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Los ciberdelitos sexuales: un reto para las sociedades asiáticas y cómo combatirlo

Análisis

María Belén Agüera Martínez
María Belén Agüera Martínez
Estudiante de Relaciones Internacionales con gran interés en análisis de los conflictos armados, tecnología y ciberseguridad.

La distribución de material sexualmente explícito sin consentimiento, el grooming, la explotación sexual o la sextorsión son algunos de los retos que enfrentan las sociedades asiáticas y, concretamente, Corea del Sur. La tecnología y la proliferación de nuevas redes sociales marcaron el 2021 como el peor año registrado de abuso sexual infantil online. En este artículo te explicamos qué está ocurriendo y los esfuerzos que se realizan desde los países para combatir este problema.

Los delitos sexuales en las redes sociales involucran la comisión de delitos sexuales a través de Internet o de otras redes de comunicación. Estos pueden incluir el acoso sexual online, la distribución de material sexualmente explícito sin el consentimiento de la persona retratada, el grooming —engaño online a menores—, la explotación sexual online de menores, la sextorsión y otros delitos similares. La tecnología de la red y las características de Internet, como la privacidad y el anonimato, facilitan la comisión de estos delitos y su expansión, sobre todo en la última década. 

Según Internet Watch Foundation (IWF), 2021 fue el peor año registrado de abuso sexual infantil online, confirmando que 252.000 links contenían imágenes o videos de niños víctimas de abuso sexual, en comparación con 153.000 encontrados en el año anterior. También destacó que entre 2019 y 2020 aumentó el 77 % del material sexual infantil autogenerado.

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Además, WeProtect recopiló datos junto a otras organizaciones, como el National Center for Missing & Exploited Children (NCMEC), observando, también entre 2019 y 2020, un aumento del 106 % de las denuncias públicas relacionadas con la explotación sexual online. 

Según WeProtect, en 2020 alrededor del 44% de las personas encuestadas entre 18 y 20 años en el Este asiático, admitieron haber sufrido al menos una experiencia de acoso sexual online durante su juventud, siendo las minorías perteneciente a la LGBTQ+, otras etnias o discapacitados, los más afectados.

Aumento de los ciberdelitos sexuales explotación sexual en Asia

La sextorsión es el delito a través el cual una persona utiliza la amenaza de revelar información o imágenes sexualmente explícitas de otra persona para obtener algún tipo de beneficio o recompensa. A menudo, la sextorsión involucra a personas que han enviado imágenes o videos sexuales propios a otra persona a través de Internet o de un teléfono móvil. Posteriormente, son amenazadas con la publicación de esas imágenes o videos si no cumplen con ciertas demandas. La sextorsión puede tener graves consecuencias para las víctimas, incluyendo el acoso y el aislamiento social.

En 2017, algunos de los prestamistas que trabajaban en la plataforma online china de préstamos Jiedaibao, obligaban a algunas mujeres a enviar imágenes de sí mismas desnudas o realizando actos lascivos como “garantía”. Las víctimas eran amenazadas con que se publicarán en línea si no se pagan las deudas. Según cuenta Reuters, había más de 160 víctimas, la gran mayoría mujeres universitarias.

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En 2022, INTERPOL, junto a las fuerzas policiales de Hong Kong y Singapur, destapó y desmanteló una red transnacional dedicada a la extorsión sexual que había conseguido obtener de sus víctimas al menos 47.000 USD. La investigación relacionó 34 casos denunciados con la banda y acabó con 12 detenidos.

Los ciberdelincuentes contactaban con sus víctimas, las cuales estaban la gran mayoría en Hong Kong y Singapur. Hablaban con ellas a través de plataformas de citas y sexo online y les pedían que descargasen, a través de un hipervínculo, una aplicación móvil que contenía un malware para participar en “chats de desnudos”.

