Desde la descolonización de África en el siglo XX, el continente ha sido escenario de numerosos movimientos secesionistas, impactando profundamente su configuración política y social. En este informe de inteligencia se analiza cómo estos movimientos, motivados por diversos factores políticos, económicos y culturales, continúan generando conflictos y potenciales disputas en más de 13 regiones africanas.
Autor: Arturo Esteban Martínez
Fecha de realización del informe: 10/03/2024
Nivel de clasificación: Público
Introducción
Desde la descolonización de África en la segunda mitad del siglo XX, el continente ha sido testigo de numerosos movimientos secesionistas. Estos movimientos, impulsados por una variedad de factores políticos, económicos y culturales, han tenido un profundo impacto en la configuración política y social de África, obteniendo diversos resultados, desde la independencia total hasta la integración dentro de estados federales o la persistencia de conflictos armados.
Actualmente, esas tensiones secesionistas son fuente de conflictos o potenciales conflictos, y afectan a no menos de 13 regiones. En el arco saheliano existen las tensiones protagonizadas por los separatistas tuaregs, que controlaron (brevemente) y declararon la independencia de Azawad, la parte de Malí que reclaman como históricamente suyo mientras que en el área del África subsahariana y ecuatorial, se presentan casos latentes en Zambia, Camerún, Senegal, Nigeria, Angola, Namibia, República Democrática del Congo, Somalia, Tanzania y Kenia.
Son pocos los movimientos que han triunfado en su lucha por la independencia. Sin embargo, este escenario de conflictos reales y potenciales se traduce en una permanente inestabilidad de gran parte de los países africanos, que a menudo es explotado por agentes externos.
🌐 ANÁLISIS 🌐
Contexto histórico
La Conferencia de Berlín de 1885 contribuyó a la actual fragmentación política y social de África, creando las condiciones para los conflictos secesionistas que han plagado el continente desde la descolonización. La Conferencia trazó fronteras arbitrarias que dividieron grupos étnicos y culturales, creando estados con identidades nacionales fragmentadas. Los grupos minoritarios dentro de estos nuevos estados se vieron marginados y excluidos del poder político y económico, lo que alimentó el resentimiento y las demandas de autodeterminación.
La descolonización de África comenzó después de la Segunda Guerra Mundial, cuando las potencias coloniales europeas comenzaron a retirarse del continente. Este proceso llevó a la aparición de estados con gobiernos centralistas que a menudo carecían de la sensibilidad étnica y lingüística necesaria para integrar bajo un mismo Estado diversas regiones y áreas con culturas, etnias y lenguas autóctonas. Además, la presencia de ricos recursos naturales en muchas de las regiones separatistas llevó a la aparición de tensiones que culminarían en focos de conflicto.
El concepto de secesión está relacionado con el derecho a la autodeterminación. Sobre este último hay diferentes posiciones, aunque los autores suelen coincidir en que en casos de privación de los derechos civiles de la población y de descolonización debería ser un derecho legítimo. Según la Carta de las Naciones Unidas, el derecho de autodeterminación proclama en el art. 1.2 «Fomentar entre las naciones relaciones de amistad basada en el respeto al principio de igualdad de derechos y al de la libre determinación de los pueblos, y tomar otras medidas adecuadas para fortalecer la paz universal».
Este derecho ha sido desarrollado posteriormente en diferentes resoluciones de la Asamblea General, añadiendo que su ejercicio debe ser compatible con el respeto a la integridad territorial de los Estados que salvaguarden los derechos de sus ciudadanos.
En todo caso, un conflicto secesionista es un acto de exigencia de soberanía por parte de un grupo sobre un territorio, de manera que la soberanía se logra cuando una entidad separatista recibe el reconocimiento diplomático y finalmente se une a las Naciones Unidas. Con el fin de analizar una muestra de conflictos que permitan hacerse una idea de esta compleja realidad, se pueden seleccionar aquellos casos que provocaron consecuencias más relevantes, bien por la magnitud de las catástrofes humanitarias, bien por su impacto en la geopolítica africana.
Movimientos independentistas en África. Fuente: Africa Mundi
Casos de estudio
Las narrativas, aspiraciones y actividades secesionistas han sido una característica permanente, aunque cambiante, de la política africana. La primera crisis secesionista tras la descolonización fue la protagonizada por la región de Katanga en el Congo, seguida poco después por el desastre humanitario de la guerra de Biafra, que costó cerca de un millón de vidas.
La República de Biafra declaró su independencia en 1967, lo que desencadenó una guerra civil que duró hasta 1970 y se saldó con la muerte de millones de personas. La región sigue luchando por la autonomía y el reconocimiento cultural.
Tras la independencia de Tanzania en 1963, se produjo una revolución que causó decenas de miles de muertos, especialmente indios y árabes que seguían viviendo en el país tras la independencia, con el objetivo de unirse en 1964 con la vecina Tanganika para formar la federación de Tanzania. Desde entonces, la región conserva un gobierno autónomo y una fuerte identidad cultural. En 2001, fuerzas policiales abrieron fuego contra manifestantes locales asesinando a más de 25 personas e hiriendo a centenares.
