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Tres claves para entender el conflicto entre Israel y Palestina

Análisis

David García Pesquera
David García Pesquera
Graduado en Relaciones Internacionales en la Universidad Rey Juan Carlos. Sus principales intereses son la geopolítica, el análisis de conflictos y la seguridad internacional, especialmente en Europa del Este, Oriente Próximo y el Norte de África.

Desde principios del siglo XX, el conflicto entre Israel y Palestina ha enquistado sus relaciones por cuestiones históricas, religiosas y terroristas. A pesar del desarrollo económico de Israel en los últimos años, la realidad es que mantiene aún un conflicto abierto y armado con su vecina, Palestina, por la toma y control de ciertos territorios, que ambos sienten propios.

El conflicto entre Israel y Palestina tiene un marcado componente histórico y religioso. Se trata de un asunto que trae consigo décadas y en el que ambas partes defienden sus reivindicaciones y argumentos. En este artículo trataremos de aproximarnos a uno de los conflictos más enquistados de la historia, repasando las claves de su historia, su religión y sus amenazas terroristas.

La clave histórica entre Israel y Palestina

Palestina fue un mandato británico promulgado por la Sociedad de Naciones en el periodo de entreguerras. En concreto, el mandato comenzó tras la Conferencia de San Remo en 1920 y fue oficial en el año 1922 mediante un documento que exponía las responsabilidades de Reino Unido como país administrador. El pueblo palestino estaba asentado en lo que actualmente conocemos como el Estado de Israel, la franja de Gaza, Cisjordania, Jordania y una parte de los Altos del Golán, con una población aproximada de 750.000 habitantes 

En 1914, los hebreos representaban el 7% de la población en la zona mientras que, a mediados de los años 30, creció hasta el 30% de la población de Palestina debido a la persecución contra los judíos en toda Europa Central. Sin embargo, la segunda gran oleada se produjo tras la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto nazi contra los judíos. Los choques comenzaron pronto y Reino Unido acudió ante las Naciones Unidas para proponer una solución. 

En 1947, Naciones Unidas emitió la Resolución 181 (II) que dividió la región en dos estados, el judío y el árabe, con una división porcentual aproximada del 54% y 46% respectivamente. Jerusalén adquirió el estatus de corpus separatum bajo un régimen internacional. Así es como nace el Estado de Israel.

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Desde la declaración de independencia de Israel el 14 de mayo de 1948, los conflictos no han cesado. Un día después de su nacimiento, Israel se enfrentó en una guerra contra todos los países árabes. La denominada Guerra de la Independencia culminó con el triunfo israelí y su asentamiento en el 77% del territorio. De esta forma, las posiciones palestinas se vieron mermadas y no se permitió a los refugiados regresar a Israel. Cisjordania quedó bajo dominio de Jordania y Gaza bajo el de Egipto.

El 4 de marzo de 1949, el Consejo de Seguridad instó a la Asamblea General a reconocer a Israel como miembro de Naciones Unidas mediante la resolución 69. Dicho reconocimiento se produce el 11 de mayo de ese mismo año, por lo que Israel pasa a ser parte de las Naciones Unidas pese al rechazo de los países árabes.

Más adelante, tuvo lugar la Guerra de los Seis Días –5 a 10 de junio de 1967— y la Guerra de Yom Kippur –5 a 25 de octubre de 1973—. Ambas terminaron con la victoria israelí frente a todos sus vecinos árabes. Israel comenzó a crecer en población y fortaleza militar, siguiendo las bases del sionismo, que aboga por la creación de un Estado judío independiente aceptando como ciudadano a cualquiera que profese dicha fe.

Tras la guerra de los seis días en 1967, Israel se anexionó Gaza, Cisjordania y Jerusalén oriental —incluye la ciudad vieja con los lugares sagrados de las tres religiones monoteístas—. Con las derrotas continuas, el número de desplazados palestinos aumentó y la Asamblea General de Naciones Unidas tomó las cartas sobre el asunto para garantizar sus derechos y fomentar una negociación de paz. 

Al fin de siglo, los Acuerdos de Oslo de 1993 incluyeron la firma de la Declaración de Principios sobre las Disposiciones relacionadas con un Gobierno Autónomo Provisional, así como la retirada parcial de las fuerzas israelíes, las elecciones del Consejo Palestino y la Presidencia de la Autoridad Palestina, la liberación parcial de los detenidos palestinos y el establecimiento de una administración efectiva en las zonas palestinas autónomas.

Sin embargo, en 2002 las autoridades de Israel levantaron muros y puestos fronterizos en el cruce entre Cisjordania e Israel. Se trata de una serie medidas en busca de control en la zona y seguridad desde el punto de vista israelí. En el caso palestino, fueron trabas para el libre movimiento y un mecanismo de control que frustraba sus intentos de recuperar terreno.

Así llegamos a la división actual, con Israel dominando todo el territorio salvo Gaza y Cisjordania. Sin embargo, nombrar Cisjordania es una quimera, ya que, salvo escasos reductos, la mayor parte de este territorio está en control táctico por parte de las fuerzas de defensa israelís. 