Esta aplicación estaba diseñada para conseguir la lista de contactos del teléfono de las víctimas. Una vez los obtenían, los miembros de la red chantajeaban a sus víctimas y las amenazaban con difundir sus vídeos de desnudos entre sus familiares y amigos.

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Por otra parte, también podemos destacar un aumento del grooming, el abuso sexual online a través el cual un adulto se comunica con un menor con el fin de establecer una relación de confianza con el niño y eventualmente abusar de él o ella. El grooming suele involucrar la persuasión, el engaño o la manipulación. A menudo, el grooming se lleva a cabo a través de Internet, pero también puede ocurrir en persona. Actualmente, hay una falta de datos que destaca la naturaleza precisa y la medida en que estos delitos afectan a los niños. 

La asociación de hotlines de Internet, INHOPE encontró alrededor de 84.000 sitios web que contenían material de abuso sexual infantil en 2014, un aumento del 71 % con respecto a 2013. Un gran parte de este contenido circula inadvertidamente por plataformas escondidas como redes para compartir archivos, la Dark Web u otros software que utilizan técnicas de encriptación. En Corea del Sur, como en muchos otros países, la explotación sexual online es un problema grave en el país con el mayor número de personas que acceden a Internet de Asia.

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Por ejemplo, en 2020 según Amnistía Internacional, solo en el caso de la ‘Nth Room’ participaron alrededor de 60.000 personas en la comisión de este tipo de delito. Este a menudo involucra a menores y puede incluir la distribución de imágenes o videos sexualmente explícitos de menores online, así como la producción y distribución de material de explotación sexual infantil.

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La explotación sexual online también incluye la prestación de servicios sexuales online o la participación en chats de sexo online a cambio de dinero. El aumento de este tipo de problemática produjo cambios en la ley coreana durante el 2020 que prohíbe la producción, distribución y posesión de material de explotación sexual infantil. 

Sin embargo, una de esas leyes la “Ley de Protección de los Niños y de los Adolescentes contra Abusos Sexuales” enmendada en 2009, fue criticada en 2021 por la organización ECPAT Korea —End Child Prostitution in Asian Tourism Korea—, definiéndola como insuficiente, alegando que, en esta ley se define como ‘representaciones de niños’ a algo que se pueda percibir como uno.

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Es decir, que un niño se considerara así en casos de imágenes realistas que sean reconocibles por la mayoría del público como un niño, aunque no sea uno real. Esto implica que, si el material no se trata de uno visual, como un audio, la ley no lo contemplará de forma específica. Producir, exportar, vender, distribuir pornografía infantil, incluida su circulación, es considerado un acto delictivo. Sin embargo, la ley solo menciona que está prohibida la circulación si fuese material obsceno sin determinar con exactitud que es entendido como ‘obsceno’.

Además, la organización menciona que la ley no sigue completamente el Protocolo facultativo de la Convención sobre los Derechos del Niño relativo a la venta de niños, la prostitución infantil y el uso de niños en la pornografía —OPSC– de Naciones Unidas y que Corea ratificó en 2004.

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En Corea del Sur, uno de los ciberdelitos sexuales más conocidos es el molka. La práctica se refiere a la captura o distribución de imágenes o videos sexualmente explícitos sin el consentimiento de la persona retratada. A menudo, estas imágenes o videos son capturados a través de cámaras ocultas o cámaras de seguridad, pero sobre todo a través de móviles. Posteriormente, son compartidos en línea a través de sitios web, redes sociales o salas de chat.

Entre 2012 y 2017, alrededor de 16.201 personas fueron arrestadas acusadas de cometer este tipo de grabaciones ilegales, según The Guardian. El 98% de los arrestados eran hombres y un 84% de las víctimas mujeres.

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Además, en 2018 se presentaron 6.800 denuncias sobre este tipo de abuso, pero solo una tercera parte llegó a juicio, según la Fiscalía Suprema. Un año después, la popularidad de este tipo de delito creció de forma exponencial y la policía de Corea del Sur descubrió un chat grupal online en el que estaban involucrados celebridades, como ídolos del K-Pop, en el que se compartía videos sexualmente explícitos de mujeres filmados sin su conocimiento.

