El agua es un elemento fundamental en la geopolítica internacional que, más allá de ser fuente de vida, también genera disputas y conflictos, principalmente debido a la escasez de recursos hídricos. En este artículo analizaremos cómo el agua influye en las Relaciones Internacionales y por qué se dice que las guerras del futuro serán por el agua.
El agua es fuente indispensable de vida para el ser humano. Casi dos terceras partes de nuestro cuerpo son agua y, sin ella, no podríamos sobrevivir más de tres o cuatro días. Este líquido no solo es fundamental para todos los procesos vitales de nuestro cuerpo, sino para que exista cualquier manifestación de vida. El agua se emplea para la agricultura, industria, actividades domésticas y mantiene los equilibrios de los ecosistemas, constituyendo un principio básico para cualquier asentamiento humano.
Sin embargo, al agua es un bien mucho más escaso de lo que se piensa y una parte importante de la población mundial no tiene acceso directo al mismo. Actualmente, se calcula que cerca de 1.000 millones de personas no tienen acceso a agua potable en todo el planeta. Por lo tanto, la correcta gestión del agua es un objetivo fundamental para erradicar la pobreza.
Como elemento esencial de la vida humana, el agua no es ajena a las Relaciones Internacionales, y marca estrategias de política tanto interna como externa. El control de los puertos y de las rutas comerciales a través de los mares y océanos ha sido siempre fundamental para los grandes imperios y actualmente lo es para las potencias. Podemos destacar el Estrecho de Gibraltar, el Bósforo, el Canal de Suez o el Canal de Panamá.
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Derecho del Mar: ¿una solución a las disputas marítimas?
La escasez de recursos ha provocado un aumento de las tensiones por el agua, ya sea por el dominio de dichos bienes, por disputas de los territorios donde se ubican o por el reclamo de la salida al mar.
Es por lo que, en 1982, en la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del mar (CONVEMAR), se redactó un texto con el objetivo de regir los límites y leyes de los mares, teniendo como base las Conferencias de Ginebra de 1958 y 1960. Se describen desde los accidentes geográficos hasta las divisiones marítimas, además de los derechos y prohibiciones de acceso a las aguas.
De esta forma, se delimitan las zonas de soberanía marítima existentes: el mar territorial (12 millas contiguas al territorio), zona contigua (mar territorial + 12 millas), Zona Económica Exclusiva (ZEE), que suele ser la que genera más conflictos y puede extenderse hasta las 200 millas contiguas al territorio. Por último, tenemos la plataforma continental, en el subsuelo marino, coincidiendo con la ZEE. Se trata de la superficie del fondo marino cercana a la costa y a una profundidad inferior a 200 metros.
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A su vez, se funda el Tribunal Internacional del Derecho del Mar, con sede en Hamburgo. Su cometido es resolver contiendas relativas a disputas marítimas o interpretación de tratados marítimos. Se regulan actividades relativas a pesca, buques, contaminación y navegación, explotación de recursos naturales e investigación científica en espacios oceánicos. Está compuesto por 21 jueces elegidos por los Estados miembros con un mandato de 9 años, siempre con opción de renovación.
Algunas de las contiendas que han sido elevadas al Tribunal para su resolución, son el caso Tomimaru entre Japón y Rusia, con la detención de un buque japonés en Zona Económica Exclusiva rusa. También la disputa de la frontera marítima entre Bangladesh y Myanmar en el Golfo de Bengala o el caso “San Padre Pío” entre Suiza y Nigeria. Este último tuvo como consecuencia la detención de un buque de bandera suiza con toda su tripulación y cargamento al completo.
La escasez de recursos: clave para entender los conflictos por el agua
Más allá de las disputas marítimas, otra de las implicaciones del agua en los conflictos es debido a la escasez de recursos hídricos. Según advertía el primer registro de amenazas ecológicas elaborado por el Instituto de Economía y Paz, para el año 2050 alrededor de 1.200 millones de personas se verán forzadas al desplazamiento en todo el planeta a causa de la escasez de agua. Dicho estudio expone que actualmente hay 2.600 millones de personas en el mundo que sufren estrés hídrico actualmente y prevé que esta cifra aumente a 5.400 millones de personas para 2040.
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Es por ello por lo que se habla de brecha hídrica, con una estimación de 3.600 millones de personas (cerca de la mitad de la población mundial) viviendo en zonas con escasez de agua, ya sea parte de una realidad existente en la actualidad o potencial. Una vez más, las cifras se prevén mayores de cara a 2050, llegando a alcanzar los 4.800 y 5.700 millones de personas.
Aquellas zonas más desérticas o afectadas por el cambio climático observan la escasez de agua como un problema cotidiano. Las sequías son cada vez más frecuentes e intensas, destacando por ejemplo la vivida este año 2022 en España sin ir más lejos, llegando a un nivel de agua paupérrimo en los embalses y a cortes de agua históricos por el tiempo en el que se mantenían y las zonas en las que se llegaron a producir.
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Esta escasez de agua también tiene relación con el descenso de la masa glaciar, ya que la circulación de esta agua cuando empieza la época de deshielo cada vez es menor y no puede compensar las reservas de los embalses durante las épocas de menor precipitación.
En este contexto, las consecuencias de la escasez de agua incluyen aparición de enfermedades, falta de alimentos, desaparición de animales y especies vegetales y poca concienciación sobre lo que está ocurriendo. La quinta consecuencia y de mayor envergadura son los conflictos. Es lógico que se busque la propia supervivencia y ante esto, el agua sea fuente de disputas.
