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Qué es el sijismo y cuál su impacto en las relaciones entre India y Canadá

Análisis

Marta Soriano Palacios
Marta Soriano Palacios
Analista internacional en prácticas en LISA News. Estudiante de último año en Relaciones Internacionales y Comunicación Corporativa en la Universidad Rey Juan Carlos. Apasionada en la investigación en geopolítica con el fin de abordar los desafíos presentes y futuros y entender su impacto a nivel internacional.

Las relaciones diplomáticas entre Otawa y Nueva Delhi se encuentran en una cuerda floja tras las acusaciones de que el gobierno de Narendra Modi estuvo detrás del asesinato de un líder sij en Canadá. En este artículo te explicamos por qué la India estaría aumentando sus esfuerzos por reprimir el movimiento jalistán en el extranjero y cuáles son las consecuencias y el impacto en las relaciones entre el país asiático y los países en los que se encuentra la diáspora sij, como Canadá.

El 18 de junio de 2023, asesinaron a tiros a Hardeep Singh Nijjar, un destacado líder sij, vinculado al movimiento jalistán, en la provincia canadiense de Columbia Británica. En esta crítica situación, el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, atribuyó la autoría del crimen al gobierno de Narendra Modi, lo que con el tiempo ha derivado en una crisis diplomática entre Canadá e India. 

Indudablemente, este asunto conlleva serias implicaciones de naturaleza diplomática. Esto es especialmente relevante debido a que las acusaciones del caso de Singh Nijjar dirigidas hacia las autoridades de la India se fundamentan en la información de los servicios de Inteligencia recopilada por la red de cooperación «Cinco Ojos», conformada por los países miembros: Australia, Canadá, Nueva Zelanda, Reino Unido y Estados Unidos. Los asesinatos perpetrados en territorio extranjero representan una clara transgresión de la soberanía de las naciones afectadas. Esto motiva a dichos países a tomar medidas concretas, como el caso de Canadá que procedió a la expulsión de un diplomático de alto rango de la India. Esta acción, a su vez, generó consecuencias recíprocas, entre las que se incluye la suspensión de la emisión de visas para ciudadanos canadienses por parte del Estado indio.

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El asesinato de este ciudadano de nacionalidad canadiense, así como la creciente expansión transnacional del movimiento jalistán, que busca la creación de una república independiente de la India para la minoría sij, definitivamente enturbia las relaciones bilaterales de ambas naciones. Sin embargo, a pesar de que este movimiento está impulsado en gran medida por la diáspora de los fieles de la religión del sij (o sijismo), es crucial señalar que existe una distinción significativa con el independentismo jalistán.

El sijismo: una breve introducción

Los sijs, o «discípulos de Dios», conforman la religión con origen en la India del siglo XVI. Esta religión, una de las más jóvenes que aún perdura en la actualidad, se desarrolló en la región del Punjab, la cual quedó dividida entre Pakistán y el norte de la India después de la finalización del dominio británico en 1947.

Actualmente, el Punjab del norte de la India es la única región del país donde la mayoría de la población practica la fe sij, representando aproximadamente el 60% de la población de esta zona. A nivel mundial, se estima que existen alrededor de 26 millones de seguidores del sijismo, lo que equivale al 0.3% de la población global, posicionando de esta manera al sijismo como la quinta fe más grande del mundo. 

Un elemento esencial de la religión sij reside en su carácter monoteísta, lo que implica que sus fieles creen y veneran a un solo Dios, identificado como Waheguru. Su texto sagrado, el Guru Granth Sahib, desempeña un papel fundamental en la promoción de valores que enfatizan la igualdad entre todas las razas y prohíben cualquier forma de discriminación. Según esta doctrina, todos los seres humanos son considerados parte de la creación de Dios y, en consecuencia, son iguales a los ojos de la divinidad. Es por ello, por lo que todos los sijs comparten el mismo apellido: «Singh» para los hombres y «Kaur» para las mujeres. Esta medida se adopta con el propósito de fomentar la igualdad, lo que en consecuencia atenta directamente contra el sistema tradicional de castas que rige actualmente en la India.

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El movimiento independentista jalistán y sus diferencias con el sijismo

Son varias las consideraciones ideológicas e históricas que desempeñan un papel crucial en la configuración de la independencia en el estado de Punjab. Desde una perspectiva etimológica, el término «khalsa» hace referencia en sí mismo a la comunidad religiosa de los sijs, por lo que la noción de «Khalistan» o «Jalistán» conlleva la idea implícita de que esta comunidad debería disponer de su propia nación. Por ello, la concepción moderna del movimiento jalistán, aboga por la creación de una patria sij independiente conocida como la República de Jalistán, que se centra específicamente en el territorio indio de Punjab. 