Sin embargo, el caso más conocido en el país se destapó en 2020. El caso de la Nth Room o sala enésima involucró a un grupo de salas de chat de Telegram donde se compartían imágenes y videos de abuso sexual de menores. Los administradores de estas salas conseguían el material a través del chantaje de menores y mujeres jóvenes.

Para acceder al material exigían a los participantes que pagaran para entrar en los grupos de chat o por ciertas imágenes. Luego utilizaban parte del dinero obtenido para producir más material de abuso sexual. Muchos de los participantes fueron arrestados y se han enfrentado a cargos de producción y distribución de material de explotación sexual, además de abuso a menores.

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El chikan, la alternativa japonesa

A pesar de que Corea del Sur es el país donde se ve más agravada esta situación sobre delitos de acoso sexual cibernético, en su vecino Japón ocurre un problema parecido con el conocido como chikan

El chikan es un término japonés que se refiere al acoso sexual en lugares públicos como el transporte público o el espacio urbano. A menudo, los perpetradores tocan o acosan sexualmente a las víctimas en sitios donde las víctimas tienen dificultades para escapar o llamar la atención, como trenes llenos o en horas punta. Pero también pueden ser delitos que incluyen el uso de cámaras ocultas para grabar a las víctimas, sexualizándolas y haciendo acoso callejero.

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Los vídeos pueden ser para propia consumición o, por el contrario, para ser distribuido entre personas del círculo cercano del acosador o incluso ser subido a otras plataformas. Durante 2021, se cometieron 1.400 detenciones por la infracción de la Ordenanza de prevención de molestias en Tokio, según un informe de la policía de la ciudad. De esas detenciones, 220 casos involucraron la obligación para mantener relaciones sexuales forzadas. 

Aunque el chikan es un grave problema en Japón, las autoridades han tomado medidas para abordarlo, incluyendo la instalación de cámaras de seguridad adicionales en estaciones de trenes y autobuses, y la creación de líneas de teléfono de ayuda para las víctimas.

¿Cómo se combaten los ciberdelitos sexuales?

La INTERPOL ha registrado aproximadamente 4.3 millones de diferentes tipos de material, como vídeos o imágenes, obtenidos de todo el mundo, y bajo el marco de la explotación sexual a menores. El Secretario General de Interpol, Jürgen Stock, advirtió sobre el gran aumento del contenido de abuso infantil online mundial, marcando el 2021 como el peor año desde que se tienen registros, con 32.700 víctimas y 14.500 delincuentes identificados. Una media de 7 víctimas identificadas al día.

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En 2018, la misma organización usó su base de datos internacional de imágenes y vídeos sobre explotación sexual de  niños —ICSE- y la de ECPAT International para presentar un informe titulado Towards a Global Indicator on Unidentified Victims in Child Sexual Exploitation Material. En él no solo analizaban el contenido de los videos para identificar un perfil para la víctima y el perpetrador y otra serie de estadísticas relacionadas con los delitos, sino que también ofreció soluciones a tomar de manera internacional.   

Además, el informe menciona que existen múltiples problemas que impiden el debido seguimiento, como países que no presentan datos sobre el abuso sexual online o gobiernos que no tienen leyes que vayan específicamente en su contra. Es por ello que Interpol busca alentar a los países a contribuir en su base de datos, armonizar los enfoques de la categorización de abuso sexual digital entre diferentes países y jurisdicciones. Sin olvidar la cooperación para identificar a las víctimas, la construcción de mecanismos para analizar las tendencias de los perpetradores y el abogar por una mayor aplicación de la ley en todo el mundo.