Por su parte, Somalilandia declaró su independencia en 1991 tras la caída del régimen de Siad Barre en Somalia. Sin embargo, no ha sido reconocida por la comunidad internacional. Somalilandia mantiene un gobierno independiente y una economía estable, aunque su futuro político sigue siendo incierto.
En cuanto a Camerún, desde 2016-17, las regiones anglófonas del noroeste y suroeste de Camerún han experimentado un movimiento secesionista que busca la independencia de la República de Camerún. El conflicto ha derivado en una crisis humanitaria con miles de desplazados y muertos, y todavía continúa.
Eritrea y Sudán del Sur: Estos son dos ejemplos de movimientos secesionistas exitosos en África. Ambos países lograron la independencia después de largas y sangrientas guerras civiles, y su existencia como estados independientes no está siendo exento de dificultades y de conflictos de segundo orden.
En el caso de Eritrea, tras una guerra de independencia que duró 30 años, esta región logró separarse de Etiopía y obtener su independencia en 1993. Desde entonces, el país ha experimentado un desarrollo económico significativo en los últimos años, pero aún enfrenta desafíos políticos y sociales.
Finalmente, conviene recordar el caso de Sudán del Sur, región que se independizó de Sudán en 2011 tras un largo conflicto civil. La República de Sudán del Sur se convirtió en la nación más joven del mundo. Sin embargo, los estallidos de guerra civil en 2013 y 2016 socavaron sus posibilidades de desarrollo además de empeorar su situación humanitaria. Más de una década después de su independencia, Sudán del Sur sigue afectado por la fragilidad, el estancamiento económico, la corrupción y la inestabilidad. La pobreza está siempre presente, impulsada por los conflictos, los desplazamientos y las perturbaciones externas.
Tigray en Etiopía. El conflicto en Tigray, que comenzó en noviembre de 2020, es un ejemplo de un movimiento secesionista en curso. Las tensiones entre Tigray y el gobierno federal de Etiopía se remontan a varias generaciones, y el conflicto actual es un reflejo de estas tensiones de larga duración que ha causado una grave crisis humanitaria con miles de muertos y millones de desplazados.
Impacto y consecuencias de los movimientos secesionistas en África
Como se ha visto, los movimientos secesionistas en África han tenido un impacto significativo en la política, la economía y la estabilidad social del continente. El impacto de estos conflictos se mide en términos de fragmentación política, dificultades en la gobernanza de los débiles estados subyacentes, y la persistencia de conflictos latentes, larvados o abiertos.
Si bien la mayoría de los movimientos secesionistas no han tenido éxito, su persistencia ha multiplicado los sentimientos hostiles entre amplios sectores étnicos y locales, lo que mantiene latentes las causas de los conflictos.
No debe olvidarse tampoco la lucha por el acceso a los ricos recursos naturales de las regiones que albergan movimientos o tensiones secesionistas.
Prospectiva
Los movimientos secesionistas en África desde la descolonización hasta nuestros días han sido causa de terribles conflictos con centenares de miles de víctimas. Las fronteras trazadas en la época colonial situaron a etnias y comunidades en diferentes territorios, que tras la descolonización, y con el trasfondo de la Guerra Fría, provocaron decenas de conflictos armados que buscaban reajustar esas fronteras y garantizar el acceso a los recursos naturales.
Aparentemente, el aumento de la población, la discontinuidad territorial, las diferencias culturales y la predisposición a la violencia política contribuyen al separatismo, lo que se puede sumar a la disponibilidad regional de recursos naturales. Los agravios basados en las disparidades regionales de renta, el nivel de desarrollo nacional, las transiciones de régimen sin contar con minorías entre otros motivos contribuyen al separatismo.
Se puede concluir, que pocos de los movimientos secesionistas triunfaron. Sin embargo, se mantienen las causas de los conflictos, con la persistencia de los sentimientos de agravio, la alienación de minorías étnicas y lingüísticas y la explotación insolidaria de los ricos recursos naturales de África.
El continuo deterioro de las condiciones económicas de África, a pesar de un sinfín de reformas políticas, puede abrir la puerta a que ciertos actores reconsideren las ventajas de la integridad territorial de las naciones africanas, de manera que su integridad territorial no sea ya un tabú. Como primer paso, y aunque en el corto plazo no se ponga en duda los beneficios de la pacificación de los países, los donantes y terceros estados podrían variar los objetivos tradicionales de apoyo a la reconstrucción de los estados, contribuyendo, por el contrario, a la reproducción de Estados disfuncionales títeres.
En definitiva, África se encuentra ante un panorama abierto a la intervención de terceros actores que buscan incentivar la división y la explotación de esos recursos. Por otra parte, la mala gobernanza de gran parte de países con tensiones secesionistas, añadiendo el impacto del cambio climático sobre las comunidades más pobres hace que el escenario de inestabilidad se mantenga e incluso pueda empeorar en los próximos años.