Históricamente, durante la India pre-colonial esta área se contemplaba como una opción para fundar una tierra separada para los musulmanes en la India, y cuyos límites se circunscribían al espacio entre los cauces de los ríos Indo y Sutlej, aunque, hoy la conocemos como la cuna del sijismo. A su vez, actualmente el Punjab concentra al mayor número de fieles de esta religión en el país, lo que influye consecuentemente en la persistencia de una ideología separatista en la zona. Finalmente, los valores que sustentan parte del ideario de esta religión difieren en gran medida con el modelo social indio, lo que relaciona intrínsecamente la fe del sij con este movimiento separatista.

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Sin embargo, existen diferencias fundamentales con el sijismo, como por ejemplo que el movimiento rebelde tiene una antigüedad relativamente reciente, con apenas unas décadas de existencia. El origen del separatismo jalistán se remonta a la década de 1960, cuando resurgió la idea de establecer una patria separada y rediseñar las fronteras del estado de Punjab con el fin de asegurar una mayoría sij en la región. Estas demandas se materializaron con éxito, y el gobierno indio estableció el Punjabi Suba, un estado cuyos límites incorporaban a los hablantes de la lengua punjabi, que es la utilizada mayoritariamente por los sijs.  

Sin embargo, esta tendencia escaló la violencia y las tensiones entre el movimiento separatista sij y el gobierno de la India hasta alcanzar su punto álgido en la década de los años 80. Los ideólogos del movimiento jalistán proclamaron un Estado independiente que incluyó la emisión de pasaportes, la creación de sellos oficiales o la introducción de su propia moneda dentro de la nación no reconocida. 

En 1984, el Ejército de India llevó a cabo un asalto al gurdwara o templo Dorado, que es el lugar sijista más sagrado más, con el propósito de expulsar a los militantes separatistas que se habían refugiado allí. Esta operación, ordenada por la entonces primera ministra Indira Gandhi, resultó en un elevado número de muertes y graves daños al edificio sagrado. Posteriormente, como represalia por esta acción, dos de los guardaespaldas sijs de Indira Gandhi la asesinaron unos meses después, lo que desató cuatro días de disturbios violentos donde se estiman que alcanzaron los 3.000 y 17.000 víctimas mortales.

Consecuencias de las diferencias entre el movimiento independentista jalistán y el sijismo

Tras estos acontecimientos, se desencadenaron dos consecuencias significativas en la India:

  1. Gran represión gubernamental. Una década llena de violencia y operaciones severas para sofocar la insurgencia sij. Esta represión resultó en un gran número de víctimas mortales.
  2. La diáspora sij. Después del aplastamiento del movimiento a principios de los años 90, numerosos activistas sij buscaron refugio fuera de la India. Actualmente, los sijs tienen una presencia significativa a nivel transnacional en países como Pakistán, Singapur, Australia, Sri Lanka, Estados Unidos, Reino Unido y, de manera destacada, en Canadá, donde representan aproximadamente el 2.1% de la ciudadanía total.

Principalmente, encontraron en Canadá acogida por parte de una comunidad sij residente, de los cuales muchos compartían los ideales de establecer una República de Jalistán. A lo largo del siglo XX, esta comunidad de expatriados ha experimentado un constante crecimiento, especialmente en las provincias de Columbia Británica y Ontario. Su atracción hacia Canadá no se limita únicamente a las oportunidades económicas, sino que también se relaciona con la libertad para desarrollar sus propias concepciones como comunidad. Y, aunque Jalistán estaría geográficamente en la India, el movimiento en Canadá a favor de esta causa contribuye a consolidar la identidad independentista entre el activismo de la diáspora india.

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El movimiento independentista en el estado de Punjab experimentó una disminución de su fuerza después de la ejecución de operaciones especiales por parte de las fuerzas armadas indias. Según apunta la profesora Shruti Kapila de la Universidad de Cambridge, la discusión política en el Punjab actualmente se ha alejado de las demandas de separatismo del pasado, por lo que hoy, una gran parte de la comunidad sij en el norte del país se considera una parte integral de la nación y busca establecer relaciones pacíficas con el gobierno. 

No obstante, aún persisten sectores que continúan abogando por la independencia, especialmente una minoría dentro de la diáspora sij sigue promoviendo la idea de un Estado separado y sigue siendo crítica con el ejecutivo de Nueva Delhi y las medidas adoptadas contra los pro-jalistanís. De hecho, el independentismo de Jalistán se califica por Nueva Delhi como terrorista y varias organizaciones vinculadas a esta causa han sido declaradas ilegales.

