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¿Qué implicó la muerte del general iraní, Qasem Soleimani?

Análisis

Ana García De Paredes Dupuy
Ana García De Paredes Dupuy
Relaciones Internacionales en la Universidad Rey Juan Carlos (URJC). Sus principales intereses son el funcionamiento de las Organizaciones Internacionales y su influencia a nivel global, así como la aplicación del Derecho Humanitario y el análisis geopolítico en el contexto de conflictos armados.

El 3 de enero de 2023 se cumplieron tres años del asesinato de Qasem Soleimani. Entonces, el exgeneral al frente de la Fuerza Quds de los Guardianes de la Revolución iraní (IRGC), falleció junto al teniente iraquí Abu Mahdi al-Muhandis en un bombardeo de un dron estadounidense durante el mandato del presidente Donald Trump. Desde ese momento, Irán prometió venganza.

Apodado como “el comandante de las sombras”, Qasem Soleimani, líder de la Fuerza Quds, encargada de las operaciones de la Guardia Revolucionaria en el extranjero, era una de las figuras más poderosas de Irán, así como de las más respetadas. En la madrugada del 3 de enero de 2020, fue interceptado por un ataque aéreo de la fuerza estadounidense en el aeropuerto de Bagdad, poniendo fin a una extendida carrera militar iniciada en la guerra contra Irak que le había llevado a ejecutar operaciones en prácticamente toda la región, desde Afganistán hasta el Líbano.

La muerte del general, considerado como “el segundo hombre más poderoso de Irán”, solo por detrás del ayatolá Ali Jamenei, prometía encender aún más la tensión entre Washington y Teherán. Sin embargo, su fallecimiento no se asemeja a la ejecución de otros “enemigos de EEUU” como Bin Laden o Al Bagdadi. 

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El ataque fue perpetrado con un dron estadounidense contra dos coches cerca del aeropuerto de Bagdad. Soleimani volvía, presuntamente, de Beirut, donde Irán cuenta con un poderoso aliado en la milicia chií Hezbolá. La muerte fue anunciada por las milicias chiíes en Irak Multitud Popular, que también perdieron a su vicepresidente Abu Mahdi al Mohandes en el mismo ataque, más tarde confirmado por el propio EEUU. 

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Según el Pentágono, fue el propio presidente de Estados Unidos, Donald Trump el que ordenó el ataque. Momentos más tarde, en una serie de tuits, el presidente estadounidense defendía el ataque, afirmado que “¡debería haber sido eliminado hace muchos años!”. 

Soleimani era considerado fuerza terrorista no solo por Estados Unidos, sino también por la Unión Europea, que el 8 de enero de 2019 lo declaró “persona que ha intervenido en actos terroristas”. Sin embargo, la tensión entre el general y los estadounidenses viene de lejos. Este ataque constituye solo el último capítulo de una peligrosa escalada de tensión entre EEUU e Irán, la peor de los últimos años.

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Vida y papel de Qasem Soleimani en Irán

Considerado por muchos como invencible, omnipotente y omnipresente y “la mano negra” detrás de muchos conflictos en la región, el general Soleimani fue el oficial iraní encargado de remodelar Oriente Medio para encajar con los intereses de la República Islámica. Como líder de las brigadas de la Fuerza Quds de la Guardia Revolucionaria, destacan sus hazañas e influencia en la guerra de Assad en Siria, así como el avance de las milicias chiíes contra el autoproclamado Estado Islámico en Irak, donde finalmente perdió la vida.

Soleimani nació en 1957 en el seno de una humilde familia de granjeros en Rabor, en el este de Irán. Su odio hacia el régimen del Sha se gestó pronto: a los 13 años fue obligado a desplazarse a una ciudad vecina para trabajar y pagar las deudas de su padre con el Gobierno. Durante la Revolución Iraní, participó en las algaradas callejeras y tras la victoria del Ayatolá Jomeini se unió al Pasdaran, el Cuerpo de la Guardia Islámica Revolucionaria establecido para impedir una contrarrevolución. No tardaría en entrar en acción, tomando parte en la supresión de una rebelión kurda en el noroeste de Irán.

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Después de que Saddam Hussein lanzase una invasión contra territorio iraní en 1980, Soleimani fue arrastrado a la devastadora guerra contra Irak que azotó el país durante casi una década. Fue entonces cuando empezó a forjarse su reputación de hombre aguerrido, durante los ocho años que duró la sangrienta guerra y al frente de una de las divisiones del Ejército iraní.

