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Cómo el apoyo militar puede condenar a Ucrania a la lenta derrota

Análisis

Jaime Belda Copado
Jaime Belda Copado
Politólogo y estudiante del Máster de Oficial de Analista de Inteligencia por la Fundación de Estudios Estratégicos e Internacionales (FESEI). Es alumno certificado del Curso de HUMINT (Inteligencia de Fuentes Humanas) y Redacción de Informes de Inteligencia de LISA Institute. También ha realizado un Postgrado en Seguridad y Defensa Nacional por la UNED y varios cursos de Seguridad y Defensa.

Desde el inicio de la guerra de Ucrania, los socios occidentales han apoyado y suministrado las filas ucranianas ante el avance de la invasión rusa. En este análisis el alumno certificado del Curso de Redacción de Informes de Inteligencia de LISA Institute, Jaime Belda Copado, realiza un DAFO sobre las implicaciones de recibir ayuda militar extranjera a través del envío de armas y municiones.

“La línea entre el orden y el desorden reside en la logística”

Sun Tzu, general, militar y filósofo chino, autor de “El arte de la guerra” (siglo VI a. C.)

A lo largo de la historia, existen múltiples referencias sobre la compleja tarea de la logística en el ámbito militar. La importancia de mantener una red y un sistema es crucial para mantener un esfuerzo de guerra prolongado en el tiempo para permitir así, el desarrollo de las operaciones a nivel estratégico, operacional y táctico. En este artículo vamos a analizar, a través de la herramienta de estudio DAFO (debilidades, amenazas, fortalezas y oportunidades), el envío de armamento a Ucrania.

Actualmente, el país ucraniano ha recibido una ingente cantidad de armamento por parte de sus socios. Aun así, el envío también implica grandes dificultades desde el punto de vista logístico, que, en caso de no ser solventado adecuadamente por ambas partes, emisores y receptores, podría suponer una amenaza para el desarrollo del conflicto en favor de bando ucraniano. 

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Debilidades: la dependencia

A día de hoy, el ejército ucraniano cuenta con una amalgama de armamento. Los sistemas y armamentos más abundantes son de origen soviético y ruso, y se deben compaginar con armamento de fabricación nacional y armamento de diseño OTAN, siendo este último, en principio, incompatible. 

Ucrania depende cada vez más y en mayor medida del armamento enviado por sus socios. Ante la posibilidad de que las propias reservas se vean afectadas —como ya ha pasado—, y de que la industria militar occidental sea incapaz de suplir la demanda, el ejército ucraniano se podría quedar sin operabilidad en el campo de batalla pese a poseer armamento.  

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Cabe la posibilidad de que el mando logístico ucraniano no sea capaz de suplir las demandas logísticas de sus unidades. Actualmente, existe una elevada amalgama de sistemas internacionales operando en Ucrania, como por ejemplo el sistema de artillería que está compuesto por M-109 británicos, M777 y M119 noruegosFH-70 italianosCaesar francés o D20 y D30 de origen soviético.

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Por lo general, estos sistemas poseen características únicas que a nivel logístico requieren de una cadena de suministros específica, como por ejemplo, remolques de las piezas no autopropulsadas. Esto se replica también en las unidades de infantería que operan armamentos diferentes: desde kalanishkov, M4, fusiles FNC, HK, etcétera hasta sistemas de visión térmica y nocturna que requieren baterías distintas para cada dispositivo. Aun así, cabe destacar que muchas utilizan el mismo calibre y municiones.

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En el caso de que el apoyo militar extranjero cese, la industria militar ucraniana será incapaz de suplir la demanda y producción de municiones y repuestos necesarios. Además, cada envío requiere también de un entrenamiento específico para las unidades que vayan a operarlo.

La entrada de sistemas más complejos como los HIMARS o los nuevos sistemas de defensa antiaérea Patriot, hacen más difícil el orden de batalla del ejército ucraniano y dificultan la interoperabilidad con otros métodos más antiguos o de origen soviético. 

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Depender de las donaciones extranjeras implica que el mando ucraniano no puede contar con un plan a largo de plazo y basado en los requerimientos solicitados por sus unidades. Un ejemplo de ello son las solicitudes de misiles de mayor alcance para los HIMARS, los cuales fueron denegados por el gobierno estadounidense.

Amenazas: cambios de estrategia

A lo largo de 2023, algunos países socios de Ucrania como Reino Unido, Estonia, Polonia y España celebrarán elecciones. La aparición y configuración de nuevos equipos de gobierno puede suponer un cambio en las políticas de estos países con respecto al conflicto entre Rusia y Ucrania. A día de hoy, ya han surgido voces críticas sobre el envío de armamento, poniendo en cuestión el apoyo a Ucrania en el conflicto con un cambio de posturas que implique una reducción o eliminación de suministros y armamento.

Además, un cambio en la doctrina rusa centrado en el ataque a los nodos logísticos como objetivos prioritarios, constreñiría aún más las capacidades tácticas del mando ucraniano.