La clave religiosa entre Israel y Palestina

En el caso de Israel, sus argumentos históricos se remontan a tiempos bíblicos. Israel es la tierra prometida según el Antiguo Testamento con Abraham y Moisés. Además, argumentan que son el pueblo descendiente del rey David de Israel y que en tiempos de Jesús los judíos ya habitaban aquellas tierras. Tanto el judaísmo como el cristianismo comparten el Antiguo Testamento, por lo que dichas sagradas escrituras son comunes, poniendo en liza hechos como la liberación de la esclavitud de los hebreos en Egipto o la delimitación concreta de la tierra prometida en el cuarto libro de La Biblia: Números.

El desarrollo de Israel durante estas décadas ha sido muy destacado, siendo un oasis de riqueza en pleno desierto. Han maximizado sus recursos realizando obras en materia de gestión del agua, con un 80% de sus aguas residuales recicladas para el riego. Además, se trata de la única democracia de Oriente Próximo, con una sociedad que en muchos aspectos es homologable a Occidente.

Israel sostiene que tiene derecho a anexionarse los territorios que ha ido dominando desde 1948, ya que ganaron todas las guerras que les declararon y sus rivales se exponían a ello. El desarrollo en defensa de Israel es fundamental para su supervivencia, con servicio militar obligatorio para toda la población y el desarrollo de sistemas de defensa aérea punteros como la cúpula de hierro.

Por otro lado, los palestinos argumentan que, atendiendo también a las referencias bíblicas, la tierra les pertenece y que son el único pueblo legitimado a habitar en ella. Además, consideran que la comunidad internacional ha favorecido la expansión israelí y un presunto genocidio cometido contra el pueblo palestino. 

Palestina denuncia un apartheid contra su pueblo y la impunidad de presuntos crímenes de lesa humanidad, debido a la alianza que Estados Unidos mantiene con Israel. También reclaman Jerusalén este como la capital de un estado palestino independiente, reconocido internacionalmente, y denuncian el continuo avance de las fuerzas de defensa israelíes en posiciones palestinas, 

La clave terrorista entre Israel y Palestina

Más allá del componente histórico y religioso, debemos de destacar la actualidad del conflicto, que pasa por la aparición de grupos terroristas para llevar a cabo la creación de un estado palestino independiente y con reconocimiento internacional. Estos son Hamás y la Yihad Islámica Palestina.

Tras ganar las elecciones en 2006, Hamás tomó el control de la franja de Gaza. El grupo terrorista defiende la eliminación del estado de Israel mediante la fuerza y está presuntamente financiado por Irán. Sus operaciones pasan por el lanzamiento de cohetes y proyectiles desde la franja de Gaza hacia Israel, a lo que el gobierno de Jerusalén responde con bombardeos estratégicos sobre posiciones terroristas.

En el caso de la Yihad Islámica Palestina, tiene los mismos objetivos que Hamás, pese a que han mantenido desacuerdos importantes. El término yihad hace referencia a la lucha armada por la liberación, pero en este caso referente solamente a Palestina, algo que se especifica en la propia definición del grupo terrorista. 

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La avanzada defensa de Israel dibuja un mapa de víctimas desequilibrado, con niños y civiles palestinos asesinados en un bando y escasas víctimas civiles en el otro. De todas formas, ambas partes cuentan con visiones moderadas que abogan por la solución pacífica de los dos estados y otras más enraizadas que defienden la presencia única de su pueblo en todo el territorio. En concreto, el gobierno actual de Israel mantiene una visión sionista más radical que la oposición. 

Los últimos años han contemplado un repunte de la violencia, que llegó a máximos en mayo de 2021 con bombardeos israelíes en Gaza, internadas de las Fuerzas de Defensa de Israel en Cisjordania y lanzamiento de cohetes contra civiles por parte de Hamás. Las tensiones resurgieron en agosto de 2022 y durante los últimos meses, con varios atentados en Jerusalén y Tel Aviv.

¿Qué puede pasar entre Israel y Palestina?

Cada vez que se resuelve una tensión puntual, a los pocos meses, vuelven las hostilidades. El conflicto está enquistado y la solución no pasa por el revisionismo histórico ni por la intervención de la comunidad internacional. Es fundamental partir de la situación actual para diagnosticar las posibles soluciones, que pasan por compaginar la legítima defensa de los civiles israelíes con el espacio e instituciones que el pueblo palestino necesita, más allá de los movimientos terroristas que desvirtúan sus reivindicaciones.

Uno de los movimientos clave más recientes es la amenaza que Irán ha esgrimido contra Israel, asegurando que destruiría Tel Aviv y Haifa. Ante esto, las autoridades israelíes han precisado el papel de China como posible mediador en el conflicto, no en términos palestinos sino en el global de los países árabes y su enfrentamiento con Israel. La labor de China en la región es importante, actuando en un equilibrio de poderes.

Además, la continua determinación antisionista de Irán se da en un contexto de normalización de las relaciones entre árabes y judíos, con el reconocimiento de Israel por parte de Marruecos y Emiratos Árabes Unidos durante la última década.

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