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«El Muro», las vivencias de un espía español durante el evento clave del siglo XX

Análisis

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Contenido creado por el Equipo de Redacción de LISA News con el apoyo del equipo docente de LISA Institute.

Entrevistamos a Jaime Rocha, ex agente del servicio de Inteligencia español, para hablar de su segunda novela «El Muro» y sobre Cultura de Inteligencia.

Jaime Rocha (Larache, 1942) escribió «El Muro» tras el éxito de su primer libro «Operación El Dorado Canyon» que le animó a seguir por este camino de la novela de espías de la que tan escasos estamos en España. Este segundo libro narra su experiencia durante los cinco años que estuvo en Checoslovaquia «coincidiendo» con la caída del Muro de Berlín. Un hecho histórico y trascendental en la Historia, con mayúscula, de Europa.

Tras su misión narrada en el Best seller «Operación El Dorado Canyon», el agente del CNI, Julián Roig, tiene ahora que viajar de urgencia a Marruecos para acabar siendo destinado en la embajada de España en Praga en el tumultuoso 1989. Durante esos cinco años vivirá todo tipo de misiones entre la vida y la muerte y para las que su pericia, su agilidad mental y su inteligencia serán definitorias. Los servicios de Inteligencia occidentales, la Iglesia Católica, el sindicato polaco «Solidaridad», el dramaturgo checo Vaclav Hável y el eslovaco Alexander Dubcek son solo algunos de los coprotagonistas de «El Muro», una obra revolucionaria que cuenta cómo funcionan los servicios de Inteligencia más importantes del mundo en un contexto tan relevante como la caída del Muro de Berlín. «El Muro» no solo es la obra definitiva de agentes secretos y espionaje, también es un libro donde cada misión es más real de lo que podamos creer.


Si quieres saber más sobre Jaime Rocha visita su página web 

¿Cambiaron mucho los servicios de Inteligencia después de la Guerra Fría?

Hay muchos servicios de Inteligencia a los que se les acabó la materia, porque estaban creados para esto y su objetivo fundamental era ese. A nosotros no nos afectó mucho porque ya teníamos un despliegue en Europa del Este. El primero en ir fui yo. Un día me llamó el entonces director del CESID, Eduardo Alonso Manglano, a su despacho y me dijo que había hablado con Exteriores y que me mandaba a Praga, el único sitio donde íbamos a tener a alguien en la zona. Me dijo: no tenemos a nadie allí y vas a ir tú. Entonces ya empezaba a haber movimientos en Polonia y en Alemania del Este.

Mirando hacia Europa del Este y en el contexto de la guerra de Ucrania, ¿qué despliegue cree que tendremos ahora?

No sé qué despliegue puede haber, pero entiendo que vuelve a ser importante estar allí. No lo puedo asegurar porque no estoy dentro, pero estoy seguro de que estamos al 90%. Durante la Guerra Fría estábamos en Checoslovaquia, Polonia y Hungría y Yugoslavia aunque no era un gran despliegue, en aquel entonces éramos cuatro agentes y alguien más de ayuda. El servicio estaba centrado en el Magreb. 

Estuviste destinado con pasaporte diplomático como consejero de Educación, Cultura y Prensa de la Embajada de España en Praga de 1989 a 1994. ¿Es real que las embajadas están «llenas de espías» o que los agregados culturales son espías como se suele decir?

Sí. Normalmente, ibas a las embajadas como Agregado Cultural. Era la figura que más o menos se utilizaba. En la mayoría de los casos vas acreditado ante el servicio de Inteligencia correspondiente, pero en mi caso no me acreditaron porque no había relaciones con la Checoslovaquia comunista.

Una anécdota es que cuando se establecieron relaciones con el servicio checo y el eslovaco, que ya estaban separados, a mí me comisiona Manglano firmar con el entonces director del servicio checo. Tuvimos una comida después de la firma en la que me regaló un libro de vistas de Praga y me dijo: «Esto para la nostalgia» (risas). Luego me preguntó que cómo un diplomático había entrado en el servicio de Inteligencia. Yo respondí que, claro, que el servicio de Inteligencia se nutría de muchísimas profesiones y, entre ellas, diplomáticos. No me creyó y sabía que era mentira. En mis años en Praga yo sé que había tenido seguimiento porque cuando tenía alguna cita con un colaborador siempre iba con antelación para observar y lo detectaba. Obviamente, ellos también tenían un servicio de Inteligencia y su trabajo era detectar nuestra presencia. Además, yo tampoco hacía nada malo porque espiar no es malo, ¿no?

