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Cómo combatir la violencia sexual durante los conflictos

Análisis

Mauricio Díaz
Mauricio Díaz
Capitán de Navío Infante de Marina (R) con más de 30 años al servicio de la Armada de Chile. Experiencia en misiones internacionales de Naciones Unidas en Líbano, Israel, Siria y Haití. Magíster en Relaciones Internacionales (PUCV). Magíster en Ciencias Navales y Marítimas con mención en Geopolítica (Academia de Guerra Naval, Chile).

Mauricio Díaz, experto en misiones internacionales de la ONU en Líbano, Israel, Siria y Haití y profesor del Curso de Experto Internacional en Protección de Civiles de LISA Institute, expone la necesidad de un mandato sólido de las fuerzas de mantenimiento de la paz para proteger a los civiles contra la violencia sexual durante los conflictos armados.

La violencia sexual relacionada con los conflictos puede ser motivada por objetivos políticos, militares o económicos para controlar el territorio o los recursos. Se emplea de manera frecuente y deliberada contra la población civil, de modo que ocasiona humillaciones y traumas a largo plazo, rompe familias y fractura el tejido social. También da lugar a desplazamientos y aviva las actividades de los agentes armados.

Esta clase de violencia se utiliza también como una táctica del terrorismo y el extremismo violento. Las mujeres y las niñas continúan siendo las más afectadas por la violencia sexual en los conflictos, en particular debido a patrones de desigualdad y discriminación por razón de género que predecían al propio conflicto.

En las guerras actuales, los civiles no son solo víctimas fortuitas de la violencia, sino que con frecuencia son los propios objetivos de la misma. En los conflictos contemporáneos, que se caracterizan por una mayor interpelación entre civiles y combatientes, la violencia sexual no es un efecto secundario, sino una consideración de primera línea. Las mujeres suelen estar, como víctimas, en el centro de los conflictos armados, que se libran por el control de poblaciones y de territorio.

En las últimas décadas hemos asistido a un aumento del uso estratégico de formas brutales de violencia sexual contra la población civil con fines específicos. Si cuentan con un mandato sólido, las fuerzas de mantenimiento de la paz pueden desempeñar un papel importante en la protección de los civiles contra la violencia sexual durante los conflictos armados.

El uso deliberado de la violencia sexual como táctica de guerra

La violencia sexual infringe traumas psicológicos y físicos, enfermedades, humillaciones, desplazamientos y muerte. El uso generalizado en conflictos como el de Ruanda, la antigua Yugoslavia y Sierra Leona llevó a la adopción de la Resolución 1820 (2008) del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

En ella, el Consejo reconoció el uso deliberado de la violencia sexual como una táctica de guerra que exacerba el propio conflicto armado, impidiendo la paz y la reconciliación. Así, al hablar de violencia sexual en los conflictos debemos tener en cuenta algunos casos fundamentales.

La violencia sexual y de género afecta de forma desproporcionada a las mujeres y a las niñas, por lo que es prioritario garantizar su protección específica. La violencia de género prospera en medio de la discriminación y la desigualdad de género por lo que debe abordarse teniendo en cuenta las cuestiones de género y promoviendo la igualdad de género, la participación y la capacitación de las mujeres.

Además, la violencia de género afecta en mayor medida a los desplazados internos, por lo que es clave diseñar medidas de protección específicas para proteger a las mujeres y niñas que huyen, así com oa las que se encuentran en campos de desplazados internos.

Es importante destacar que la violencia sexual y de género no se denuncia lo suficiente debido a la inseguridad, el medio a que los autores sigan en libertad, la impunidad y la falta de fe en los diferentes sistemas de justicia. A ello se suma el estigma social y la marginación o el destierro por cuestiones culturales. Por tanto, hay que tratar de generar confianza y crear condiciones para mejorar los sistemas de denuncia y acabar con la impunidad.

La violencia sexual y por motivos de género suele ir acompañada de otros delitos, por lo que no puede abordarse eficazmente sin tener en cuenta otras violaciones de derechos humanos. En este sentido, se destaca que la violencia sexual en los conflictos a menudo presagia una violencia más amplia. Su propia recurrencia puede establecer un precedente histórico, patrones y tendencias y, por tanto, establecer mecanismos de alerta temprana para prevenirla es posible y prioritario.

