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Mujeres, conflictos armados y OTAN

Análisis

Lucía Carbayo
Lucía Carbayo
Colaboradora en LISA News. Especializada en el ámbito de los Estudios Internacionales y de la Ciencia Política. Interesada en el ámbito de la Seguridad Internacional, los procesos de paz y de resolución de conflictos internacionales.

Históricamente, las mujeres han asumido el papel de sujetos pasivos en los conflictos armados. Sin embargo, su participación activa en las fuerzas armadas así como su presencia en los cargos directivos de organizaciones internacionales son fundamentales para alcanzar la igualdad y acabar con la instrumentalización de la mujer en los escenarios de guerra.

En la actualidad, las víctimas mayoritarias de los conflictos armados son los civiles no combatientes, y en particular, las mujeres. Según los expertos el conflicto causa mayor nivel de violencia contra las mujeres al provocar que se amplifiquen las conductas ya existentes sufriendo éstas tanto los efectos directos como los indirectos de las guerras.

Las mujeres en los conflictos son víctimas de abusos y, en particular, de violencia sexual. En este sentido se utiliza este tipo de violencia tanto para destruir física y psíquicamente a las víctimas como para humillar a la comunidad enemiga. Además, la violencia de género en las guerras -tanto a mujeres como a hombres- a penas se denuncia por motivos culturales y sociales, lo que dificulta determinar su alcance real. Por este motivo la impunidad de los abusadores está ampliamente extendida. 

Así lo reconoció el pasado viernes la ministra de Defensa de España, Margarita Robles, en una rueda de prensa conjunta con la ministra de Exteriores alemana, Annalena Baerbock y la representante especial del secretario general de la OTAN para Mujeres, Paz y Seguridad, Irene Fellin. Las tres mujeres hicieron referencia a cómo las mujeres y las niñas son “doblemente víctimas” en los conflictos, tanto por la violencia del conflicto como para las agresiones sexuales.

En la rueda de prensa destacaron específicamente la situación en Ucrania: “Las escenas que estamos viviendo en este momento en Ucrania, con las mujeres y las niñas absolutamente violadas y ultrajadas, es algo ante lo que ni la OTAN, ni la comunidad internacional puede permanecer indiferente, y España va a estar siempre denunciando estas situaciones de violencia y agresión”, señalaba la ministra de Defensa española.

La violencia sexual como crimen de guerra

Desde finales de la década de los noventa, con el genocidio de Ruanda y el conflicto de Bosnia, donde se perpetuaron violaciones sistemáticas de mujeres, la violencia contra las mismas en los conflictos armados empeoró. La violencia sexual contra a la mujer se convirtió en una práctica común y ampliamente extendida. Por este motivo, la comunidad internacional determinó la necesidad de incorporar la perspectiva de género en el ordenamiento jurídico relativo a los conflictos armados. 

Para incorporar la perspectiva de género en el análisis de los conflictos armados, era importante constatar tanto la protección de las mujeres, como su papel político. El liderazgo y la presencia de las mujeres en los conflictos armados es fundamental, porque garantiza que el género se considere como una cuestión prioritaria y se redefinan las funciones tradicionalmente asignadas a las mujeres en los conflictos.

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Cabe señalar que, hasta el momento, la violencia sexual no había sido considerada como un crimen de guerra. En el año 2000, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas adoptó la Resolución 1325 sobre Mujeres, Paz y Seguridad, con dos objetivos principales. En primer lugar, luchar contra la violencia de género en los conflictos armados y en segundo lugar, aumentar la presencia de la mujer en los procesos de pacificación. 

A partir de este momento, la violencia sexual se consideró un arma de guerra y un problema de seguridad internacional. Con esta declaración se asumía que los ataques a las mujeres por parte de las fuerzas armadas responden a un fin militar, ya fuera provocar el terror, alentar el desplazamiento, recompensar a las tropas, etc. Por otro lado, la resolución reconocía la participación de la mujer como sujeto activo en los conflictos y en los procesos de paz. También preveía una mayor representación de las mujeres en las instituciones nacionales e internacionales. 

A lo largo de la historia, la participación directa de la mujer en el combate no ha estado generalizada. Su presencia en los escenarios de conflicto, comenzó en la Primera Guerra Mundial, cuando las mujeres se incorporaron a trabajar en las fábricas de armamento. Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, la mujer asumió una participación mayor en los conflictos armados. De este modo, aumentó el número de mujeres combatientes, así como su presencia en los conflictos armados.

En la actualidad, se calcula que las mujeres conforman un 3% del total de militares profesionales en el mundo. Cabe señalar que la participación de las anteriores en las fuerzas armadas es más notoria en los países occidentales. En el caso de España, el ingreso de mujeres en el Ejército se reguló en 1988 y en la actualidad integran más del 13% del personal militar nacional.

De hecho, en la actual guerra en Ucrania, se han alistado voluntariamente en el Ejército de Ucrania desde el inicio de la invasión rusa unas 1000 mujeres, según declaró este julio la viceministra ucraniana de Defensa, Hanna Maliar.

Maliar también adelantó la posibilidad de imponer el registro militar obligatorio para las mujeres que se está planteando imponer el registro militar obligatorio en la nueva legislación prevista para octubre de 2022. Sin embargo, muchas veces se refleja a la mujer únicamente como víctima del conflicto sufriendo violencia sexual o cayendo en las manos de las redes de trata de personas o cubriendo roles de “cuidadora”.

