio de análisis sobre África en castellano.

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