Cómo la ONU actúa para prevenir la violencia sexual en las misiones de paz

Las operaciones de paz desempeñan una gran variedad de tareas multidisciplinarias para prevenir la violencia sexual en los conflictos y responder a ella:

  • Incorporación del concepto de violencia sexual en la misión. La prevención y respuesta de la violencia sexual en los conflictos es una responsabilidad de toda la misión. Todos los equipos deben integrar las preocupaciones ligadas a este tipo de violencia en los niveles estratégicos, operacionales y tácticos, así como en todas las funciones.
  • Supervisión y presentación de informes. Documentamos las tendencias y los patrones de la violencia sexual en los conflictos y colaboramos con la elaboración de informes para el Consejo de Seguridad. Este no solo ejerce presión sobre las fuerzas y grupos armados responsables de la violencia sexual, sino que también sienta las bases para las actividades de respuesta y prevención dentro de la misión.
  • Protección física. Nuestras misiones definen áreas en las que la población civil corre un mayor riesgo de sufrir violencia sexual durante un conflicto. Así se despliegan fuerzas para prevenir, desalentar y detener las violaciones, al tiempo que prestan asistencia a las personas supervivientes afectadas.
  • Negación con las partes en conflicto. Nuestras misiones participan en diálogos con las partes en conflicto para lograr compromisos encaminados a poner fin a la violencia sexual en conflictos y garantizar la rendición de cuentas de los perpetradores.
  • Promoción. El personal directivo superior de nuestras misiones utiliza los buenos oficios y la promoción para hacer frente a la violencia sexual en los conflictos desde una perspectiva política con el Estado y las partes en conflicto. Esto implica velar porque la violencia sexual en los conflictos se aborde a lo largo de todas las etapas de las iniciativas de mediación y los acuerdos de alto al fuego y de paz.
  • Sensibilización. A través de campañas en medios de comunicación y eventos aumentamos la sensibilización de la sociedad acercándola a la realidad de la violencia sexual en los conflictos a todos los niveles. Así tratamos de cambiar las actitudes que normalizan dicha violencia con el objeto de evitar futuros actos de violencia sexual y poner fin al estigma que, con demasiada frecuencia, soportan las personas supervivientes.
  • Creación de capacidad. Las misiones de la ONU colaboran con una amplia variedad de contrapartes nacionales. Por ejemplo, autoridades y organizaciones de la sociedad civil para fortalecer su capacidad de afrontar las preocupaciones relativas a la violencia sexual durante un conflicto por medio de actividades como programas de captación y asistencia técnica.
  • Fin de la impunidad. Con el objetivo de poner fin a la impunidad respecto a la violencia sexual, la ONU presta apoyo a los investigadores durante los juicios relacionados con delitos de violencia sexual. Así también promueven la participación segura de las víctimas y los testigos en los procesos judiciales. También fomentan la adopción de marcos jurídicos y normativos sólidos en el plano nacional en materia de violencia sexual y reparación para las personas supervivientes.
  • Capacitación. Se imparte capacitación sobre violencia sexual en conflictos para toda la misión, de modo que las tres dimensiones (civil, militar y policial) de mantenimiento de la paz posean los conocimientos y habilidades necesarios para prevenirla y responder a ella velando, al mismo tiempo, por un enfoque centrado en las personas que han sobrevivido.

Un ejemplo claro de violencia sexual durante los conflictos fue el de la tortura, con violaciones y otras formas de violencia sexual, sufrida por mujeres y niñas de la minoría yazidí de Irak que fueron secuestradas por el ISIS.

Según declaraba el entonces Representante Especial de las Naciones Unidas en el primer aniversario de la tragedia de Sinjar, en medio de horribles matanzas el ISIS persiguió y capturó a cientos de mujeres y niñas de minorías étnicas y religiosas, instaurando un patrón de violencia sexual, esclavitud, secuestro y tráfico de personas que continúa hasta hoy.

Los relatos de primera mano de los desplazados internos y refugiados confirmaron la violencia sexual sistemática, especialmente contra las mujeres y los niños yezidíes de entre ocho y 35 años. Las jóvenes fueron “vendidas” en mercados abiertos, regaladas a combatientes extranjeros, traficadas con fines sexuales en la región para recaudar fondos y aumentar el reclutamiento en las filas del ISIS, así como utilizadas para procreación forzada para poblar el deseado nuevo ‘Califato’ con niños que puedan ser criados a la propia imagen del ISIS.

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