Incorporación de la perspectiva de género en la OTAN

Las cuestiones de género se incorporaron a la agenda de la OTAN después de la Segunda Guerra Mundial y en 1945 la OTAN determinó en el Comité Anual de Examen del Servicio Militar las funciones que debían desempeñar las mujeres en la organización. La primera Conferencia de la OTAN de Mujeres Oficiales tuvo lugar en Copoenhague en 1961. En ella, las delegadas y las autoridades nacionales consideraron la integración de un mayor número de mujeres a las fuerzas armadas.

Más tarde, en 1973, durante la Conferencia de la OTAN de Mujeres Oficiales celebrada en Bruselas, se creó el Comité de Mujeres en las Fuerzas de la OTAN (CWINF, por sus siglas en inglés), que no fue reconocido oficialmente hasta julio de 1976. En esta conferencia se adoptó una resolución que acordaba que las mujeres podían servir en todo tipo de empleos, exceptuando aquellos relacionados con el combate.

En 1985, la presidenta del CWINF defendió crear un puesto en el Estado Mayor Militar destinado a los asuntos de género. Este puesto se creó finalmente en enero de 1988. Cabe señalar que desde mayo de 2009, el CWINF se convirtió en el actual NATO Committee on Gender Perspectives (NCGP).

La aprobación de la Resolución 1325 de Naciones Unidas tuvo gran impacto en las estructuras instituiconales y operativas de la OTAN. Desde el año 2000, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas aprobó tres resoluciones adicionales a la Resolución 1325. La Resolución 1820 de 2008, que se centra en la prevención de la violencia sexual en los conflictos; la Resolución 1888 de 2009, que refuerza la anterior, y la Resolución 1889, que subraya la importancia de la participación de las mujeres en las organizaciones internacionales como la OTAN o la Unión Europea.  

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La incorporación de la perspectiva de género en la OTAN sucede con la aprobación de la Resolución 1325. Tras su promulgación, se celebró en Berlin una de las reuniones más importantes del Comité de Mujeres Oficiales y se aprobó el informe Comité de Mujeres en las Fuerzas de la OTAN, guía para la Perspectiva de Género en la OTAN. Este fue el primer documento de la Alianza que contenía una perspectiva de género en las operaciones militares.

Más tarde, en septiembre de 2009, la OTAN aprobó la Directiva Bi-SC 40-1, donde reconoce la importancia de la participación de la mujer en las operaciones. También prevé ampliar la representación de la mujer en los puestos dirigentes y se implementan medidas para la protección de la mujer contra la violencia de género en los conflictos armados. En la Cumbre de Lisboa de 2011, la perspectiva de género también estuvo presente en la Agenda.

Por otro lado, en 2007, la OTAN diseñó un Plan de Acción sobre Mujeres, Paz y Seguridad de la OTAN para incorporar las disposiciones de la Resolución 1325. Con este Plan de Acción se creó también la figura de los asesores de género o Gender Advisors. Estos se destinan a los Cuarteles Generales de la OTAN y a las zonas de operaciones con el propósito de que velen por el cumplimiento de la Resolución 1325. Sin embargo, el número de los especialistas no es suficiente para abordar las operaciones actuales. Desde entonces se han implementado varios Planes de Acción. El último ha sido el de octubre de 2021

De acuerdo con los datos proporcionados por la OTAN en 2020, la participación total de las mujeres en la organización habría incrementado en un 37% con respecto al año de su fundación, 1949. La representación media de las mujeres en las fuerzas armadas de los Estados miembros de la OTAN fue del 12% en 2019.

Sin embargo, la realidad es que la representación de las mujeres en los cargos directivos de la organización -tanto en el plano civil como en el militar- es mucho menor que la de los hombres. En la actualidad, solamente cuatro de los treinta países que integran la OTAN, están dirigidos por mujeres. En la última Cumbre celebrada en Madrid de los 30 líderes 4 eran mujeres. 

Lucía Mantecón, profesora en la Cátedra de Seguridad y Defensa “Francisco Villamartín”,  asegura que tradicionalmente la OTAN ha concebido a la mujer como sujeto pasivo en los conflictos armados, aunque el último Plan de Acción de 2021 incorpora el “un papel de la mujer como sujeto de participación”. 

Por último, no debemos olvidar que a pesar de que existe un creciente reconocimiento sobre la importancia del liderazgo de la mujer en la OTAN, algunos países miembros, como Pekín y Moscú, son contrarios a la participación activa de la mujer en la organización ni la implementación de la Resolución 1325. Ambos Estados defienden mantener a la mujer en su papel tradicional como sujeto pasivo. Mientras tanto, otros como España, Francia y Luxemburgo abogan por la incorporación de la mujer a los cargos de responsabilidad.

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Finalmente, con relación al nuevo Concepto Estratégico, la ministra de exteriores alemana, Annalena Baerbock, aseguraba en la rueda de prensa conjunta de la Cumbre de Madrid, que se había estado trabajando para “fortalecer la agenda en materia de paz y seguridad para las mujeres”. También señalaba que en el nuevo Concepto Estratégico la perspectiva de género aparece en los “cinco primeros capítulos”. Baerbock también solicitaba la participación significativa de las mujeres en todos los niveles y en todas las fases de la gestión y la prevención de conflictos.

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