¿Confían los Estados miembros de la OTAN lo suficiente entre sí como para cooperar en materia de inteligencia? Un trabajo de investigación publicado por la OTAN marcó en su día las prioridades que debían ser atendidas por la organización para lograr un aumento de coordinación en inteligencia entre los miembros.
Desde su establecimiento, la OTAN y la inteligencia han sido ‘una contradicción de términos’, como ya dijo un investigador de la CIA en 1984. Diferentes idiomas, culturas, capacidades e infraestructuras han demostrado ser limitaciones estructurales para el propósito de la organización.
Además, otros problemas, como la falta de una percepción de amenaza común, los diferentes intereses nacionales y la desconfianza política, impidieron que los servicios nacionales de la OTAN compartieran toda la información con la Alianza en su conjunto. Por otra parte, las misiones militares en el norte de África y Oriente Medio de los últimos años han puesto de manifiesto el problemático aparato de intercambio de inteligencia de la organización y, además de los llamamientos para sincronizar el flujo de información estratégica y operativa, se ha hecho evidente también la necesidad de coordinar las muchas estructuras de inteligencia diferentes e ineficientes de la Alianza.
Para ello, la organización ha estado realizando reformas sustanciales en su estructura de inteligencia durante los últimos años como respuesta a las actuales amenazas transnacionales, ante las cuales las fronteras adquieren un carácter difuso. A pesar de la creación de nuevos órganos, como la Joint Intelligence and Security División (JISD) o el nombramiento de Arndt Freiherr Freytag von Loringhoven como primer Secretario General Adjunto de Inteligencia y Seguridad (ASG-I&S), el camino hasta el objetivo de estructurar cómo se organiza y analiza la información para inteligencia no está exento de problemas.
La verdadera finalidad de esta reforma es elaborar productos de inteligencia que fusionen lo procedente de la inteligencia civil con la militar, tanto si procede de la propia estructura de inteligencia de la OTAN, como de los servicios de inteligencia de sus países miembros.
El terrorismo, las amenazas híbridas, las procedentes de ciberespacio o la inestabilidad en África y por ejemplo Oriente Medio han provocado que se tome conciencia de que existe una necesidad de inteligencia sobre esas amenazas transnacionales que no entienden de fronteras ni de competencias.
REDEFINIR LAS RELACIONES
Por el momento, uno de los principales problemas es la desconfianza de los estados miembros a proporcionar inteligencia. Esto se debe a que cada uno tiene sus propios intereses nacionales y una percepción del riesgo diferente ante las mismas amenazas. Las relaciones bilaterales siguen manteniéndose, y la OTAN trata de que, poco a poco, se vayan convirtiendo en colaboraciones multilaterales que desemboquen finalmente en una auténtica cooperación en inteligencia.
Esto se conseguirá únicamente, cuando los países miembros perciban que los beneficios serán mayores y que los productos que proporciona la estructura de OTAN satisfacen sus necesidades, con una relación proporcionada de coste-beneficio.
Así, el experto en inteligencia extranjera, Jan Ballast, ha recogido varias medidas y recomendaciones para alcanzar este nivel de cooperación entre Estados, enfocándose en la figura del Secretario General Adjunto de Inteligencia y Seguridad (ASG-I&S), creada el 21 de octubre de 2016.
Cabe destacar que la inteligencia es la primera línea de defensa y, por lo tanto, es fundamental para que la Alianza y sus Estados miembros sean más resistentes. De esta manera, el autor va a elaborar las prioridades que deberá atender el Secretario General Adjunto de Inteligencia y Seguridad para abordar la estructura futura, los procedimientos de intercambio y el contenido de la inteligencia de la OTAN.
Además, identifica también los aspectos más desafiantes de la cooperación de inteligencia multinacional y analiza lo que se debe y no se debe hacer con respecto a la estructura, el intercambio y el contenido. Basándose en la teoría, la práctica y el conocimiento interno, se realiza nueve recomendaciones con el objetivo de ofrecer una propuesta para potenciar la inteligencia como primera línea de defensa de la OTAN.
La primera prioridad del ASG-I&S debe ser la implementación de la fusión de todos los elementos de inteligencia a nivel de HQ en un JISD efectivo. Freytag von Loringhoven, primer Secretario General Adjunto, pudo lograr esto en sus conversaciones con el presidente de Comité de Inteligencia Civil y Comité de Inteligencia Militar, quienes como trío recientemente comenzaron a reunirse casi regularmente. Según Ballast, para ser eficiente, el ASG-I&S debe recibir el mandato de coordinar todas las actividades de inteligencia para evitar la duplicación de la escasa capacidad de la OTAN.
“Si la “unión” en la inteligencia está impulsada más por la necesidad política que por los requisitos de recolección, el enlace tenderá a tener una postura fuertemente defensiva, implícitamente adversa, y, por tanto, vacía, a pesar de las expectativas contrarias de los líderes políticos y militares”.