Sin duda, el gobierno indio teme un resurgimiento de la violencia y la militancia que caracterizaron la sangrienta década de los 80. Por ende, busca sofocar este movimiento antes de que cobre la fuerza y el extremismo que este país ya ha conocido. Por su parte, Gobierno nacionalista hindú, liderado por Narendra Modi, emite con frecuencia advertencias sobre posibles intentos de reavivar la insurgencia, y ha llevado a cabo acciones de persecución y detención contra posibles amenazas.

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El activismo de los fieles se ha removido a través de varios acontecimientos. Por ejemplo, con la emergencia de Amritpal Singh, un líder del movimiento muy influyente a quien se atribuyen diversos actos de violencia y atentados, y por el que su detención por parte de las autoridades indias en abril de 2023, provocó manifestaciones en Londres y otras ciudades extranjeras o el cierre de la conexión a Internet en la India por las autoridades estatales.

Por ello, en este contexto de escalada de tensiones y delitos motivados por el odio, en los últimos meses, el gobierno indio ha llevado a cabo detenciones y persecuciones abiertas contra militantes y simpatizantes del movimiento jalistán, incluso más allá de sus fronteras nacionales. Estos acontecimientos se ilustran a la perfección con el reciente asesinato de Singh Nijjar, quien supuestamente estaba organizando un referéndum no oficial para consultar a la comunidad sobre establecer una nación sij independiente. Nijjar fue designado como terrorista por la India en 2020, debido a presuntos vínculos con Khalistan Tiger Force, un brazo armado del movimiento independentista. 

Con él se registra el cuarto fallecimiento de una figura prominente vinculada al independentismo jalistán en los últimos meses. Estos incidentes incluyen el asesinato de dos militantes Jalistaníes, Harmeet Singh, quien enfrentaba acusaciones en la India relacionadas con homicidios y entrenamiento de militantes jalistaníes, y Paramjit Singh Panjwa. Los incidentes se dieron en la ciudad pakistaní de Lahore durante enero y mayo y de los que seguidores del movimiento especulan sobre la posible implicación de las autoridades indias. 

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Adicionalmente, grupos jalistaníes en el Reino Unido han acusado a la India de estar involucrada en el fallecimiento de Avtar Singh Khanda, un residente de Birmingham que había participado activamente en manifestaciones a favor del Jalistan, incluso frente a la Alta Comisión india. A pesar de que Khanda padecía cáncer, sus partidarios sostienen que su muerte fue resultado de envenenamiento, aunque es relevante destacar que la policía británica no atribuye la autoría al gobierno indio por dicho suceso. Indudablemente, este asunto conlleva serias implicaciones de naturaleza diplomática.

Tensiones diplomáticas por el sijismo y el movimiento jalistán: impacto en la relación bilateral entre Canadá e India

En resumen, la lucha del Estado indio contra el movimiento jalistán se está manifestando en todos los niveles, enviando un mensaje claro de absoluta intolerancia al separatismo extremista sij y, en especial, hacia aquellos países extranjeros que albergan a una importante población de la diáspora sij, como Canadá. 

Por un lado, el uso del término «Bharat» en lugar de «India» por parte de la administración de Modi durante la cumbre política del G20, reflejó de cara a la comunidad internacional y sus líderes la política nacionalista que el país asiático está implementando dentro de sus fronteras. Esto se debe a que el término «Bharat» se relaciona con una parte fundamental de la herencia cultural de la India, presente en los textos hindúes. Esta acción generó, de hecho, un evidente clima de inquietud y desconfianza entre las minorías, incluyendo a la comunidad sij y musulmana en la India. 

Por otro lado, el Gobierno encabezado por Narendra Modi ha expresado repetidamente su solicitud a estas naciones para que tomen medidas en contra de los promotores del movimiento pro-jalistán, especialmente después de que estos hayan organizado protestas y manifestaciones públicas en su territorio. De esta manera, el reciente desacuerdo relacionado con el asesinato del líder sij en Canadá han deteriorado de forma acelerada las relaciones bilaterales con la India. Hasta hace poco, ambos países estaban avanzando hacia la firma de un acuerdo de libre comercio, pero en la actualidad estas negociaciones se encuentran en un standby que no parece que vaya a reanudarse a corto plazo.

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Definitivamente, las relaciones diplomáticas entre Canadá e India se encuentran en una cuerda floja agravada por los esfuerzos de Nueva Delhi por reprimir el movimiento jalistán en el extranjero. Estas tensiones no solo afectan a la diplomacia con el país norteamericano, sino que también ponen en juego los estrechos vínculos comerciales que ambas naciones llevan estrechando durante años. En conclusión, la resolución de este desacuerdo requerirá de bastante diálogo para alcanzar un entendimiento mutuo, especialmente deberá haber un esfuerzo por parte de India en equilibrar sus intereses económicos y políticos en el contexto de las relaciones internacionales de los próximos tiempos.

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