Su reputación quedó finalmente consolidada en 1999, cuando una serie de manifestaciones estudiantiles pusieron contra las cuerdas al Gobierno del reformista Mohamed Jatamí. Soleimani firmó, junto a un grupo de altos oficiales, una carta en la que instaba al presidente a poner fin a las protestas, o de lo contrario el ejército tomaría cartas en el asunto, con todas las consecuencias. La breve “primavera iraní” de final de siglo quedaba así abortada de raíz.

Décadas más tarde, destacó por su papel en la reciente guerra contra el autodenominado Estado Islámico en Irak y Siria, tras la cual Teherán logró ampliar su peso y su red de influencias en la región.

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Soleimani, sin embargo, también ejerció un papel importante como estabilizador. Tras el 11-S y la invasión de Afganistán, Irán abrió una ventana de cooperación con EEUU contra los que consideraba sus enemigos comunes, los talibanes. Soleimani fue uno de los negociadores que compartía información de inteligencia regularmente con Ryan Crocker, entonces segundo responsable de la Embajada de EEUU en Kabul.

Sin embargo, todo cambió el día que, sin previo aviso, el entonces presidente George W. Bush mencionó a Irán en el “eje del mal” durante una intervención pública. “Una sola palabra en un discurso cambió la historia”, explicó Crocker años después en una entrevista. Fue entonces cuando Soleimani se sintió personalmente traicionado: los americanos, concluyó, no eran de fiar.

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La decepción se reflejó posteriormente cuando EEUU invadió Irak, acontecimiento en el que la Fuerza Quds estuvo al frente de los esfuerzos por armar y entrenar a la insurgencia local.

Hace cuatro años, Soleimani publicó un mensaje en el que, de uniforme y apuntando con el dedo, amenazaba al propio Donald Trump. “Señor Trump el apostador, le digo, sepa que estamos cerca de ustedes en lugares donde no creen que lo estemos. Ustedes empezarán la guerra, pero la terminaremos nosotros”, decía en el vídeo.

La influencia de la muerte de Qasem Soleimani

Hace tres años, a través del ataque, Trump mandó una contundente señal a Irán y a la región, dejando claro que Washington no permitirá la nuclearización de dicho país. Eliminaban así a un líder regional, un “funcionario de gobierno” de un estado declarado como terrorista, con una acción acompañada de una fuerte propaganda por la precisión y efectividad de esta.

En los primeros momentos, tras su muerte, se temía sobre las consecuencias inimaginables que desataría, así como cuáles serían las represalias de Irán hacia sus adversarios, pues Soleimani contaba con el pleno respaldo del Estado iraní.

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Una de las consecuencias inmediatas se sintió en el sector energético global. Hasta el 21% del petróleo del mundo fluye a través del Estrecho de Ormuz, entre Omán e Irán, lo que lo convierte en un cuello de botella estratégico. El efecto a corto plazo de la huelga convocada el 3 de enero de 2020 desembocó en un aumento del precio del petróleo. El crudo llegó a alcanzar los 70,73US$ por barril, su nivel más alto desde el 14 de septiembre de 2019, cuando estaba en 72 $.

Sin embargo, tras los ataques de Irán y la decisión de EEUU de no devolver el golpe, las tensiones disminuyeron, lo que resultó en una nueva caída en los precios del petróleo unos días después.

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Aun así, si el pacto nuclear que se negocia actualmente con Irán fracasa, algunos expertos consideran la posibilidad de que Estados Unidos o Israel intenten destruir las instalaciones de la República Islámica, lo que seguramente empujaría a Teherán a acelerar su programa de armamento y a llevar a cabo ataques en toda la región. La estabilidad entre ambas regiones es tan frágil que cualquier paso en falso o mal calculado podría desencadenar en una nueva guerra entre Estados.

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El pasado lunes 2 de enero, el Gobierno de Irán acusó a Estados Unidos de bloquear la investigación de la muerte del general con como motivo el tercer aniversario de su fallecimiento. El titular de Exteriores ha agregado que las autoridades del país siguen “todos los caminos legales”, “y seguiremos nuestra denuncia en su forma natural”.

Paralelamente, se han tomado otras medidas. Alrededor de 60 funcionarios estadounidenses involucrados en el asesinato han sido incluidos en la lista negra terrorista de la República Islámica de Irán.

Irán ya solicitó en enero de 2021 a la agencia policial Interpol que emitiera una alerta roja para lograr la detención de Trump y otras 48 personas supuestamente implicadas en el bombardeo que mató a Soleimani, sin éxito hasta el momento. 

Ismail Qaani, quien reemplazó a Soleimani tras su muerte, ha afirmado que “la venganza ha comenzado” y ha manifestado que los responsables del bombardeo “no tendrán paz en sus hogares”, según informa la agencia iraní de noticias Mehr.

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