Por ejemplo, aunque Francia está dispuesta a cooperar en materia de inteligencia, si se comparten los intereses estratégicos y si hay botas mutuas sobre el terreno, seguirá siendo poco partidaria de la integración y la cooperación en cualquier entorno multilateral.
Un alto funcionario del Ministerio de Asuntos Exteriores francés explicó que Francia siempre querrá preservar su autonomía estratégica. En resumen, la segunda prioridad para el ASG-I&S debería ser aceptar la continuación de los acuerdos bilaterales entre la OTAN y sus Estados miembros.
A pesar de la posición prominente de las principales naciones europeas, el ASG-I&S como su tercera prioridad debería reconocer un papel dominante para los Estados Unidos. Estados Unidos no solo es el miembro con más inteligencia (operacional) para compartir, sino que también será crucial para facilitar la infraestructura tecnológica que permita el proceso de intercambio. Si Estados Unidos no cierra la brecha tecnológica dentro de la Alianza, la interconectividad e interoperabilidad de la OTAN estarán en riesgo. Las operaciones aéreas y las operaciones especiales conjuntas (JSO) requieren especialmente la infraestructura adecuada para lograr un intercambio y una difusión eficaces de información de inteligencia para mantener el dominio de la información.
Como su quinta prioridad, el ASG-I&S debe desarrollar el intercambio como un proceso, cerrando lentamente la brecha entre el enlace bilateral, caso por caso y el intercambio de inteligencia multilateral estructurado. Como ya se discutió anteriormente, debe continuar aceptando la cooperación bilateral y multilateral existente dentro de la Alianza
Anteriormente, se identificaban como sus principales áreas de preocupación el terrorismo, el apoyo a las misiones, el contraespionaje y las actividades rusas de guerra híbrida. Más recientemente se añadió específicamente la amenaza de los combatientes extranjeros. Sin embargo, incluso sobre las amenazas acordadas, existen diferencias fundamentales de opinión dentro de la Alianza.
Adriana Seagle reconoce que “mientras que Estados Unidos y el Reino Unido se ocupan del terrorismo en el ámbito militar, los aliados pertenecientes a la UE se ocupan del terrorismo en el ámbito de la ley y la prevención del delito”.
Los intereses contrapuestos de los Estados miembros implican que el ASGI&S, como su sexta prioridad, debería equilibrar la inteligencia en las tres tareas principales de la OTAN. En el ámbito de la defensa colectiva, Rusia y su guerra híbrida (incluida la cibernética) sigue siendo el principal objetivo de inteligencia, mientras que en el ámbito de la seguridad cooperativa, el apoyo militar para contrarrestar las amenazas terroristas es su tema central. En cuanto a la gestión de crisis, el ASG-I&S tiene que concentrarse en las (posibles) misiones militares en el extranjero de prevención o lucha contra el terrorismo y en las operaciones de mitigación o asistencia a las crisis humanitarias de refugiados y migración.
La fusión del análisis de las fuentes abiertas y de los medios sociales con la inteligencia existente de otras disciplinas garantiza productos disponibles en todas las fuentes. Esta debería ser la séptima prioridad del ASG-I&S y es especialmente relevante para la previsión estratégica y la alerta temprana. En este proceso, el JISD debería cooperar estrechamente con el SHAPE/NIFC y copiar las mejores prácticas, especialmente las del Centro de Inteligencia de Todas las Fuentes (ASIC), que fue decisivo en la fusión de la inteligencia innovadora y procesable de los “Cinco Ojos” sobre Afganistán.
Por eso la octava prioridad para el Secretario General de Inteligencia de la OTAN consiste en hacer que el JISD, una vez que reciba la información pertinente, apoye los esfuerzos de inteligencia militar-estratégica y operativa de la Alianza. Se debría abogar firmemente por la cooperación en materia de inteligencia en las misiones operativas, en las que la inteligencia procesable para salvar vidas importa más que los controvertidos intereses estratégicos nacionales. En cuestiones como la protección de las fuerzas, el máximo intercambio de información a todos los niveles, coordinado por comunidades de interés, debe ser la norma.
El intercambio de inteligencia es la demostración definitiva de confianza e interoperatividad y en el teatro de operaciones debería considerarse la especialización de la inteligencia. En general, el entendimiento entre la OTAN en el extranjero mejoraría mediante una auténtica formación multilateral del personal y los sistemas de inteligencia.
Por último, la novena prioridad del ASG-I&S debería ser tender puentes entre consumidores y productores, empezando por la coordinación e interpretación de los requisitos de los primeros. Además, la divulgación académica (a través de seminarios) y la interacción con grupos de reflexión serían beneficiosas. La recopilación no tiene sentido sin el análisis, ya que no es la recopilación, sino el análisis lo que crea valor.