¿Estamos viviendo un aumento del espionaje en Europa, incluyendo España? En LISA News hemos contado desde el baile de expulsiones de diplomáticos rusos y occidentales a raíz de la guerra de Ucrania acusados de espionaje o cómo se está intensificando el espionaje en Alemania incluyéndose la destitución del jefe de ciberseguridad alemán por «cercanía» a círculos de espionaje rusos.

Eso es. 

Cuando estás en guerra con un país, aparte de conseguir información, ¿qué puede hacer un agente de campo?

Por ejemplo, puedes dedicarte a hacer sabotajes. Es un trabajo muy digno el de sabotear al enemigo, ¿no? (risas). Ahora están bombardeando Moscú con drones. No sé desde dónde, pero, a lo mejor, hay algún servicio de Inteligencia trabajando en este tema. 

En sus años en Checoslovaquia presenció en primera persona hechos históricos como la Revolución de Terciopelo. ¿Cómo fue vivirlo y cuál fue su papel?

En Checoslovaquia tuve mucha suerte porque mi principal colaboradora era una periodista que trabajaba para un medio afín al Partido Comunista checoslovaco a la que llamo en mis libros Erika y quien me dio una estupenda información en primicia. Cuando empiezan las revueltas callejeras, las primeras son reprimidas por el Ejército y la Policía. Erika me contó que el gobierno checoslovaco había pedido a Gorbachov que mandara los tanques como los mandó en el 68 en la Primavera de Praga y él dijo que no por dos veces.

Hace poco escribía un artículo en el medio «El Debate» que se titula «Lo que Gorbachov pudo ser y no fue». Era el hombre del socialismo de rostro humano, de la Perestroika, estaba realmente cambiando cosas y tenía la idea de integrar Rusia en Europa. Por eso también duró tan poco, porque le quitaron pronto de en medio. El caso es que cuando le pasé esta información a Manglano me dijo que ningún servicio occidental había dado esa información y lo comunicó. Fue ahí cuando supimos que la Revolución de Terciopelo iba a triunfar porque no iban a reprimirlas.

Fue ahí cuando supimos que la revolución de terciopelo iba a triunfar porque no iban a reprimirlas

¿Cómo se veía la Revolución a pie de calle?

Yo tengo fotografías en las manifestaciones. En la Plaza de Wenceslao, el escenario de la primera manifestación que arrancó la Revolución de Terciopelo, no cabía nadie más y, cuando nos trasladamos a la Plaza de Letná al lado del estadio de fútbol del club Sparta Praha, había como un millón de personas cuando en Praga no se pasaba del millón y medio. Lo sorprendente era que ese millón estaba manifestándose absolutamente en orden. Allí no había ni un papel en el suelo.

Como se refleja en el libro, también tuviste conversaciones antes de la Revolución con los personajes protagonistas de la misma.

He tenido la suerte de que mis embajadores siempre han contado mucho conmigo. He comido con muchos de los protagonistas de la Revolución y estado en conversaciones en las que se hablaba de la Revolución antes de que ocurriera, cuando se estaba preparando. También he conocido a otras personas clave como el padre Mali, uno de estos personajes que aunque desde la sombra eran los que realmente movían los hilos. La Iglesia Católica tuvo un papel importante, sobre todo sacerdotes reprimidos. Aunque que no todos fueran católicos, sí comulgaban la idea de liberar a Checoslovaquia del comunismo y ahí estaban todos unidos y fue un éxito. 

He estado en conversaciones en las que se hablaba de la Revolución antes de que ocurriera, cuando se estaba preparando

Al contrario que en la Guerra Fría, desde antes incluso del comienzo de la guerra de Ucrania, Estados Unidos y los británicos comenzaron a compartir Inteligencia de forma pública, alertando de lo que iba a ocurrir. A día de hoy los servicios británicos publican diariamente un resumen de Inteligencia sobre Ucrania y lo difunden en redes sociales. ¿Qué opina sobre esta estrategia?

Son temas que no comprometen a nadie, que se pueden divulgar. Cada servicio de Inteligencia tiene su propia política y el nuestro no es muy de eso. De todas formas me parece positivo y yo lo haría. Hay muchas formas de contar las cosas y, aunque sea Inteligencia, no se delata a nadie.

¿Cambiará? 

No sé si con el tiempo, pero, de momento, me parece que no. Ahora parece que estamos saliendo más a la palestra, pero son casos aislados, no hay una política de información, ni esa mentalidad.  

Si quieres leer la entrevista completa a Jaime Rocha sobre Cultura de Inteligencia puedes hacerlo aquí.

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