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Por su parte, UNICEF cree que la respuesta está en crear un marco de respuesta internacional para acabar con la explotación sexual online. En 2022, junto con la Alianza Mundial WeProtect, publicaron un informe en el que analizaban la respuesta nacional de cada país encuestado para mostrar y difundir así las buenas prácticas que ya realizan algunos países.

Entre las respuestas destacaron los programas de educación nacional sobre la explotación y el abuso sexual a jóvenes, un sistema de apoyo a los delincuentes o personas con interés sexual en personas jóvenes, procedimientos para la retirada o el bloqueo de contenido de abuso sexual y un sistema de apoyo a las víctimas con medidas correctivas y de reparación.

Además, el informe también pone de relieve las lagunas y los desafíos que aún quedan por solucionar, como la necesidad de reforzar y acelerar la colaboración mundial para la recopilación de datos e intensificar los esfuerzos para la prevención y la respuesta a este tipo de delitos.

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El caso de Corea del Sur

En 2021, la organización Human Rights Watch publicó un informe sobre las víctimas en Corea del Sur y la vulneración a los derechos humanos que sufrían con este aumento del acoso sexual digital. La organización avisó al gobierno coreano que debía tomar medidas más fuertes, aumentando las penas legales y el número de mujeres dentro de las autoridades pertinentes, ya que la organización cree que la desigualdad de género que hay dentro de estas es responsable de que se desestimen tantos de los casos.

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Amnistía Internacional, por su parte, comenzó una petición global para que Google cambiara su sistema de denuncias basándose en la proliferación del contenido de abusos sexuales online en Corea del Sur. La organización no gubernamental culpa a la gran empresa estadounidense de ser uno de los principales responsables del aumento de este tipo de delitos. Google mantiene un funcionamiento deficiente del sistema para presentar denuncias y su lento proceso de retirar el contenido denunciado de Internet. 

El caso de Japón

Por otro lado, en 2022, Japón buscó neutralizar la gran amenaza que supone el ciberacoso en el país convirtiéndolo en un delito penal, aunque esta decisión está más orientada hacia los insultos en redes. Los delincuentes pueden ser castigados por hasta un año de prisión o multados con 300.000 yenes, aproximadamente 2.200 dólares estadounidenses.

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Por su parte, Naciones Unidas, a través de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito —UNODC, también busca acabar con estos delitos a través de la concienciación de jóvenes y adultos. Para ello han creado diversas guías en las que explican los diferentes peligros de Internet y cómo intentar mantenerse seguro de ellos.

¿Qué podemos esperar del futuro?

Es difícil predecir con certeza cómo evolucionará la situación de los delitos sexuales en Asia en el futuro. Sin embargo, es probable que las autoridades continúen tomando medidas para abordar y prevenir estos delitos, como la implementación de medidas de seguridad adicionales y el aumento del número de campañas para la sensibilización pública, además de la importancia de denunciar y de prevenir el acoso y las agresiones sexuales.

También es probable que se desarrollen más herramientas basadas en las nuevas tecnologías para prevenir y detectar los delitos sexuales online, como la monitorización de la actividad en las redes sociales y la identificación de material de explotación sexual infantil.

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Sin embargo, también es importante tener en cuenta que los delitos sexuales son un problema complejo que no puede resolverse solamente mediante la implementación de medidas de seguridad. Es necesario un cambio cultural que fomente la igualdad de género y promueva la denuncia de los delitos sexuales, así como el apoyo a las víctimas.

La prevención de los delitos sexuales requiere un esfuerzo combinado de todas las partes involucradas, incluyendo a las autoridades, las organizaciones no gubernamentales y la sociedad en general.

Editado por:

Soraya Aybar Laafou. Editora y analista especializada en África en LISA News. Politóloga y periodista interesada en los derechos humanos, la geopolítica y los procesos migratorios. Me apasionan las Relaciones Internacionales y observo con especial interés al continente africano. Soy directora de África Mundi, el primer medio de análisis sobre África en castellano.

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