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Los conflictos por el agua de hoy
En 1995, Ismail Serageldin, presidente del Banco Mundial, manifestó que “si las guerras del siglo XX se lucharon por el petróleo, las guerras del próximo siglo serán por el agua”. A día de hoy múltiples expertos aseguran que Serageldin estaba en lo cierto y que el agua está llamada a ser el foco de conflictos del siglo XXI en sustitución del petróleo en el siglo XX.
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Esta exposición, normalmente conocida como la tesis de las guerras por el agua, está centrada en las crecientes sequías y escasez de recursos hídricos, producto del cambio climático, la destrucción de los bosques y el crecimiento exponencial de la población. De acuerdo con datos del Pacific Institute, desde 2020 se han producido una totalidad de 140 conflictos debido a la escasez de agua, algunos de los que mencionaremos a continuación.
Además, un estudio de Global Environmental Change trazó un mapa sobre cómo surgirán las guerras por el agua y aquellos países en los que es más probable ver un conflicto de esta índole durante las próximas décadas. En el informe se analizan de cara a los años 2050 y 2100 empleando las estimaciones de temperaturas y precipitaciones y se genera un algoritmo que sirve para predecir unas estimaciones de probabilidad de conflicto.
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Uno de los principales objetivos del estudio es identificar puntos calientes, generalmente sitios en los que una fuente de agua se encuentra compartida por varios países o grupos políticos. Pese a ello, los expertos aseguran que un foco de tensión o punto caliente no implica un conflicto seguro, y la lista incluye dichos sitios con motivo de concienciación.
Dentro de estos puntos de posible conflicto por el agua, encontramos las zonas en torno a grandes ríos como el Nilo, el Ganges-Brahmaputra, el Indo, las cuencas del Tigris-Éufrates o el río Colorado.
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Observando cómo afecta el agua a las disputas, nos centramos en algunas de las contiendas. Precisamente aquellas mencionadas por el informe de Global Environmental Change como posibles zonas de conflicto por el agua ya están en situación de especial vulnerabilidad de cara a enfrentamientos por los recursos hídricos.
Egipto vs. Etiopía por el río Nilo
Egipto y Etiopía están enfrentados por el control de los recursos del Nilo tras la construcción de la Gran Presa del Renacimiento en el Nilo Azul. Dicha presa ve amenazada la soberanía de Egipto sobre los recursos del Nilo, además de desafiar su hegemonía histórica sobre dicho recurso.
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India vs. Pakistán por el río Indo
En el caso del río Indo, sustenta a 300 millones de personas y es objeto de disputa entre India y Pakistán en el contexto de sus enfrentamientos en la región de Cachemira. En 1960, el Banco Mundial reunió a los gobiernos de India y Pakistán para elaborar el Tratado de las Aguas del Indo y dividir las aguas de la cuenca del río.
De esta forma, los tres afluentes orientales (el Sutlesh, el Ravi y el Beas) se dieron a la India y a Pakistán los tres ríos occidentales (el Indo, el Jhelum y el Chenab). Al menos hasta hoy, el tratado ha evitado que India y Pakistán resuelvan su conflicto por la fuerza.
Sin embargo, dicho Tratado ha sido objeto de presiones y se ha tambaleado debido a que es una zona muy conflictiva, con la construcción de presas que limitan el suministro de agua a Pakistán. Sin el suministro correcto de los recursos del río Indo, la escasez de agua en Pakistán y su progresiva desertificación se harán más evidentes, ya que el cauce del río atraviesa el país de norte a sur y alrededor del mismo se levantan grandes núcleos poblacionales.
EEUU vs. México por el río Colorado
En el marco del río Colorado, la disputa entre Estados Unidos y México se desarrolla en la frontera entre ambos países, zona de grandes desiertos de Norteamérica. Se trata de una zona con escasas precipitaciones, que ha dado lugar a escasez de agua y a la necesidad de acuerdos sobre los recursos hídricos transfronterizos. Dichos acuerdos y el incumplimiento de plazos en relación de las dotaciones. El punto más álgido de este conflicto hasta el momento fue la muerte de dos productores agrícolas en medio de protestas por el tratado del agua.
Conflictos tribales en África
A su vez, en una escala de menor importancia geopolítica global, en países en vías de desarrollo hay millones de personas enfrentadas en conflictos a menor escala con comunidades, pueblos y tribus vecinas por el control de los pozos, ríos y lagos que suministran recursos a su población. Estos ejemplos son muy visibles en las guerras tribales en África, especialmente en el Sahel y el África subsahariana, observando el avance, la desertificación progresiva de las tierras contiguas al desierto del Sahara.
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Un ejemplo de estas disputas es el conflicto entre la tribu pokomo y la etnia orma en la región del delta del Tana, en el este de Kenia. Las disputas se saldaron 13.000 desplazados y 118 muertos, todo ello por el control de los acuíferos y el acceso a los recursos de la tierra.
Pese a todo esto, también cabe destacar una nota positiva a la geopolítica del agua y es que no siempre el agua deriva en enfrentamientos. Es más, el agua en sí misma es una fuente de oportunidades de desarrollo y si la cooperación impera por encima del conflicto, las posibilidades de beneficio mutuo son amplias.