spot_img

Tres escenarios para entender el futuro de la globalización

Análisis

Macarena Stampa García
Macarena Stampa García
Carrera Diplomática. Alumna del Máster Profesional de Analista Internacional y Geopolítico de LISA Institute. Graduada en Relaciones Internacionales, la geopolítica, la seguridad y la inteligencia son las principales áreas en las que trabaja como analista, a sabiendas de que los retos que afrontamos ante la creciente competencia geoestratégica, requieren de análisis objetivos que permitan entender los cambios que se están gestando en la escena internacional.

Cuando hablamos de globalización recordamos inevitablemente el acrónimo anglosajón popularizado a finales del siglo pasado y conocido como VUCA (volátil, incierto, complejo y ambiguo) al que algunos analistas añaden hoy la H: hiperconectado. En este análisis la alumna del Máster Profesional de Analista Internacional y Geopolítico de LISA Institute, Macarena Stampa, aborda distintos escenarios sobre el futuro de la globalización.

Hoy en día vivimos en un laberinto global que a medida que se ha extendido se ha vuelto más complejo. Como Teseo atrapado en el laberinto de Creta, nos vemos obligados a preguntarnos cuál es el futuro de este laberinto de la hiperglobalización y encontrar los hilos para asegurar un futuro más próspero. Todo ello, a sabiendas de que este proceso ha generado grandes beneficios, pero que no está exento de desafíos.

La globalización ha sido un proceso que ha traído consigo grandes beneficios a escala mundial, desde la segunda mitad del siglo XX en la que el proceso comenzó tal y como lo conocemos hoy. En un inicio los protagonistas eran apenas tres polos: las Comunidades Europeas, Estados Unidos y Japón. A partir de 1900, este proceso empezó a ampliarse a escala planetaria, impulsado por un puñado de economías emergentes. El desarrollo de la globalización se explica por el auge de las políticas económicas liberales, que preconizarán el libre comercio, la apertura económica, la liberalización de los flujos financieros o la deslocalización productiva.

Otro factor a tener en cuenta es la revolución tecnológica, esencial para entender el grado de hiperglobalización actual. En todo caso, la globalización trajo consigo beneficios innegables entre los que se destaca el crecimiento económico global y la reducción de la pobreza: las clases medias se engrosaron, aumentando la demanda y, con ella, la producción. En ese entonces mejoró la competitividad impulsándose el desarrollo tecnológico.

El primer gran shock al modelo vino con la crisis financiera de 2008, que alteró los flujos mundiales de capital. Una década después, la pandemia dejó al descubierto los problemas en las cadenas de suministro globales. Así, veremos cómo un barco encallado en el Canal de Suez o el incendio de una fábrica de semiconductores en Japón, paralizaron el comercio a una escala alarmante. La falta de componentes o de materias primas puso en jaque al sector industrial.

Más adelante, el estallido de la guerra en Ucrania, con la consiguiente crisis en el abastecimiento de trigo y maíz, y el aumento del precio en los hidrocarburos, terminó de acelerar una inflación que ha llevado a niveles de pobreza, hambre y desigualdad no vistos desde hace dos décadas. Tal vez el siglo XXI no vea otra guerra mundial, pero sin duda las guerras hoy están mundializadas.

Te puede interesar: ¿Qué nos depara el fin de la postguerra fría?

Los tres escenarios del futuro de la globalización

Así pues, todo lo que a la globalización se refiere, bien podría definirse con ese acrónimo anglosajón popularizado a finales del siglo pasado y conocido como VUCA: volátil, incierto, complejo y ambiguo. A esto, algunos analistas añaden hoy la H: hiperconectado. ¿Qué hacer entonces frente a este escenario? ¿Cuál es el futuro de la globalización? En términos generales, no hay aún consenso a este respecto. Sin embargo, se identifican tres caminos posibles, todos ellos con su debida justificación pero también con sus límites. Estos son, la desglobalización, la profundización del modelo existente y, a medio camino entre los dos anteriores, la globalización por bloques.

Escenario 1 del futuro de la globalización: la desglobalización

En primer lugar, hablemos de la desglobalización. Para los defensores de esta vía, la globalización estaría llegando a su límite; de ahí las últimas crisis, el auge de los populismos y los movimientos nacionalistas o de políticas proteccionistas. El principal motivo sería que la globalización habría exacerbado las tensiones sociopolíticas y las desigualdades, prueba de ello es el deterioro del IDH-D tanto a nivel interno como internacional. Mientras, habría beneficiado a las empresas privadas que, especialmente en el sector de los hidrocarburos y de la tecnología, acumulan el poder económico. Además, la globalización habría contribuido a la degradación del medioambiente.

Pero, ¿qué hechos probarían que estamos yendo hacia la desglobalización? Un ejemplo serían los últimos paquetes económicos aprobados por Estados Unidos o las posturas que buscan el desacoplamiento y la relocalización de la industria nacional. También las medidas encaminadas a la protección de industrias estratégicas o de la soberanía tecnológica, como las impulsadas por la UE. Para algunos autores, esta desglobalización es la única vía para preservar la soberanía nacional, lograr un desarrollo económico equitativo, favorecer el bienestar social y eliminar el impacto negativo de los mercados globales.