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A ello se suma que, la industria de municiones occidentales no sea capaz de suplir la demanda necesaria. Los países occidentales no están movilizados industrialmente para una economía de guerra y, la entrada de múltiples sistemas de armamento, puede suponer que solamente algunos estén capacitados para producir dichas municiones y que, en cambio, Ucrania no pueda. Esto implica que, en caso de las industrias europeas no puedan satisfacer la demanda, ningún otro país pueda hacerlo.  

Además, y ante un eventual cambio de equipo entre, por ejemplo, uno de origen soviético y otro occidental, también serán necesarios nuevos adiestramientos de las unidades y mermar su actuación en la guerra. Por ejemplo, un cambio de un sistema antiaéreo BUK de origen soviético por uno de diseño británico como el Stomer implica que las unidades deberán de abandonar las zonas de combate.

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Fortalezas: un buen respaldo

El gobierno ucraniano está respaldado por Estados Unidos, un país con un amplio conocimiento de las redes logísticas y con capacidad de enseñar dicho conocimiento al mando ucraniano. Contar con un aliado como Estados Unidos, permite que este apoye o incluso diseñe las redes y el sostenimiento de las operaciones sin implicar su entrada tácita en el conflicto.

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La industria militar americana tiene amplias competencias para el suministro de municiones y armamento. Los envíos de municiones estadounidenses en calibres cruciales como el 155 mm estándar de la OTAN parecen, en principio, estar asegurados por su amplia capacidad industrial. Además, muchos envíos parecen responder a armamento y municiones estándares con cadenas de producción bien establecidas, como por ejemplo, los obuses M777, AT Javelin, AA Stinger, morteros de 120 mm, etc.

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Si hablamos de municiones, una de las principales fortalezas de la OTAN y que implica a la guerra de Ucrania, es su estandarización. El calibre 155 mm es el mismo tanto en los cañones de diseño francés, americano, italiano o alemán, lo que aventaja a Ucrania, ya que todas las potencias de la OTAN que usen dicho armamento son o serán potenciales suministradores.   

También debemos tener en cuenta la participación previa de muchos socios en el antiguo pacto de Varsovia y como miembros de la URSS. Muchos de ellos poseen sistemas compatibles con el armamento ucraniano. Como por ejemplo, los tanques de origen soviético T 72 que han suministrado Estados Unidos, Polonia o República Checa.

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Oportunidades: una mejora en las capacidades

Ante las dificultades que supone el sostenimiento de las operaciones con armamento de tan diversa procedencia, a su vez, también implica una mejora sustancial de las capacidades ucranianas en este ámbito. Una profesionalización del componente logístico ucraniano va a permitir que su mantenimiento sea plausible y aumente las capacidades del ejército en caso de necesitar redirigir unidades y sus componentes logísticos a otros planos de operaciones. 

El cambio gradual de los antiguos sistemas soviéticos y rusos a los occidentales y estructuras de unidades OTAN puede, en el futuro, aventajar a Ucrania para incorporarse a la OTAN y a su doctrina.  

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A ello, el interés de los países aliados de probar sus sistemas en una guerra de alta intensidad contra un enemigo plausible como Rusia sirve de baza para que estos países sigan suministrando cada vez armamento más sofisticado y que permitan seguir manteniendo el esfuerzo de guerra de Ucrania. 

Que el armamento y las municiones utilizados por las tropas ucranianas no requiera ser fabricado en territorio nacional permite que los esfuerzos industriales del país caigan en otros puntos específicos. Por ejemplo, el mando ucraniano puede optar por la fabricación de armamento concreto como sus sistemas antibuque R-360 Neptune que permiten denegaciones de área en el Mar Negro. 

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¿Qué pasará en Ucrania?

Actualmente, Ucrania vive un conflicto de unas características únicas a nivel logístico. El país depende, en gran medida, del envío de armamento por parte de sus principales socios, que en principio siguen dispuestos a enviar armamento cada vez más avanzado. Esto es una fortaleza porque, por una parte, el ejército ucraniano recibe más armamento con el fin de mantener su esfuerzo de guerra, pero a su vez, es una debilidad por la dependencia que establece. 

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Se suma que, el sistema logístico con armamento de diversa índole y diferente procedencia puede hacer colapsar la cadena de suministros en caso de que esta no sea capaz de crear una red segura del sostenimiento de operaciones. Otro problema reside en que, al tratarse de una guerra de alta intensidad, el gasto de municiones y sistemas destruidos pueda hacer colapsar a las industrias occidentales al ser incapaces de suministrar armamento a Ucrania y armar, al mismo tiempo, a sus propios países.  

Por lo tanto, los planes de envío y adquisiciones deben ser coherentes con la realidad de las industrias y las capacidades de estas de mantener el suministro para ambas partes. Enviar armamento, entrenar al personal en estos, y sostener luego su mantenimiento para que luego no tengan acceso a sus municiones o repuestos, solo podría condenar a Ucrania a una lenta derrota.

Editado por:

Soraya Aybar Laafou. Editora y analista especializada en África en LISA News. Politóloga y periodista interesada en los derechos humanos, la geopolítica y los procesos migratorios. Me apasionan las Relaciones Internacionales y observo con especial interés al continente africano. Soy directora de África Mundi, el primer medio de análisis sobre África en castellano.

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