Escenario 2 del futuro de la globalización: la profundización del modelo de globalización existente

El límite de la anterior posición, es el argumento que explica la postura de quienes creen que la globalización va a seguir profundizándose. Esta sería la segunda posibilidad. Para quienes la defienden, la globalización sería un proceso irreversible. Un ejemplo de ello es el mercado de los semiconductores. Además, argumentan que lo más probable es que la globalización se acentúe, dados los avances tecnológicos y la emergencia de nuevos países y regiones.

Consideran así que la globalización es positiva y que en cualquier caso, el nivel de interdependencia es ya demasiado alto. Sin embargo, no niegan que se puedan dar tensiones y desajustes. Por ello, defienden que los Estados adopten medidas como invertir en educación y capacitación, fomentar la I+D+i o impulsar redes globales de cooperación.

Escenario 3 del futuro de la globalización: una globalización por bloques

Estas posturas tienen un punto intermedio, el de quienes sostienen que nos dirigimos hacia una globalización por bloques. Esto sería el resultado de que la geopolítica se haya metido de lleno en la economía y la interdependencia e interconexión asociadas a la globalización ya no sean sinónimos de estabilidad y prosperidad. Así, esta opción es la que ya están diseñando países como Japón, que ha aprobado recientemente una importante inversión para que se impulse la relocalización a países vecinos o quienes hablan de relocalizar a países amigos.

En realidad, se trata de una forma de desacoplamiento selectivo que en la práctica conduciría a lo que Richard Baldwin y Philippe Martin denominan “regionalismo abierto”. Aquí sin duda habría dos tipos de bloques, los de índole geográfica que en su mayoría ya existen en la actualidad, siendo el T-MEC, la UE, ASEAN y el RCEP, los más importantes. Y aparte, los bloques de amigos o países con niveles desarrollo y estrategias afines. Un ejemplo de ello puede ser la futura cooperación de los denominados EAGLE (Emerging and Growth Leading Economies), las economías emergentes líderes en crecimiento como India, Indonesia, Brasil, Nigeria, Egipto o Turquía.

Te puede interesar: Geopolítica y economía, imposible entender una sin la otra

El futuro de la globalización: retos y oportunidades

En cualquiera de los escenarios, es necesario abordar el futuro de la globalización desde una perspectiva inclusiva e integradora. Admitiendo los desafíos del modelo actual, pero también los beneficios que ha generado en las últimas décadas y conscientes de las diferentes posibilidades. Y esta es la principal perspectiva que ha de plantearse.

Las propuestas para lograr una mejor globalización son numerosas. Primero, se habla de la necesidad de hacer frente a dos grandes retos de nuestro tiempo, el cambio climático, que va a tener un impacto sustancial en la desigualdad global o como lastre del crecimiento, y el desarrollo tecnológico, en particular de la Inteligencia Artificial, considerado ya el momento Gutenberg de nuestro tiempo.

Desde la perspectiva económica habría que reforzar las cadenas de valor globales y reformular el papel del sector privado que jugará un papel crucial para afrontar los problemas asociados a la globalización, partiendo de impulsar la responsabilidad social corporativa.

Te puede interesar: ¿Hacia la crisis del paradigma liberal en las relaciones internacionales?

Desde la perspectiva social, la principal propuesta gira en torno a la necesidad de impulsar un nuevo contrato social en el que la globalización esté al servicio del bienestar y la equidad. Esta es la idea que está promoviendo la India a través de la presidencia del G-20 que ostenta en este 2023 y que incluye desde fomentar el crecimiento económico inclusivo y la provisión de bienes y servicios básicos, hasta abordar los desafíos asociados al cambio climático o la digitalización.

Por último, en el plano político, una mejor globalización ha de pasar a nivel interno, por promover el entendimiento por parte de los Estados de que la globalización y los mercados abiertos han de ir acampados de políticas que moderen las disrupciones y sean inclusivas con la población.

Mientras, a nivel internacional, partiendo de que estamos ante un proceso global, se debe mejorar el sistema de gobernanza mundial e incluir en mayor medida las necesidades del Sur Global. Aparte, debemos tratar de mitigar los riesgos geopolíticos. Entendiendo que el desacoplamiento total no es posible, ideas como el de-risking propuesto por la Comisión Europea en las relaciones con China, pueden ser útiles. Todo ello, mientras se refuerza el sistema multilateral para que los organismos, empezando por la ONU, sirvan como foros de diálogo y cooperación. Sin olvidar que tal vez haya que crear nuevas, como esa Organización Mundial de la Tecnología, que ya reclaman algunos expertos.

En definitiva, la globalización ha sido un proceso sin el cual no se puede explicar el crecimiento económico mundial del último medio siglo. Sus beneficios han sido extensos. Sin embargo, las fallas del sistema, hoy más visibles que nunca, son ineludibles. Teseo se sirvió de los hilos de Ariadna para escapar de su laberinto. Nosotros necesitamos nuestros propios hilos para resolver los retos que emergen asociados a la hiperglobalización. Conscientes de que es un proceso irreversible a corto plazo, es imprescindible que el debate se centre en cómo dar forma a una mejor globalización.

Te puede interesar:

spot_imgspot_img

Actualidad

Dejar respuesta:

Por favor, introduce tu comentario!
Introduce tu nombre aquí

spot_img